Kagero [Magnus BaneTokyo] [Flashback] ~1813

Edo (Tokio), alrededor de 1813

Mi servicio como espía del Bakufu me había llevado de nuevo a la ciudad de Edo.  Yo había nacido en la capital, en Kyoto, pero ahora el grupo de clanes enemigos querían hacer de Edo la nueva capital y abrirnos a los bárbaros.  Hacía más de 150 años que mi padre había dejado entrar sólo a los bárbaros que valían la pena, pero ahora querían dejar entrar a todos sin hacer selección.  Yo servía como espía debido a mis conocimientos de idiomas, y para qué negarlo, por mi magia y mis ojos de demonio.  Había llegado a un momento en la vida en el que me importaba muy poco que me señalaran y me llamaran demonio a la cara, ¡yo soy hijo de un shogun!  O bueno, de un demonio que había encontrado divertido ser shogun y de eso hace más de 150 años.  

La magia que uso es buena, suficiente, básicamente transmutaciones y magia elemental y toda la he aprendido yo solo.  Me hubiera gustado aprender de mi padre, pero claramente yo era su hijo bastardo y podía irse muy al diablo, no lo necesito.  Pero mi país me ha necesitado y desde que nací como samurai, no he dejado de serlo.  Aunque por desgracia, mi apariencia sigue siendo la de un adolescente, y debo fingir que lo soy, con las consecuentes visitas al lecho de los superiores, pero tampoco es como si me desagradara, es simplemente algo normal.  Prefiero mil veces eso a tener que escabullirme cuando me obligan a ir a ver a las geishas.  ¿Qué les ven?  No puedo encontrarle el atractivo a una mujer, me es repulsivo ver cómo les cuelgan esos dos trozos de carne del pecho.  

Parte del problema con mi magia era algo que por más que lo intentaba, no lograba hacer.  Llevo 150 años vivo, años más, años menos, y aún no puedo ocultar mis marcas de brujo.  Voy por la vida con el cabello azul y los ojos violeta gatunos.  Cuando en verdad era el adolescente que parezco, las burlas me desesperaban y perdía el control y atacaba sin pensarlo, ya fuera con magia o con katana.  Ahora simplemente estoy orgulloso de ser un hijo de Lilith.  

Vestía mi kimono negro, mi par de espadas al cinto y sandalias, el arco y el carcaj a la espalda.  Nada fuera de lo normal.  En una época como esta, con todos preocupados por la guerra, cualquiera que pasee tranquilamente resalta demasiado.  Y ahora mismo, frente a mí, había un hombre no tan diferente a mí, caminando por la calle como si no hubiera problemas.  Aunque bueno, en las ciudades en realidad no los hay.  Cruzo frente a él y le hago una reverencia a modo de saludo, tímido.  Espero que algún día se me quite esta maldita timidez al saludar a gente mayor que yo.

El mundo era amplio y debía ser recorrido, por algo tenia aquel tamaño, esa variedad de colores formas, paisajes que a Magnus le llamaba la atención. Con setecientos y pico de años, un mundo nuevo sobre sus hombros y los ojos abiertos hacia todo lo que este quería ofrecerle, el viajaba hacia distintos lados, Europa, Alemania, Argentina, México y Perú, de hecho este ultimo le había gustado tanto decidió luego volver a vivir allí, por lo menos por un tiempo, las runas de Machupichu, resultaban tentadoras para organizar algunas de sus fiestas.

Pero, deseaba un destino diferente y mientras en su actual residencia en la India, vestía las túnicas típicas del lugar con las que pasaba desapercibido la mayor parte del tiempo hasta que observaban sus rasgos, por suerte hace años que había aprendido a usar los Glamours para ocultar sus marcas y todo lo que le dificultara el poder ocultar su presencia, como buen brujo no debía llamar la atención en el mundo de los mortales, y no podía quedarse mucho tiempo en un solo lugar, la gente comenzaría a sospechar, luego de unos 50 o 60 años al no verlo envejecer, lo que no le molestaba a Magnus, si no fuera por la insistentes preguntas de los mundanos, realmente eran hartantes. Dio vuelta con sus dedos la un globo del mundo, de los primeros que Copérnico había confeccionado, se detuvo en una región alargada, y encogiéndose de hombros decidió viajar hasta ese lugar, después de todo, ¿Que mas da? Había terminado con todos sus trabajos urgentes y ansiaba salir de ese lugar, la gente era aun más estricta que en otros lados, y a Magnus no le agradaba tener que ser tan discreto.

En menos de un segundo y un par de chasquidos de por medio todas las maletas del brujo habían quedado armadas y acomodadas y el lugar por su puesto en venta, nada era gratis en la vida, y eso debía ser aplicado para todos incluso para los mundanos que tenia rodeándolo. Pero antes de irse quería investigar, y en algunos papiros que logro conseguir había pocas referencias, al parecer estaban en guerra, lo que le sumaba puntos a ese lugar, quizás pasase mas que unas vacaciones, claro, si encontrase algo por lo que quedarse, había escuchado referencias, de un brujo que caminaba por las calles sin cubrir sus rasgos, primeramente pensó que solo buscaba llamar la atención y que pronto aquello le daría problemas, y los tenia merecidos, pero al escuchar su edad puso en duda lo ultimo.

Apareció en Tokyo y las miradas se dirigían hacia el casi al instante, era obvio que las vestiduras Hindúes no eran lo adecuado para el lugar, hecho una vista hacia una de las tiendas y  mientras pasaba por detrás de un comerciante en un chasquidos apareció sobre si un amplio quimono de colores algo llamativos, un violeta mezclado con una cinta negra de una tela brillante, justo de a las que a Magnus lo hacían sentir el mismo, y luego de pedir algunas indicaciones en un perfecto acento japonés, llego a donde había quedado para encontrarse con Kyosuke, aquel brujo del que le habían hablado. Al fin lo tuvo enfrente, los típicos rasgos asiáticos, una piel blanca casi de terciopelo, cabellos libremente azules y los ojos, gatunos como los propios, pero a diferencia de esos, los de el eran de un morado vivaz. Sonrió mirando aquella reverencia como saludo y lo imito como muestra de cortesía, para luego enderezarse.

- No necesitas ser tan formal conmigo. –Comenta como si los demás saludos no fueran necesarios y le hizo una seña que indicaba que se levantara. –Tenia fe en encontrarte. ¿Podemos hablar un segundo, Nightshadow?

Pregunto aun manteniendo la curva en sus labios y de una manera suave, mientras analizaba con sus ojos un lugar sin éxito alguno, si sus sospechas eran ciertas tenia una oferta que hacerle, que de cierto modo beneficiaria a ambos, pero primero debía corroborar todo. Asilo a cambio de entrenamiento. Confiaba en sus habilidades de persuasión pero en un ambiente tan tenso no se podía tener nada seguro.

Saluto al hombre del kimono tan llamativo, incapaz de creer que alguien se pasee así por el mundo. Si bien es cierto que yo he preferido la sobriedad ahora, después de haber pasado por otros colores no elegidos por mí, tampoco me sentiría capaz de vestirme con algo tan llamativo. Y sin embargo, a este hombre le queda absolutamente perfecto.

Creí que sólo estaba pasando por aquí, no imaginé que se detuviera a hablar conmigo y en cuanto veo sus ojos sé que es como yo. No hay muchos, y al menos los pocos que he conocido ostentan un poder político que yo jamás podría tener. Y en cambio este hombre parece estar de vacaciones.

Por si eso no fuera lo suficientemente sorprendente, me conoce. Y no sólo eso, me conoce por el que uso ahora como mi nombre de brujo, o más bien mi apellido. Me incorporo y lo miro, pero sólo hasta que lo pide. Me siento en completa desventaja con prácticamente subterráneo, salvo los nefilims.

- ¿Hice algo malo? Por supuesto que podemos hablar, pero no creo que sea bueno hacerlo aquí.

De algún modo siento que seré regañado, que quizá él sea el gran brujo de Japón, de Asia o algo por el estilo. O quizá está del lado del "bien" y voy a ser castigado por pasear por la vida con ojos de demonio, como suelen decirme.

- Venga conmigo...

Le muestro el camino con la mano y me dirijo hacia la zona más agradable de la ciudad. No muy lejos, es donde vivo, quizá con más opulencia de la que debería tener un samurai tan joven como me veo.

