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Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
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Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
El último tramo del viaje tuve que recorrerlo a pie porque el camino era demasiado estrecho para que el jep pasara. Me despedí del guía con una sonrisa a la que él respondió con duda, supongo que se preguntaba que demonios hacía una adolescente a las tres de la mañana visitando los acantilados. No lo culpo, después de todo era bastante extraño. Sin embargo no hizo preguntas y se fue dejándome sola. El olor a agua salada me indico que no faltaba mucho de manera que encendí mi Ipod y empece con la caminata.
Los acantilados son sumamente peligrosos, el trayecto es largo y no hay demasiado que ver. La gente no sube hasta allí mucho menos en plena mañana y quien lo haga esta loco. Esas habían sido las palabras exactas del guía cuando toque a su puesta pasada la medianoche para pedirle que me llevara. Como era de suponer se negó de forma que no me quedo mas remedió que obligarlo y luego hacerlo olvidar, un método sucio pero funcional. De lo contrario jamas habría logrado subir.
El camino no siempre era intransitable, durante el verano los turista subían con facilidad e incluso organizaban acampadas pero en pleno otoño el viento y la humedad hacían del viaje una verdadera pesadilla a menos que tuvieras una verdadera razón para querer subir. Yo en realidad no la tenia, había sido mas un impulso que una acción pensada y planificada, de hecho ni siquiera estaba segura de como iba a regresar o que iba a hacer cuando estuviera allá...aunque eso no era del todo cierto. La verdadera razón por la que había obligado a un mundano a llevarme a un lugar desierto a las tres de la madrugada era porque no había nadie al rededor.
Cuando llegue al final de la senda me quede sin palabras y sin poder evitarlo solté una carcajada que reboto en las rocas antes de escapar en dirección al mar. El lugar era increíble. Me di cuenta quemi atuendo probablemente no era el mas indicado cuando el viento salado azoto mis piernas pero lo ignore, estaba demasiado ocupada mirando a mi alrededor cada sección del océano aun oscuro. El agua resplandecía de forma tenebrosa y se juntaba con un cielo igual de oscuro que aun no estaba dispuesto a despertar. Las ráfagas de viento eran tan poderosas que por un momento creí que me tirarían al suelo pero una vez me acostumbre finalmente pude caminar hacia el borde y agradecí jamas haberle tenido miedo a las alturas porque el suelo parecía increíblemente lejano y si eso no fuera poco ademas estaba poblado de afiladas rocas dispuestas a despedazar cualquier cosa que cayera.
Tal y como lo haría una loca me saque la chaqueta y me pare justo al borde con los brazos extendidos dejando que el viento chocara contra mí, de inmediato sentí mis plumas erizarse y mi cabello soltarse de mi cola de caballo para esparcirse como una especie de ave salvaje a mi alrededor.
-¡SOY LA REINA DEL MUNDO!-grite a pleno pulmón antes de echarme a reír. Y por un momento todo fue perfecto,
Los acantilados son sumamente peligrosos, el trayecto es largo y no hay demasiado que ver. La gente no sube hasta allí mucho menos en plena mañana y quien lo haga esta loco. Esas habían sido las palabras exactas del guía cuando toque a su puesta pasada la medianoche para pedirle que me llevara. Como era de suponer se negó de forma que no me quedo mas remedió que obligarlo y luego hacerlo olvidar, un método sucio pero funcional. De lo contrario jamas habría logrado subir.
El camino no siempre era intransitable, durante el verano los turista subían con facilidad e incluso organizaban acampadas pero en pleno otoño el viento y la humedad hacían del viaje una verdadera pesadilla a menos que tuvieras una verdadera razón para querer subir. Yo en realidad no la tenia, había sido mas un impulso que una acción pensada y planificada, de hecho ni siquiera estaba segura de como iba a regresar o que iba a hacer cuando estuviera allá...aunque eso no era del todo cierto. La verdadera razón por la que había obligado a un mundano a llevarme a un lugar desierto a las tres de la madrugada era porque no había nadie al rededor.
Cuando llegue al final de la senda me quede sin palabras y sin poder evitarlo solté una carcajada que reboto en las rocas antes de escapar en dirección al mar. El lugar era increíble. Me di cuenta quemi atuendo probablemente no era el mas indicado cuando el viento salado azoto mis piernas pero lo ignore, estaba demasiado ocupada mirando a mi alrededor cada sección del océano aun oscuro. El agua resplandecía de forma tenebrosa y se juntaba con un cielo igual de oscuro que aun no estaba dispuesto a despertar. Las ráfagas de viento eran tan poderosas que por un momento creí que me tirarían al suelo pero una vez me acostumbre finalmente pude caminar hacia el borde y agradecí jamas haberle tenido miedo a las alturas porque el suelo parecía increíblemente lejano y si eso no fuera poco ademas estaba poblado de afiladas rocas dispuestas a despedazar cualquier cosa que cayera.
Tal y como lo haría una loca me saque la chaqueta y me pare justo al borde con los brazos extendidos dejando que el viento chocara contra mí, de inmediato sentí mis plumas erizarse y mi cabello soltarse de mi cola de caballo para esparcirse como una especie de ave salvaje a mi alrededor.
-¡SOY LA REINA DEL MUNDO!-grite a pleno pulmón antes de echarme a reír. Y por un momento todo fue perfecto,
Última edición por Kat Luxford el Miér Jun 11, 2014 8:23 pm, editado 1 vez
Kat Luxford- Nefilims
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Fecha de inscripción : 03/05/2014
Localización : Aquí, allá...Busca los desastres, seguro me encuentras
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
No había un motivo especial para encontrarme en los acantilados a estas horas de la madrugada, pero ya que estaba allí sería apropiado aprovechar el momento y descubrir lugares nuevos, ya sean para mí o para que sirvan a mi padre. Lo más probable es al final todos los lugares que descubriera allí serían para mi uso y disfrute personal. Padre ya tenía todo lo que quería, que era la sangre de esos subterráneos. No me necesitaba para realizar el hechizo y como mi presencia allí no era necesaria decidí salir. En su escondí no haría nada productivo y me gustaba mantenerme ocupado, no me gustaba aburrirme. Cuando lo hacía las cosas podrían ponerse bastante feas, todavía me acordaba de esas pocas veces que Valentine me había pillado torturando a algunas criaturas, esa parte le daba igual pero no soportaba que le desobedeciera y cada vez que me aburría lo hacía. Por suerte ya me consideraba lo bastante mayor para dejarme tranquilo la mayoría del tiempo, sin contar que si me lo proponía podría matarle cuando quisiera y él lo sabía. Me daría igual, tal vez la mentara algo su muerte, pero no demasiado. Tenía mis propios planes y en ellos mi padre no estaba incluido, por desgracia para él.
