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La noche es joven [Alec]
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La noche es joven [Alec]
Luego de la "cena de bienvenida" decidí ir a tomar las armas que ya había visto, para salir a recorrer la ciudad. No pensaba impartir justicia aquella noche, sólo recorrer, conocer el territorio, pero nunca está de más salir armada. Caminé por los extensos pasillos y subí las escaleras hasta la sala de armas, tome aire y abrí las puertas. Por alguna desconocida razón me emocionaba sobrenaturalmente entrar a aquella sala, era como llevar a un niño pequeño a una jugetería, donde todo era gratis. Tantos tipos de armas, y todos tan diferentes, la adrenalina corría por mis venas de solo pensarlo, pero había algo que no concordaba en el ambiente.
Un chico, volteado, parecía que no me había oído entrar. Hombros anchos, enfundados en un sweater gris y cabello negro, sedoso y brillante. Parecía que estar muy concentrado seleccionando cuchillos, y yo no tenía intención alguna de presentarme así que me dirigí hacia la parte opuesta y comencé a tomar los cuchillos de serafín que creía necesarios, cuando ya no pude perder más tiempo decidí ir a enfrentar al chico para poder tomar los pequeños cuchillos y irme.
Al voltearme noté que el tenía sus ojos clavados en mí, pero al devolverle la mirada, el sólo la alejó. Lanzó una pregunta algo tímida y poco modulada, pero entendible
- Sí, hace tiempo que entré, pero estabas tan concentrado que no quería molestarte - tenía unos hermosos y penetrantes ojos azules, era fornido, pero no al punto de parecer un cuerpo desagradable, sino lo justo y necesario. Era tímido y su porte demostraba a alguien asustadizo, pero semejante acusación era ilógica ya que era un cazador de sombras y nosotros nunca somos asustadizos - Soy Clare por cierto y ¿tu eres? - Extendí mi mano hacia él, pero al notar que no reaccionó al gesto, la baje algo ofendida. Estaba completamente convencida de que no lo vi en la cena, debido a que aquellos ojos no era algo que cualquiera olvida . - Un gusto, bueno necesito los cuchillos pequeños, ¿te harías a un lado? - aquella pregunta sonó descortés pero tenía mucha prisa , la noche no dura para siempre, y no faltaban muchas horas hasta que las calles se llenen de mundanos, y sea imposible caminar por ellas. Al ver que este se corrió, agradecí torpemente con un asentimiento de cabeza y comencé a tomar todos los cuchillos elegidos anteriormente.
Un chico, volteado, parecía que no me había oído entrar. Hombros anchos, enfundados en un sweater gris y cabello negro, sedoso y brillante. Parecía que estar muy concentrado seleccionando cuchillos, y yo no tenía intención alguna de presentarme así que me dirigí hacia la parte opuesta y comencé a tomar los cuchillos de serafín que creía necesarios, cuando ya no pude perder más tiempo decidí ir a enfrentar al chico para poder tomar los pequeños cuchillos y irme.
Al voltearme noté que el tenía sus ojos clavados en mí, pero al devolverle la mirada, el sólo la alejó. Lanzó una pregunta algo tímida y poco modulada, pero entendible
- Sí, hace tiempo que entré, pero estabas tan concentrado que no quería molestarte - tenía unos hermosos y penetrantes ojos azules, era fornido, pero no al punto de parecer un cuerpo desagradable, sino lo justo y necesario. Era tímido y su porte demostraba a alguien asustadizo, pero semejante acusación era ilógica ya que era un cazador de sombras y nosotros nunca somos asustadizos - Soy Clare por cierto y ¿tu eres? - Extendí mi mano hacia él, pero al notar que no reaccionó al gesto, la baje algo ofendida. Estaba completamente convencida de que no lo vi en la cena, debido a que aquellos ojos no era algo que cualquiera olvida . - Un gusto, bueno necesito los cuchillos pequeños, ¿te harías a un lado? - aquella pregunta sonó descortés pero tenía mucha prisa , la noche no dura para siempre, y no faltaban muchas horas hasta que las calles se llenen de mundanos, y sea imposible caminar por ellas. Al ver que este se corrió, agradecí torpemente con un asentimiento de cabeza y comencé a tomar todos los cuchillos elegidos anteriormente.
