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Una noche de descanso {Neil Vaisey}
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Una noche de descanso {Neil Vaisey}
Después de toda una semana de trabajo en el Pandemonium y los últimos días libres dedicados a patrullar las calles, por una noche sería mejor que me tomase un descanso. Llevaba ya un par de semanas en la ciudad y aún no había conseguido ninguna información sobre los vampiros que estaba buscando, y lo único que había averiguado eran algunas cosas sobre el resto de criaturas de la ciudad, como las hadas y los nefilim, o que el clan de vampiros de la ciudad solía alojarse en un hotel abandonado al que apodaban Hotel du Mort. No tenía intención alguna de pasarme por allí. Los nidos de vampiros son repugnantes y dudo que ninguno de ellos quisiera ayudarme a matar a tres, tanto si los conocían como si no.
Supongo que no me iría mal intentar centrarme un poco más en conocer la ciudad y hacer contactos que en pasarme las noches libres de callejón en callejón, comiendo asesinos y violadores o matando a otros vampiros, así que esa noche me puse algo de ropa más sencilla y me acerqué a un bar cerca del apartamento en el que me estaba quedando.
No tenía mucho donde elegir por el momento, así que opté por unos vaqueros negros ajustados, una camiseta sencilla de tirantes granate y una chupa de cuero por encima. Mi melena pelirroja la dejé parcialmente suelta, con un par de mechones recogidos atrás, y las puntas ligeramente onduladas.
Había bebido suficiente sangre de cerdo antes de salir como para no tener la necesidad de comerme a nadie esa noche, y con los colmillos guardados, manteniendo un aspecto lo más humano posible, me acerqué a ese bar tranquilo al final de la calle, Harry's, que parecía ser el típico bar tranquilo para tomar una cerveza, jugar al billar y poner algo de música entre los clásicos del rock. No era un mal sitio para conocer no solo otras criaturas, sino también humanos, y en el Pandemonium trato habitualmente con tanto bicho raro que sentirme algo más humana me vendrá bien.
Apenas entré me fijé en que no había mucha gente, apenas un par de chicos que jugaban al futbolín, una pareja que escogía una canción en una de esas máquinas clásicas y un par de moteros que tomaban unas cervezas en la barra.
Como vampiresa no podía saborear la comida, aunque podía probarla, pero no me servía absolutamente de nada, y con los refrescos o bebidas en general me pasaba lo mismo. Apenas notaba algunas texturas, como las burbujas, así que pedí una coca cola y me senté en la barra, cruzando las piernas y dando un pequeño sorbo al vaso en cuando me lo sirvieron.
Le dediqué una leve sonrisa amable al camarero, que me miró atontado por un momento antes de que le gritasen desde la parte de cocina, y me alegré de que al menos le dieran algo de lo que ocuparse. A veces esa especie de encanto de vampiro es un poco incómodo cuando se te quedan mirando como si no fueses de este mundo... aunque, para qué negarlo, yo ya no lo era.
Eché un fugaz vistazo a mi alrededor y esbocé una leve sonrisa con el ambiente. Por un momento, así, en un bar corriente, casi parecía una chica normal, hasta que eché un fugaz vistazo a un pequeño espejo de adorno tras la barra, donde obviamente no me reflejaba. Era lo bastante pequeño como para que nadie se diese cuenta, al menos nadie que no lo mirase a propósito, pero suficiente como para recordarme lo que soy, y que por mucho que intentase encajar, ya no hay sitio para mí aquí.
Supongo que no me iría mal intentar centrarme un poco más en conocer la ciudad y hacer contactos que en pasarme las noches libres de callejón en callejón, comiendo asesinos y violadores o matando a otros vampiros, así que esa noche me puse algo de ropa más sencilla y me acerqué a un bar cerca del apartamento en el que me estaba quedando.