Por la noche en Nueva York refrescaba o sería la estación, daba igual. Con un abrigo cerrado hasta arriba y con mis manos dentro de los bolsillos caminaba por zonas poco concurridas de la ciudad. No tenía ganas de encontrarme con alguien y acabar matándolo por haberse metido con la persona equivocada, que por las pocas cosas que había leído en los periódicos mundanos era lo que sucedía la mayor parte del tiempo. Algo bastante estúpido por su parte ¿pero que podía esperar de personas tan cortas de miras? No se podía esperar demasiado, lamentaba a todas a esas personas que ponían esperanzas vanas en aquellas personas inútiles. Todos los mundanos los eran.
Estaba caminando sin rumbo. Solo iba caminando, intentando dejar atrás todo el jaleo de la ciudad y lo conseguí sin duda. Después de tanto caminar acabé en los acantilados, un lugar que resultaba increíble. Tierra que se mantenía firme a pesar de las continuos golpes del mar contra ella, el agua la corrompía y lo único que conseguía le agua era que las paredes fueran mucho más peligrosas. Caminé con las manos en los bolsillos, observando que no se distinguía lo que era mar y que era el cielo nocturno. La luna se reflejaba sobre el agua, que deformaba la luz por la corriente. No podía negar que era un lugar fantástico para que uno se relajara por completo y al parecer no era el único que lo había pensando.
A lo lejos pude ver una figura claramente femenina, tal vez me entretuve demasiado en algunos partes de su cuerpo mientras que la examinaba de arriba y abajo. Me acerqué a la chica con mi habitual paso silencioso, por lo que estaba haciendo la chica no se había dado cuenta que estaba allí. Sonreí de lado cuando la chica se acercó al borde del acantilado. Me gustaba la valentía que estaba demostrando la muchacha, aunque tal vez se podría ver como gran estupidez, pero al tener una bonita figura prefería que fuera valentía. La joven en el borde del acantilado se quitó la chaqueta, extendió los brazos y gritó a pleno pulmón. Sonreí de una forma que dejaba claro que me la quería comer entera, enseguida la borré y la convertí en una sonrisa divertida.
-¿Tu crees? -le dije a su espaldas todavía con la sonrisa divertida en los labios. La verdad es que sus palabras me habían divertido. El viento azotaba mi cabello ahora azabache, por lo menos esta vez mis ojos oscuros no sobresaltaban demasiado por el color de mi cabello. Esperé a la reacción de la joven.
Por la noche en Nueva York refrescaba o sería la estación, daba igual. Con un abrigo cerrado hasta arriba y con mis manos dentro de los bolsillos caminaba por zonas poco concurridas de la ciudad. No tenía ganas de encontrarme con alguien y acabar matándolo por haberse metido con la persona equivocada, que por las pocas cosas que había leído en los periódicos mundanos era lo que sucedía la mayor parte del tiempo. Algo bastante estúpido por su parte ¿pero que podía esperar de personas tan cortas de miras? No se podía esperar demasiado, lamentaba a todas a esas personas que ponían esperanzas vanas en aquellas personas inútiles. Todos los mundanos los eran.
Estaba caminando sin rumbo. Solo iba caminando, intentando dejar atrás todo el jaleo de la ciudad y lo conseguí sin duda. Después de tanto caminar acabé en los acantilados, un lugar que resultaba increíble. Tierra que se mantenía firme a pesar de las continuos golpes del mar contra ella, el agua la corrompía y lo único que conseguía le agua era que las paredes fueran mucho más peligrosas. Caminé con las manos en los bolsillos, observando que no se distinguía lo que era mar y que era el cielo nocturno. La luna se reflejaba sobre el agua, que deformaba la luz por la corriente. No podía negar que era un lugar fantástico para que uno se relajara por completo y al parecer no era el único que lo había pensando.
A lo lejos pude ver una figura claramente femenina, tal vez me entretuve demasiado en algunos partes de su cuerpo mientras que la examinaba de arriba y abajo. Me acerqué a la chica con mi habitual paso silencioso, por lo que estaba haciendo la chica no se había dado cuenta que estaba allí. Sonreí de lado cuando la chica se acercó al borde del acantilado. Me gustaba la valentía que estaba demostrando la muchacha, aunque tal vez se podría ver como gran estupidez, pero al tener una bonita figura prefería que fuera valentía. La joven en el borde del acantilado se quitó la chaqueta, extendió los brazos y gritó a pleno pulmón. Sonreí de una forma que dejaba claro que me la quería comer entera, enseguida la borré y la convertí en una sonrisa divertida.
-¿Tu crees? -le dije a su espaldas todavía con la sonrisa divertida en los labios. La verdad es que sus palabras me habían divertido. El viento azotaba mi cabello ahora azabache, por lo menos esta vez mis ojos oscuros no sobresaltaban demasiado por el color de mi cabello. Esperé a la reacción de la joven.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
No lo escuche llegar pero sentí su presencia una vez estuvo a mis espaldas incluso antes de que hablara. Pude sentir su aliento tibio deslizarse por mi cuello poniéndome los pelos de punta más me obligue a mantenerme tranquila mientras deslizaba mi mano hacia la cinturilla de mi short para sacar mi daga. Moví el brazo hasta colocar su filo poco mas abajo de las costillas del chico detrás mio.
-Pues sí-digo con una sonrisa afilada volviendo mi rostro para mirarlo.
Me basto con mirar sus ojos para saber que era peligroso y es que eran tan oscuros que casi parecía que no tenia pupilas. Después mire con curiosidad su atractivo rostro para luego enarcar delicadamente una ceja.
-¿Pero y tu? ¿Quien eres tu?-murmuro cuando repentinamente un viento frío eriza mis plumas y trago con pesar al recordar que tengo la espalda descubierta y eso quería decir que él podría verlas, y si veía mis plumas...
Gire sobre mi misma suavemente para mirarlo de frente aun sabiendo lo peligroso que era darle la espalda al acantilado. Tranquilamente levante la daga y la volvía a guardar en su sitio, no quería apresurarme, si eso iba a terminar en un baño de sangre entonces iba a esperar, había aprendido que a la hora de luchar la paciencia era una buena aliada.
