Algo va muy mal aquí…

Decir que el viaje fue difícil o fácil sería una mentira, decir que apenas me di cuenta del viaje si era más creíble. Ojalá los viajes en carruaje fueran como aquello, claro estaba sin el detalle de estar envenenado y que con cada latido estaba más cerca de la muerte. El viaje seguramente fue más corto, ya que el cabello iba con todas sus fuerzas corriendo a pesar de tener a dos personas encima. Si hubiera sido un caballo mundano este seguramente hubiera muerto de cansancio, de eso si estaba seguro. Perdí el conocimiento como dos veces más durante el viaje y al volver a abrir los ojos escuché como Valentina estaba gritando como una loca y acto seguida vi los ojos de Alec clavados en los míos. Entre los dos me bajaron, aunque yo también aporté ayuda.
Al entrar en la casa Valentina se separó de nosotros e Izzy se acercó totalmente preocupada y su hermano se encargó de mandarla a buscar ayuda. Seguramente esa chica con el encanto que tiene consigue ayuda rápido, ya que si se negaban siempre podría coger al individuo por los pelos y traerlos a arrastras. No soportaba a los hermanos de silenciosos, pero cuando los viera entrar por la puerta seguramente estaría más que contento. Alec me subió hasta mi cuarto y comenzó a entrar y salir del baño con toallas mojadas. Me hizo girar sobre un costado para poder limpiarme el brazo izquierdo, con toda la delicadeza que él podía y tenía.
-¿En qué demonios estabas pensando Jace?
-Solo hice una visita a mi antigua casa.
-¿Y vuelves con el brazo destrozado y medio muriéndote? -se notaba que estaba molesto, pero que también estaba preocupado.
-¿Me estoy medio muriendo? -le pregunté con una sonrisa para tranquilizarle. Sabía la pinta que tenía que tener, totalmente sucio de pies a cabeza, apestando a demonio, su icor y mi propia sangre, mezclado con polvo tierra y barro.
-Desde hace media hora que el pecho me duele Jace. -dijo tocándose el lugar donde tenía la runa de parabatais. Recordé la ceremonia, Alec un chico desgarbado bastante alto y con un cuerpo en pleno proceso de desarrollo, como el mío. El color dorado hacia que su cabello negro resaltara todavía mucho más oscuro y sus ojos azules fueran más brillantes. Recuerdo haberme visto en el espejo ese día, totalmente de oro, incluyendo mis ojos.
-Tengo que admitir que he tenido mejores pintas. Uff. -me quejé al notar la presión de la toalla. -Me gustaría conversar los dos brazos, Alec. Sin duda estoy más atractivo con ellos.
-Hay estadísticas que un manco liga más que un hombre que tiene ambos brazos.
Enarqué una ceja.
-¿De dónde sacas eso? -le pregunté con sarcasmos. -¿Has vuelto a leer algún libro raro de los de Max? -la oscuridad volvió a aparecer... No sé cuanto tiempo estuve desmayado solo sé que Alec tenía mi cabeza agarrada entre sus manos y la agitaba con energía pero con delicadeza. -Alec, si me quieres despertar ponme un espejo delante. De ese modo veo algo bonito al abrir los ojos.
-Eres imbécil. -a pesar del insulto pude escuchar el alivio en sus palabras.
-Sabes que si muero tu serías el primero en saberlo.
-Lo sé, pero no voy a dejar que te mueras.
-No entra en mis planes morir.
-Lo supongo. -dio unas frotadas más y dejó de lado la herida. -Yo no puedo hacer más, esperemos que Izzy no tarde con la ayuda.
-Los traerá a arrastras. -me volví a acostar después de que Alec colocara una toalla entre el colchón y mi brazo, alcé mi brazo y le cogí la mano. -Aprieta para partir huesos si ves que me desmayo de nuevo. -apreté su mano y el me devolvió el apretón. Servía para mantenerme despierto. Sus ojos azules estaban clavados en los míos y los míos en los suyos. Sabía que no iba a morir, aunque estuviera echo polvo, le decía la verdad sobre que no pensaba morir.
-VALENTINA ¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁ ESE LIBRO?-le gritó Alec a Valentina, que tendría que estar en algún lugar de la casa.