No tenía mucho donde elegir por el momento, así que opté por unos vaqueros negros ajustados, una camiseta sencilla de tirantes granate y una chupa de cuero por encima. Mi melena pelirroja la dejé parcialmente suelta, con un par de mechones recogidos atrás, y las puntas ligeramente onduladas.
Había bebido suficiente sangre de cerdo antes de salir como para no tener la necesidad de comerme a nadie esa noche, y con los colmillos guardados, manteniendo un aspecto lo más humano posible, me acerqué a ese bar tranquilo al final de la calle, Harry's, que parecía ser el típico bar tranquilo para tomar una cerveza, jugar al billar y poner algo de música entre los clásicos del rock. No era un mal sitio para conocer no solo otras criaturas, sino también humanos, y en el Pandemonium trato habitualmente con tanto bicho raro que sentirme algo más humana me vendrá bien.
Apenas entré me fijé en que no había mucha gente, apenas un par de chicos que jugaban al futbolín, una pareja que escogía una canción en una de esas máquinas clásicas y un par de moteros que tomaban unas cervezas en la barra.
Como vampiresa no podía saborear la comida, aunque podía probarla, pero no me servía absolutamente de nada, y con los refrescos o bebidas en general me pasaba lo mismo. Apenas notaba algunas texturas, como las burbujas, así que pedí una coca cola y me senté en la barra, cruzando las piernas y dando un pequeño sorbo al vaso en cuando me lo sirvieron.
Le dediqué una leve sonrisa amable al camarero, que me miró atontado por un momento antes de que le gritasen desde la parte de cocina, y me alegré de que al menos le dieran algo de lo que ocuparse. A veces esa especie de encanto de vampiro es un poco incómodo cuando se te quedan mirando como si no fueses de este mundo... aunque, para qué negarlo, yo ya no lo era.
Eché un fugaz vistazo a mi alrededor y esbocé una leve sonrisa con el ambiente. Por un momento, así, en un bar corriente, casi parecía una chica normal, hasta que eché un fugaz vistazo a un pequeño espejo de adorno tras la barra, donde obviamente no me reflejaba. Era lo bastante pequeño como para que nadie se diese cuenta, al menos nadie que no lo mirase a propósito, pero suficiente como para recordarme lo que soy, y que por mucho que intentase encajar, ya no hay sitio para mí aquí.
Jessica Hamond- Vampiro
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 24/04/2014
Localización : De noche por cualquier sitio, de día... en fin, ya se sabe lo que pasaría si saliese.
Re: Una noche de descanso {Neil Vaisey}
Me he cansado de suplicarle al dueño que me deje tocar, así que aparezco esa noche guitarra en mano dispuesto a tocar o a fracasar en el intento. Antes de entrar me cruzo con dos señoras que, al parecer de regreso a casa, miran con mala cara mis tatuajes. Todo el mundo lo hace: parecen de pandillero. Tengo los brazos cubiertos de garabatos y dibujos que sólo yo entiendo y que a los demás les parecen muy raros. A mí me da igual. Entro y me encuentro con que el lugar no está demasiado lleno, pero podía ser peor. Allí no es como en el Pandemonium, no hay bichos raros ni adolescentes ególatras... o al menos eso espero. Repaso todo y me doy cuenta de que es casi la misma gente de siempre. ¿Tanto se nota que voy dos de cada tres días y que acabo mendigando las copas porque no tengo nunca el dinero suficiente? Mi madre tiene razón cuando me grita por las mañanas que llego crudo: el dinero no nos sobra y yo me lo gasto en tonterías.
Si sólo pudiera salir del bache... pero esa noche voy dispuesto a tocar, no a emborracharme como un imbécil. Tengo que dejar de hacerlo si espero algún día ser algo serio. Voy vestido normalmente, como siempre, porque no es que las mudas de ropa sean abundantes. Playera blanca y pantalones negros. Si una chica se fija demasiado bien podrá ver la silueta del tatuaje de mi espalda. ¿Por qué les fascina? ¿Les parezco un ángel? ¿Un ángel caído? Si supieran que existen y que los puedo ver... Bueno, eso arruinaría mi suerte ya bastante arruinada con las chicas últimamente. Estoy parado casi en la entrada, examinando el lugar, sin decidir si acercame a la barra o a una mesa cuando notó algo curioso: una chica no tiene reflejo.