- Aquí soy conocido como Hirakawa Kyosuke ante los mundis. ¿Puedo saber su nombre?

Sólo podía pensar que tendría que luchar en un duelo mágico con este hombre para ganarme el derecho a existir como brujo, y francamente estoy harto de tener que ganarme el derecho a vivir, no le agrado a nadie, para los mundanos soy un demonio, pero para los demonios que siempre están metiendo sus narices en las guerras, soy demasiado humano. Ambos pueden irse al diablo.

Abro la puerta de mi casa con un hechizo simple de transmutación. Simple pero efectivo contra mundanos y hago pasar al colorido visitante. Me quito las sandalias y las armas en la puerta, no es como si se pudiera en realidad herir de verdad a un brujo usándolas y me resigno. Estoy muy consciente de que yo no soy la gran cosa y cualquier brujo medianamente instruido puede conmigo, aunque no lo diré. Pero si sabe mi nombre, ¿quién dice que no sepa que soy bastante inútil?

- ¿Le ofrezco algo? ¿Té, sake?

La amabilidad debe ganarme puntos, tiene que ganarme puntos.

De cierto modo su comentario le dio gracia y negó con la cabeza en forma de respuesta. La verdad es que no había hecho nada, de hacho el no parecía una persona que hiciera algo en contra del submundo, la clave, o alguna otra jerarquía mas alta, solamente parecía ser alguien con la sangre correcta en un lugar equivocado.  Asintió con suavidad y lo siguió en completo silencio y relajado hasta su hogar, aprovechando mínimamente el tiempo para observar un poco la ciudad, nunca había estado allí, pero parecía agradable, y mientras el camino avanzabas también lo mejoraba el paisaje y el diseño de esas casas rusticas que le llamaban la atención por lo peculiar de sus estructuras.

- Magnus Bane, y los mundanos me conocen como…. –Se encogió de hombros.- Magnus Bane.

Dijo algo desinteresado la verdad nunca se había preocupado por ponerse otro nombre aparte del que le fue conferido en el momento de su nacimiento, muy aparte de no haber sido lo que los mundanos llamasen “Normal”.

- ¿Esta es tu casa? Es realmente acogedora. –Comento.- Y Amplia.

Murmuro mientras observaba la amplitud de esta, favorablemente para el quizás entraran mas de una persona, y por las cosas y decoraciones que había no parecía que haya nadie mas viviendo con el, podría ser una buena oportunidad, para conocer gente y no tener que pagar un propio lugar, no porque le faltase dinero, sino por el simple hecho de una compañía.
Luego de distraerse pensando en aquello con una mano descansando dentro del quimono y sostenida por la cinta y la otra tranquilamente caída a un lado, camino un poco mas dentro, quitándose las sandalias al igual que lo hacia el otro, ya saben lo que dicen “A donde vayas, has lo que veas.” Y en estos momentos no podía refutarlo. Reacciono al oír “sake” Y levanto la cabeza fingiendo desinterés, aunque realmente le hacia falta un trago

- ¿Umng? –Expreso su distracción.- Claro, te lo aceptare, solamente porque venir desde lejos hasta Japón, me dio mucha sed.

En su cabeza ya tenia planeado lo que iba a decir, quizás algunas cosas no sean verdaderas o un poco dramatizadas, pero ¿Qué importaba?

- Mira, pareces preocupado… Así que seré breve contigo. Te estuve investigando, y pude ver cosas interesantes de ti, como por ejemplo… -

Dijo dejando la frase al aire y apoyándose en una pared que vio firme, ya que varias de las que había visto parecían de papel, como las puertas y realmente eso lo incomodaba, al menos no eran como las hindúes, telas sobre telas, quien se apoyara en el lugar equivocado terminaría del otro lado de la habitación.-

- Que no ocultas tu marca de brujo. Es algo peculiar, ¿no tienes años suficientes ya para saber controlar un simple glamour? ¿O es que nadie te ha enseñado?

Dijo mientras lo observaba sus labios tenían una forma peculiar y delineada, ¿Alguien podría explicarle porque la gente en ese lugar poseía tan delicados rasgos? No se quejaba, le agradaba.

Intento de verdad portarme lo mejor que puedo, cuidadoso en extremo. Quiero evitar un duelo porque aunque adoro la ferocidad de las batallas, aquí no pelearía contra un mundano. Soy más amable de lo que dirían los reportes de mis superiores, porque sí, no soy amable con mis víctimas y soy rebelde y cuestiono a la autoridad. Pero son mundanos, y este hombre es un brujo.

Caminamos y me presento. Siento la tensión disminuir y sonrío divertido cuando me dice su nombre. Por supuesto que lo único que me dice su nombre es que no es japonés.

- Interesante nombre. Yo prefiero Nightshadow, pero aquí pesa el apellido japonés.

Llegamos a mi casa y la verdad es que es justamente como él dice. Asiento cuando pregunta si es mi casa.

- Gracias. Sí, es amplia, me hace sentir libre. No es como si viviera con alguien.

Bien que cabrían, por supuesto, pero mi amigo de la infancia está más muerto que nada, no podría haber vivido 150 años. Y soy huraño, detesto que me miren y me llamen demonio a la cara y por supuesto que respondo. No podría vivir con nadie de los que conozco, le sacaría los ojos mientras duerme. Aunque claro, tampoco querrían vivir conmigo, soy demasiado rebelde y raro.

Entramos y no puedo evitar mirar la pose tan elegante de Magnus. Es como si hubiera usado un kimono elegante como el que viste desde que nació.

Le ofrezco algo, no en realidad por respetar la costumbre de hospitalidad de mi país, sino porque creo que me ganará puntos. Si un brujo vino a buscarme es porque algo malo debo haber hecho, no hay otra explicación para mí.

- ¿De dónde viene?

Voy por la botella de sake y un par de tacitas donde se sirve. Coloco todo en la mesita baja y sirvo. Me acerco a él y le paso una de las tacitas.

Bebo y me alegro de haberlo hecho, porque el regaño llega. Al menos me dice que ha visto cosas interesantes. "Interesante" es una mejor palabra de lo que esperaba. Esperaba "terribles" o "vergonzosas", pero aún así contengo el aliento.

Exhalo en cuanto llega y sé que no puedo negarlo. No hay forma siquiera de intentarlo. Pienso en mentir, vamos, mentir es atractivo, pero no creo que me sirva de absolutamente nada. Suspiro.

- No, no oculto ni mi cabello ni mis ojos. Tampoco soy un brujo joven, pero no controlo la magia defensiva. Nadie me ha enseñado, todo lo que sé lo aprendí yo solo. No tuve elección. Eres el primer brujo que me dirije la palabra para algo más que un simple saludo. Tampoco sé si se pueda llegar con algún brujo y pedirle que me enseñe, perdí mis años de juventud peleando en una guerra de demonios. Ahora es demasiado tarde, porque todos pensarán lo mismo que creo que piensas tú: que no soy buen brujo.

Vuelvo a beber, pero la verdad es que si no me he molestado ni empezado a soltar chispas, es porque en realidad, no me ha dicho que soy una porquería.

- Ohhh claro, porque no me lo habré imaginado. –Dijo tomando la tasita y bebiendo solo un trago de ella pero degustándolo con una suave sonrisa.- ¿Tienen una cultura, bastante arraigada no es así?

No espero que contestaran ya que era solo un comentario de lo poco que había notado en el lugar, al parecer eran todos bastante amables, o por lo menos este chico cuya, amabilidad le resultaba demasiado extraña y le hacia recordar de cierta manera a las chicas  de la comunidad Hindú, pero no de mala manera, sino por sus modales y atenciones hacia el.

El sabor del sake era mucho mas refinado y con mejo consistencia de lo que podía conseguir el o su amigo Fell, e inmediatamente pensó en donde podría conseguir una de esta para llevarle de presente por la destrucción que había hecho en su casa en la ultima fiesta, por supuesto, ese no era el problema, es que no le había consultado para hacerla.
La voz del joven rompió sus pensamientos y Magnus levanto la mirada de la taza a sus ojos un tanto pensativo.

- En este momento vengo de la India. Pero no es mi lugar natal. Me gusta viajar por el mundo. –

Comento y volvió a tomar un trago dejando la taza con delicadeza sobre la mesa y volvió a fijarse en este pero con mas intensidad enarcando las cejas antes sus comentarios, pero aun así decidió no interrumpirse, al parecer el brujo tenia una muy baja autoestima de si mismo, quizás sonaba mal, pero podría aprovechar aquello.

