Run before you get caught |Flashback| (Magnus Bane)

Gino salió pero espere algunos minutos para asegurarme de que realmente se hubiera ido, el sonido de mi corazón era el único sonido en toda la casa porque incluso había detenido mi respiración para poder asegurarme de que sus pasos se perdían por la calle. Una vez estuve segura de que no regresaría me puse mi cazadora y mis botas, tome unos de billetes de un par de vaqueros sucios y salí en dirección a la parada más cercana del subterraneo. Manhattan era un hervidero de vida, mientras caminaba por la calle podía ver a la multitud que se movía a mi alrededor la mayoría mundanos como yo aunque incapaces de ver el peligro en que se encontraban; como aquel demonio pequeño y azul que esperaba que algún niño despistado se perdiera entre la multitud, o aquel gnomo escondido entre una maceta de narcisos a la espera de encontrar algo que morder. Ignore a ambos y pase de largo hasta llegar al subterraneo, la mía era la última parada por lo que me acomode en un vagón semi vació. Saque el reloj de bolsillo, aquel que había sido el primer y único regalo que mi Gino me había dado, una exquisitez de plata antigua y finas agujas de aspecto aterrador. Con precaución para no tirarlo me acerque a un grupo de chicas, probablemente de mi edad; por la forma en que sonreían cómplices probablemente se habían escapado de clases o algo por el estilo, rápidamente deje caer el reloj dentro del bolso de una y a continuación abandone el vagón. El resto del camino resulto sorprendentemente rápido, una vez me hube desecho de la única cosa con la que Gino podría ubicarme sentía que la parte más difícil ya había pasado.

Tuve que tomar un taxy que me llevo hasta lo zona residencial, numerosos edificios de ladrillo rojizo tan similares los unos de los otros que me pregunte si realmente podría dar con el que buscaba.
-Son doce preciosa

Le lance un billete sin mirar y me adentre en la ligera llovizna que caía por la calle. Los charcos salpicaron el bajo de mis vaqueros y antes de darme cuenta estaba empapada hasta los huesos, seguí caminando sin apenas darme cuenta hasta finalmente llegar a la dirección que buscaba. Solo esperaba que aquel licantropo no es equivocara. Llame a la puerta y espera ansiosa, nunca había tratado con un brujo tan antiguo, nunca había tratado con un brujo tan poderoso y mis antecedentes con brujos no eran precisamente buenos. Solo esperaba que Magnus Bane le hiciera honor a su fama.
Finalmente la puerta se abrió.

El día, cubierto de ese gris deprimente que dominaba el cielo. El aroma, a tierra mojada que desprendían los pocos hoyos dentro de la acera de Brooklyn era una exquisitas, el brujo se apoyo el alfeizar de su ventana, mirando el exterior. Respiro hondo e inundo sus pulmones con el aroma renovado que la lluvia traía a un lugar tan contaminado, lleno de ruido y basura como era esa ciudad. Las aceras estaban vacías, y los charcos salpicando por las ínfimas personas que se vieron sorprendidos por una lluvia tan obvia y que osaban cubrir sus cabezas, con el mismo maletín donde llevaban los papeles importantes de su trabajo.

Era un día tranquilo, demasiado para el gusto del extravagante brujo. Sin trabajos por realizar, ni gente que, con este clima, venga a visitarlo. Mucho menos, Alec, el que seguro en estos momentos debía estar entrenando dentro de su sala especial en el instituto, o durmiendo, como el ángel que era. Magnus se cuestiono breves momentos que aquel no estuviera en sus brazos.
Magnus dejo que la lluvia se llevara el pensamiento y decidió que un día así, no apremiaba menos que revivir una de sus viejas telenovelas, después de todo, ellas nunca pasarían de moda, y nunca se cansaría, aunque se conocía de memoria los diálogos. Tomo el control remoto y chasqueando los dedos puso el DVD con la serie, y acomodándose con un café caliente, en el sillón se dejo llevar por los primeros capítulos. Cuatro o cinco habrán pasado con el tiempo hasta que su ensueño se vio interrumpido por un golpe a su puerta, que se vio medio silenciado por la garua y por el ruido de la tv encendida. Puso pausa con un chasquido y frunció el ceño extrañado, casi nadie andaba por las calles con esta clase de tormenta que pasaría con facilidad de la llovizna al chaparrón, excepto que estuviera, en verdaderos problemas.

El ultimo pensamiento lo hizo reaccionar y se paro del sillón amarillo de terciopelo, dejando el café en la mesa ratona y arreglándose a penas, luciendo una camiseta negra con stras en forma de arco iris diagonal en la parte delantera y unos jeans en un tono rojo con detalles brillantes en los bolsillos, como tachas, y completando el atuendo unas botas que iban por dentro del pantalón, dejando le una apariencia de borsegos a simple vista y el cabello, elegantemente arreglado para parecer revuelto. Abrió la puerta sin preocupación y una chica toda mojada, una mundana con expresión entre neutra, preocupada y asustada se encontraba del otro lado. Enarco las cejas y miro detrás de ella por si alguien le hacia compañía, pero parecía estar sola, al menos en este momento.

- Ven, pasa, te estas mojando demasiado, querida. - Dijo a modo de saludo y retrocedió un paso para dejarla pasar hasta el hall de la entrada. Chasqueo los dedos para aparecer una bata de color violeta y se la paso para que se cubra. -Úsala... tengo algunos pisos cubiertos con alfombra, y acabo de re-modelar, si los mojas tendré que cambiarlo todo.- Dijo, como si fuera eso lo único que le preocupaba, era obvio que ella no era una chica común que había llegado a ese lugar por coincidencia, Magnus no creía en las coincidencias. Y si sabia de el, sabia algo sobre el submundo, lo que le hacia pensar, que no solo acarriaba agua consigo, sino problemas, es decir, trabajos. "Espero que al menos, tenga como pagar" Pensó, mientras le indicaba el paso hacia la sala.
-Cuéntame... ¿Que te trae, en este hermoso día, a la casa del brujo de Brooklyn?- Pregunto tomando asiento en una de las sillas del recibidor, las cuales, de ser mojadas, no sufrirían tanto daño como el sillón de terciopelo

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