Volví a examinarlo, esta vez con mayor libertad y no me moleste en disimular sin embargo la larga gabardina me impedía ver su piel por lo que tuve que conformarme con examinar sus manos. Era un cazador como yo, me basto ver sus manos para saberlo pues tenia pequeñas cicatrices y callos debido a la practica con armas, lo supe porque eran los mismos callos que yo tenia tras toda una vida utilizando dagas y cuchillas. Después de unos minutos continué con mi recorrido hasta volver a llegar a su rostro. Sin duda era guapo, una belleza similar a la de una daga recién afilada. Levante mi mano y acaricie el contorno de su rostro rozándolo a penas con la punta de mis uñas antes de volver a bajarla.
Había algo extraño con él pero no precisamente desagradable, era una sensación difícil de describir.
-Aparecer así detrás de alguien es de muy mala educación-comento haciendo una ligera mueca de disgusto-Podrías haberme asustado y te habría clavado mi daga accidentalmente. Que en realidad es lo minimo que te mereces..
Le dedico una sonrisa dulce y casi inocente, una sonrisa bastante bien fingida, antes de encogerme de hombros como si lo hubiera lamentado cosa que no era del todo cierta.
-Pues sí-digo con una sonrisa afilada volviendo mi rostro para mirarlo.
Me basto con mirar sus ojos para saber que era peligroso y es que eran tan oscuros que casi parecía que no tenia pupilas. Después mire con curiosidad su atractivo rostro para luego enarcar delicadamente una ceja.
-¿Pero y tu? ¿Quien eres tu?-murmuro cuando repentinamente un viento frío eriza mis plumas y trago con pesar al recordar que tengo la espalda descubierta y eso quería decir que él podría verlas, y si veía mis plumas...
Gire sobre mi misma suavemente para mirarlo de frente aun sabiendo lo peligroso que era darle la espalda al acantilado. Tranquilamente levante la daga y la volvía a guardar en su sitio, no quería apresurarme, si eso iba a terminar en un baño de sangre entonces iba a esperar, había aprendido que a la hora de luchar la paciencia era una buena aliada.
Volví a examinarlo, esta vez con mayor libertad y no me moleste en disimular sin embargo la larga gabardina me impedía ver su piel por lo que tuve que conformarme con examinar sus manos. Era un cazador como yo, me basto ver sus manos para saberlo pues tenia pequeñas cicatrices y callos debido a la practica con armas, lo supe porque eran los mismos callos que yo tenia tras toda una vida utilizando dagas y cuchillas. Después de unos minutos continué con mi recorrido hasta volver a llegar a su rostro. Sin duda era guapo, una belleza similar a la de una daga recién afilada. Levante mi mano y acaricie el contorno de su rostro rozándolo a penas con la punta de mis uñas antes de volver a bajarla.
Había algo extraño con él pero no precisamente desagradable, era una sensación difícil de describir.
-Aparecer así detrás de alguien es de muy mala educación-comento haciendo una ligera mueca de disgusto-Podrías haberme asustado y te habría clavado mi daga accidentalmente. Que en realidad es lo minimo que te mereces..
Le dedico una sonrisa dulce y casi inocente, una sonrisa bastante bien fingida, antes de encogerme de hombros como si lo hubiera lamentado cosa que no era del todo cierta.
Kat Luxford- Nefilims
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Fecha de inscripción : 03/05/2014
Localización : Aquí, allá...Busca los desastres, seguro me encuentras
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
No me moví cuando sacó una daga y la colocó algo más abajo de mis costillas. Miré con curiosidad la daga y después a ella, clavé mis ojos oscuros en los suyos claros y le dediqué una gran sonrisa. El tono de su voz había dejado en claro que podía resultar peligroso, pero eso a mí poco me afectaba. Lo segundo más peligroso era caer por el acantilado y lo primero no era la joven que se encontraba delante de mí precisamente.
-No sabes que es de mala educación amenazar a un recién llegado. -le dije todavía con una sonrisa encantadora. La chica se había girado y me contemplaba, por lo que podía ver en su expresión parecía sorprendida. La seguía mirando a los ojos cuando me preguntó. El viento se alzó, alborotándome el cabello haciendo que este casi se me metiera dentro de los ojos, pero tal cosa no llego a suceder. Y en aquel momento mi cabello era lo de menos, porque el viento no había alborotado solo mis cabellos, sino también aquello que exhibía la joven en la espalda. Ella ser percató algo tarde que podría ver su pequeño secreto, sin embargo yo no dije nada al respecto. Me límite a contestar a sus preguntas.
-Sebastian. -le dije simplemente. Bajó el arma y la guardó cuando estuvo cara a cara conmigo. Después de eso me examinó con atención, mucha atención. Vi que se sentía algo desilusionada por la presencia de mi abrigo, ya que este impedía que su examen de mi persona avanzara con regularidad. Se paró por un momento en mis manos, ya sabía lo que se encontraría. Nada raro, solo las manos de un guerrero. Las marcas y las cicatrices eran algo que iban conmigo, pero no me gustaba que las mujeres se pudieran runas. Siguió su examen, pasaron unos minutos antes que volviera a mirarme directamente al rostro. Ella levantó su mano y acarició el borde de mi rostro con la punta de mis uñas, no fue desagradable sino todo lo contrario, pero ¿quién se quejaría de que una chica guapa le tocara? Y claro que era guapa.
La muchacha tenía una figura delicada y con su rostro en forma de corazón que le daba un aspecto dulce. Cabello castaño ondulado que ahora se mostraba totalmente despeinado a causa del viento. Labios carnosos que invitaban a besar, sin embargo sus ojos eran otra historia, de color azul y un brillo en sus ojos que declaraba que la joven no era débil, ni delicada. Me centré en su rostro, porque con su cuerpo ya me había deleitado la vista, podría hacerlo de una manera más íntima, pero por el momento no. Me gustaba disfrutar, no que fuera algo rápido y listo. Eso nunca había tenido gracia.
Sonreí divertido al escuchar lo que había dicho la joven. Miré a su espalda, donde se hallaba el acantilado, con esa mirada tendría que ser más que suficiente como respuesta, pero como la chica me había hecho tal pregunta vi apropiado contestarle para que no hubiera duda.