- Pues crees mal. –Aseguro con toda liviandad como si Kyosuke estuviera diciendo una tontería.- Como esperan que aprendas lo básico, si nadie te enseña, claro que es posible, pero se necesitarían miles de papiros y escrituras antiguas que te explicaran con detalle la lectura del idioma demoniaco, latín, griego, entre otros que son los mas comunes para conjurar. –Explico sin levantar la vista de la taza- Creo que en realidad solo necesitas quien te entrene correctamente y te instruya de una vez por todo en este mundo amplio, del que apenas conoces un poco.

Esbozo una sonrisa, agradeciendo ser medianamente bueno con las palabras como para poder haber dicho aquello, ¿pero que esperaba de si mismo? Tenia más de 500 años, algo tendría que haber aprendido después de los interminables sermones de su “Entrenador.”

- Y creo que si te resulta interesante. –Añadió.- Tengo un trato que podría favorecernos a ambos.

Miro directo a los ojos gatunos del otro ese violeta intrigante no podía ocultar solo un brujo inexperto, seguro habría mas dentro de aquellos, tenia potencial, y eso era lo que lograría sacar, claro, si primero aceptaba el trato. Aunque para ser sinceros, Magnus, ya lo daba por seguro.
Sin esperar una contestación se sentó sobre un almohadón cruzando las piernas como había visto hacer  atraves del vidrio de algunas casas por las que habían caminado para llegar a la del brujo, y se acomodo terminando el sake de la taza en un gruñido leve, puesto que aun tenia sed. Levanto la mirada extendiendo la taza.

- ¿Tienes un poco mas? -Sonrió inocente-

Para mí simplemente esta es la cultura, así que sólo asiento. A veces me enferma verme tan joven y que eso haga que no me respeten, justamente porque culturalmente, se respeta a los mayores y superiores.

Pregunto de dónde viene, mientras bebo un poco de sake. La verdad es que no hay nada que ame más que el alcohol, o bueno quizá el sexo.

- La India... Dicen que tienen una diosa de la muerte increíble. A mí me gustaría viajar, pero no sé hacerlo a menos que vaya a caballo. El trasero no queda tan bien después de viajar.

Por supuesto que sé que existen los portales, pero aunque sé usarlos, no los sé hacer. Supongo que esta es la forma en la que viaja Magnus.

Admito que no he aprendido magia defensiva, practicamente soy de hacer magia elemental, transmutaciones y algunas curaciones. En resumen, soy una porquería. Pero en parte intento justificarme. Suspiro y termino por mirarlo, aunque no lo deseaba. Me siento como si tuviera 15 y él 40, aunque la realidad debe ser una diferencia de edades aún mayor. Lo que no esperaba era que me hablara así, que se pusiera de mi parte aunque no me conoce mucho.

- Sé idioma demoníaco y ya. Aprendí de un demonio.


Había que dar las órdenes de algún modo, y este fue el que encontró mi padre. Y me alegro, si no fuera por eso casi que sería un mundano y antes me hago el harakiri.

- Tiene razón, pero el problema es encontrar a alguien dispuesto. También tengo mi orgullo, no voy a suplicar porque me sentiría a disgusto con cualquier mentor con el que tuviera que arrastrarme por el fango para que me enseñara un poco.

Me sonríe, pero yo no le encuentro lo divertido. Me quedo mirando su sonrisa, olvidando por qué lo hace y sólo siendo consciente de que es muy guapo.

Parpadeo varias veces y vuelvo a la realidad cuando me propone un trato.

- ¿Qué trato?

Se sienta y lo sigo, sentándome a su lado. Vacío mi tacita y en cuanto lo pide, le sirvo más. Uno no debe servirse su propio sake, pero por supuesto que yo me sirvo después de él. Soy mitad demonio, soy mala suerte, para lo que me importa.

- Entonces, ¿qué trato quiere proponerme?

Si toda esta palabrería de que sólo necesito quien me enseñe es porque él quiere enseñarme, juro que le doy un beso. Bueno, quizá no, quizá el verdadero sacrificio sea no dárselo.

- Bueno, dudo que un caballo aguante un viaje tan largo o tu precioso trasero, seguramente uno de los dos caerá primero, y seria una pena, en ambos sentidos. –

Murmuro desinteresadamente sin poner hincapié a algo en especial, solo como si fuera un comentario común que hecha al aire, tomo un poco del sake que le sirvieron hace apenas un rato, y bebió casi la mitad de este de una sola empinada. Y luego la bajo, calculando un poco mal la distancia y provocando un pequeño golpe en la mesa.

- Eso acortara lo que tienes por aprender aunque igualmente es bastante. – Comento.-

Ese era el principal lenguaje que debían dominar los brujos, la mayoría de hechizos estaban en esa lengua aunque sin duda le faltaba más, pero no era desafío para Magnus, o eso creyó él, no era conocido por no obtener lo que deseaba exactamente.

- Es, digamos un trato justo, nada es gratis en la vida, como sabrás, la ley de equivalencia debe ser justa, quien da algo recibe algo, y todo lo que uno quiere, tiene un precio. –Explico y con la mano le resto importancia como si fuera simple palabrería típica- Bla, bla, bla… Entonces te propongo ser tu entrenador, claro… a cambio de… no lo se.

Murmuro como si lo tuviera que pensarlo, lo cual no era mas que una forma teatral de aumentar un pequeña porción de intriga, ladeo la cabeza mirando alrededor como si juzgara la casa, y volvió a sonreír hacia el.

-¿Que parece, entrenamiento a cambio de asilo? Es decir, yo necesito renovar los aires la India es divertida hasta cierto punto, pero sus costumbres son metódicas, y una compañía, no me haría mal. Por supuesto soy un brujo aplicado y estaría dispuesto a enseñarte todo lo que quieras sabes, y claro mas –

Se encogió de hombros y tomando un trago más del sake sin borrar la curva en su sonrisa estiro una mano.

- ¿Es un trato, Kyosuke? – Le gustaba pronunciar ese nombre, parecía como si las letras saltaran en su lengua, y dejo escapar una ínfima risa divertida pero breve

Asiento, porque obviamente un caballo no puede cruzar por mar y llegar a la India, pero luego no sé si sus palabras son un halago o sólo comenta algo como quien comenta que está soleado. De cualquier modo, me sonrojo ligeramente. Disimulo bebiendo más, no estoy seguro de si deba agradecerle o comentar algo, y me puso nervioso. No estoy acostumbrado a recibir halagos y este era... especial.

Admito que sé idioma demoníaco, que al menos es algo. Digo, para lo poco que sé.

- Lo sé...

Pregunto entonces cuál es el trato y este brujo habla demasiado, pero de algún modo es como si yo bebiera cada palabra. Entiendo que deba darle algo a cambio, pero no sé exactamente qué es lo que puede querer. Digo, si es tan buen brujo, podría conseguir lo que quisiera con un simple chasquido.

Es justo como me imaginaba, pero esa pausa en lo que decide qué pedir, me pone francamente nervioso. Si no encuentra algo, no será mi mentor.

- Lo que sea, haré lo que sea.

Me apeno al instante, no debí haber dicho estas cosas. Quizá son los nervios, o quizá que quiero que pida algo que pueda darle.

Sonrío cuando pide asilo. Me tiende la mano tras prometerme enseñarme todo eso que siempre he querido saber. Ni siquiera se inmuta y yo siento que podría saltar de la felicidad. No quiero seguir siendo un brujo mediocre.

Estrecho su mano y asiento decidido y feliz.

- Lo es, le dejaré la habitación grande, sensei, y le prepararé la comida y el baño caliente.

¡Por fin! Por fin mi vida podría cobrar más sentido y podré vivir en un futuro sólo como brujo.

Aunque el brujo de ojos similares a los propios se podia ver en sus ojos la forma en la que lo mirada y el brillo, por un lado sorpresa y por el otro alegría, Magnus lo ley como un libro abierto, tenia un carácter aparentemente, sincero. Esbozo una amplia sonrisa. Estrecho correspondiendo el apretón de manos  y asintió a lo que decía el otro y soltó una risa.

