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Luna carmín [Christopher Skyes]
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Luna carmín [Christopher Skyes]
Ácida. Así la había descrito el muchacho de la panadería cerca de su casa. Una mujer ácida, que no perdía el tiempo cuando de hacer sentir inferior a alguien se trataba, con un temple fuerte como el acero pero sensible como un elástico. Cuando Eva tenía una cosa metida en la cabeza era casi completamente imposible hacerla desistir de esa idea, sea cual fuera; y tampoco es que muchos quisieran intentarlo. Jayah apresuró el paso al salir de la comisaría, se había hartado de su jefe bravucón y no pretendía quedarse a escuchar cómo le gritaba por un caso del que ya no estaba a cargo. Después de todo no le iba a dar el gusto al viejo Dashwood por perder el control sobre sí misma una vez más, bufó molesta mientras caminaba por una avenida a toda prisa. Sus caderas se movían en un fuerte contoneo que más allá de la seducción mostraban su lado imponente, incapaz de rendirse en sumisión a nada ni a nadie.
Aquella noche de luna menguante sus cabellos estaban recogidos en una cola alta quizás más apretada de lo que a ella misma le hubiera gustado. Sus parpados ligeramente coloreados con un violeta pálido y sus enormes pestañas -de las que cualquier mujer se hubiera sentido envidiosa- eran resaltadas en rímel azul. Sus labios sin embargo, permanecían de color carne natural, tan carnosos y provocativos no necesitaban mayor arreglo. Sus piernas estaban justamente cubiertas hasta la línea de la rodilla por botas blancas de cuero con plataforma, más arriba podía apreciarse una ajustada falda negra con una abertura lo suficiente floja para dejar ver el ligero y su arma. Su blusa azul marina de botones estaba parcialmente cubierta por una gabardina también blanca y de cuero. Con la mitad de su uniforme parecía más bien una policía rebelde que una policía fuera de servicio por aplastarle la mano a un compañero en un ataque de rabia y casi torcerla. Pudo haber perdido su empleo por interferir con la autoridad pero ahora mismo ella se sentía como las fuerzas competentes. Los mundanos no tenían ni la menor idea del peligro en el que estaban.
Jayah entró al starbucks, todo honor y gloria, sintiéndose orgullosa de sus labores al encargarse de cubrir todos aquellos rastros de otros seres sobrenaturales. Rastros que incluso algunos mundanos podrían ver, como marcas de colmillos, cuerpos extrañamente destripados o parcialmente comidos. E incluso, quien sabe, violados. De momento sólo podía pensar en beber un caramel macciato para calentarse un poco y sacudirse de encima las esquirlas de los copos de nieve que habían caído sobre ella.
Aquella noche de luna menguante sus cabellos estaban recogidos en una cola alta quizás más apretada de lo que a ella misma le hubiera gustado. Sus parpados ligeramente coloreados con un violeta pálido y sus enormes pestañas -de las que cualquier mujer se hubiera sentido envidiosa- eran resaltadas en rímel azul. Sus labios sin embargo, permanecían de color carne natural, tan carnosos y provocativos no necesitaban mayor arreglo. Sus piernas estaban justamente cubiertas hasta la línea de la rodilla por botas blancas de cuero con plataforma, más arriba podía apreciarse una ajustada falda negra con una abertura lo suficiente floja para dejar ver el ligero y su arma. Su blusa azul marina de botones estaba parcialmente cubierta por una gabardina también blanca y de cuero. Con la mitad de su uniforme parecía más bien una policía rebelde que una policía fuera de servicio por aplastarle la mano a un compañero en un ataque de rabia y casi torcerla. Pudo haber perdido su empleo por interferir con la autoridad pero ahora mismo ella se sentía como las fuerzas competentes. Los mundanos no tenían ni la menor idea del peligro en el que estaban.
Jayah entró al starbucks, todo honor y gloria, sintiéndose orgullosa de sus labores al encargarse de cubrir todos aquellos rastros de otros seres sobrenaturales. Rastros que incluso algunos mundanos podrían ver, como marcas de colmillos, cuerpos extrañamente destripados o parcialmente comidos. E incluso, quien sabe, violados. De momento sólo podía pensar en beber un caramel macciato para calentarse un poco y sacudirse de encima las esquirlas de los copos de nieve que habían caído sobre ella.