-¿Sabes? Todavía no tengo alas para aparecer de la nada de un acantilado. -era imposible que me hubiera acercado en otra dirección a ella que no fuera por la espalda, ya que se había dedicado a estar cara al mar y gritar que era la reina. Un comentario divertido. La chica sonrió cuando dijo la última frase, y yo tampoco me quedé atrás. La verdad es que si me parecía divertido su comentario. Cogí uno de sus mechones que el viento movía incansable, lo enredé en mi dedo con aire distraído sin hacerle daño a la chica. Tenía que admitir que la joven me recordaba a un gato, esos animales que eran adorables pero que si no los tratabas bien podrían darte una puñalada por la espalda. -Te diré un secreto. -le dije, cogiendo su rostro entré mis manos, y las movía hacia atrás hasta enredar mis dedos en la raíz de su cabello. Me incliné, por suerte no era demasiado baja. Mi mejilla rozó la suya, y con una sonrisa en los labios susurré. -No habrías podido acabar el ataque. -solté su rostro, notando nuevamente las plumas que tenía detrás de las orejas y que le aclaraban la piel, y me incorporé de nuevo.
-No sabes que es de mala educación amenazar a un recién llegado. -le dije todavía con una sonrisa encantadora. La chica se había girado y me contemplaba, por lo que podía ver en su expresión parecía sorprendida. La seguía mirando a los ojos cuando me preguntó. El viento se alzó, alborotándome el cabello haciendo que este casi se me metiera dentro de los ojos, pero tal cosa no llego a suceder. Y en aquel momento mi cabello era lo de menos, porque el viento no había alborotado solo mis cabellos, sino también aquello que exhibía la joven en la espalda. Ella ser percató algo tarde que podría ver su pequeño secreto, sin embargo yo no dije nada al respecto. Me límite a contestar a sus preguntas.
-Sebastian. -le dije simplemente. Bajó el arma y la guardó cuando estuvo cara a cara conmigo. Después de eso me examinó con atención, mucha atención. Vi que se sentía algo desilusionada por la presencia de mi abrigo, ya que este impedía que su examen de mi persona avanzara con regularidad. Se paró por un momento en mis manos, ya sabía lo que se encontraría. Nada raro, solo las manos de un guerrero. Las marcas y las cicatrices eran algo que iban conmigo, pero no me gustaba que las mujeres se pudieran runas. Siguió su examen, pasaron unos minutos antes que volviera a mirarme directamente al rostro. Ella levantó su mano y acarició el borde de mi rostro con la punta de mis uñas, no fue desagradable sino todo lo contrario, pero ¿quién se quejaría de que una chica guapa le tocara? Y claro que era guapa.
La muchacha tenía una figura delicada y con su rostro en forma de corazón que le daba un aspecto dulce. Cabello castaño ondulado que ahora se mostraba totalmente despeinado a causa del viento. Labios carnosos que invitaban a besar, sin embargo sus ojos eran otra historia, de color azul y un brillo en sus ojos que declaraba que la joven no era débil, ni delicada. Me centré en su rostro, porque con su cuerpo ya me había deleitado la vista, podría hacerlo de una manera más íntima, pero por el momento no. Me gustaba disfrutar, no que fuera algo rápido y listo. Eso nunca había tenido gracia.
Sonreí divertido al escuchar lo que había dicho la joven. Miré a su espalda, donde se hallaba el acantilado, con esa mirada tendría que ser más que suficiente como respuesta, pero como la chica me había hecho tal pregunta vi apropiado contestarle para que no hubiera duda.
-¿Sabes? Todavía no tengo alas para aparecer de la nada de un acantilado. -era imposible que me hubiera acercado en otra dirección a ella que no fuera por la espalda, ya que se había dedicado a estar cara al mar y gritar que era la reina. Un comentario divertido. La chica sonrió cuando dijo la última frase, y yo tampoco me quedé atrás. La verdad es que si me parecía divertido su comentario. Cogí uno de sus mechones que el viento movía incansable, lo enredé en mi dedo con aire distraído sin hacerle daño a la chica. Tenía que admitir que la joven me recordaba a un gato, esos animales que eran adorables pero que si no los tratabas bien podrían darte una puñalada por la espalda. -Te diré un secreto. -le dije, cogiendo su rostro entré mis manos, y las movía hacia atrás hasta enredar mis dedos en la raíz de su cabello. Me incliné, por suerte no era demasiado baja. Mi mejilla rozó la suya, y con una sonrisa en los labios susurré. -No habrías podido acabar el ataque. -solté su rostro, notando nuevamente las plumas que tenía detrás de las orejas y que le aclaraban la piel, y me incorporé de nuevo.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
-Por suerte jamas me ha importando cumplir con las normas de etiqueta-replique mordiéndome el labio divertida. Me balancee suavemente en el borde dejándome llevar por el viento mientras cavilaba mi siguiente movimiento. Por alguna razón era como si él fuera la encarnación del peligro, el mismo peligro que yo amaba encarar casi con la estupidez de una suicida, y una vez entendí eso me di cuenta que no había mucha diferencia entre él y el acantilado, los dos eran potencialmente mortales pero ¿acaso no lo era todo lo que nos rodeaba? Así que solté una risa insonora y me deje llevar.
-Soy Kat-respondí finalmente.
Si vio mis plumas o no era un misterio, en cualquier caso no hizo preguntas y sus ojos no delataban ningún tipo de mensaje que yo pudiera descifrar, sin embargo aunque aun no las hubiera visto no iba a poder esconderlas, no mientras permaneciera allí conmigo por lo que no tuve más remedio que pedirle a Raziel, a Dios, a Buda o a cualquiera que pudiera oírme que no fuera a comentarlo con nadie. No quería tener que volver a huir, a mudarme una y otra y otra vez porque la estúpida Clave me odiaba pero no tenían las suficientes agallas como para acabar conmigo.
Aparto los pensamientos y me concentro en el ahora, me concentro en Sebastian quien no se molesta en apartar mi mano de su rostro, por el contrario miro mi rostro con confianza y la misma libertad con la que yo lo había examinado deteniéndose por varios minutos en mis labios que se limitan a dibujar una sonrisa burlona. No era ninguna idiota, mucho menos un ángel como para no saber que significaba esa mirada, a diferencia del amor yo entendía completamente el deseo.
-Una fortuna para mi, si hubieras aparecido volando seguramente hubiera pensado que se trataba de un ángel y no creo que a ellos les gustara lo que estoy deseando hacer contigo-digo divertida esperando por su reacción.