-Con una habitación común y corriente basta, Kyo. -Dijo ya con confianza, no era algo que se le dificultaba mucho al brujo.

Se medio levanto desperezándose y terminando el vaso que le había servido sin la menor dificultad. Y dando una nueva mirada al lugar volvió a ponerse en la pose que estaba antes una mano dentro del kimono y la otra colgando a un lado, se acerco a el dando unos paso para rodear la mesita y dedicándole una mirada desde arriba sonrió ladino. Quizás antes de todo necesitaba dar una vuelta por su casa, ya la había estado investigando peor ser prevenido nunca esta de menos.

-Antes de eso... ¿Me darías un Tour por tu casa? Me interesa saber, donde esta la cocina, el baño...  -Le dedico una mirada coqueta le agradaba ver esas mejillas totalmente blancas con ese sutil salpicado rojizo, que, de cierto modo, era mas que adorable.- tu cuarto.

Dejo la frase al aire como haciendo énfasis a esas ultimas palabras para luego soltar un suspiro y mirar interesado uno de los cuadros, delicados y con un estilo de arte que solía ver muy pocas veces, y mas aun en un marco tan detallado.

-Especialmente el baño. -Volvió al tema omitiendo su anterior comentario- Necesitaría una ducha y descansar, mañana mismo empezaríamos con tu entrenamiento, algo fácil, para el principio y dentro de unas semanas, empezaríamos algo como pentagramas, e introducción a invocaciones, no solo demoníacas. Y obviamente instrucciones -

Le resto importancia mientras pensaba donde había dejado los libros de cuando el era aprendiz, habían pasado mas de 100 años sin verlos, pero que mas da, un día mas sin buscarlos no haría nada.

Me pide asilo y por supuesto que le ofrezco la mejor habitación y no sé si sentirme tonto. No sé si él entienda lo mucho que significa esto para mí.

- Bueno, de acuerdo. Hay una habitación que da al jardín, creo que te gustará.

Soy terco, quiero darle algo mejor de lo que se espera. No está de más tener contento al mentor.

Vacío mi vaso en cuanto veo que se levanta, pero luego se acerca y creo que quiero más sake. No sé qué tiene que me altera. Pide un tour y me levanto.

- Por supuesto.

Me detengo en seco cuando menciona el baño con una mirada que hace que se me olvide lo que iba a hacer. Esta vez me sonrojo mucho más cuando quiere saber dónde está mi cuarto y no debería. Esto no debería avergonzarme, no es como si yo fuera un mocoso virgen e inocente, pero él sí que sabe cómo decir las cosas. Y encima un minuto después se pone a ver los decorados de la pared y a decir cosas que son como si no me hubiera soltado una insinuación.

Respiro y trato de controlarme, particularmente porque ahora quiero irlo a espiar al baño. Vamos, ni que estuviera tan guapo.

Bueno, sí está guapo.

- Por aquí, el baño está afuera.

Lo guío por la casa, mostrándole primero la cocina, luego mi habitación (digo, él pidió y yo bien ofrecido), el cuarto que da al jardín y ahí, el estrambótico baño, con una tina que más parece piscina por el tamaño, con bambúes y cerezos alrededor. Algún gusto me tenía que dar.

- ¿Le gusta, maestro?

Respeto ante todo.

Sonrió ante sus respuestas y alcanzo a ver de reojo el rubor que había conseguido, totalmente conforme comenzó a seguirlo mientras el otro avanzaba, sin perderse de ninguno mínimo detalle de la casa, era enorme, no se arrepentía de ninguna manera haber encontrado al brujo correcto para esto y, después de todo, no le costaba nada enseñar a un principiante, y por su forma de ser no parecía que tendría que ladear con niñedades, eso le agradaba aun mas.
La verdad no le molestaba que le de el cuarto grande, pero no quería parecer pretencioso ya que no lo era, solo necesitaba una cama o un colchón y el se arreglaría con lo otro sin necesidad de nada mas. Después de todo, ¿Tenia magia no?

Primero en el tour estaba la cocina, juro nunca haber visto una cocina tan limpia e impecable, pero específicamente sin nada... casi vacía, es decir lo tenia todo, pero nada sobre las mesas, parecía que en ese lugar estaba de moda un estilo minimalista, muy hermoso pero algo desconcertante para un brujo que había pasado sus días en lugares que acostumbraban cargar todo con muchas cosas, unas sobre otras dentro de estas y a los lados. Enarco las cejas y paso un dedo por sobre la mesa. Ni una mota de polvo impresionado asintió.

-Linda cocina, y muy limpia y ordenada, ¿solo mantienes tu casa tu solo? Esta no parece casa de soltero. -Rió con levedad mientras lo seguía hacia la segunda parada, una por mucho mas interesante. Su cuarto.

Parecía igual que toda la casa amplio y se procuro recordar la ubicación no por nada en especial pero si tenia la oportunidad de hacer de entrenador exigente lo hidria a despertar de un salto o con una música de trompetas, o quizás quien sabe, alguna vez se de algo era bueno tener una información extra, ¿no? Luego de aquello iba el baño, también útil, muy útil si llevabas todo el día caminando o moviéndose de un lugar a otro, necesitaba un baño.
Esperen... ¿Un baño afuera? Eso si era un poco extraño, realmente no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas de donde venia, pero que mas da. Donde vayas has lo que veas, ¿no?

- Ohh esta excelente... -Dijo dándole una mirada ladeando la cabeza, era hermoso no lo podía negar pero no estaba para nada acostumbrado, miro el bambú y los cerezos que casi estaban por dar en flor, y asintió impresionado nuevamente.- Es hermoso de hecho... pero no es algo... poco, poco intimo? Claro no es que me moleste, solo me sorprende. -Dijo acercándose y con la punta del dedo paso sobre el borde de la tina.- ¿Como la usas?- Pregunto, terminando de sentarse en el borde.- Es decir, para no molestarte cuando decida usarla, no es algo que tengamos de donde yo vengo, mucho menos de este tipo. -Dijo con sinceridad ya que nunca había entrado a una tina de ese tipo

Le doy el tour por casa, tras decidir que sí me siento tonto por haber visto una insinuación donde no parecía haberla. Quizá simplemente en la India o en algún lugar que haya visitado Magnus, la gente habla así. No es que los asuntos de almohada me incomoden particularmente, pero este brujo los hacía quizá demasiado presentes y mi mente viajaba a lugares inapropiados y pensaba cosas que no estaban bien en realidad.

Mi casa es grande porque es lo que me debería de pertenecer, aunque ahora estoy en esa etapa donde he tenido que volver a escalar sin poder aprovecharme ni de mi linaje ni de mi experiencia, porque finjo tener mucha menos edad.

Al llegar a la cocina y tras una breve pausa en la que pareciera evaluarla, pasa el dedo por la mesa buscando suciedad. Me da un poco de aprensión, porque no quiero que encuentre nada. Sus palabras me tranquilizan.

- Por supuesto que no, tengo mundanos que lo hacen por mí, soy un samurai. Es un honor para ellos y les pago bastante bien. Pero sí, soy soltero y así seguiré.

Lo había intentado por presión social, por aparentar que puedo ser un buen partido y por lograr la envidia de compañeros samurai cuando me miraban las mujeres. Y estaba bien que miraran, pero cuando se acercaban era otra historia. Y peor con las mujeres desnudas. Ver algo así podría hacerme vomitar.

Ya que quería ver mi cuarto, lo llevo. No lo considero nada especial, aunque es grande y tiene cosas que podrían quizá meterme en problemas. Llevo mucho tiempo aprendiendo idiomas bárbaros y ahora que la guerra es por cosas de esta índole, podría ser peligroso que vieran mi biblioteca, pero para lo que me importa.

Lo llevo entonces al baño, aunque noto su sorpresa. Una sorpresa que realmente no comprendo. Para mí, los baños van afuera, quizá no sea así en otras partes del mundo.

Este lugar es la única evidencia de que no soy tan reservado como pareciera. Pero tener una vulgar casita de madera me parecía aburrido.

- No hay nadie más que yo y no es como si cualquiera pudiera entrar a mi terreno. Aquí hay incluso baños públicos y no importa compartir. Por supuesto que entiendo que sea más reservado, pero aquí no nos avergonzamos de nuestros cuerpos. Y maestro, no debería avergonzarse, se nota que tiene un cuerpo magnífico.