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Re: La noche es joven [Alec]
Cuando por fin pudo escapar de la enfermería, decidió refugiarse en la sala de armas. Dudaba que Jace fuera a salir en el pronto tiempo, ya que no creía que volviera a ir de cacería solo, sino que esperaría a que el se repusiera. Alec necesitaba pensar, y además, sentirse un poco útil, ya que llevaba días sólo estando acostado, sin poder hacer nada más, recibiendo visitas y sintiéndose incómodo por estas: todos parecían mirarle como si fuera extremadamente frágil o como si hubiera vuelto de las puertas de la muerte (cosa que le incomodaba a pesar que era cierto).
El trabajo mecánico de limpiar armas y ordenarlas según su utilidad le serviría a Alec para distraerse de esas visitas y para pensar en el rostro que más había deseado ver pero que había estado ausente, probablemente porque había considerado la situación. Magnus estaba presente en su mente, y cada vez sentía más cerca el momento de cumplir su promesa, su "pronto" y se avergonzaba pensando en como sería, o en como lograría tener el valor necesario para cambiar su pronto por su "ahora" y que no quedara una situación como algo excesivamente planeado, cosa que le haría sentir más incómodo.
Estaba tan concentrado en su trabajo y en sus pensamientos, que no noto que la chica entró. No fue hasta que comenzó a hacer ruido con los cuchillos que acababa de acomodar que se percató de su presencia. No pudo evitar sobresaltarse y mirarla con cierta cuota de fastidio, pensando en que era sumamente descortés entrar en una habitación sin darse a conocer. Además, si bien el Instituto era el hogar de todo nefilim que pidiera asilo, Alec vivía allí de modo prácticamente permanente. Y si a todo eso le sumabas el hecho de que estaba pensando en cosas muy privadas, no pudo evitar ponerse nervioso y musitar a la vez que el sonrojo se abría paso a sus mejillas - ¿De...desde cuando estas aquí? ¿Quién eres?
Clare... No había oído ese nombre... ¿Tanto tiempo había pasado en la enfermería? ¿Tan desactualizado estaba respecto de quien vivía en el instituto? Hizo una mueca, antes de responder, con la seriedad que le era característica - Soy Alec Lightwood. - Eso de seguro la ilustraba con respecto a quien era. Le molestaba que viniera gente desconocida y esperaran que les pusieran una alfombra roja para abrirles la puerta al mundo del Instituto. No pudo evitar mirarla con cierto enojo cuando se comportó de un modo tan descortés, y se movió solamente porque había terminado. - Espero que si te crees con la preparación necesaria para salir sola de cacería seas también lo suficientemente responsable como para devolver las armas a su lugar... limpias. - le espetó con antipatía, luego de todo el empeño que había puesto en organizar las armas, venían a romper con el orden. La miró de brazos cruzados, como buscando advertirla de que el Instituto no era un viva la pepa, sino un sitio donde se trabajaba en equipo por el bien común y que tenía ciertas normas de convivencia.
El trabajo mecánico de limpiar armas y ordenarlas según su utilidad le serviría a Alec para distraerse de esas visitas y para pensar en el rostro que más había deseado ver pero que había estado ausente, probablemente porque había considerado la situación. Magnus estaba presente en su mente, y cada vez sentía más cerca el momento de cumplir su promesa, su "pronto" y se avergonzaba pensando en como sería, o en como lograría tener el valor necesario para cambiar su pronto por su "ahora" y que no quedara una situación como algo excesivamente planeado, cosa que le haría sentir más incómodo.
Estaba tan concentrado en su trabajo y en sus pensamientos, que no noto que la chica entró. No fue hasta que comenzó a hacer ruido con los cuchillos que acababa de acomodar que se percató de su presencia. No pudo evitar sobresaltarse y mirarla con cierta cuota de fastidio, pensando en que era sumamente descortés entrar en una habitación sin darse a conocer. Además, si bien el Instituto era el hogar de todo nefilim que pidiera asilo, Alec vivía allí de modo prácticamente permanente. Y si a todo eso le sumabas el hecho de que estaba pensando en cosas muy privadas, no pudo evitar ponerse nervioso y musitar a la vez que el sonrojo se abría paso a sus mejillas - ¿De...desde cuando estas aquí? ¿Quién eres?