Una vez más estas tentando al demonio me dice mi conciencia molesta sin embargo me importaba poco si se trataba del demonio, después de todo dentro de mi también había parte de él. ¿Porque ocultarlo? No soy un ángel y si los ángeles realmente existen estoy segura de que se horrorizarían al verme. Y si iba al infierno....bueno, con él incluso parecía divertido.
Siento como enredad sus dedos en mi cabello despeinado y lentamente se inclina hacia mi hasta que su mejilla rozo la mía, entonces me susurro las palabras y yo contuve la respiración hasta que empezó a alejare. Me estremecí ligeramente cuando toco la parte de atrás de mis orejas, aquel punto cubierto de plumas que me hizo resignarme a la idea de que las había visto, luego finalmente volvió a su posición original y yo suelto un bufido arrogante.
-Me subestimas-digo dando un paso mas hacia él para hacerle frente retadoramente entrecerrando los ojos con un brillo travieso-Pero no importa, ya te demostrare que soy capaz de más cosas de las que te imaginas.
-Soy Kat-respondí finalmente.
Si vio mis plumas o no era un misterio, en cualquier caso no hizo preguntas y sus ojos no delataban ningún tipo de mensaje que yo pudiera descifrar, sin embargo aunque aun no las hubiera visto no iba a poder esconderlas, no mientras permaneciera allí conmigo por lo que no tuve más remedio que pedirle a Raziel, a Dios, a Buda o a cualquiera que pudiera oírme que no fuera a comentarlo con nadie. No quería tener que volver a huir, a mudarme una y otra y otra vez porque la estúpida Clave me odiaba pero no tenían las suficientes agallas como para acabar conmigo.
Aparto los pensamientos y me concentro en el ahora, me concentro en Sebastian quien no se molesta en apartar mi mano de su rostro, por el contrario miro mi rostro con confianza y la misma libertad con la que yo lo había examinado deteniéndose por varios minutos en mis labios que se limitan a dibujar una sonrisa burlona. No era ninguna idiota, mucho menos un ángel como para no saber que significaba esa mirada, a diferencia del amor yo entendía completamente el deseo.
-Una fortuna para mi, si hubieras aparecido volando seguramente hubiera pensado que se trataba de un ángel y no creo que a ellos les gustara lo que estoy deseando hacer contigo-digo divertida esperando por su reacción.
Una vez más estas tentando al demonio me dice mi conciencia molesta sin embargo me importaba poco si se trataba del demonio, después de todo dentro de mi también había parte de él. ¿Porque ocultarlo? No soy un ángel y si los ángeles realmente existen estoy segura de que se horrorizarían al verme. Y si iba al infierno....bueno, con él incluso parecía divertido.
Siento como enredad sus dedos en mi cabello despeinado y lentamente se inclina hacia mi hasta que su mejilla rozo la mía, entonces me susurro las palabras y yo contuve la respiración hasta que empezó a alejare. Me estremecí ligeramente cuando toco la parte de atrás de mis orejas, aquel punto cubierto de plumas que me hizo resignarme a la idea de que las había visto, luego finalmente volvió a su posición original y yo suelto un bufido arrogante.
-Me subestimas-digo dando un paso mas hacia él para hacerle frente retadoramente entrecerrando los ojos con un brillo travieso-Pero no importa, ya te demostrare que soy capaz de más cosas de las que te imaginas.
Kat Luxford- Nefilims
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Fecha de inscripción : 03/05/2014
Localización : Aquí, allá...Busca los desastres, seguro me encuentras
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
La muchacha no tenía que asegurarme que ella no se guiaba por lo que tendría que ser correcto o no, lo había demostrado únicamente atreviéndose a tocar el rostro con tanta libertad. Parecía que buscaba el peligro a toda costa, el mejor ejemplo es que estuviera acercándose al acantilado y sobre todo buscándome como me buscaba. La chica sonreí con la clara intención de tentar y mi todo mi ser se relamía ante aquella visión. La joven no sabía donde se estaba metiendo, tal vez se lo imaginaba pero no lo sabía. Tentar al mismo demonio no era un plan inteligente.
La joven se presentó como Kat, un nombre sencillo y nada complicado. Se dedicó a mirarme y a tocarme, a mí no me molestaba. Que disfrutara de la vista, nunca iba a encontrar algo mejor que yo. La miré, era guapa, sin duda. La hermosura de la chica era casi palpable y parecía tener un carácter que me gustaba. Algo peligroso y que le gustaba notar el peligro y que no seguían las reglas, me encantaba. No seguía normas, lo que te deja un amplio campo para experimentar y lo mejor de todo, no detenerme hasta estar totalmente satisfecho. Mientras que me dejaran hacer todo lo que yo quisiera estaría satisfecho, y si me gustaba tal vez repitiera, depende de que si la chica fuera igual de lanzada de lo que pareciera, si no lo era con una vez bastaba y sobraba.
Le dije que no tenía alas para poder aparecer por el acantilado, mencionó que si tuviera alas sería un ángel. Le sonreí, sabía perfectamente que si tuviera alas no sería un ángel, sino algo mucho peor, pero eso era asunto mío. Le volví a sonreír y agarré su cabello, para mantener las manos ocupadas.
-¿Y qué quieres hacerme exactamente? -le pregunté esperando una respuesta. Sin duda alguna me estaba tentando, no sabía donde se estaba metiendo y probablemente no lo sabría hasta que fuera demasiado tarde. También me gustaba, esa desesperación que creía en los ojos de esas chicas cuando se daban cuenta que ya no podían dar marcha atrás. Idiotas, pero se agradecía. Al acercarme a ella pude notar como mantenía la respiración, una sonrisa a medio lado se formó en mis labios, cuando terminé de decirle lo que tenía que decirle me puse recto de nuevo. La chica soltó un bufido arrogante, sonreí de nuevo. Cada una de las sonrisas tenían arrogancia y un toque que daba a entender peligro. Tenía el pelo teñido de negro, preparado para hacerme pasar por Sebastian pero todavía no tenía porque actuar con él. Se acercó a mí diciendo que le estaba subestimando, me incliné hacia delante. Estaba a un par de centímetros de sus labios, le sonreí mirando a sus labios y después a sus ojos.
-La que subestima aquí, eres tú. -mi voz sonó en un susurro fuerte y de terciopelo. -Sorpréndeme. -le dije. Tendría que comprobar si era verdad o no. No me gustaba que dijeran cosas y después las palabras se quedaban en nada. Si ibas a prometer o desafiabas a algo, cúmplelo, si no eras capaz desde un principio sería mejor que no dijeras nada.