Por supuesto que no iba a admitir que en realidad para mí este detalle de los baños públicos me parece de lo más agradable porque me permitía contemplar la belleza de los demás hombres. Así como tampoco iba a admitir mi decepción ante lo recatado que parecía el maestro en este tema.

Lo miro sorprendido en cuanto pregunta cómo funciona la tina, pero esta es mi oportunidad de lucirme, porque incluye hechizos de mi área de especialidad. O bueno, hechizos de la única área de la magia que conozco.

- ¿Cómo se bañan en su tierra, maestro Magnus? ¿En ríos?

Tampoco es como si uno pudiera llevarse la tina a la guerra. No todos somos tan estrambóticos como mi padre.

- Si yo puedo hacerlo, usted puede. En la versión mundana, se llena la tina con agua del pozo y se calienta por debajo con fuego. En la versión de aquí tiene lo mismo, pero...

Con un movimiento fluido del brazo izquierdo, comienzo a aparecer agua sobre la tina. Muevo los brazos con la cadencia de las olas del mar, hasta que está completamente llena. Luego saco mi abanico del cinto, lo abro y abanico por debajo de la tina para hacer fuego mágico. Continúo abanicando y unos minutos después, el agua está caliente.

- Lo que yo hago es lavarme fuera y me enjuago con agua de la tina. Y luego entro y disfruto un rato del agua. Así es como lo hacemos aquí.

-Mundanos limpiando por ti. -

Asintió sorprendido, un samurai, había oído de ellos pero nunca los había visto frente a frente, de cierto modo le impresionaba, y se anoto mentalmente el hecho de pedirle que haga unas demostraciones con la espada, siempre le habían gustado pero había preferido para el mismo la magia como defensa. Pero el siguió habitando y  ahogo una sonrisa.

-Y así seguirás.... ¿Sabes? Eso suena muy definitivo. ¿No seria muy inflexible?  

Comento, encogiéndose, este era definitivamente solo un comentario que hubiera hecho, ya que el brujo si bien no era fanático de las cursiladas, porque no lo era, aveces de hecho se empalagaba con mucha facilidad, esa eran algunas de las razones por las cuales había cortado con algunas de sus ex parejas, el romanticismo estaba de moda, pero el ya se había cansado, de cierta, manera. Igualmente creía en el amor y mas que nada en las pasiones de no solo una noche.

Ya en el baño se encogió de hombros no es que le molestara mostrar su cuerpo solo los sorprendía el hecho de tener aquello, en India solían cuidar mucho alas visiones del cuerpo y respecto de a quien pertenecía cual, pero contradiciéndose a la idea, hombres tenían ahí sus edenes llenos de mujeres que solo estaban con ellos, Magnus no era del tipo que tenia esas compañías, si bien, había sabido disfrutar de ellas de vez en cuando, ¿Quien lo culpa? Uno debería divertirse, mujeres y hombres, porque, aunque sea una sociedad cerrada siempre hay oculto por ahí quienes sus deseos son considerados tabú, solo había que saber donde encontrarlos. Para luego claro, guardar esa noche como un secreto.

- No es por quien me pueda mirar, de hecho no tengo reparo en mi cuerpo ni en que lo miren, solamente que viniendo de la India un lugar tan cerrado cuando al cuerpo se refiere... bueno en parte... -

Dice restandole importancia a todo el tema de lo prohibido, tal vez algún día charlaran el tema. El brujo bajo la mano y apenas mojo su mano en el agua tibia de la tina que el otro había llenado, haciendo una mueca de placer al sentir la tibieza de esta.

-Bueno, la verdad no es mi tierra, yo vengo de Irlanda, pero me gusta viajar y mi ultimo "lugar" fue la India y allí los baños están dentro de las casas y constan mas de tinas bajas con aguas frías, raramente son cálidas, y conviene bañarse afuera, se podría decir que esto es un lujo.-

Sonrió y se medio levanto del borde para ponerse de espalda a Kyo y de cara a la tina, quitando el cinturón que apretaba el kimono y  dejándolo caer a un lado sin reparo.

-Esto sera relajante... -

Murmura dejando caer los hombros de su kimono dejando los propios al descubierto igual que mitad de su espalda, que no había dicho el otro que no les importaba mirar sus cuerpos desnudos. Digamos que el brujo se había hecho a la idea con rapidez, dejo caer el kimonon totalmente poniéndolo al costado y estirándose un poco como si se desperezara.

- Tengo una cierta posición social, aunque no como antes. Tampoco los exploto y una época como esta, con la guerra, están más que felices de tener trabajo.

Para mí es la cosa más normal del mundo. En cambio hablar de matrimonio me incomoda demasiado.

- No voy a casarme, no me gustan las mujeres. Eso me hace soltero eterno.

Para mí soltero es simplemente no casado. Aunque pareja estable no es algo que me haya tomado muy en serio después de que alguien me había robado el corazón cuando tenía la edad que aparento ahora. Nadie me había llamado tanto la atención.

El baño es de su agrado, aunque no está acostumbrado a bañarse en un lugar tan público. Aunque yo considero que mi jardín es bastante bonito, para qué negarlo, y los árboles no hablan. Pero él dice que no es por eso, aunque no entiendo en realidad qué.

- No entiendo lo que intenta decirme, maestro. ¿Es sólo que no había visto esta costumbre? Le aseguro que es bastante agradable.

Empezaba a agarrar valor y ahora sólo pienso en que debo aprovechar mi oportunidad para ser hospitalario con el maestro. O quizá, sólo es que quiero y el pretexto es la hospitalidad. Siempre podía hacerme tonto después, porque en realidad me interesa que me enseñe.

Me siento más que satisfecho cuando Magnus toca el agua y le parece apropiada. Bueno, para un pobre y miserable tipo de magia que hago, más me valía hacerlo bien después de 150 años de práctica.

- ¡Oh, Irlanda! Sólo he visto mapas bárbaros, ¿es un buen lugar? Los baños de la India no me parecen tan elegantes. Para nosotros el baño es un momento de socializar si estás con alguien, porque te permite establecer vínculos. O un momento contemplativo, si estás solo. Es bueno que le agrade.

Intento no mirar... pero lo hago porque en realidad ni lo intenté. Observo su espalda ancha y fuerte, su trasero y sólo su voz me recuerda que es el maestro, es mi salvador, quien me enseñará a ser un buen brujo.

¿Pero por qué es tan guapo? Hasta puedo sentir el rubor surcando mis mejillas como si tuviera doce años. Bajo la vista y me obligo a ser audaz, ¿cuántas veces no he hecho esto? Y siempre queda fingir demencia y que no estás haciendo nada que pueda considerarse inapropiado.

- Adelante, maestro.

Espero a que entre y mientras hago algo que no me correspondería: levanto su kimono y lo doblo con esmero para colocarlo a buen recaudo. Mi recompensa es percibir su embriagante y exótico aroma.

Volteo hasta la tina, espero que ya sin estar sonrojado, pero no lo creo y respiro, buscando controlar mi nerviosismo. De frente a él, pero con la actitud natural de quien hace esto todo el tiempo, pero el ligero temblor en las manos que delata el hecho de que lo encuentro fascinante y atractivo, abro mi kimono.

- ¿Puedo compartir su baño, maestro?

Miro hacia arriba un poco pensativo en cuanto nombro a su tierra natal, la verdad hacia mucho que no se encontraba allí, pero no podía volver por ahora, quizás en unos 100 años cuando ya no lo recordaran ni los nietos de sus familiares que podrían estar viviendo aun, soltó un pesado suspiro y se encogió de hombros con un gesto desinteresado y un tanto melancólico que luego desapareció.

- Supongo que si, es un lugar hermoso, pero no la india no es lo que se pueda decir "Glamorosa" es mas, no es la imagen no que les interesa en absoluta, a menos de que seas mujer, gracias a los dioses no lo soy. -

Se metió ya al baño sin pudor alguno y vio que la tina era enorme y que sin la menos molestia allí podían caber mas de tres personas, sonrió de manera picara y luego oculto esa curva para volver a mirar al otro. Se habia dado cuenta de que el rubor era algo por lo que tenia una debilidad muy marcada, y demonios... porque su piel era tan blanca, lo hacia parecer delicado como el cuadro que habia visto en la sala de estar hace apenas unos momentos.