Invitado- Invitado
Re: Luna carmín [Christopher Skyes]
Rebusqué entre mi ropa algo que me hiciera ver juvenil, no debía levantar ninguna sospecha en el lugar, aunque sabía que ningún mundano podía tener tal nivel intelectual para darse cuenta de lo que pasaba a su al rededor mientras ellos estaban disfrutando de sus cafés del starbucks. De sólo pensar en estar rodeado de adolescentes vestidos como si fuesen fanáticos de una época que ni siquiera conocen, me llenaba de repulsión ¿Cómo era que se llamaban? ¿Hipster? Podía llegar a ser muy fanático de la tecnología y el internet, pero cosas como esas hacían que odiara que las computadoras fuesen para todo el mundo, deberían de estar prohibidas, y un adolescente con una cámara en mano debería de ser arrestado por el bien de la humanidad.
Por un momento pensé en salir a buscar a algún chico como esos y matarlo para robarme su ropa y poder 'Disfrazarme' de uno de ellos, pero luego recordé a aquel 'Ángel' que me había encontrado en el parque de diversiones, había quedado muy claro que si me metía con algún mundano, tendría problemas con los nefilims, aunque me resultara tentadora la idea de tener a un montón de niños mimados y con el ego por las nubes, detrás de mí, matar a uno sería tan victorioso, aunque no saliese vivo de la situación. Toda la ropa que encontraba en mi armario era demasiado elegante para el lugar ¿Porqué me habían citado para algo tan importante en un lugar así? Al final escogí una simple camisa de cuadros azules oscuros con negro, y un pantalón negro que combinaba, los zapatos... Los únicos informales que tenía, unas convers negras con blanco. Al verme al espejo, no podía decir que me quedaba mal, aunque no era mi estilo habitual. Vi la pantalla de mi teléfono encendida sobre la cama a través del espejo, era un mensaje de texto porque jamás escuché el tono de llamada.
— ¿Perdón? —Ahora estaba realmente ofendido, el idiota me dice que nos reunamos en un lugar público que está lleno de mundanos idiotas, y para completar, me amenaza con que no llegue tarde ¿Era esto alguna clase de broma? Tomé el teléfono y mis llaves y salí hacia el lugar, en cuanto le viese a la cara, lo golpearía sin dudarlo, que quisiera hacer negocios con él no quería decir que no pudiera matarlo, podía prescindir de él si me diese la gana ¿Era acaso de Sebastian no le había explicado con quien se estaba metiendo?
Paré el coche y ni me preocupé por encender la alarma o pasarle los seguros a la puerta, entré al local sin fijarme mucho en las personas y me senté en la primera mesa que encontré, traté de calmarme un poco, tampoco quería estar lo suficientemente enojado como para entrar en fase y arrancarle la cabeza frente a tantas personas, el lugar no estaba tan lleno como esperaba, pero no era cuestión de arriesgarme por una idiotez así.
Pasaron más de 30 minutos de la hora acordada, no tenía ni el valor de presentarse después de eso ¿Se habrá enterado de lo que hizo y ahora tenía miedo? Já. La encargada volvió por tercera vez a mi mesa para preguntarme si ya estaba listo para ordenar algo — Tráeme un capuccino, si eso te hace feliz —Le sonreí sin ninguna pizca de empatía, la chica entendió y se alejó a buscar la bebida de mala gana, a veces los coqueteos quedaban en segundo lugar cuando estaba enojado. De repente un aroma diferente llenó el lugar, no era una mundana con mucho perfume, era el aroma de un licántropo que no podía confundirse jamás, una hembra ¿Otro más? Seguro que era de la misma manada asquerosa de Luke. La chica entró como sintiéndose la reina del lugar, jamás la había visto antes, podía decirse que tenía todo el derecho de sentirse superior a los demás. Me crucé de brazos sobre la mesa y mi incliné clavando mi mirada en ella, en cualquier momento que volteara, la invitaría a sentarse en mi mesa, y no aceptaría un no como respuesta.
