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Cafeína, dulce compañera... [Alison]
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Cafeína, dulce compañera... [Alison]
Aquella tarde la estoy perdiendo allí, en el Starbucks, pido un moka caliente con un expresso adentro y cuando me lo dan y le doy el primer trago, siento que vuelvo a vivir y que la cafeína vuelve a mi sistema. Voy a sentarme en las mesas de afuera porque allí hay ceniceros y puedo fumar todo lo que se me de la gana sin que alguien haga muecas de asco por el humo. O bueno, igual las hacen pero yo las ignoro: total, con la inmortalidad, eso del cáncer de pulmón no está muy cerca. Ni me va a pasar.
Pienso en las cosas mientras prendo un cigarrillo y dejo el café allí. Al contrario que el chico de al lado, que al parecer llevó el libro más gordo a presumir, no llevo nada y me quedo con la mirada perdida en cuanto le doy la primera calada. No es que tenga mucho que pensar, pero me gusta la tranquilidad de ir a sentarme con un café de dudosa calidad, porque, si me lo preguntan, por café mejor abro un portal a italia y listo. Juego con el celular, pensando si mandarle algún mensaje a Kat y decirle que salgamos de compras, porque entre la borrachera de hace una semana y mi vida normal estoy hecha un desastre. Una salida normal me ayudaría, sobre todo si la palabra normal no incluye alcohol o Pandemónium.
Estoy en eso cuando veo pasar a una chica rubia alta delante de mí. Parece que también va por un café que cuesta el cuadruple de lo que realmente vale, pero no hay nada mejor cerca. Quizá si me esforzara en buscar encontraría un lugar mono, sin vasos con nombres raros y cafés de calidad. Quizá. Pero por lo mientras estoy allí, en un Starbucks atiborrado de estudiantes, gente con suficiente dinero, falsos intelectuales, intelectuales verdaderos y demás fauna.
Pienso en las cosas mientras prendo un cigarrillo y dejo el café allí. Al contrario que el chico de al lado, que al parecer llevó el libro más gordo a presumir, no llevo nada y me quedo con la mirada perdida en cuanto le doy la primera calada. No es que tenga mucho que pensar, pero me gusta la tranquilidad de ir a sentarme con un café de dudosa calidad, porque, si me lo preguntan, por café mejor abro un portal a italia y listo. Juego con el celular, pensando si mandarle algún mensaje a Kat y decirle que salgamos de compras, porque entre la borrachera de hace una semana y mi vida normal estoy hecha un desastre. Una salida normal me ayudaría, sobre todo si la palabra normal no incluye alcohol o Pandemónium.
Estoy en eso cuando veo pasar a una chica rubia alta delante de mí. Parece que también va por un café que cuesta el cuadruple de lo que realmente vale, pero no hay nada mejor cerca. Quizá si me esforzara en buscar encontraría un lugar mono, sin vasos con nombres raros y cafés de calidad. Quizá. Pero por lo mientras estoy allí, en un Starbucks atiborrado de estudiantes, gente con suficiente dinero, falsos intelectuales, intelectuales verdaderos y demás fauna.
Jezabel D'Ascolli- Brujo
- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Cafeína, dulce compañera... [Alison]
Necesitaba un café. Bueno, no lo necesitaba, lo que necesitaba era salir y despejarme, el café era una excusa... Además de que era una bebida que me gustaba mucho, sobre todo si la acompañaba con algo dulce. Recordaba que mi madre solía preparar café para las dos y siempre tenía pastas o bizcochos, pastelitos... cualquier cosa dulce con lo que bebérnoslo. Pero lo mejor era que lo tomaba con ella, tal vez no era buena idea ir a por un café, pero esperaba que eso no me hiciera más daño del que ya tenía encima. Me escabullí del taller aquel en el que vivía con la manada y caminé por las calles de Nueva York en busca de algún lugar que me llamara la atención.
Por el camino pensé en el Starbucks, era una cafetería un tanto cara y yo no iba sobrada de dinero... Pero dudaba que fuese a gastar mucho, así que podía permitirme un buen café. A otros podrían parecerles muy caros los cafés del Starbucks frente a una baja calidad y un mal sabor, pero a mí me gustaban mucho. Cuando llegué al Starbucks, me puse en la cola, agradeciendo internamente que no hubiese mucha gente en ella, porque ya había demasiada en la cafetería. Cuando llegué a la barra, ya estaba completamente agobiada, así que le pedí un capuccino al dependiente con la misma cara de malas pulgas que tenía él, trabajar allí también debía de ser estresante. Cogí mi café y empecé a caminar buscando una mesa que estuviera vacía, hasta que alguien me dio un empujón y estuve a punto de tirar la mesa de una mujer rubia.