Al principio pienso que son mis ojos, pero no, no son mis malditos ojos. La chica de verdad tendría que estar reflejada en el espejo. ¿Más fenómenos? No es posible, si en el bar nunca hay ninguno, pero bueno, al parecer mi suerte no abunda. Puede que hasta sea una sanguijuela amable o una de esos vampiros que tanto están de moda. Respiro hondo y me acerco a tentar a mi suerte que es lo único que se hacer. La chica es pelirroja y tiene un refresco enfrente de ella. ¿Sentirá el sabor? No sé nada de vampiros más que el sol los mata... igual que el fuego. No tengo idea de nada más, aunque llevo toda mi vida viéndolos... y evitándolos, también. Por eso del sentido de supervivencia básico.
—Que curioso —comento, sentándome a su lado, dejando la guitarra en el piso, hasta que llegue el dueño no sabré si puedo tocar o no y lo más probable es que me estampe un seguro no en la cara—. No todos los días encuentro a alguien sin reflejo en un lugar tan normal.
Pero bueno, ni siquiera había demasiados vampiros en el Pandemonium. Unos dos o tres me había tocado ver. En comparación con demás criaturas extrañas, parecía que esos vivían escondidos toda su vida. Y yo allí, tentando a mi suerte. Como si se me hubiera acabado el sentido de supervivencia y esas cosas.
Si sólo pudiera salir del bache... pero esa noche voy dispuesto a tocar, no a emborracharme como un imbécil. Tengo que dejar de hacerlo si espero algún día ser algo serio. Voy vestido normalmente, como siempre, porque no es que las mudas de ropa sean abundantes. Playera blanca y pantalones negros. Si una chica se fija demasiado bien podrá ver la silueta del tatuaje de mi espalda. ¿Por qué les fascina? ¿Les parezco un ángel? ¿Un ángel caído? Si supieran que existen y que los puedo ver... Bueno, eso arruinaría mi suerte ya bastante arruinada con las chicas últimamente. Estoy parado casi en la entrada, examinando el lugar, sin decidir si acercame a la barra o a una mesa cuando notó algo curioso: una chica no tiene reflejo.
Al principio pienso que son mis ojos, pero no, no son mis malditos ojos. La chica de verdad tendría que estar reflejada en el espejo. ¿Más fenómenos? No es posible, si en el bar nunca hay ninguno, pero bueno, al parecer mi suerte no abunda. Puede que hasta sea una sanguijuela amable o una de esos vampiros que tanto están de moda. Respiro hondo y me acerco a tentar a mi suerte que es lo único que se hacer. La chica es pelirroja y tiene un refresco enfrente de ella. ¿Sentirá el sabor? No sé nada de vampiros más que el sol los mata... igual que el fuego. No tengo idea de nada más, aunque llevo toda mi vida viéndolos... y evitándolos, también. Por eso del sentido de supervivencia básico.
—Que curioso —comento, sentándome a su lado, dejando la guitarra en el piso, hasta que llegue el dueño no sabré si puedo tocar o no y lo más probable es que me estampe un seguro no en la cara—. No todos los días encuentro a alguien sin reflejo en un lugar tan normal.
Pero bueno, ni siquiera había demasiados vampiros en el Pandemonium. Unos dos o tres me había tocado ver. En comparación con demás criaturas extrañas, parecía que esos vivían escondidos toda su vida. Y yo allí, tentando a mi suerte. Como si se me hubiera acabado el sentido de supervivencia y esas cosas.
Neil Vaisey- Mundano
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 16/05/2014
Localización : Por ahí...