Por un momento pensé en salir a buscar a algún chico como esos y matarlo para robarme su ropa y poder 'Disfrazarme' de uno de ellos, pero luego recordé a aquel 'Ángel' que me había encontrado en el parque de diversiones, había quedado muy claro que si me metía con algún mundano, tendría problemas con los nefilims, aunque me resultara tentadora la idea de tener a un montón de niños mimados y con el ego por las nubes, detrás de mí, matar a uno sería tan victorioso, aunque no saliese vivo de la situación. Toda la ropa que encontraba en mi armario era demasiado elegante para el lugar ¿Porqué me habían citado para algo tan importante en un lugar así? Al final escogí una simple camisa de cuadros azules oscuros con negro, y un pantalón negro que combinaba, los zapatos... Los únicos informales que tenía, unas convers negras con blanco. Al verme al espejo, no podía decir que me quedaba mal, aunque no era mi estilo habitual. Vi la pantalla de mi teléfono encendida sobre la cama a través del espejo, era un mensaje de texto porque jamás escuché el tono de llamada.
Te recuerdo que hoy
nos encontraremos en el starbucks
te estaré esperando, será mejor
que no llegues tarde.
nos encontraremos en el starbucks
te estaré esperando, será mejor
que no llegues tarde.
— ¿Perdón? —Ahora estaba realmente ofendido, el idiota me dice que nos reunamos en un lugar público que está lleno de mundanos idiotas, y para completar, me amenaza con que no llegue tarde ¿Era esto alguna clase de broma? Tomé el teléfono y mis llaves y salí hacia el lugar, en cuanto le viese a la cara, lo golpearía sin dudarlo, que quisiera hacer negocios con él no quería decir que no pudiera matarlo, podía prescindir de él si me diese la gana ¿Era acaso de Sebastian no le había explicado con quien se estaba metiendo?
Paré el coche y ni me preocupé por encender la alarma o pasarle los seguros a la puerta, entré al local sin fijarme mucho en las personas y me senté en la primera mesa que encontré, traté de calmarme un poco, tampoco quería estar lo suficientemente enojado como para entrar en fase y arrancarle la cabeza frente a tantas personas, el lugar no estaba tan lleno como esperaba, pero no era cuestión de arriesgarme por una idiotez así.
Pasaron más de 30 minutos de la hora acordada, no tenía ni el valor de presentarse después de eso ¿Se habrá enterado de lo que hizo y ahora tenía miedo? Já. La encargada volvió por tercera vez a mi mesa para preguntarme si ya estaba listo para ordenar algo — Tráeme un capuccino, si eso te hace feliz —Le sonreí sin ninguna pizca de empatía, la chica entendió y se alejó a buscar la bebida de mala gana, a veces los coqueteos quedaban en segundo lugar cuando estaba enojado. De repente un aroma diferente llenó el lugar, no era una mundana con mucho perfume, era el aroma de un licántropo que no podía confundirse jamás, una hembra ¿Otro más? Seguro que era de la misma manada asquerosa de Luke. La chica entró como sintiéndose la reina del lugar, jamás la había visto antes, podía decirse que tenía todo el derecho de sentirse superior a los demás. Me crucé de brazos sobre la mesa y mi incliné clavando mi mirada en ella, en cualquier momento que volteara, la invitaría a sentarse en mi mesa, y no aceptaría un no como respuesta.
Christopher Skyes- Admin Lican
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Localización : New York - Brooklyn
Re: Luna carmín [Christopher Skyes]
Más temprano, Jayah estaba a tan sólo dos metros de su presa, si es que podía llamarle presa a un internauta demasiado mayor que quedó en un parque infantil para "hablar" en persona con una niña con no más de diez años. Si por ella fuera le prohibiría el uso de Internet a chicos menores de 16 años; a esa edad aún estaban jóvenes, se dijo ella, pero confiaba en que tenían algo más de cerebro como para quedar con completos desconocidos. Sin embargo había algo en ése hombre, algo que hacía que a Jayah se le arrugara la nariz tan sólo de verlo: estaba lleno de cadenas de reluciente plata. Ella quiso precipitarse contra él antes de que se acercara a la niña y cuando un compañero le puso la mano encima, buscando refrenarla, se la apartó con mucha más fuerza de la que le hubiera gustado. Se habría quedado allí para discutir el procedimiento cuando ya el pederasta estaba caminando con la niña hacia afuera del parque. Aún así lo habían atrapado luego del forcejeo habitual cuando salen corriendo y hay que esposarlos. Por esa misma razón la plata se había hendido quemando su piel con un dolor abrazador. Ella había podido ocultar la herida hasta estar de vuelta en la comisaría, dejando que sanara por sí sola, pero había tirado su humor por debajo del suelo. Si es que había algo en la tierra capaz de empeorar el humor de Jayah cuando las cosas no iban bien, esa era definitivamente la presencia de la plata.