La joven se presentó como Kat, un nombre sencillo y nada complicado. Se dedicó a mirarme y a tocarme, a mí no me molestaba. Que disfrutara de la vista, nunca iba a encontrar algo mejor que yo. La miré, era guapa, sin duda. La hermosura de la chica era casi palpable y parecía tener un carácter que me gustaba. Algo peligroso y que le gustaba notar el peligro y que no seguían las reglas, me encantaba. No seguía normas, lo que te deja un amplio campo para experimentar y lo mejor de todo, no detenerme hasta estar totalmente satisfecho. Mientras que me dejaran hacer todo lo que yo quisiera estaría satisfecho, y si me gustaba tal vez repitiera, depende de que si la chica fuera igual de lanzada de lo que pareciera, si no lo era con una vez bastaba y sobraba.
Le dije que no tenía alas para poder aparecer por el acantilado, mencionó que si tuviera alas sería un ángel. Le sonreí, sabía perfectamente que si tuviera alas no sería un ángel, sino algo mucho peor, pero eso era asunto mío. Le volví a sonreír y agarré su cabello, para mantener las manos ocupadas.
-¿Y qué quieres hacerme exactamente? -le pregunté esperando una respuesta. Sin duda alguna me estaba tentando, no sabía donde se estaba metiendo y probablemente no lo sabría hasta que fuera demasiado tarde. También me gustaba, esa desesperación que creía en los ojos de esas chicas cuando se daban cuenta que ya no podían dar marcha atrás. Idiotas, pero se agradecía. Al acercarme a ella pude notar como mantenía la respiración, una sonrisa a medio lado se formó en mis labios, cuando terminé de decirle lo que tenía que decirle me puse recto de nuevo. La chica soltó un bufido arrogante, sonreí de nuevo. Cada una de las sonrisas tenían arrogancia y un toque que daba a entender peligro. Tenía el pelo teñido de negro, preparado para hacerme pasar por Sebastian pero todavía no tenía porque actuar con él. Se acercó a mí diciendo que le estaba subestimando, me incliné hacia delante. Estaba a un par de centímetros de sus labios, le sonreí mirando a sus labios y después a sus ojos.
-La que subestima aquí, eres tú. -mi voz sonó en un susurro fuerte y de terciopelo. -Sorpréndeme. -le dije. Tendría que comprobar si era verdad o no. No me gustaba que dijeran cosas y después las palabras se quedaban en nada. Si ibas a prometer o desafiabas a algo, cúmplelo, si no eras capaz desde un principio sería mejor que no dijeras nada.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
-Primero que nada deshacerme de ese abrigo-digo deslizando los dedos para desabrochar con seguridad aquellos molestos botones-Tan cubierto como estas me sirves de poco.-agrego con una mueca de superioridad.
Suavemente y sin prisa deslizo mis manos dentro del abrigo y por encima de su camiseta que se ajusta perfectamente a su cuerpo esculpido pero no me dejo impresionar, como cazadora estaba rodeada de cuerpos esculturales. Fueron sus ojos, una frase cursi que no tenia nada que ver con la situación pero era la verdad, el mundo sobrenatural estaba lleno de caras atractivas ya fuera de manera natural como por obra de la magia así que realmente no era su físico, pero esos ojos...había algo particular en ellos. Algo que hacía que convertía su contacto un verdadero goce. Avance desde la cintura hasta acabar en sus hombros para luego acariciar a penas la curva de su garganta y finalizar hundiendo mis manos en su cabello de la misma manera que él lo había hecho conmigo sin embargo yo no me preocupe por ser cuidadosa y hale ligeramente su cabello asombrándome por lo suave que es.
Había subido al acantilado para estar sola pero en ese mismo instante me encontraba mas que acompañada, el tipo de compañía que uno no espera encontrarse en un lugar así. Y mientras yo me tomo mi tiempo acariciándolo el viento nos mueve al borde de un precipicio cuya caída significaría una muerte segura. Me acerco a su rostro tan lento como puedo solo para molestarlo y justo cuando estoy a punto de besarlo desvió mi camino hasta la comisura de su boca con una mirada inocente. Luego rápidamente me deslizo a su lado para avanzar en dirección contraria a su figura hacía la parte más segura del risco. Espero que se vuelva a verme para sacar mi daga de nuevo y hacerla bailar entre mis manos.
-Te propongo un juego, eso si no te da miedo ensuciarte las manos-digo agregando una nota retadora al final antes de sacar un segundo cuchillo idéntico al primero y lanzarselo-La cosa es simple, si tu me desarmas primero entonces haremos las cosas a tu manera pero si yo te desarmo...en ese caso no te lo pondré tan fácil como hasta ahora.
Sonrió perezosamente mirándolo a los ojos sin vacilar. No me gustaban las cosas fáciles, siempre las había encontrado bastante aburridas sin embargo tenia mi manera de volver todo un poco más entretenido, y esta era una de esas maneras.
-Sin reglas-termino sin referirme tan solo al reto. Entonces me agazapo ligeramente y sin esperar su reacción salto directo hacia él.
El juego había empezado.
Suavemente y sin prisa deslizo mis manos dentro del abrigo y por encima de su camiseta que se ajusta perfectamente a su cuerpo esculpido pero no me dejo impresionar, como cazadora estaba rodeada de cuerpos esculturales. Fueron sus ojos, una frase cursi que no tenia nada que ver con la situación pero era la verdad, el mundo sobrenatural estaba lleno de caras atractivas ya fuera de manera natural como por obra de la magia así que realmente no era su físico, pero esos ojos...había algo particular en ellos. Algo que hacía que convertía su contacto un verdadero goce. Avance desde la cintura hasta acabar en sus hombros para luego acariciar a penas la curva de su garganta y finalizar hundiendo mis manos en su cabello de la misma manera que él lo había hecho conmigo sin embargo yo no me preocupe por ser cuidadosa y hale ligeramente su cabello asombrándome por lo suave que es.
Había subido al acantilado para estar sola pero en ese mismo instante me encontraba mas que acompañada, el tipo de compañía que uno no espera encontrarse en un lugar así. Y mientras yo me tomo mi tiempo acariciándolo el viento nos mueve al borde de un precipicio cuya caída significaría una muerte segura. Me acerco a su rostro tan lento como puedo solo para molestarlo y justo cuando estoy a punto de besarlo desvió mi camino hasta la comisura de su boca con una mirada inocente. Luego rápidamente me deslizo a su lado para avanzar en dirección contraria a su figura hacía la parte más segura del risco. Espero que se vuelva a verme para sacar mi daga de nuevo y hacerla bailar entre mis manos.