El kimono de Kyo cayo al suelo, y sin ninguna molestia en ocultarlo los ojos de gato del gran brujo lo recorrieron de pies a cabeza, soltó una pequeña risa divertida y asintió a su pegunta poniendo esfuerzo para volver a sus ojos.

-Claro. -Respondió.- Es nuestra oportunidad para... Ya sabes, como tu dijiste. "Socializar" -Enarco una ceja- ¿no?-

Al juzgar por lo que había visto de el era un brujo que valía la pena conocer, no tenia una imagen del típico brujo bueno, del simple brujo blanco que le teme a maniobrar con invocaciones demoníacas,  y con conjuros oscuros, y tenia la impresión de que esos ojos de gato iguales a los pares pero de otro tono, ocultaban algo mejor y lo iba a descubrir, aunque apostaba que no iba a ser hoy, su cuerpo se encontraba aun con pocas energías  por el portal que haba abierto para llegar a encontrarse con el otro, necesitaba recuperar fuerzas y luego comenzaría su labor de ver que  había tras de el, después de todo, el brujo era curioso por naturaleza.
Se hizo a un lado dejandole lugar para que entrara a su lado o en frente de el, su cuerpo era estrecho, delgado pero musculoso por los años de entrenamiento como samurai, pensó Magnus.

- Y de paso me cuentas un poco mas sobre tus... habilidades con la espada. O no lo se, algo mas... Como tus habilidades en general, veo que sabes manejar la magia elemental a la perfeccion... -

Lo que seria si hubiera espuma en la tina. (?) Un Extra "regalito" :

Magnus no parece tan aferrado a su tierra como lo soy yo, aunque parte del problema es que no sé hacer un portal como debería ser, sólo algo incipiente y que no funciona como debería y encima no me sé las reglas de transporte mágico, aunque por supuesto que detesto a los nefilims, tal y como me enseñó mi padre.

- Entonces no importa, aunque seguro que usted podría enseñarles cómo serlo, maestro. Es muy glamouroso y elegante.

Si la India es tan aburrida, seguro que él destacaba enormemente. Aunque dudo que no destaque en algún lugar, me tiene completamente fascinado.

Entra a la tina y yo no puedo dejar de mirarlo, pero me avergüenzo. Por él y por cómo me pongo, nunca he visto un hombre como él y es fascinante. Siempre había pensado que para ser guapo tenías que ser varonil y estar lleno de cicatrices y tierra del campo de batalla. Él parece tan fuerte como cualquier guerrero, pero viste con ropas elegantes y delicadas. Es como un emperador...

Es como no deberían gustarme los hombres. Y sin embargo es perfecto.

Como si fuera lo más normal, porque aquí lo es, le pregunto si puedo compartir su baño y me desnudo. No esperaba que me mirara así y esa vergüenza crece como denota el rojo de mis pómulos, pero por dentro podría saltar de la emoción porque no le soy indiferente. Y con eso me basta, al menos por ahora. Sonrío y asiento. Me cuesta andar sonriendo todo el tiempo pero vaya que ahora me siento a gusto.

Entro al agua y mojo mi cabello azul también. Decido sentarme a su derecha, con la mínima distancia posible dentro de lo que sería cortés. Normalmente si me gusta alguien hago por tenerlo y luego se acaba y no me molesta, pero él me tiene cautivado y además, quiero que me enseñe. No voy a arriesgarme a perder al único maestro brujo que pueda tener sólo por darle gusto al cuerpo. Hay otros para eso, él es especial, quizá demasiado.

La pausa antes de "habilidades" hace que lo mire curioso. ¿Será algo de doble sentido? Quizá no, alguien tan perfecto no se fijaría en un brujo mediocre como yo. No de ese modo al menos. Pero la pregunta es peligrosa porque soy mediocre en muchas áreas por razones que realmente pueden parecerle inverosímiles o incluso peligrosas.

- Nací samurai y llevo toda la vida practicando. Pelée en las guerras por el shogunato en 1600 y ahora peleo por la unificación de mi país. Si le gusta, puedo enseñarle, como un extra por lo que usted me enseñará.

Y sé que debería pensar que él no será bueno porque no nació samurai, pero no puedo. Yo sólo puedo pensar que él hace todo de forma perfecta, siempre que aprenda a hacerlo.

- En cuanto a la magia, la elemental y las transmutaciones son con lo que mejor me manejo. Y algunos hechizos aislados. He arruinado sanaciones y les perdí el interés porque no logro entenderlas con lo que puedo tener a mi alcance.

"Hechizos aislados" me parecía una buena forma de minimizar las cosas en las que me meto y no era técnicamente una mentira, aunque tampoco una verdad.

Spoiler:

Lo vio entrar a la tina y se ladeo un poco pasando un brazo por sobre el borde como buscando tenerlo de frente a el. En parte porque el agua tibia emitía un suave vapor y en otra porque no quería perder palabra de lo que decía, usaba palabras muy especificas, sabia como hablar con los demás y solo para darse por precavido prefería observar sus gestos también, ¿Y porque no de paso tener mejor angulo de su sonrojo? ¿Quien lo culparía? Del lugar donde venia no era común aquel rubor. Aprovecho mientras el terminaba de nombrar sus habilidades y  mojo su cabello como el otro, llevándolo hacia atrás, el pelo en la frente no era precisamente lo mas agradable. Soltó un suspiro  y volvió a observarlo.

No era de extrañarse que los rangos del brujo joven lo fascinaran por completo, parecidos sus ojos rasgados  pero luego de eso totalmente diferente, delicado,  suave hasta con sus movimientos, y esos labios... Magnus aclaro su garganta. Definitivamente le agradaba e intentaría divertirse un poco con el, se humedeció los labios inconsciente antes de asentir a lo que el terminaba de decir

- Seria un placer que me enseñaras, solamente se lo básico... tendrás que tenerme paciencia. -

Soltó una breve risa. No era como que lo necesitara realmente, pero parecía ser divertido e interesante, como solo pocas costumbres mundanas solían serlas. Después de todo planeaba quedarse unos cuantos años en ese lugar y una que otra enseñanza no venia mal, ademas de que seria una escusa para conocer a fondo a ese brujo, en algún momento, debería distraerse. Desde que había llegado, su mirada era tensa, como si quisiese controlar lo que decía, eso fuera de darme desconfianza solo hacia que me intrigara mas. ¿Que ocultas?

Enumeremos:
-Magia elemental.
-Transmutaciones.
-Y.... ¿Algunos hechizos aislados.?
Magnus omitió ese detalle por unos momentos para pasar a lo otro, la magia sanadora, era de por si la mas usada por los brujos, les proporcionaba una fuente de trabajo y de seguridad si eran atacados, y el mas que nada, estando en la guerra era una prioridad que lo aprendiese lo antes posible. Magnus asintió cuando termino de hablar  y mientras estiraba su brazo para limpiarlo  lo dio vuelta y abrió la palma de su mano, señalandole con el mentón, un brillo que apenas salia débil de el.

- Dime que sabes sobre la energía, la fuerza de vida, o el mana, no se como le llamen.- Dijo para apagar la luz la hubiera mantenido mas tiempo de no ser por su estado actual- Todo ser viviente, la posee, los vampiros son la tienen, son la mayor excepción, pero centrémonos en Mundanos, primero, ellos son los mas simples.

Ampliando coleccion (?):

Entro a la tina y él se mueve, para mi desagrado interno. Yo lo quería al lado, pero entiendo las indirectas. Bien, mantendré mi distancia. Cuido mis palabras, porque hay cosas que sé que no son correctas, por mucho que no creo que haya muchos nefilims pendientes de alguien tan invisible como yo. Digo en lo que soy bueno y dejo ambiguo un punto clave.

Entreabro los labios cuando él humedece los suyos y no puedo evitar pensar que es un gesto muy sensual, tanto como pienso que me costará mantener mi distancia. Ofrezco enseñarle el manejo de la katana y acepta.

- Puede ser útil alguna vez, y da presencia.

Y es una oportunidad perfecta para presumir la que creo que es mi mejor habilidad. Sonrío amable de nuevo, pero un poco confundido cuando ríe.

Jugueteo un poco con el agua, haciendo pequeñas olas con un dedo, dejando al maestro solo con sus pensamientos. El agua es cálida, la situación es potencialmente "peligrosa", y lo que hago es distraerme con las pequeñas olas para evitar mirarlo y que el momento se torne incómodo.