Re: Una noche de descanso {Neil Vaisey}
Me gusta este lugar, es tranquilo y parece que todos van un poco a su rollo, sin meterse con nadie. Al menos aquí podía pasar una noche tranquila, descansar un poco y sentirme algo menos sobrenatural aunque solo fuese por unas horas. Tampoco había ningún hombre con pinta de querer acercarse a mí, por lo que no tendría que pegar a nadie, así que me sentía cómoda.
Apenas me pusieron el refresco, lo probé y dejé que las burbujas me hicieran cosquillas en los labios y la lengua. No me sabía a nada, pero la sensación me resultaba agradable.
Me fijé en ese pequeño espejo y en cómo no había nada que devolviese mi reflejo. Lo único que tenía para saber de mi aspecto eran las reacciones de los demás y lo que en su día me describió mi maestro, una preciosa chica pelirroja de largos cabellos ondulados y expresión inocente, de no más de dieciseis años. Supongo que no habría cambiado desde entonces, aunque en parte me habría gustado ver si me notaba diferente a mí misma frente a un espejo, de poder reflejarme. Si me notaría la palidez de mi piel o algún rasgo diferente a los que recordaba como míos.
Iba a tomar otro sorbo del vaso cuando noté que alguien se me acercaba demasiado. Le eché una mirada fugaz y vi que era un chico que aparentaba ser mayor que yo, aunque posiblemente tuviéramos una edad similar en años. Era bastante guapo, el tipo de chico que me habría hecho sonrojarme cuando estaba viva, pero ahora no sentía nada y me resultó totalmente indiferente. Me fijé un poco en los tatuajes de su cuerpo, pero no le di la mayor importancia hasta que dijo aquello...
Entonces me tensé por un momento y el baso tembló con la fuerza de mis dedos, centrando algo más mis ojos azules en el chico, con cierta desconfianza.
Su corazón late y noto el olor apetitoso de su sangre, si me centro en ello, pero tiene un olor distinto a esa chica con runas tatuadas que conocí hace poco en el Pandemonium. Sus tatuajes eran distintos, pero aun así pregunté de inicio algo a la defensiva, ya que no parecía sorprendido por mi falta de reflejo.
- ¿Eres uno de esos Nefilim?
Le pregunté directamente, aunque quise aclarar, por si acaso. Ya me habían dicho que, dependiendo de los casos, tratan mejor o peor a los que son como yo y lo que menos quiero ahora mismo es tener problemas con lo que sería la policía sobrenatural.
- Para que no pierdas el tiempo te aseguro que no pienso comerme a nadie ni he venido aquí por nada en particular. Solo quería pasar una noche tranquila, así que no tienes que preocuparte. Seguro que hay otros vampiros por ahí más peligrosos a los que puedes vigilar.
Dije eso más en un susurro, para evitar que se percatase el chico de la barra. La gente suele mirarte raro cuando hablas de vampiros u otro tipo de criaturas como si caminasen entre nosotros, ya que los humanos en ese aspecto no suelen ver más allá de sus narices.
Apenas me pusieron el refresco, lo probé y dejé que las burbujas me hicieran cosquillas en los labios y la lengua. No me sabía a nada, pero la sensación me resultaba agradable.
Me fijé en ese pequeño espejo y en cómo no había nada que devolviese mi reflejo. Lo único que tenía para saber de mi aspecto eran las reacciones de los demás y lo que en su día me describió mi maestro, una preciosa chica pelirroja de largos cabellos ondulados y expresión inocente, de no más de dieciseis años. Supongo que no habría cambiado desde entonces, aunque en parte me habría gustado ver si me notaba diferente a mí misma frente a un espejo, de poder reflejarme. Si me notaría la palidez de mi piel o algún rasgo diferente a los que recordaba como míos.
Iba a tomar otro sorbo del vaso cuando noté que alguien se me acercaba demasiado. Le eché una mirada fugaz y vi que era un chico que aparentaba ser mayor que yo, aunque posiblemente tuviéramos una edad similar en años. Era bastante guapo, el tipo de chico que me habría hecho sonrojarme cuando estaba viva, pero ahora no sentía nada y me resultó totalmente indiferente. Me fijé un poco en los tatuajes de su cuerpo, pero no le di la mayor importancia hasta que dijo aquello...