-Te propongo un juego, eso si no te da miedo ensuciarte las manos-digo agregando una nota retadora al final antes de sacar un segundo cuchillo idéntico al primero y lanzarselo-La cosa es simple, si tu me desarmas primero entonces haremos las cosas a tu manera pero si yo te desarmo...en ese caso no te lo pondré tan fácil como hasta ahora.
Sonrió perezosamente mirándolo a los ojos sin vacilar. No me gustaban las cosas fáciles, siempre las había encontrado bastante aburridas sin embargo tenia mi manera de volver todo un poco más entretenido, y esta era una de esas maneras.
-Sin reglas-termino sin referirme tan solo al reto. Entonces me agazapo ligeramente y sin esperar su reacción salto directo hacia él.
El juego había empezado.
Kat Luxford- Nefilims
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
Su respuesta a mi pregunta fue la decisión de quitarme al abrigo, al parecer se estaba conteniendo hasta ahora. No aparté la mirada de su rostro, mientras que comenzaba a desabrocharme los botones. La chica acabó de desabrocharlo enseguida, y después de eso deslizo sus manos por mi torso disfrutando de mi cuerpo hasta que llego a la curva de mi garganta, pasando por mis hombros, no me pasé por alto la mueca de superioridad que esbozaba su rostro y la miraba que tenía mientras que recorría lentamente mi cuerpo, como si algo la atrajera hacia mí. Sabía que era atractivo y pocas veces usaba ese encanto que tenía, todas las cosas que solía hacer no dependía de ello, pero cuando tenía la oportunidad no la desaprovecharía. Mucho menos cuando se ponía deliberadamente delante de mí.
La chica enredó sus manos en mi cabello y tiró un poco de él, pero no consiguió mover un milímetro mi cabeza, ni si quiera una queja. Se necesitaba mucho más para hacerme retroceder o quejarme, algo más que la fuerza de una simple nefilim aunque tuviera sangre de algún subterráneo en sus venas. No me importaba, no era quien para poner objeciones a esa clase de cosas. Yo no era mi padre, que lo cegaba una eterna envidia desde que mataron a su padre. Por las cosas que había escuchado de él, era como Valentine incluso algo más duro, no me imaginaba como tendría que ser el viejo. En aquel momento comenzó a acercarse a mí, yo no me moví y solo esperé con la vista clavada en sus ojos hasta que estuvo lo suficientemente cerca para besarme, pero en vez de eso se desvió a un lado. Una sonrisa a medio lado se me escapó, me estaba divirtiendo bastante. Mee pregunté hasta cuando iba a durar todo este juego. La respuesta no estaba clara. Comenzó a girar, yo también me moví y quedé de espaldas al acantilado. No sentía ningún peligro en la caída, tenía bastante mucho más aguante que esos nefilims ridículos. La miré y ella sacó otra vez la daga que bailó por un momento en sus manos. Me propuso un juego mientras que se alejaba de mí. Sacó otra daga, la gemela de la que tenía, y me la lanzó, la cogí al vuelo por el lago correcto. La miré con interés, era bastante bonita. Solo mantenía su mirada que ella me dedicaba directamente a los ojos. Estaba muy segura de ganarme, pero lo que ella no sabía es que el diablo aunque perdiera siempre ganaría. Y yo era lo más cercano a un demonio que se podría encontrar. Me comunicó que era sin reglas y como única respuesta fue girar la daga en mi mano y esbozar una sonrisa totalmente peligrosa, donde se podía percibir mi auténtica naturaleza. Sonrisa que erizaría los cabellos hasta al mayor de los arcángeles.
Kat saltó en mi dirección tras agazaparse, espero al último momento y me apartó de su camino. Cayó donde hace solo un segundo me encontraba yo, moví la daga rápidamente a su dirección y después de eso comenzó el baile. Las hojas iban de un lado a otro, al son de nuestros pasos y de las hojas chocando entre ellas. Me estaba divirtiendo bastante, la chica no conseguía alcanzarme. No sabía si estaba luchando en serio o no, me daba igual porque yo no lo estaba haciendo. La luz de la luna arrancaba destellos de nuestros ojos y de las armas que se movían sin parar. Analicé cada movimiento de la chica, era rápida y ágil, demostrado una gracilidad que no solían tener los cazadores, estos las tenían pero su elegancia, por así decirlo era menos a los movimientos de aquella joven que se asemejaban a los movimientos de un hada. Supuse que se trata de mitad hada mitad nefilim, la sangre de esta última siempre sería la dominante ante cualquier otra raza. Que tuviera sangre de hada también explicaría la belleza que poseía. Tan bella y cruel al mismo tiempo. Me pregunté si sería igual de peligrosas como las verdaderas hadas, por lo menos en el termino que a mí me interesaba en aquel momento. Perdí la noción del tiempo, y creí que era más que suficiente. Me moví en círculos, hasta dejarla donde a mi me interesaba, en ese momento no dejé que se moviera en diagonal, la atacaba de tal manera que solo le permitía retroceder y volvió a estar donde yo quería. Paré su golpe y ambas armas se quedaron allí, la miré y sonreí de la misma forma que antes, de forma peligrosa.
-Sin reglas. -le recordé. Di un fuerte pisotón al suelo y este se desprendió debajo de los pies de la chica. Con el giro la había puesto espaldas del acantilado, al retroceder la había dejado justo en la zona más débil del borde y el pisotón a la tierra, consiguiendo mi victoria.
La tierra se deshizo debajo de la muchacha dejando bajo de ella la caía a rocas afiladas que prometían la muerte. Dejé que cayera un par de centímetros antes de alargar mi brazo, y cogerla de la muñeca. Tiré de ella para acercarla a mí, la puse de rodillas y yo detrás de ella abrazándola con un solo brazo, que era más que suficiente para inmovilizarla. Pegué todo mi cuerpo al de ella, inclinándonos ligeramente al borde del acantilado donde se podía ver perfectamente la caída y las ondas que habían dejado la tierra al caer, las olas chocaron con fuerza contra la pared del acantilado como si estuviera furioso por no haber cobrado la vida de la joven. Nada más ponerla en el suelo y agarrarla, coloqué la daga que me había dado en su cuello, coloqué mis labios sobre su oreja. Olí su dulce perfume que después de todo aquello solo me provocaba a devorarla.