Clare... No había oído ese nombre... ¿Tanto tiempo había pasado en la enfermería? ¿Tan desactualizado estaba respecto de quien vivía en el instituto? Hizo una mueca, antes de responder, con la seriedad que le era característica - Soy Alec Lightwood. - Eso de seguro la ilustraba con respecto a quien era. Le molestaba que viniera gente desconocida y esperaran que les pusieran una alfombra roja para abrirles la puerta al mundo del Instituto. No pudo evitar mirarla con cierto enojo cuando se comportó de un modo tan descortés, y se movió solamente porque había terminado. - Espero que si te crees con la preparación necesaria para salir sola de cacería seas también lo suficientemente responsable como para devolver las armas a su lugar... limpias. - le espetó con antipatía, luego de todo el empeño que había puesto en organizar las armas, venían a romper con el orden. La miró de brazos cruzados, como buscando advertirla de que el Instituto no era un viva la pepa, sino un sitio donde se trabajaba en equipo por el bien común y que tenía ciertas normas de convivencia.
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Re: La noche es joven [Alec]
¿A caso eramos niños? ¿buscando ver quién cae primero y comienza el pleito?. Su postura ahora erguida y rígida, acompañada por una voz, audible y condescendiente provocó que me volteara indignada. Comprendo que mi llegada haya sido algo -completamente- imprevista, carente de cualquier formalidad previa a la misma, pero según tengo entendido, el instituto debería mantener sus puertas abiertas hacia cualquier hijo de los Nefilim que se presentara en busca de asilo, librandolo de la necesidad de buscar una fecha de partida cercana. No está de más mencionar que aquella insensatez no justifica su hostilidad, necesitaría alguna otra razón, más convincente y con un mayor argumento, para explicar su desagrado.
Mis mejillas ardían, podría sentir la sangre hirviendo corriendo hacia mi rostro, ¿Tenía necesidad de realizar tales insinuaciones hacia mi persona, sin siquiera conocer mis propósitos para aquella noche? ¿he provocado des-intencionadamente su instantáneo desprecio? - Respira - me dije a mi misma, tal vez sólo no le agrada la gente nueva. Conté hasta veinte - claro, porque diez no fue suficiente, nunca lo es- y respondí, sin ira, más bien perspicaz, frente a tal descabellada situación. Ya que al realizar un análisis completo, el tal Alec, me brindó demasiados puntos con los cuales poder hacer algún que otro comentario ingenioso
- Obviamente, no esta de más mencionar que poseo extraordinarias habilidades tanto para la limpieza como para la batalla - nunca están de más algunas mentiras blancas. Casi nunca realizaba el aseo, no importaba donde estuviera, debía ser alguna vieja y mala costumbre, esperar que todo aparezca limpio y ordenado - Ahora, podríamos continuar tratándonos con está hostilidad - comencé a recorrer la habitación con una fachada de superioridad y revisando secretamente mi reloj, unos minutos para la media noche - o podríamos fingir que nada de esto ocurrió y volver a empezar ¿Es acaso una alternativa para ti? ¿o necesitas esperar a ver el resultado de mi limpieza para decidir si es buena idea entablar algún tipo de relación conmigo? - me acerque a él, no demasiado, sólo lo necesario para que pueda notar mi desafiante mirada. En momentos sentía la ira volver, pero contar ayudaba, no lograba calmarla por completo, pero apaciguar la durante un momento era suficiente para continuar aquella hostil charla sin estrangular a nadie.