—Me cago en... —murmuré, malhumorada, y me giré para toparme con una tipa que también tenía aspecto de estar de mala leche. Me dijo de todo antes de que la fulminara con la mirada. —Anda y vete a que te echen un cubo de agua bien fría, que echas humo por las orejas. —le solté, enfadada, y resoplé pesadamente cuando se marchó lanzando maldiciones abiertamente. Puse los ojos en blanco y miré a la mujer de la mesa. —Perdona, no era mi intención molestarte. —no me caía bien la gente, pero no eso no quería decir que no supiera pedir disculpas cuando hacía falta.
Por el camino pensé en el Starbucks, era una cafetería un tanto cara y yo no iba sobrada de dinero... Pero dudaba que fuese a gastar mucho, así que podía permitirme un buen café. A otros podrían parecerles muy caros los cafés del Starbucks frente a una baja calidad y un mal sabor, pero a mí me gustaban mucho. Cuando llegué al Starbucks, me puse en la cola, agradeciendo internamente que no hubiese mucha gente en ella, porque ya había demasiada en la cafetería. Cuando llegué a la barra, ya estaba completamente agobiada, así que le pedí un capuccino al dependiente con la misma cara de malas pulgas que tenía él, trabajar allí también debía de ser estresante. Cogí mi café y empecé a caminar buscando una mesa que estuviera vacía, hasta que alguien me dio un empujón y estuve a punto de tirar la mesa de una mujer rubia.
—Me cago en... —murmuré, malhumorada, y me giré para toparme con una tipa que también tenía aspecto de estar de mala leche. Me dijo de todo antes de que la fulminara con la mirada. —Anda y vete a que te echen un cubo de agua bien fría, que echas humo por las orejas. —le solté, enfadada, y resoplé pesadamente cuando se marchó lanzando maldiciones abiertamente. Puse los ojos en blanco y miré a la mujer de la mesa. —Perdona, no era mi intención molestarte. —no me caía bien la gente, pero no eso no quería decir que no supiera pedir disculpas cuando hacía falta.
Alison Dennings- Licántropo
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 16/05/2014
Re: Cafeína, dulce compañera... [Alison]
—¡Ah! —me toma por sorpresa y mi mesa se tambalea, pero por suerte, no cae. Alzo la mirada u es una chica rubia más alta que yo… Visiblemente más alta que yo, que estaba discutiendo con toda y se decían, de todo, básicamente. Mi única reacción perceptible es rodar los ojos un poco cuando la más maleducada se larga gritando maldiciones por allí y darle una segunda calada al cigarrillo, además de asegurarme de que no se hubiera derramado nada del café para no ensuciar más de la cuenta.
“Gente maleducada”, pensé, en Nueva York salían de debajo de las alcantarillas, siempre había alguien dispuesto a andar de mala leche toda la vida. Y yo que sólo había ido al Starbucks por una dosis alta de cafeína y un rato tranquilo. O lo más tranquilo que puede ser el tiempo en una de las metrópolis más aceleradas del mundo, viendo pasar autos sentada en una de las mesas de afuera en un Starbucks. No mucho.
—No hay problema —le respondo a la mujer, total, un mal día lo puede tener cualquiera y no fue su culpa que una chica con visible mal humor se pusiera a gritarle. Aunque lo cierto es que tenía cierto aspecto que… imponía. Al menos un poco. Era alta y tenía esa cara con una cierta expresión dura, o al menos me pareció así a simple vista: quizá sólo fuera el hecho de que acababa de pelear—. Cualquiera te puede arruinar un buen día —medio sonreí, mostrando mi apoyo. Observé que las demás mesas estaban completas, así que decidí hacer la buena acción del día—. ¿Quieres sentarte? Te ves un poco agobiada… —comento, pero enseguida me doy cuenta de que quizá me estoy metiendo en donde no me importa—. Ehm… lo siento, sólo lo digo por la… maleducada esa.
“Gente maleducada”, pensé, en Nueva York salían de debajo de las alcantarillas, siempre había alguien dispuesto a andar de mala leche toda la vida. Y yo que sólo había ido al Starbucks por una dosis alta de cafeína y un rato tranquilo. O lo más tranquilo que puede ser el tiempo en una de las metrópolis más aceleradas del mundo, viendo pasar autos sentada en una de las mesas de afuera en un Starbucks. No mucho.
—No hay problema —le respondo a la mujer, total, un mal día lo puede tener cualquiera y no fue su culpa que una chica con visible mal humor se pusiera a gritarle. Aunque lo cierto es que tenía cierto aspecto que… imponía. Al menos un poco. Era alta y tenía esa cara con una cierta expresión dura, o al menos me pareció así a simple vista: quizá sólo fuera el hecho de que acababa de pelear—. Cualquiera te puede arruinar un buen día —medio sonreí, mostrando mi apoyo. Observé que las demás mesas estaban completas, así que decidí hacer la buena acción del día—. ¿Quieres sentarte? Te ves un poco agobiada… —comento, pero enseguida me doy cuenta de que quizá me estoy metiendo en donde no me importa—. Ehm… lo siento, sólo lo digo por la… maleducada esa.