Y por eso estaba allí. Enfadada con su jefe, con su compañero de equipo, con el pederasta y con la niña. Definitivamente estaba rodeada de idiotas o de gente demasiado inteligente para ser llamado idiota pero no lo suficiente inteligente para llegar a pensar que ella no era ninguna estúpida, como en el caso de Dominick Rottless. A él lo había conocido tiempo atrás y follaban ocasionalmente aunque él parecía muy seguro de sí mismo y su pene feliz. Aunque era divertido e incluso interesante, Jayah no le encantaba la idea de pasar la eternidad junto a alguien como él. De hecho, se recordó a sí misma, no tenía la intensión de perder su tiempo con nadie de forma romántica. Se había rendido cuando su duodécimo prometido fue asesinado. Por eso, ahora despachaba a cualquiera que intentara cruzar una línea más allá de lo que ella se tenía permitido. Así como ahora estaba despachado con un indiferente "esfúmate" a un chico que intentaba ligarla, un chico en el que ella no tenía ningún interés, por no agregar que era un menor de edad.
Ella no parecía prestar atención a los mundanos que parecían haber percibido exactamente lo que ella había querido demostrar. Pidió su Caramel Macciato directamente de una chica tras la caja. Ella podría haber tonteado toda la noche con la camarera de no haber sido porque en ése momento captó la mirada quizás demasiado fija de alguien en ella. Hasta ahora no había querido rebuscar en el aire pero podía sentirlo en el fondo de sus entrañas. Aunque quizás la revolución en su estómago fuera un producto de haberse pasado horas sin probar bocado. Atravesó el comercio con la mirada, casi clínica, hasta que encontró al frente del castaño dirigiéndose hacia él. Ella se acercó con su superioridad natural, como si fuera un viejo amigo al que encontraba por casualidad, la invitación aún no había sido formulada pero conocía lo suficiente el lenguaje corporal para notar que él estaba interesado. El rostro impasible de Jayah no mostraba una sola emoción pero una sonrisa por cortesía se dibujó en sus suaves labios.
-Esa mirada tan intensa tuya puede resultar bastante intimidante. ¿Te lo han dicho antes?- desde luego era un cumplido.
Y por eso estaba allí. Enfadada con su jefe, con su compañero de equipo, con el pederasta y con la niña. Definitivamente estaba rodeada de idiotas o de gente demasiado inteligente para ser llamado idiota pero no lo suficiente inteligente para llegar a pensar que ella no era ninguna estúpida, como en el caso de Dominick Rottless. A él lo había conocido tiempo atrás y follaban ocasionalmente aunque él parecía muy seguro de sí mismo y su pene feliz. Aunque era divertido e incluso interesante, Jayah no le encantaba la idea de pasar la eternidad junto a alguien como él. De hecho, se recordó a sí misma, no tenía la intensión de perder su tiempo con nadie de forma romántica. Se había rendido cuando su duodécimo prometido fue asesinado. Por eso, ahora despachaba a cualquiera que intentara cruzar una línea más allá de lo que ella se tenía permitido. Así como ahora estaba despachado con un indiferente "esfúmate" a un chico que intentaba ligarla, un chico en el que ella no tenía ningún interés, por no agregar que era un menor de edad.
Ella no parecía prestar atención a los mundanos que parecían haber percibido exactamente lo que ella había querido demostrar. Pidió su Caramel Macciato directamente de una chica tras la caja. Ella podría haber tonteado toda la noche con la camarera de no haber sido porque en ése momento captó la mirada quizás demasiado fija de alguien en ella. Hasta ahora no había querido rebuscar en el aire pero podía sentirlo en el fondo de sus entrañas. Aunque quizás la revolución en su estómago fuera un producto de haberse pasado horas sin probar bocado. Atravesó el comercio con la mirada, casi clínica, hasta que encontró al frente del castaño dirigiéndose hacia él. Ella se acercó con su superioridad natural, como si fuera un viejo amigo al que encontraba por casualidad, la invitación aún no había sido formulada pero conocía lo suficiente el lenguaje corporal para notar que él estaba interesado. El rostro impasible de Jayah no mostraba una sola emoción pero una sonrisa por cortesía se dibujó en sus suaves labios.
