Caza durante la luna llena {Alison Dennings}

Dos semanas... dos malditas semanas en este agujero y aún nada. No esperaba encontrar pistas demasiado rápido, de hecho quizá me precipité al venir a América, pero aunque mi trabajo en ese bar, Pandemonuim, no estaba tan mal, no me gusta estar rodeada de todas esas extrañas criaturas. Hasta ahora tampoco es que las escasas personas que había conocido pareciesen malas, al menos esas dos chicas del bar y el humano resultaron bastante agradables, pero eso no cambia que la única razón de mi existencia sigue siendo vengar a mi familia.
Hoy volvía a tener la noche libre, así que pensaba aprovecharla. Había escuchado hablar a un par de vampiros en el bar sobre una especie de "nido" de unos cuantos a las afueras, en un observatorio abandonado. Al parecer a veces llevaban algunos humanos y montaban sangrientas fiestas, aprovechando lo apartado que el lugar estaba de la ciudad.
Me puse algo de combate, unos vaqueros negros, botines de tacón alto de cuero y un corsé de tirantes también en cuero negro. En las muñecas llevaba unas muñequeras con estacas retráctiles. Mi larga melena pelirroja la recogí en una coleta alta, con algunos bucles en las puntas, pero sin ningún mechón fuera de la coleta. Finalmente me puse una chaqueta de cuero negro por encima donde guardé un par de cuchillos con hoja de plata. Para proteger las manos, me puse unos mitones que me cubrían lo suficiente como para poder sostener una cruz con la palma de la mano sin quemarme con ella, y en uno de los bolsillos interiores de la chaqueta metí una botella con agua bendita. Al cuello llevaba una curiosa gargantilla de cuero ancha, con una cruz de plata en el centro, de modo que el cuero evitaba que me quemase, pero era útil si un vampiro me ponía la mano en el cuello.
Apenas estuve totalmente equipada, salí hacia aquel observatorio abandonado. En apenas una carrera, lo tenía delante. Se escuchaba bastante barullo dentro, aunque alcancé a escuchar lo que pareció ser un aullido a lo lejos. Por un momento alcé la mirada... luna llena.
Esbocé una leve sonrisa. No creía que hubiese licántropos por la zona, aunque supongo que tampoco les importaría si estoy aquí para interrogar a unos vampiros.
Entré tranquilamente en el lugar, escuchando un par de silbidos apenas crucé la puerta. La mayoría eran vampiros con ropas de cuero, pulseras de pinchos y extraños peinados de colores, además de más pendientes y tatuajes de los que serían sanos... Hice un recuento rápido... unos 15, y 6 humanos que se habían traído. Dos de ellos no parecían nada saludables y los otros cuatro se apiñaban en un rincón. Solo uno no tenía aún ningún mordisco.
Aunque me vino de inicio el olor de la sangre, dejé de respirar automáticamente para no descentrarme, y apenas se me acercó el que parecía ser el líder, extrañado al no conocerme, le miré de forma firme.

- Soltad a los humanos y decidme lo que he venido a averiguar... O nadie saldrá de aquí.

Amenacé claramente, haciendo reír a la mayoría, y a otros mirarme con curiosidad. Un par de humanos alzaron la mirada temerosos, como si esperasen a algún miembro de las autoridades o algo así. El jefe de los vampiros me llamó nefilim, aunque añadió que no entendía por qué no se me veía ninguna marca en el escote. Pareció hacerle gracia. Entonces hizo un gesto y un par de vampiros empezaron a acercárseme.

- No soy nefilim...