Entre mi aspecto y la conexión que teníamos, Alec se estaba incluso poniendo peor que yo. Sabía que estaba fatal, pero sabía que me iba a poner mejor pero Alec sentía pánico por perderme. Recordé como me sentí cuando él estaba a punto de morir, sabía lo que se sentía. Era como si estuvieras perdiendo una parte de ti mismo, algo que te tiraba del pecho y te dejaba sin respiración. Seguramente se estaría sintiendo culpable con el mismo, el juramente era dar la vida por tu compañero, protegerle ante todo. Por eso estaba gritando a Valentina de aquella manera, se estaba poniendo más histérico que yo, y eso que era el que estaba moribundo. Cuando le sucedió a él también me culpe, pero porque era el culpable. Estaba tan concentrado en Clary que no presté atención a mi parabatai y eso era algo que nunca me iba a perdonar. Alec era mi hermano, y no era porque unos estúpidos lazos de sangre nos unieran a pesar que esta llamara a los suyos. Era mi hermano porque se lo había ganado desde el primer momento que pise el instituto de Nueva York, él y los Ligthwood eran mi verdadera familia.
Valentina llegó en aquel momento pidiéndole que no gritara.
-Deja que grite. -le dije a Valentina. -No sabes lo que es tener un parabatai, así que, será mejor que dejes que se desahogue de algún modo. -la chica al llegar mando a Alec a buscar vendas, por un momento se me quedó mirando y tras un apretón, con el claro mensaje de: Ni e te ocurra morirte, se fue a buscar las dichos vendas. -Y sigo siendo Jace, solo me pondré nervioso cuando mi orgullo de cazador esté en peligro. -me giré de nuevo de costado, para dejar a la vista el brazo y fuera más fácil que hiciera. Al notar aquella cosa que me ponía gruñí de dolor, pero inmediatamente controlé el impulso y guardé silencio durante el proceso. A pesar de que aquella cosa me escociera, que quisiera vomitar y que sin duda en el vomito un maldito regustillo a sangre. Tampoco sentía mi corazón como siempre, sino mucho más pesado. Eran datos que era mejor omitir con mi parabatai delante, ya sabía lo que pasaba no hacía falta detalles tan concretos. La chica acabó y paso a vendarme la venda, después de unos minutos el escozor fue sustituido por alivio. Ahora estaba el problema que de si me movía el mundo seguía moviéndose de un lado a otro, solo esperaba que aquella cosa no hiciera daños internos. Era más difícil de curarse de eso. Me percaté de algo, si, algo que me sorprendió hasta a mí en el estado que me encontraba. -Dijistes que estabas bien. -mi tono era acusatorio, todo lo acusatorio que podía ser una voz pastosa y ronca. Lo que me faltaba es que comenzaran a fallarme los músculos. ¿Dónde demonios estaba Izzy con esa ayuda? Comenzaba a decepcionarme esa chica. Cogí el vaso y lo dejé encima de la mesa. Me incorporé un poco, si tenía fiebre o no, no lo sabía, si me había cambiado el color tampoco lo sabía pero por la cara de Alec tenía que tener pinta de un muerto viviente. Básicamente como la tenía Valentina, completamente pálida, sudaba, ojos cristalinos y el labio roto hinchado pero sin color. -Alec, oblígala a tomarla, sino rompo la taza. -Alec, que en ese momento se le encendió la bombilla fue ayudar a Valentina, le hizo tomarse lo que había traído y la puso también en mi cama, no había una segunda en aquel cuarto. Aunque la cama era individual si me mantenía sobre un costado la chica cabía a la perfección pero acabé levantándome como pude y sentándome lo más lejos que pude llegar de la habitación. -Ayúdala.
-No sé quien es peor de los dos. -dijo molesto y yo sonreí. -No sé como puedes hacer algo así Jace.
-Mira por este lado, estamos en paz. -le dije refiriéndome a ese incidente con el demonio mayor. Él no mataba a demonios, él tenía que quedarse en la retaguardia vigilando que ni a Izzy ni a mí nos pasara nada. -Y no es culpa tuya. -le dije al borde de la inconsciencia.- Así que... deja de culparte. -solo pude ver como Alec me miraba con aire triste y con un suspiro en sus labios volvía a trabajar antes de desmayarme de nuevo.