Conociendo la boca del lobo || Christopher

Entramos al taxi y el dio la dirección de su ‘cueva’, literalmente esperaba que no fuese en realidad una cueva, me reí de mis estúpidos pensamientos y como no pensar en tan bobos argumentos si el beso que acabábamos de darnos me había quitado el aliento. Bien solo esperaba que lleguemos muy pronto a su hogar o juro que no me importaría lanzarle un hechizo al mundano taxista para que no viese lo que estaba a punto de pasar en la parte trasera. Suspire apoyando mi codo en la orilla de la ventana, si miraba al licántropo que iba a un lado mío perdería el control de mis actos, y lo que menos quería era parecer una de sus estúpidas conquistas nocturnas. Ellas eran una cosa, eran solo para un momento y yo no ¿o si? Mire de reojo a Chris ante tal descubrimiento, este pequeño encuentro… ¿solo duraría una noche? O ¿mas? No sabría bien que respuesta darme y el preguntarle no era una opción. Maldije a lo bajo al estúpido taxista y al lobo, uno por no poderle dar mas rápido y otro por hacerme pensar cosas que nunca antes alguien me había provocado pensar. La idea de ser solo una aventura de una noche para Skyes hacia que mi sangre hirviera de enojo. Volví a mirar a mi acompañante, sonreí olvidando momentáneamente esos absurdos pensamientos y le bese con pasión, pasión que quería transmitirle.

Antes de darme cuenta ya habíamos llegado frente al edificio de unos catorce pisos de altura. Sentí como el lobo tomaba mi mano y me guiaba hacia adentro, bien al menos no vivía de una manera mediocre, era un lugar normal y sencillo, así como él. Caminamos hacia el elevador y el pincho el número nueve, donde yo supuse se encontraba su departamento. Al cerrarse las puertas y empezar a mover el elevador, no espere mas y lo empuje contra la pared del pequeño cuarto y le bese nuevamente, poco me importaba si nos llegásemos a parar en algún piso a causa de otros residentes que quisieran usar el elevador, solo me deje sentir aquel beso, uno como los anteriores. El elevador se detuvo en el piso indicado, nuestro beso finalizo sin interrupciones y salí del elevador caminando como si nada hubiese pasado ahí dentro. Me pare justo en frente de la única puerta de aquel piso en espera a que el lobito abriera para al fin entrar y conocer ‘la boca del lobo’.

Me cruce de brazos esperando a que el lobo saliera del ascensor para que al fin abriera la puerta y pudiese ver el interior del apartamento. –Vamos no creo que sea tan malo- le dije al escuchar su pequeño comentario, sabía que no sería lo más lujoso del mundo, si mal no recordaba, él nunca fue de las personas que gustaban de cosas que llamaran la atención, mas bien ese era mi trabajo. Entre a la ‘boca del lobo’, mire detenidamente el lugar, si, él estaba exagerando, el departamento era… ¿acogedor? Bueno no sabía bien que palabra utilizar, pero si, era sencillo, no tenía muchos muebles solo los necesarios. Pensé que algún día debía llevarlo a conocer mi ‘humilde’ hogar, que de humilde no tenia nada, era una casa con un gran jardín y… en fin mucho mas grande que el terreno de este edificio. Solté una risita cuando lo vi aventar esa chaqueta dentro de lo que, me imagine, era su habitación. Camine unos cuantos pasos admirando la sencillez del lugar e imaginando cuantas mujeres ya lo habrían conocido, este ultimo pensamientos hizo que mi sangre hirviera de rabia, le sacaría de sus lindos labios quienes eran y las cazaría a cada una, después de todo unas vidas mas agregadas a mi lista no eran nada.

Vi a Chris acercarse a mi, al igual que el sonreí. Por inercia enrede mis piernas en su cintura y deje que me llevara, así tal cual muñeca de trapo a donde quisiera. Mientras le miraba me puse a pensar en como ese licántropo me hacia actuar de una manera fuera de mi, de una manera que quisiera evitar actuar pero con su sola presencia me hacia olvidar de todo y solo dedicarme a él. –No lo sé veamos que tienes- al notar que habíamos llegado a la cocina, le di un casto beso y me deshice de su agarre, camine hacia las alacenas donde suponía debían estar los licores, pero también lo hice para curiosear.