-Esa mirada tan intensa tuya puede resultar bastante intimidante. ¿Te lo han dicho antes?- desde luego era un cumplido.
Invitado- Invitado
Re: Luna carmín [Christopher Skyes]
Estaba comenzando a desesperarme el que no se diese cuenta de mi presencia, estaba siendo un poco descuidada sobre lo que respecta a su al rededor, cualquier "Persona" podría atacarla si ella no estuviese del todo pendiente, parecía más ocupada por su pedido que por su vida, no sabía si me molestase ese hecho, o podía estar descargando mi frustración con ella, después de todo, llevaba casi una hora esperando a un idiota que no había llegado aún y al que le regaría un buen golpe si lo viese llegar, nadie me hacía esperar, nadie me amenazaba sin llevarse sus consecuencias, si dejaba pasar esas cosas qué sería de Lucas ¿Un idiota más del montón? Claro que no, se debía respetar. Estaba comenzando a enojarme de nuevo, mis dedos comenzaron a vagar por la mesa inquietos pero fingiendo tocar la melodía de DEBUSSY Clair de Lune en el piano en un intento de relajarme ¿Hacía cuanto que no tocaba el piano? De repente la chica volteó buscando a algo con la mirada, parecía sorprendida y confusa, hasta que me encontró, por un momento pensé que sus aires de superioridad la harían voltear de nuevo y seguir esperando su bebida, pero hizo todo lo contrario, caminó hacia mí con elegancia como si nada pasara y su rostro sin expresiones. Se detuvo frente a mí con una leve sonrisa, pero no del todo amigable para mi gusto— No me lo han dicho, pero es bueno saber que funciona —Le sonreí parando de mover los dedos para señalar el asiento que estaba delante de mí con un gesto de mi mano— ¿Gustas...? Es bueno hacer amistad entre manadas —Supuse que era de la única manada que conocía, aunque nunca la había visto con ellos, ni siquiera parecía la típica chica que seguía ordenes de alguien, sino no tuviese todo esos aires encima y estaría vestida de una forma más discreta, las mujeres tímidas y obedientes acostumbraban a vestirse mucho más informales y cubiertas, y ni que hablar de sus formas de caminar, era encordaba y con la cabeza gacha, y la forma de hablar casi en susurros, muy diferente a ella, obviamente todo lo contrario.
— ¿Así que... —La miré de arriba abajo buscando una descripción más detallada de su personalidad, sólo podía observar que no era una mujer muy fácil—...eres nueva? Quiero decir, no te había visto por aquí, tal vez se deba a que no vengo a lugares de niños pijos —Levanté una ceja y me encogí de hombros, detrás de ella vi como la camarera se acercaba con mi capuccino en sus manos y una cara de querer matarme o decirme las verdades en la cara, que obviamente su contrato de empleado no dejaba "El cliente siempre tiene la razón" Dejó el capuccino sobre la mesa con la mandíbula tensa, probablemente mordiéndose la lengua y se volteó para retirarse— Eres un amor —Le dije, pero ni siquiera volteó a mirarme.
— ¿Así que... —La miré de arriba abajo buscando una descripción más detallada de su personalidad, sólo podía observar que no era una mujer muy fácil—...eres nueva? Quiero decir, no te había visto por aquí, tal vez se deba a que no vengo a lugares de niños pijos —Levanté una ceja y me encogí de hombros, detrás de ella vi como la camarera se acercaba con mi capuccino en sus manos y una cara de querer matarme o decirme las verdades en la cara, que obviamente su contrato de empleado no dejaba "El cliente siempre tiene la razón" Dejó el capuccino sobre la mesa con la mandíbula tensa, probablemente mordiéndose la lengua y se volteó para retirarse— Eres un amor —Le dije, pero ni siquiera volteó a mirarme.
Christopher Skyes- Admin Lican
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Localización : New York - Brooklyn
Re: Luna carmín [Christopher Skyes]
Se fijó en el tamborileo segundos antes de recibir la invitación, estaba ansioso o probablemente irritado, buscando distracción. No había ordenado todavía, o si ordeno aún no habían entregado el pedido y aquello sólo podía significar que estaba esperando a alguien. ¿Pero por qué invitarla a ella? Quizás su cita no había llegado y ahora estaba invitando a alguien más sólo por no haber perdido el tiempo o quizás sólo buscaba una distracción momentánea. O estaba buscando una coartada mientras planeaba asesinar a alguien en el baño. Estás siendo paranoica loba, se dijo a sí misma. Pero desgraciadamente en este mundo degenerado nunca se era lo suficientemente desconfiado.