Vuelvo a mirarlo y me sorprende que las lecciones comiencen ahora mismo. Observo atento lo que me muestra, escucho la pregunta y sólo puedo contestar desde mi punto de vista. Quizá, hay una diferencia local entre los brujos.

- Todos los seres vivos tienen una esencia divina, ¿se refiere a esto, maestro? Es lo que los dioses nos concedieron cuando nos crearon y es la parte que en los mundanos, y quiero creer que en los licántropos, reencarna. Los vampiros la pierden en el momento de la conversión.
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Off: no, claro que no me molesta ^^

- Ya me imagino paseando por otro país con una katana o un sable en mano...

Asintió con una suave risa, la idea lo tentaba era divertida y como había pensad antes, interesante.

El mira la luz al limite de la mano y observo, diciendo lo que pensaba, que para la sorpresa de Magnus esta correcto casi a la perfección. Asintió sorprendido, la verdad esperaba encontrarse con alguien que no tuviera tantas ideas pero eso era algo bueno, menos formalidades que explicar.

- Toda energía tiene un flujo y ese flujo de distribuye por todo el cuerpo, cada herida, corte o golpe impide ese paso , provocando en el cuerpo distintas disfuncionalidades biológicas dependiendo el lugar. -Explico mirándolo y haciendo una pausa como si de un verdadero maestro se tratara.

- Sobre esos cortes trabajamos, sobre esa energía vital, uniendo los caminos que se van cortando, casi cualquier herida sabiendo como ser tratada y tomada a tiempo se puede curar, incluso una puñalada al corazón.

No era mentira si era curado al momento, con las pociones un arduo trabajo y con todo sus empeños podría volver a funcionar, pero como dije "con un arduo trabajo" y era, casi imposible, pero se poda.

-Incluso los vampiros habiendo perdido su energía toman la de otro directo de su sangre, para curarse a si mismos. Lo mas probable es que no te toque jamas curar aun vampiro, ellos son auto suficientes. La mayoría de las veces.

No espero mas contestación que un asentimiento para proseguir era básico lo que explicaba, y suponía por sus habilidades con la labia y por la forma de expresarse que tenia, que era muy astuto y no necesitaba de mas esfuerzos para lograrlo, pero necesitaba ver algo. Así como eso saltaba a la vista también saltaba que no era lo que dejaba ver. Magnus decidió aprovechar parte de la inocencia del brujo para averiguar que ocurría.

- El secreto es controlar tu propio flujo.... -Volvió a hacer brillar su mano y casi resaltando sus venas por un ínfimo momento.- Cierra los ojos. Vamos a hacer una sencilla prueba, a ver si puedes con esto, te creo capas, no me decepciones.

Dijo mirándolo sabiendo que el otro no querría hacer menos que eso.

- Respira hondo, y siente el agua tibia rodearte, piensa en como corre igual que esta pero mas espesa tu sangre en las venas siente como cada poro de tu cuerpo respira y extiende la mano, centra la energía en ella, tensa tus músculos y obliga a tu cuerpo a llevarla a la punta de tus dedos, sentirás un calor inundarte. - Aprovecha sus ojos cerrados para don los dedos remarcar una fina vena que pasaba por sus brazos hacia su mano.- pero controla la temperatura, controla tu cuerpo... vamos.... hazlo.

En su energía se veía una parte clara y una oscura como el ying y el yang, coexisten en todo ser vivo, pero quienes practican mas una de esas fuerzas se vera reflejado en el brillo, esa lección no era solo tal, pero confiaba en que el otro no lo supiera, y si lo hacia y se negaba, de todas maneras estaría confirmado.

En cuanto lo menciona, lo imagino: un hombre colorido de ojos gatunos y rasgos asiáticos, caminando por Edo con el mismo kimono que traía puesto, pero una katana al cinto.

- Se vería muy gu-- imponente, maestro.

Las lecciones comienzan de una forma inesperada, con una pregunta sobre la energía y en realidad, sobre el sintoísmo y sus creencias, aunque no sé si eso es mera coincidencia. Parece sorprendido y sonrío contento conmigo mismo. Quiere decir que no soy tan malditamente inútil. Escucho atento la explicación y trato de imaginármelo. Me parece como lo que se usa en la acupuntura.

La explicación para sanar suena bastante simple, aunque no sé si en verdad con eso baste. No dudo sobre curar heridas muy graves, pero siento que debes ser un brujo excepcional para lograr algo así.

Vampiros, ¿en serio se puede curar un vampiro? Asiento pero...

- Maestro, pero un vampiro está muerto, si no tiene la energía como la tienen los humanos y la tenemos nosotros, ¿cómo puedo unir los caminos rotos? Entiendo cómo funcionaría con la sangre, porque tomarían la energía de quien estaba vivo, ¿pero nosotros cómo curamos un muerto?

Quizá no era correcto preguntar, pero si hizo una pausa, debe ser porque puedo utilizarla.

Me da el secreto de la sanación y pienso que me pondrá a meditar, o en su defecto, que saber meditar sirve para esto. Así que siento que puedo. Cierro los ojos cuando me lo pide, y sólo sé que puedo, si me halagó es porque no es tan difícil.

Respiro hondo, controlando la respiración justo como cuando medito. Extiendo los brazos al frente y luego las manos, sintiendo el agua y dejando que su voz me hechiza.

Intento sentir todo eso que me dice, pero no puedo más que imaginar algo negro y brillante recorriendo mi cuerpo hasta mi mano. La extiendo y bajo el otro brazo, levanto la palma y abro los ojos al sentirlo. Intento controlar mi sonrisa, pero estoy muy orgulloso de lo que veo: luz negra, con sólo un espiral de luz blanca que aunque ancho, es pequeño a comparación, quizá una tercera parte del todo.

Sonrió al escucharlo, no había dicho la palabra completa pero su mente la completo, aunque decidió hacer como si nada hubiera pasado solo con una sonrisa y una mirada agradeció.

Las lecciones eran fáciles, no se necesitaba gran cantidad de conocimientos sobre los sucesos de la energía para poder debelar como se hacia una curación o se utilizaba para debelar ese algo que de seguro le confirmaría lo que el tenia en mente. Mientras tanto agrego.

-Los vampiros, si bien el cuerpo que habitan no necesita comida, agua, y ni siquiera aire. El termino, "vivo" debe de ser flexible, porque aunque su corazón no lata para generar los caminos de la energía vital, tienen algo que los compensa, los colmillos, succionan sangre y restablecen el camino que de por si mientras ellos no consuman se van rompiendo. Por eso son tan dependientes. Tienen una enfermedad demoníaca que data de los orígenes de la historia, según una leyenda de la pelea de dos clases de demonios. -Sentía que se estaba yendo por las ramas, así que se aclaro la garganta y carraspeo.- A lo que voy es que no curamos vampiros, ellos lo hacen solos con sangre. No necesitan de nadie mas que una victima. Lo que es malo para ti si estas cerca, un vampiro hambriento, bebería de ti hasta dejarte débil y se desharía de la piel que cubren tus huesos secos cuando acabe, y si tienes suerte, te entierran y resurges. -Se encogió de hombros.- Maravilloso ¿no?

Lo vio cerrar los ojos y lo observo con sus ojos gatunos, ladeo la cabeza y no pudo evitar desviarse a sus labios... Demonios... No deberían ser tan perfectos, sacudió la cabeza agradeciendo internamente que llevara los ojos cerrados y algo empezó a brillar en las manos de su discípulo, luz negra, oscura brillante y hermosa. Sonrió al tener rozan.

-Mnh.. un brujo oscuro... He conocido a algunos pero la mayoría de ellos mas viejos. ¿Te gusta jugar con las sombras?-

Comento, puesto que era verdad, era un juego muy peligroso, no lo subestimaba, pero si alegaba ser como era, estaba jugando con fuego. Estiro su propia mano he hizo lo mismo Magnus tenia un equivalente color blanco y negro. Si bien la magia negra no era la que mas le llamaba, los trabajos con ella eran bien pagos, y en estos tiempos había que adaptarse.

El blanco y el negro se entrelazaban en la mano del brujo del Brooklyn mientras que en el otro el negro parecía devorar a la ínfima parte blanca que aun poseía, y que... por supuesto, era el mínimo, puesto que no podía desaparecer, rompería su propio equilibrio.