Mis mejillas ardían, podría sentir la sangre hirviendo corriendo hacia mi rostro, ¿Tenía necesidad de realizar tales insinuaciones hacia mi persona, sin siquiera conocer mis propósitos para aquella noche? ¿he provocado des-intencionadamente su instantáneo desprecio? - Respira - me dije a mi misma, tal vez sólo no le agrada la gente nueva. Conté hasta veinte - claro, porque diez no fue suficiente, nunca lo es- y respondí, sin ira, más bien perspicaz, frente a tal descabellada situación. Ya que al realizar un análisis completo, el tal Alec, me brindó demasiados puntos con los cuales poder hacer algún que otro comentario ingenioso
- Obviamente, no esta de más mencionar que poseo extraordinarias habilidades tanto para la limpieza como para la batalla - nunca están de más algunas mentiras blancas. Casi nunca realizaba el aseo, no importaba donde estuviera, debía ser alguna vieja y mala costumbre, esperar que todo aparezca limpio y ordenado - Ahora, podríamos continuar tratándonos con está hostilidad - comencé a recorrer la habitación con una fachada de superioridad y revisando secretamente mi reloj, unos minutos para la media noche - o podríamos fingir que nada de esto ocurrió y volver a empezar ¿Es acaso una alternativa para ti? ¿o necesitas esperar a ver el resultado de mi limpieza para decidir si es buena idea entablar algún tipo de relación conmigo? - me acerque a él, no demasiado, sólo lo necesario para que pueda notar mi desafiante mirada. En momentos sentía la ira volver, pero contar ayudaba, no lograba calmarla por completo, pero apaciguar la durante un momento era suficiente para continuar aquella hostil charla sin estrangular a nadie.
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Re: La noche es joven [Alec]
No sabía si era el encierro o que, quizás, estuviera extrañando a Magnus, pero cada vez estaba más harto de las chiquillas con ínfulas que venían al instituto a esperar que las tratasen como si fuera una maldita princesa amazona capaz de matar a todos los demonios del planeta sin sufrir un rasguño. Para colmo, luego, ocupaban lugar en la enfermería y pasaban días lloriqueando como unas nenas de mamá que se cansaron de jugar a la guerra y esperaban que les sirvieran en todo, ya que, después de todo, habían salido heridas buscando el "bien común". Lástima que no habían encontrado ni la punta de ese hilo, ¿verdad?
Suspiró, intentando tranquilizarse, aunque deseaba expulsarla de ahí, que lo dejara sólo con sus pensamientos. Pero sabía que Maryse, su madre, se enfadaría terriblemente de saber que daba tan mal ejemplo a los pequeños cazadores de sombras que venían a probar suerte a la noche de Nueva York como un mundano va a probar suerte a Las Vegas. Sonrió forzadamente, e intento sonar amable al decir - Estoy ansioso por ver que tan talentosa eres para la limpieza. De seguro cuando salgas herida por alguna imprudencia, tendrás tiempo de sobra para demostrarnos tu talento - De acuerdo, pensó Alec, quizás podría haber sonado más amable... Que más da, quizás así chille un poco menos mientras le trazan iratzes.
- Deberías saber que las cosas no pueden olvidarse ni fingir que no existieron. Sería una estupidez intentarlo. Demuestra que eres capaz de ser responsable y quizás así tenga interés en ayudarte a entrenar. - dijo, de un modo quizás demasiado duro, dando a entender que el no iba por la vida buscando amigos ni nada de eso. Demostraba que su confianza era algo difícil de ganar, y que era un cazador experimentado: Mejor no te encariñes rápido, no sabes si sobrevivirás la noche.
Sin embargo, a pesar de no mostrar nada de empatía por la completa extraña que intentaba entablar una conversación con él, sintió una puntada de remordimiento. Él también había salido sólo de cacería, aunque con otros fines menos egoístas... Había salido a resguardar la espalda de su parabatai, no había podido consigo mismo... A pesar de que en ese entonces estaban peleados, el pensar que podía salir herido le desesperaba y lo había obligado a salir en su búsqueda, de una forma completamente imprudente. Lo había pagado caro, ahora se daba cuenta de ello, mientras añoraba las tardes en lo de Magnus y las reemplazaba por limpiar armas, sólo para tener algo que hacer y pensar menos.
Suspiró de nuevo, decidiendo que quizás debiera darle una oportunidad a la chiquilla y advertirla de nuevo. Quizás tuviera dos dedos de frente y supiera aceptar el consejo. - No se de que instituto provienes... Pero no es seguro que salgas sola... Nueva York es más peligrosa de lo que parece y tiene oscuridad a la vuelta de cada esquina... Busca a alguien que te acompañe... - No seas tan estúpida y arrebatada como fui yo, pensó, sólo para sus adentros. Después de todo, la responsabilidad como cazador dentro del instituto también le servía de distracción.