En ese momento, esos dos se me echaron encima. Mis colmillos afloraron de golpe y con un movimiento rápido de mis brazos, las estacas retráctiles salieron de los brazales y las clavé en los corazones de los dos primeros vampiros. Apenas cayeron al suelo, una vampiresa gritó, y tres salieron corriendo del sitio. Novatos...
Esbozando una leve sonrisa, me preparé para la pelea. La diferencia con estos vampiros, que parecían querer pasar la eternidad divirtiéndose, era que a mí no me importaba nada, no me importaba el dolor, lo que pasase antes de mi venganza, porque una vez la completase, no habría nada que me mantuviese en este mundo...
Me moví con rapidez, clavando la estaca del brazo derecho en otro de los vampiros que se pusieron entre el líder y yo, y entonces un cuarto, como solía pasar, me cogió del cuello. Esbocé una media sonrisa cuando gritó, apartando la mano ardiendo con la marca de la cruz que llevaba sobre el collar de cuero, y entonces le dí un cabezazo le atravesé con la estaca izquierda, fintando para lanzar una patada en la cara a otro, que le tiró al suelo, e inclinarme para clavar la estaca derecha.
En ese momento todo se detuvo. Quedaban unos 8, incluyendo al líder, al que señalé directamente con el dedo índice de mi mano derecha.

- Tú. Pareces ser el que más sabe de los aquí presentes.

Apenas lo dije, eché un vistazo general al resto.

- ¿Alguien más está dispuesto a morir por él?

En apenas unos segundos, los vampiros restantes abandonaron el lugar. Miré por un momento a los humanos y les hice un gesto con la cabeza para que se marchasen, pero uno de ellos parecía haber muerto ya, así que solo salieron cinco, una de las chicas en brazos del que parecía más sano.
Me quité la chaqueta entonces con tranquilidad y oculté de nuevo las estacas en los brazales. Luego me dirigí al vampiro. Parecía bastante más viejo que yo, además de muy tranquilo, pese a lo que acababa de pasar, y cuando le hice un gesto con la cabeza, se sentó en un banco algo desgastado.
Espero que esto no sea una pérdida de tiempo y hable. No creo que tenga mucho tiempo antes de que esos nefilim realmente aparezcan por aquí con el alboroto que se ha montado...

Como era de esperar, apenas despaché a un par de vampiros y pesqué del cuello a su líder, los demás salieron despavoridos.
También lo hicieron los humanos a los que tenían de aperitivo, ayudándose los unos a los otros mientras yo apretaba algo más el agarre en el cuello del vampiro, conteniendo el aliento para no oler la sangre, y aún con mis colmillos fuera. No dejo de ser un monstruo, y por mucho que intente controlarlo, el instinto al oler la sangre humana no me resulta nada agradable, y al mismo tiempo despierta una sed que a veces temo no ser capaz de controlar...
Pero en cuanto se marchen y se alejen lo suficiente, no tendré que preocuparme.
Mantuve al vampiro sujeto, empotrándole contra la barra improvisada, justo cuando alguien más entró en el lugar. Su corazón latía, podía sentirlo, lo que significaba que no era vampiresa, pero no olía a humana... más bien a perro...
Me volví con su pregunta, mirándola aún con mis colmillos marcados, y mientras mantenía al vampiro sujeto, respondiendo de forma seria.

- No es asunto tuyo, así que date la vuelta, márchate por dónde has venido y deja que haga mi trabajo.

Comenté, arrugando la nariz por un momento y añadiendo algo mordaz. No solía ser desagradable, pero en ese momento no estaba del mejor de los humores.

- Y date una ducha. Parece que tu perro se te hubiera restregado antes de salir.

Aunque había oído hablar de los licántropos, aún no había visto ninguno, y mucho menos creía haberlos tenido tan cerca como para olerlos... Lo que me resultaba extraño teniendo en cuenta que su corazón latía, y notaba el bombear de su sangre, pero no tenía ni pizca de ganas de darla un mordisco.

- Ahora si me disculpas...

Le dije, volviéndome hacia el vampiro, y con mi supervelocidad, levantándole y estampándole esta vez contra la pared de en frente.

- Bien, ahora dime. Se supone que conoces a muchos vampiros en esta ciudad... ¿Qué sabes de tres vampiros que asesinaron a una familia en parís hace cinco años?

El vampiro me miró como si estuviera loca, pero de inicio no respondió nada, lo que me hizo enfadarme aún más y golpearle de nuevo contra la pared.

- ¡Contesta!

Le exigí, ignorando por el momento a la chica, aunque sabía que aún no se había marchado.