P･A･R･A･D･O･X [Christopher] [Flashback]

Idris, la ciudad-santuario de la raza que más odio en esta vida. Y si la odio, ¿por qué rayos está un guapo brujo como yo aquí?

La verdad es que de vez en cuando me gusta venir a oír los rumores de primera mano, cuando veo pasar a algún nefilim que va hablando con esa delicadeza y respeto que tienen, acerca de lo nefastos que son los subterráneos y cómo estarían todos mejor si nunca se creara un nuevo vampiro o licano, si nunca naciera un brujo ni un hada, y toda esa sarta de sandeces que no hace más que me salte la vena de la sien y pierda puntos de atractivo.

Pero también esta ciudad ejerce una fuerte inspiración en mí. Imaginen un santuario para cada raza, una ciudad al menos en todo el mundo, o un pequeño país, donde una raza de subterráneos pudiera hacer lo que le viniera en gana. Vampiros comiendo sin restricciones, brujos haciendo magia por todos lados y luciendo con orgullo ante todos sus marcas de brujo, hadas atrapando mortales... ESO sería la utopía total.

Abrí el portal como siempre, en el jardín de mi casa y sin el maldito permiso de nadie. Quizá tentaba al destino, ¿pero qué podían hacer? ¿Encerrarme? Ya lo han hecho y no escarmiento. Con los estúpidos Acuerdos con los que yo no estoy de acuerdo, no ganamos el derecho a venir, ni siquiera a saludar. Bueno, pues yo venía a hacerlo porque soy un chico muy educado.

Salí del portal directo en este maravilloso lago y lo primero que hice fue llenar un par de botellas con el agua maravillosa y las eché de vuelta por el portal antes de que se cerrara. Era cansado, pero se pueden hacer gran cantidad de pociones con esta agua, y funcionan mejor que el LSD, como ha demostrado mi experiencia con sujetos experimentales de índole humano.

Dejé que el portal se cerrara y me tiré sobre el césped de la orilla, recostándome boca arriba y dispuesto a descansar para recuperar la energía. Debo aprovechar estos momentos de caos en los que los estúpidos nefilims están tan preocupados por ese idiota de Valentine que no van a fijarse si yo invoco demonios, abro portales al inframundo, le doy pociones a mundanos para ver qué pasa...

Las posibilidades son infinitas, aunque cómo cansan.

Cierro los ojos y duermo una siesta, sonriendo por todas las ideas que puedo llevar a cabo mientras un puñado de mortales con sangre diluida de ángel está preocupada por uno de ellos que enloqueció.

Sin lugar a dudas, no tardo en quedarme completamente dormido. No sueño con nada y dormir es refrescante porque es como si me reviviera. Hacer portales no es como muchos hechizos bobos que puedes hacer sin cansarte, pero ya había ganado algo al conseguir el agua del lago Lyn. Mañana mismo intentaría crear más pociones, a ver qué salía.

Alguien me despierta del sueño y me siento, sobresaltado, con chispas entre los dedos, listo para lanzárselas en la cara a cualquier nefilim que esté molestando, pero no es un nefilim. Me toma enteramente por sopresa un comentario que seguramente sería penado por la estúpida ley nefilim. Seamos honestos, tampoco la leí completa recientemente.

Suelto la carcajada en cuanto se me pasa la primera impresión.

- Creí que te habrían dado croquetas. Me gustaría no sólo decírselos, sino metérselas.

Le tiendo la mano con una sonrisa. Guapo, licántropo, ¿qué más podía pedir? Aunque es un licántropo un tanto diferente. Los licanos fueron los primeros subterráneos que conocí, porque mi compañero y entrenador principal lo era, pero de algún modo, este pareciera diferente.

- Kyosuke Nightshadow, brujo oscuro, gran brujo de Tokyo y activista proderechos de lo subterráneos y derrocador de la Clave en entrenamiento.

Le hago un guiño cómplice. Alguien que se presenta así se merece que sea honesto como el lo fue y admita que la Clave puede irse al diablo.

- ¿Y qué te trae por aquí, extraño licano?