Entonces me tensé por un momento y el baso tembló con la fuerza de mis dedos, centrando algo más mis ojos azules en el chico, con cierta desconfianza.
Su corazón late y noto el olor apetitoso de su sangre, si me centro en ello, pero tiene un olor distinto a esa chica con runas tatuadas que conocí hace poco en el Pandemonium. Sus tatuajes eran distintos, pero aun así pregunté de inicio algo a la defensiva, ya que no parecía sorprendido por mi falta de reflejo.
- ¿Eres uno de esos Nefilim?
Le pregunté directamente, aunque quise aclarar, por si acaso. Ya me habían dicho que, dependiendo de los casos, tratan mejor o peor a los que son como yo y lo que menos quiero ahora mismo es tener problemas con lo que sería la policía sobrenatural.
- Para que no pierdas el tiempo te aseguro que no pienso comerme a nadie ni he venido aquí por nada en particular. Solo quería pasar una noche tranquila, así que no tienes que preocuparte. Seguro que hay otros vampiros por ahí más peligrosos a los que puedes vigilar.
Dije eso más en un susurro, para evitar que se percatase el chico de la barra. La gente suele mirarte raro cuando hablas de vampiros u otro tipo de criaturas como si caminasen entre nosotros, ya que los humanos en ese aspecto no suelen ver más allá de sus narices.
Jessica Hamond- Vampiro
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 24/04/2014
Localización : De noche por cualquier sitio, de día... en fin, ya se sabe lo que pasaría si saliese.
Re: Una noche de descanso {Neil Vaisey}
De cerca es más evidente que la chica pelirroja se trata de un vampiro. Quizá para alguien normal pase desapercibido, pero yo sé que no soy demasiado normal. Me doy cuenta antes de las cosas, las noto. Por ejemplo, la palidez mortal, el hecho de que siempre parecen demasiado inmóviles, e incluso, algunas veces, he llegado a vislumbrar los colmillos. Es fácil detectarlos, en realidad, como a los demonios o a… lo que sean los demás. O quizá sólo es fácil para mí… Me pregunto si habrá humanos como yo, que vean un poco más allá.
Pero al parecer, me confunden con un… ¿nefilim? Me tardo un poco en relacionar la palabra, porque la he oído muy pocas veces y pongo una cara de desconcierto hasta que me doy cuenta de que quizá lo que la hizo confundirse son los brazos tatuados. Vaya, así que tampoco conoce mucho de nefilims, por lo que me puedo dar cuenta, porque mis tatuajes… bueno, no se parecen demasiado a los de uno (aunque sólo me he topado con uno en el Pandemónium).
—¿Me crees nefilim? —sentí ganas de reír por aquello y luego de decirle que era un simple humano incapaz de hacer nada bien. Vale, quizá lo último no, pero en lo sucesivo prefería evitar a los nefilims: había acabado como presa para demonios—. Bueno… son tatuajes normales… —le enseñé el brazo—. Normales…
Sin embargo, todo lo que soltó después me llamó la atención. Parecía querer evitar los problemas y aseguraba que no planeaba comerse a nadie. ¿Un vampiro que reniega de sí mismo o evita comer humanos simplemente porque sí? No tenía ni idea. Cuando veía un vampiro daba la media vuelta y me marchaba, que era lo que debía de hacer en ese momento, en vez de buscar problemas de manera absolutamente gratuita. Pero no, me senté al lado de ella, pensando en preguntarle algunas cosas o… lo que fuera, estaba harto de no encontrar respuestas.
—Bueno, ya que sé que no me vas a comer… —empecé, pero me di cuenta de que no sabía muy bien como continuar. Nunca había hablado con un vampiro de verdad—, supongo que no importa que me quede aquí, ¿cierto? Digamos que soy un humano… o como quiera que nos llamen… con muy buena vista.