Jayah se sentó con una exhalación de alivio porque las botas comenzaban a molestar, el hombre se mostraba impaciente pero ella se mantenía exquisitamente impasible como si nada ni nadie pudiera corroer la lisa pero gruesa capa de hielo que conformaban sus barreras psicológica. Dentro de la barrera todo podría estar ardiendo como la biblioteca de Alejandría, como era el caso en realidad, pero ella no se derrumbaría frente a nada ni nadie. Jayah cruzó una pierna sobre otra al mismo tiempo que colocaba su bolso de cuero a un lado sobre la mesa para que no molestara a ninguno de los dos. La suave sonrisa en sus labios se ensanchó.
-Por supuesto, siempre es bueno conocerse entre manadas- dijo suavemente aunque en su mente completó con un "manadas de una persona".
Nunca antes había pensando en unirse a una manada en las última diez décadas, esencialmente porque terminaba peleándose con todos en sus arranques de ira. Había una probabilidad más bien alta de matar a cualquier que se le pusiera en frente si estaba en una manada donde su lobo interior salía sin ser llamado a matarlos con su forma física sabiendo que eran sólo humanos.
-No soy nueva cariño, vivo en Nueva York desde hace más de un año. Sencillamente no creo que frecuentemos los mismos lares- Jayah se inclinó sobre la mesa e inconscientemente su escote salió a la vista. Miraba con interés al muchacho mientras se dirigía a la camarera e intentó en vano reprimir la risita que salió de sus labios en cuanto esta se indignó-. De hecho podría decir que no pareces ni siquiera del tipo que se dejaría atrapar fácilmente haciendo el papel de chico malo.
Se relajó nuevamente sobre su silla y extendió una mano hacia el chico, a modo de cordial saludo, sin dejar en ningún momento de sonreír. Si era un chico malo o no poco importaba, por ahora. Era un compañero del submundo y un hermano lupino.
-Yo soy Jayah Cortés, o Eva para los amigos. ¿Cuál es tu nombre chico sexy?
Jayah se sentó con una exhalación de alivio porque las botas comenzaban a molestar, el hombre se mostraba impaciente pero ella se mantenía exquisitamente impasible como si nada ni nadie pudiera corroer la lisa pero gruesa capa de hielo que conformaban sus barreras psicológica. Dentro de la barrera todo podría estar ardiendo como la biblioteca de Alejandría, como era el caso en realidad, pero ella no se derrumbaría frente a nada ni nadie. Jayah cruzó una pierna sobre otra al mismo tiempo que colocaba su bolso de cuero a un lado sobre la mesa para que no molestara a ninguno de los dos. La suave sonrisa en sus labios se ensanchó.
-Por supuesto, siempre es bueno conocerse entre manadas- dijo suavemente aunque en su mente completó con un "manadas de una persona".
Nunca antes había pensando en unirse a una manada en las última diez décadas, esencialmente porque terminaba peleándose con todos en sus arranques de ira. Había una probabilidad más bien alta de matar a cualquier que se le pusiera en frente si estaba en una manada donde su lobo interior salía sin ser llamado a matarlos con su forma física sabiendo que eran sólo humanos.
-No soy nueva cariño, vivo en Nueva York desde hace más de un año. Sencillamente no creo que frecuentemos los mismos lares- Jayah se inclinó sobre la mesa e inconscientemente su escote salió a la vista. Miraba con interés al muchacho mientras se dirigía a la camarera e intentó en vano reprimir la risita que salió de sus labios en cuanto esta se indignó-. De hecho podría decir que no pareces ni siquiera del tipo que se dejaría atrapar fácilmente haciendo el papel de chico malo.
Se relajó nuevamente sobre su silla y extendió una mano hacia el chico, a modo de cordial saludo, sin dejar en ningún momento de sonreír. Si era un chico malo o no poco importaba, por ahora. Era un compañero del submundo y un hermano lupino.
-Yo soy Jayah Cortés, o Eva para los amigos. ¿Cuál es tu nombre chico sexy?
off. Disculpa lo corto. Me interrumpieron a plena escritura con una charla de herba life y cuando salí se me había ido la inspiración.
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