Jezabel D'Ascolli- Brujo
- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Cafeína, dulce compañera... [Alison]
En serio, menos mal que mi café estaba bien sellado... Porque el dinero no me sobraba y habría ido hasta allí para nada, para perder el dinero básicamente. Y para recibir una pedazo quemada que habría hecho que me pusiese a gritar como una posesa, y, seguramente, la habría perseguido y la habría destrozado. Sí, destrozado... me habría metido en una pelea con ella seguramente porque mis instintos estaban revolucionados, y con mi nueva naturaleza la habría hecho puré de palabrotas. Aunque sí que se merecía un par de puñetazos en la boca para que aprendiera a tratar mejor a la gente y que la calle era para todos.
Por suerte, la mujer que estaba sentada a la mesa que yo había empujado sin querer no era otra neoyorquina malhumorada más y comprendió que no lo había hecho a propósito. De hecho, fue más comprensiva de lo que yo esperaba, me dijo que cualquiera podía arruinarme el día mientras sonreía un poco. Después no pude evitar fijarme en cómo pasaba su mirada por las demás mesas, aunque no entendí bien por qué hasta que me ofreció sentarme con ella, admitiendo que me veía un poco agobiada. ¿Ah, sí? Bueno, claro era normal. Una estúpida me había empujado y, no contenta con ello, me había dicho de todo como si la culpa la hubiese tenido yo. Y todo eso después de ser nueva en eso de relacionarse, puesto que yo no solía merodear por las calles porque sí... así que toparme con aquello de repente no era lo mejor que me podía pasar para “ir adentrándome en lo que era socializar”.
Teniendo en cuenta eso no me extrañaba que aquella mujer me viese agobiada. A pesar de que añadió la razón de por qué me invitaba a sentarme, cosa en la que no me había parado a pensar hasta entonces, acabé aceptando la oferta y me senté. Me resultaba extraño que un desconocido me invitase a sentarme a tomar café en su misma mesa, ¿eso era normal? Lo dudaba bastante, pero no lo cuestioné en voz alta porque no me pareció un tema “normal” de conversación.
—Gracias. —dije con un suspiro. —Sí, me he agobiado un montón, sólo quería un café y tomármelo tranquila. No toparme con gente estúpida... —resoplé con sólo recordarlo y no dije mucho más, porque, como ya sabían los demás, yo era alguien de pocas palabras... sobre todo con gente desconocida, aunque esta fuese amable. No en vano los de la manada no sabían cómo me había convertido yo en una de ellos. —Y mucho menos sobresaltarte. —después de eso me dispuse por fin a abrir mi café; a ver si el cabreo, el dinero y el esfuerzo de ir sola hasta allí habían valido la pena.
Por suerte, la mujer que estaba sentada a la mesa que yo había empujado sin querer no era otra neoyorquina malhumorada más y comprendió que no lo había hecho a propósito. De hecho, fue más comprensiva de lo que yo esperaba, me dijo que cualquiera podía arruinarme el día mientras sonreía un poco. Después no pude evitar fijarme en cómo pasaba su mirada por las demás mesas, aunque no entendí bien por qué hasta que me ofreció sentarme con ella, admitiendo que me veía un poco agobiada. ¿Ah, sí? Bueno, claro era normal. Una estúpida me había empujado y, no contenta con ello, me había dicho de todo como si la culpa la hubiese tenido yo. Y todo eso después de ser nueva en eso de relacionarse, puesto que yo no solía merodear por las calles porque sí... así que toparme con aquello de repente no era lo mejor que me podía pasar para “ir adentrándome en lo que era socializar”.
Teniendo en cuenta eso no me extrañaba que aquella mujer me viese agobiada. A pesar de que añadió la razón de por qué me invitaba a sentarme, cosa en la que no me había parado a pensar hasta entonces, acabé aceptando la oferta y me senté. Me resultaba extraño que un desconocido me invitase a sentarme a tomar café en su misma mesa, ¿eso era normal? Lo dudaba bastante, pero no lo cuestioné en voz alta porque no me pareció un tema “normal” de conversación.
—Gracias. —dije con un suspiro. —Sí, me he agobiado un montón, sólo quería un café y tomármelo tranquila. No toparme con gente estúpida... —resoplé con sólo recordarlo y no dije mucho más, porque, como ya sabían los demás, yo era alguien de pocas palabras... sobre todo con gente desconocida, aunque esta fuese amable. No en vano los de la manada no sabían cómo me había convertido yo en una de ellos. —Y mucho menos sobresaltarte. —después de eso me dispuse por fin a abrir mi café; a ver si el cabreo, el dinero y el esfuerzo de ir sola hasta allí habían valido la pena.
- Spoiler:
- Disculpa la tardanza, no estaba inspirada >_<
Alison Dennings- Licántropo
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 16/05/2014
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