Suspiró, intentando tranquilizarse, aunque deseaba expulsarla de ahí, que lo dejara sólo con sus pensamientos. Pero sabía que Maryse, su madre, se enfadaría terriblemente de saber que daba tan mal ejemplo a los pequeños cazadores de sombras que venían a probar suerte a la noche de Nueva York como un mundano va a probar suerte a Las Vegas. Sonrió forzadamente, e intento sonar amable al decir - Estoy ansioso por ver que tan talentosa eres para la limpieza. De seguro cuando salgas herida por alguna imprudencia, tendrás tiempo de sobra para demostrarnos tu talento - De acuerdo, pensó Alec, quizás podría haber sonado más amable... Que más da, quizás así chille un poco menos mientras le trazan iratzes.
- Deberías saber que las cosas no pueden olvidarse ni fingir que no existieron. Sería una estupidez intentarlo. Demuestra que eres capaz de ser responsable y quizás así tenga interés en ayudarte a entrenar. - dijo, de un modo quizás demasiado duro, dando a entender que el no iba por la vida buscando amigos ni nada de eso. Demostraba que su confianza era algo difícil de ganar, y que era un cazador experimentado: Mejor no te encariñes rápido, no sabes si sobrevivirás la noche.
Sin embargo, a pesar de no mostrar nada de empatía por la completa extraña que intentaba entablar una conversación con él, sintió una puntada de remordimiento. Él también había salido sólo de cacería, aunque con otros fines menos egoístas... Había salido a resguardar la espalda de su parabatai, no había podido consigo mismo... A pesar de que en ese entonces estaban peleados, el pensar que podía salir herido le desesperaba y lo había obligado a salir en su búsqueda, de una forma completamente imprudente. Lo había pagado caro, ahora se daba cuenta de ello, mientras añoraba las tardes en lo de Magnus y las reemplazaba por limpiar armas, sólo para tener algo que hacer y pensar menos.
Suspiró de nuevo, decidiendo que quizás debiera darle una oportunidad a la chiquilla y advertirla de nuevo. Quizás tuviera dos dedos de frente y supiera aceptar el consejo. - No se de que instituto provienes... Pero no es seguro que salgas sola... Nueva York es más peligrosa de lo que parece y tiene oscuridad a la vuelta de cada esquina... Busca a alguien que te acompañe... - No seas tan estúpida y arrebatada como fui yo, pensó, sólo para sus adentros. Después de todo, la responsabilidad como cazador dentro del instituto también le servía de distracción.
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Re: La noche es joven [Alec]
No podía evitar mirar el reloj ¡Por el ángel! seis horas para que el sol se eleve... en seis horas, no terminaría de recorrer el instituto ni aunque fuera dentro de un condenado automóvil, no tenía tiempo, ni ganas suficientes como para poder terminar con esta estúpida rabieta hasta que oí aquel comentario, completamente insultante y cargado de ironía, "cuando salgas herida".
Lo acepto yo no era de las mejores cazadoras de sombras que hayan existido, no había matado muchos demonios o subterráneos infringiendo la ley, pero era demasiado buena para enfrentarme contra ellos y conseguir de alguna astuta y ágil manera salir ilesa, y al oír semejante comentario, obviamente esperado de un hombre, fue como si el correr de las horas se detuviera y ya nada importara, más que decir blasfemias hasta hacerlo llorar. Pero una pequeña parte consciente de mi mente, sugirió que lo dejara terminar de hablar, y de alguna manera responder sensatamente, si todavía tenía deseos de irme. Cuando este terminó su plática, mi orgullo no pudo mantener mi gran boca cerrada.
- Deberías dejar esa fachada de arrogancia para alguien a quien intimides, porque deberías comprender, ya que eres tan completo como cazador, que tus palabras no me hieren. Lamento arruinar tu ilusión, pero es la cruda verdad -. Solé, maldita boca, maldito orgullo.- No tengo intenciones de ir a cazar por mi cuenta, aunque no tengo porque darte ningún tipo de explicaciones claro está, ya que es de poca relevancia para ti, saber dónde o con quién salgo del instituto -. Comencé mi recorrido el cual constaba en caminar a su alrededor con el fin ponerlo nervioso, pero este no funcionó.- No provengo de ningún instituto Alexander -. Escupí su nombre, como si fuese veneno, el cual retenerlo mucho tiempo me quemaría la boca.- Y no necesito a alguien que me acompañe -. Mi recorrido terminó y me situé frente a él, como anteriormente había hecho. A pesar de que mi misión auto-impuesta de intimidarlo, no tuvo efecto alguno sobre él, su semblante arrogante cambió al de alguien resignado, como si ya no tuviera importancia seguir discutiendo, por el simple hecho, de que él vivió situaciones similares.