- Impresionante... Con que eso me ocultabas cuidando tus palabras.- Rio suavemente y asintió, divertido. ¿Entrenar a un brujo de este tipo? ohh... no se iba a perder de lo que podría llegar a ser eso... -Pues ya no debes hacerlo, si te voy a entrenar quiero saberlo todo.- Dijo y cerro la mano para restablecer su flujo normal, observandolo de reojo con una sonrisa.

Pregunto por los vampiros y escucho atento, aunque a ellos sí que los conozco. Asiento cuando me dice lo de la enfermedad demoníaca, porque eso sí lo sé, tanto como sé sobre licántropos y su enfermedad demoníaca. Pero abre indirectamente una vieja herida dolorosa en mi corazón.

- ¿Y a los licántropos? Ellos tienen energía como nosotros, ¿no es cierto? Podrían curarse como un mundano normal.

En realidad no me importa cómo nace un vampiro, eso no le pasa a los que somos fuertes.

- Pero si nosotros tenemos sangre de demonio, ¿cómo es que un vampiro podría convertirnos? No existen los brujos vampíricos, ¿o sí?

Cierro los ojos para intentar lo que me dice y lograr que la energía fluya hasta mis dedos. Y lo logro, me siento contento por ello y porque el color me hace sentir realmente bien.

Hasta que él habla...

- ¿Eh?

Dejo de mirarlo y veo mi bola de energía, sintiéndome acorralado. Yo no sabía que esto podía pasar, ¡no es justo! Ahora va a llamarme demonio como todos. Al menos no podrá recitarme la maldita frase estúpida, ese refrán sobre los niños que deben ser hijos de un demonio porque no se parecen a sus padres. Un refrán muy cierto, porque yo no me parezco a mi madre y soy hijo de un demonio.

- Yo no juego...

Esta es la primera vez que no sueno sumiso y temeroso, pero es la verdad, para mí no es un juego. Tampoco sueno grosero, simplemente quiero aclararlo. Alejo la vista y atraigo a mí la bola de energía. Es parte de mí, no puedo rechazarla tanto como no rechazaré mi parte demoníaca.

Sólo volteo cuando veo su energía, completamente balanceada: el tigre blanco del oeste peleando armoniosamente con el dragón del este, el ying y el yang en perfecto equilibrio. En cambio para mí, ya va ganando el dragón del caos y la destrucción.

El regaño no tarda en venir y bajo la vista. He arruinado mi única oportunidad sólo por ser quien soy. Estoy seguro de eso hasta que Magnus me dice que no tengo que ocultar las cosas porque me entrerá. Entonces lo miro a los ojos, sorprendido.

- ¿Me entrenará pese a esto?

En esta época y al menos aquí, es mucho mejor visto alguien oscuro. Te da cierta notoriedad y te protege, aunque por supuesto que hay límites, pero con los rumores de que los demonios están detrás de la guerra, lo que ellos llaman mis ojos de demonio, hacen que piensen en llevarse bien conmigo.

Lo imito y cierro la mano, sintiendo cómo todo regresa a su lugar.

- ¿Qué quiere saber? Lo que le dije es cierto, no sé hacer sanaciones ni nada de magia más allá de lo que le dije. Pero los hechizos aislados, son magia oscura. Aprendí de un demonio, el mismo que me enseñó el idioma demoníaco. He hecho algunas cosas peligrosas, pero sigo aquí.

Era bien sabido que quien arruinaba ciertos portales o algunas invocaciones, no vivía para contarlo. Yo me había volcado en magia oscura, a cambio de no poder sanar ni hacer portales convencionales. Y no me había ido bien siempre, había salido lastimado muchísimas veces, pero sigo vivo. Y aún hay mucho más por descubrir.

Asintió suavemente cuando pregunto sobre los licantropos e hizo una pausa antes de explicarlo. Y pensó que podría ahorrarse estas discusiones di le diera un libro para que lo lea y estudie, como había hecho Ragnor con el, pero no era su estilo.

-Bueno... Los licantropos si bien también están enfermos ellos si necesitan ayuda, sanan mas rápido, pero no lo suficiente como para recuperarse de una herida grave y... Bueno, no es muy frecuente que un vampiro mate a un brujo, es fácil para nosotros alejarlos, y si pasase, los vampiros succionan la totalidad de la sangre y te san de beber de la suya, técnicamente perderías tus poderes.

Dijo algo desinteresadamente, ya lo había mordido vampiros, no con esas intensiones, pero algunos sabían como hacerlo para que se sintiera bien, lado la sonrisa al recordar y lego de ver su energía y explicar que era lo que ocurría, el pareció llevársela consigo, como si tuviera miedo de que le dijera o hiciera algo y deseara protegerlo "Yo no juego" Palabras que retumbaron, le gustaba que sea así, que defienda lo que le parecía, aquella actitud sumisa, era adorable pero un poco de actitud, le sumaba picante, definitivamente mejor.

-Claro que te entrenare. -Enarco una ceja- ¿Porque no lo haría? Tu magia esta prohibida pero es tentadora y yo también la practico, todos tenemos secretos. -Le resto importancia con la mano en la que ya había ocultado su energía.

Se apoyo en la tina a su lado para escuchar lo que le contaba, que un demonio le haya enseñado de verdad tenia sentido, dado que ellos mas que nadie saben sobre la magia oscura, Magnus pensó que antes de seguir con sus lecciones quizás mañana o cuando se recupere totalmente.

- Si, sigues aqui... porque... a- Tienes un Dios aparte o b- Eres mas poderoso de lo que piensas o crees ser, por tu bien esperemos que sea lo segundo.

Sonrió de lado, obviamente era el segundo, no parecía ser tan joven para haber esquivado la muerte una vez, sino varias.

- Luego, quizás mañana, deberías mostrarme algunos de esos trucos. Estaría encantado de verlos y claro, ademas de por placer, también quiero analizar hasta donde estas con tus poderes.

Soltó el aire en un bostezo no porque este desinteresado o aburrido, todo lo contrario, pero la tina caliente, una buena compañía, y una charla, le habían bajado el cansancio que la adrenalina de un lugar desconocido había soltado previamente en su cuerpo.

- Pero ahora, creo que... O me levanto o me quedare dormido aquí mismo. -Dijo hundiéndose en el agua hasta dejar solo su rostro sobre ella para luego hundirse totalmente y salir fregándose el rostro.- De verdad podría acostumbrarme a esto... Pero... -Volteo a verlo encontrándose con su rostro a centímetros del propio sin molestarse mas que en sonreír.- ¿Me muestras mi cuarto?

Pregunto por los licántropos y me duele escuchar que es difícil que se recuperen de una herida grave, aunque ya lo vi. Sobre los vampiros, creo que tendría que ser muy idiota para que algo así me pasara.

- Ok... Pero una mordida aislada no te mata, ¿cierto?

Sólo era confirmación, de algún modo ya lo sé.

Me descubre con algo que parece muy simple, pero quizá me molesta que piense que juego a ser brujo oscuro, porque no lo hago. Yo creo que esta es la mejor magia, y no me importa si he dejado que mi sangre de demonio sea más fuerte que mi sangre humana y por eso no tengo energía balanceada como Magnus, estoy a gusto así, y no me importan las explicaciones. No pensé que me entrenara, pero por lo visto es tan genial como se ve.

- Porque... soy oscuro. Me llaman "demonio" y todo...

Cuento un poco más sobre mí, orgulloso porque aprendí de un demonio, pero tampoco doy detalles innecesarios.

- Quizá le soy grato a alguno de los 9 mil kami, pero lo dudo. Me gusta creer que no soy tan inútil, sino que sólo me enfocado en una cosa y descuidado las otras.

Quiere que le muestre y soy celoso de lo que sé, pero quizá pueda mostrarle algunas cosas. Me hará quedar bien con él.

- De acuerdo.

Está cansado y en todo caso, ya pronto se hará de noche.

- Por supuesto, maestro.

Me levanto y salgo del agua. Muevo la mano y aparezco un par de toallas. Le tiendo una a Magnus y me seco con la otra para atármela a la cintura al terminar. Tomo mi ropa y le indico que me siga. Le dejo el cuarto de visitas que tiene acceso a este jardín.

- Espero que esté cómodo, maestro.