Sonreí al escuchar la pregunta, bueno si tenía curiosidad es normal, después de todo es la primera vez que veía a este lugar. Había abierto la alacena donde se encontraba varia comida en lata y uno que otro paquete de más cosas, comencé a revolver un poco dicha alacena para encontrar algo que fuese de mi gusto. Hambre no tenia, o por lo menos no para ponerme a cocinar algo, solo buscaba bocadillos algo con lo que pudiéramos acompañar el alcohol que suponía ingeriríamos. Encontré lo que era una bolsa con pequeños bombones con chocolates, sonreí al verla, de esos tenia en casa, nunca me faltaban, ¿raro no? Bueno el chocolate era una de las cosas que mas me gustaban aparte del alcohol. Tome la bolsa y gire hacia Chris, mostrándole el pequeño paquete. Me dirigí hacia la mesa donde había varias botellas. Me pregunte en que momento las habría sacado, supuse fue cuando estaba concentrada en buscar algo que comer.

-Claro que si tu eres mas sensual- le en un susurro mientras me acercaba a él. Coloque mis manos en su pecho y las fui subiendo hasta que se cruzaron tras su cuello, sin dejar de verle los ojos, le besé. El beso fue lento, tranquilo, como si no lo hubiese besado con anterioridad, un beso donde quería demostrar mi inseguridad hacia lo que sentía por él, hacia lo que él me provocaba, no solo a mi cuerpo, sino a mi corazón. Sentimientos que debería dejar encerrados en lo mas profundo pero que solo él los hacia salir a flote. Lastimosamente por falta de aire debía dejar de besarlo, lo hice no sin antes darle una pequeña mordida a su labio inferior. Me separe de el para abrir la bolsa de chocolates que había encontrado. Al abrirla tome uno y lo lleve a mi boca, disfrutando su sabor -¿Quieres?- le pregunte aparentando inocencia, como si el beso anterior no hubiese pasado.

Le mire tomar el chocolate y llevárselo a la boca, esperaba que dijera algo pero no lo hizo, así que le reste un poco de importancia y lleve otro pequeño chocolate a mi boca. Adoraba los chocolates, eran otra de mis adicciones aparte del alcohol, no había habitación en mi casa que no tuviera una vasija o frasco lleno de chocolates, y amaba aún más los que venían rellenos de algún dulce con vino o brandy.

De un momento a otro sentí su mano sobre mi cintura, me pregunte en que momento se había movido de lugar para quedar tras de mí. Me recrimine a mí misma al darme cuenta que no estaba prestándole la debida atención a la situación, era mi culpa, mía y de mi adicción a tan exquisito pedazo de chocolate. Sonreí divertida al verlo tomar mis manos y acercarse peligrosamente a mi cuerpo, solté por inercia la bolsa de chocolates dejándola a un lado. Contuve la respiración al escucharlo. Odiaba mi segundo nombre, siempre que alguien se atrevía a mencionarlo terminaba muriendo cubierto de fuego, incinerándose poco a poco, o convertido en algún animal asqueroso y después le prendía fuego. Pero el que él lo dijera y con ese matiz de seducción y picardía en su voz, logro hacer que una corriente eléctrica cruzara todo mi cuerpo. Raramente ame que él lo dijera, y mi respiración se agito al repetir una y otra vez mi nombre pronunciado por su voz en mi cabeza.

Me enderece y solté de su agarre en mis manos, no fue difícil, o por lo menos no para mi. Con la mirada baja gire lentamente hasta quedar frente al licántropo. –Yo no estoy jugando a nada- solté en un tono algo extraño incluso para mí. –Y ¿tu?- le pregunte mirándolo a los ojos. A los pocos segundo me arrepentí de mi pregunta, no, no quería saber la respuesta. Odiaría al hombre frente a mí e incluso a mí misma si él solo estuviese jugando, me odiaría por dejarme sentir toda esta mierda de sentimientos que no comprendía. Grave error fue el mío al mirarle directo a los ojos, a esos ojos azules que me encantaba mirar. Antes de que siquiera el pudiese contestar le ‘ataque’, le bese rodeándole nuevamente con mis brazos su cuello, un beso lleno de pasión y algo de enojo.