- Cuando esté herida, te doy el completo permiso para hacer un pequeño viaje, desde tu habitación hacia la enfermería y soltar un gran "te advertí", y si quieres hacer un baile de victoria, ya no importaría, porque a tu parecer, estaré completa y totalmente destrozada por algún mundano borracho -. Él suprimió una risa, pero como su rostro sus ojos no pudieron ocultar aquel brillo de diversión -. Niégame que esos no son tus pensamientos, júralo, porque se puede ver a kilómetros de distancia, que posees la más idiota de las ideas, sobre que saldré gravemente herida ya que subestimo el peligro de una oscura ciudad, muy visitada por la maldad y la estupidez -. Separé mis brazos cruzados y los dejé caer a mis costados.- ¿Y eso por qué?, por pre juzgarme, sin conocerme en lo absoluto -. Había dos simples opciones, o Iglesia, atacó su lengua y no puede pronunciar palabras coherentes o su boca se secó en reacción a mis palabras, no podía sentirme más satisfecha.
Lo acepto yo no era de las mejores cazadoras de sombras que hayan existido, no había matado muchos demonios o subterráneos infringiendo la ley, pero era demasiado buena para enfrentarme contra ellos y conseguir de alguna astuta y ágil manera salir ilesa, y al oír semejante comentario, obviamente esperado de un hombre, fue como si el correr de las horas se detuviera y ya nada importara, más que decir blasfemias hasta hacerlo llorar. Pero una pequeña parte consciente de mi mente, sugirió que lo dejara terminar de hablar, y de alguna manera responder sensatamente, si todavía tenía deseos de irme. Cuando este terminó su plática, mi orgullo no pudo mantener mi gran boca cerrada.
- Deberías dejar esa fachada de arrogancia para alguien a quien intimides, porque deberías comprender, ya que eres tan completo como cazador, que tus palabras no me hieren. Lamento arruinar tu ilusión, pero es la cruda verdad -. Solé, maldita boca, maldito orgullo.- No tengo intenciones de ir a cazar por mi cuenta, aunque no tengo porque darte ningún tipo de explicaciones claro está, ya que es de poca relevancia para ti, saber dónde o con quién salgo del instituto -. Comencé mi recorrido el cual constaba en caminar a su alrededor con el fin ponerlo nervioso, pero este no funcionó.- No provengo de ningún instituto Alexander -. Escupí su nombre, como si fuese veneno, el cual retenerlo mucho tiempo me quemaría la boca.- Y no necesito a alguien que me acompañe -. Mi recorrido terminó y me situé frente a él, como anteriormente había hecho. A pesar de que mi misión auto-impuesta de intimidarlo, no tuvo efecto alguno sobre él, su semblante arrogante cambió al de alguien resignado, como si ya no tuviera importancia seguir discutiendo, por el simple hecho, de que él vivió situaciones similares.
- Cuando esté herida, te doy el completo permiso para hacer un pequeño viaje, desde tu habitación hacia la enfermería y soltar un gran "te advertí", y si quieres hacer un baile de victoria, ya no importaría, porque a tu parecer, estaré completa y totalmente destrozada por algún mundano borracho -. Él suprimió una risa, pero como su rostro sus ojos no pudieron ocultar aquel brillo de diversión -. Niégame que esos no son tus pensamientos, júralo, porque se puede ver a kilómetros de distancia, que posees la más idiota de las ideas, sobre que saldré gravemente herida ya que subestimo el peligro de una oscura ciudad, muy visitada por la maldad y la estupidez -. Separé mis brazos cruzados y los dejé caer a mis costados.- ¿Y eso por qué?, por pre juzgarme, sin conocerme en lo absoluto -. Había dos simples opciones, o Iglesia, atacó su lengua y no puede pronunciar palabras coherentes o su boca se secó en reacción a mis palabras, no podía sentirme más satisfecha.
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