Fruncí el ceño. ¿Qué hacía contándole eso a una desconocida que además era una depredadora? Quizá era que quería respuestas o algo así, y la última vez que me había encontrado con lo sobrenatural no había obtenido demasiadas.
Pero al parecer, me confunden con un… ¿nefilim? Me tardo un poco en relacionar la palabra, porque la he oído muy pocas veces y pongo una cara de desconcierto hasta que me doy cuenta de que quizá lo que la hizo confundirse son los brazos tatuados. Vaya, así que tampoco conoce mucho de nefilims, por lo que me puedo dar cuenta, porque mis tatuajes… bueno, no se parecen demasiado a los de uno (aunque sólo me he topado con uno en el Pandemónium).
—¿Me crees nefilim? —sentí ganas de reír por aquello y luego de decirle que era un simple humano incapaz de hacer nada bien. Vale, quizá lo último no, pero en lo sucesivo prefería evitar a los nefilims: había acabado como presa para demonios—. Bueno… son tatuajes normales… —le enseñé el brazo—. Normales…
Sin embargo, todo lo que soltó después me llamó la atención. Parecía querer evitar los problemas y aseguraba que no planeaba comerse a nadie. ¿Un vampiro que reniega de sí mismo o evita comer humanos simplemente porque sí? No tenía ni idea. Cuando veía un vampiro daba la media vuelta y me marchaba, que era lo que debía de hacer en ese momento, en vez de buscar problemas de manera absolutamente gratuita. Pero no, me senté al lado de ella, pensando en preguntarle algunas cosas o… lo que fuera, estaba harto de no encontrar respuestas.
—Bueno, ya que sé que no me vas a comer… —empecé, pero me di cuenta de que no sabía muy bien como continuar. Nunca había hablado con un vampiro de verdad—, supongo que no importa que me quede aquí, ¿cierto? Digamos que soy un humano… o como quiera que nos llamen… con muy buena vista.
Fruncí el ceño. ¿Qué hacía contándole eso a una desconocida que además era una depredadora? Quizá era que quería respuestas o algo así, y la última vez que me había encontrado con lo sobrenatural no había obtenido demasiadas.
Neil Vaisey- Mundano
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 16/05/2014
Localización : Por ahí...
Re: Una noche de descanso {Neil Vaisey}
El chico parecía humano, pero también me lo habían parecido en su momento las dos chicas con tatuajes que había conocido en el Pandemonium durante los días de trabajo que llevaba en la ciudad, y sus tatuajes, sumado a la facilidad con la que me reconocieron como vampiro, es lo que había asociado con esos supuestos nefilim.
El chico pareció sorprendido cuando se lo dije, y entonces me dijo claramente que no lo era, y que sus tatuajes eran normales.
Le miré detenidamente por un momento. Es cierto que no tenían ese aspecto de runas que tenían los tatuajes de las otras dos chicas, pero entonces, ¿cómo había sabido que soy un vampiro?
Por un momento le miré algo escéptica, y aprovechando que el camarero no nos prestaba demasiada atención, me incliné un poco hacia el chico y aspiré suavemente su aroma. Al momento, el delicioso olor de su sangre hizo que me ardiese de sed la garganta, y al mirarle fijamente, mis colmillos salieron solos, alargándose de golpe.
De haber seguido viva, seguramente mis mejillas estarían como dos tomates.
Me aparté con claro gesto avergonzado, llevándome una mano a la boca y tapándome los colmillos, bastante apurada. Por suerte no creo que me haya visto nadie además de él. Aún es algo que me cuesta controlar, pero cuando huelo sangre humana muy de cerca, me entra hambre, me enfado o me excito de alguna manera, mis colmillos salen solos como si tuvieran un resorte.
Por un momento dejo de respirar y tras unos segundos guardo mis colmillos, apartando la mano de mi boca y aún mirando con cierta vergüenza al chico.
- Sí... hueles a humano.
No tenía ese toque algo más dulce que había olido en Kat, la chica nefilim con la que más traté en el Pandemonium, y sí que reconocía en él el olor más característico de un humano normal.
Iba a preguntarle entonces cómo había sabido lo que soy, pero cuando me contestó, me fijé por un momento en el espejo y esbocé una leve sonrisa, asintiendo con cierta evidencia.
- Ya veo... No suele haber gente tan observadora, pero teniendo en cuenta que no pareces asustado ni sorprendido diría que no soy la primera que ves. Me sorprende... por lo que sé la mayoría te habrían dejado seco.
Normalmente un vampiro que ve a un humano se lo cena, así que me sorprende que, habiendo visto a otros vampiros, esté de una pieza. O puede que fuera de esos músicos con aire gótico que imaginan que existen pero nunca los han visto de verdad. Si es el caso, es un alivio para él que haya sido la primera que se encuentra.
- ¿O es que simplemente tenías la esperanza de que existieran por algún tipo de fantasía oscura?
Pregunté con una leve sonrisa curiosa, dando un nuevo trago al refresco y notando el roce de las burbujas en mi garganta y el frío que el hielo daba a la bebida. Al menos eso parecía que distraía un poco la quemazón en mi garganta tras oler la sangre del chico.
El chico pareció sorprendido cuando se lo dije, y entonces me dijo claramente que no lo era, y que sus tatuajes eran normales.
Le miré detenidamente por un momento. Es cierto que no tenían ese aspecto de runas que tenían los tatuajes de las otras dos chicas, pero entonces, ¿cómo había sabido que soy un vampiro?
Por un momento le miré algo escéptica, y aprovechando que el camarero no nos prestaba demasiada atención, me incliné un poco hacia el chico y aspiré suavemente su aroma. Al momento, el delicioso olor de su sangre hizo que me ardiese de sed la garganta, y al mirarle fijamente, mis colmillos salieron solos, alargándose de golpe.
De haber seguido viva, seguramente mis mejillas estarían como dos tomates.
Me aparté con claro gesto avergonzado, llevándome una mano a la boca y tapándome los colmillos, bastante apurada. Por suerte no creo que me haya visto nadie además de él. Aún es algo que me cuesta controlar, pero cuando huelo sangre humana muy de cerca, me entra hambre, me enfado o me excito de alguna manera, mis colmillos salen solos como si tuvieran un resorte.
Por un momento dejo de respirar y tras unos segundos guardo mis colmillos, apartando la mano de mi boca y aún mirando con cierta vergüenza al chico.
- Sí... hueles a humano.
No tenía ese toque algo más dulce que había olido en Kat, la chica nefilim con la que más traté en el Pandemonium, y sí que reconocía en él el olor más característico de un humano normal.
Iba a preguntarle entonces cómo había sabido lo que soy, pero cuando me contestó, me fijé por un momento en el espejo y esbocé una leve sonrisa, asintiendo con cierta evidencia.
- Ya veo... No suele haber gente tan observadora, pero teniendo en cuenta que no pareces asustado ni sorprendido diría que no soy la primera que ves. Me sorprende... por lo que sé la mayoría te habrían dejado seco.
Normalmente un vampiro que ve a un humano se lo cena, así que me sorprende que, habiendo visto a otros vampiros, esté de una pieza. O puede que fuera de esos músicos con aire gótico que imaginan que existen pero nunca los han visto de verdad. Si es el caso, es un alivio para él que haya sido la primera que se encuentra.
- ¿O es que simplemente tenías la esperanza de que existieran por algún tipo de fantasía oscura?
Pregunté con una leve sonrisa curiosa, dando un nuevo trago al refresco y notando el roce de las burbujas en mi garganta y el frío que el hielo daba a la bebida. Al menos eso parecía que distraía un poco la quemazón en mi garganta tras oler la sangre del chico.
Jessica Hamond- Vampiro
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