-He ganado. -le susurré. -Siempre puedes intentar algo más, pero a mí no me importa dejarte caer. -nos inclinamos más hacía el borde y después le mordí el lóbulo de la oreja.
La chica enredó sus manos en mi cabello y tiró un poco de él, pero no consiguió mover un milímetro mi cabeza, ni si quiera una queja. Se necesitaba mucho más para hacerme retroceder o quejarme, algo más que la fuerza de una simple nefilim aunque tuviera sangre de algún subterráneo en sus venas. No me importaba, no era quien para poner objeciones a esa clase de cosas. Yo no era mi padre, que lo cegaba una eterna envidia desde que mataron a su padre. Por las cosas que había escuchado de él, era como Valentine incluso algo más duro, no me imaginaba como tendría que ser el viejo. En aquel momento comenzó a acercarse a mí, yo no me moví y solo esperé con la vista clavada en sus ojos hasta que estuvo lo suficientemente cerca para besarme, pero en vez de eso se desvió a un lado. Una sonrisa a medio lado se me escapó, me estaba divirtiendo bastante. Mee pregunté hasta cuando iba a durar todo este juego. La respuesta no estaba clara. Comenzó a girar, yo también me moví y quedé de espaldas al acantilado. No sentía ningún peligro en la caída, tenía bastante mucho más aguante que esos nefilims ridículos. La miré y ella sacó otra vez la daga que bailó por un momento en sus manos. Me propuso un juego mientras que se alejaba de mí. Sacó otra daga, la gemela de la que tenía, y me la lanzó, la cogí al vuelo por el lago correcto. La miré con interés, era bastante bonita. Solo mantenía su mirada que ella me dedicaba directamente a los ojos. Estaba muy segura de ganarme, pero lo que ella no sabía es que el diablo aunque perdiera siempre ganaría. Y yo era lo más cercano a un demonio que se podría encontrar. Me comunicó que era sin reglas y como única respuesta fue girar la daga en mi mano y esbozar una sonrisa totalmente peligrosa, donde se podía percibir mi auténtica naturaleza. Sonrisa que erizaría los cabellos hasta al mayor de los arcángeles.
Kat saltó en mi dirección tras agazaparse, espero al último momento y me apartó de su camino. Cayó donde hace solo un segundo me encontraba yo, moví la daga rápidamente a su dirección y después de eso comenzó el baile. Las hojas iban de un lado a otro, al son de nuestros pasos y de las hojas chocando entre ellas. Me estaba divirtiendo bastante, la chica no conseguía alcanzarme. No sabía si estaba luchando en serio o no, me daba igual porque yo no lo estaba haciendo. La luz de la luna arrancaba destellos de nuestros ojos y de las armas que se movían sin parar. Analicé cada movimiento de la chica, era rápida y ágil, demostrado una gracilidad que no solían tener los cazadores, estos las tenían pero su elegancia, por así decirlo era menos a los movimientos de aquella joven que se asemejaban a los movimientos de un hada. Supuse que se trata de mitad hada mitad nefilim, la sangre de esta última siempre sería la dominante ante cualquier otra raza. Que tuviera sangre de hada también explicaría la belleza que poseía. Tan bella y cruel al mismo tiempo. Me pregunté si sería igual de peligrosas como las verdaderas hadas, por lo menos en el termino que a mí me interesaba en aquel momento. Perdí la noción del tiempo, y creí que era más que suficiente. Me moví en círculos, hasta dejarla donde a mi me interesaba, en ese momento no dejé que se moviera en diagonal, la atacaba de tal manera que solo le permitía retroceder y volvió a estar donde yo quería. Paré su golpe y ambas armas se quedaron allí, la miré y sonreí de la misma forma que antes, de forma peligrosa.
-Sin reglas. -le recordé. Di un fuerte pisotón al suelo y este se desprendió debajo de los pies de la chica. Con el giro la había puesto espaldas del acantilado, al retroceder la había dejado justo en la zona más débil del borde y el pisotón a la tierra, consiguiendo mi victoria.
La tierra se deshizo debajo de la muchacha dejando bajo de ella la caía a rocas afiladas que prometían la muerte. Dejé que cayera un par de centímetros antes de alargar mi brazo, y cogerla de la muñeca. Tiré de ella para acercarla a mí, la puse de rodillas y yo detrás de ella abrazándola con un solo brazo, que era más que suficiente para inmovilizarla. Pegué todo mi cuerpo al de ella, inclinándonos ligeramente al borde del acantilado donde se podía ver perfectamente la caída y las ondas que habían dejado la tierra al caer, las olas chocaron con fuerza contra la pared del acantilado como si estuviera furioso por no haber cobrado la vida de la joven. Nada más ponerla en el suelo y agarrarla, coloqué la daga que me había dado en su cuello, coloqué mis labios sobre su oreja. Olí su dulce perfume que después de todo aquello solo me provocaba a devorarla.
-He ganado. -le susurré. -Siempre puedes intentar algo más, pero a mí no me importa dejarte caer. -nos inclinamos más hacía el borde y después le mordí el lóbulo de la oreja.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
La sonrisa que esbozo hizo que un escalofrió helado recorriera mi espalda y esta vez no se trataba de mero placer pero yo no iba a dar vuelta atrás. Obstinada hasta la muerte un comentario que me venia como anillo al dedo.
Anticipó mi movimiento tal y como había supuesto pero yo no me detuve ni un segundo, seguí avanzando hacía él con ligereza girando y dando volteretas para esquivar el filo de la daga de manera que bien podría parecer una danza. Yo avanzaba sin parar viendo como su figura se movía como una sombrar sin permitirme alcanzarlo, continuo esquivandome mientras nuestras dagas chocaban produciendo un sonido similar a las campanillas de viento que se multiplicaba con el eco del lugar desierto. Visto de fuera era seguramente una vista sorprendente, el contorno de dos figuras deslizándose por el acantilado saltando y atacándose sin alcanzar la piel solo por poco centímetros. Al principio no iba en serio, esquivaba y atacaba con naturalidad de la misma manera que lo haria en un simple entrenamiento pero entre más nos acercábamos mas me retaba haciéndome utilizar movimientos aun más precisos, movimientos que pocas veces había podido usar y eso solo alimentaba mi competitividad. Jamas había luchado con alguien a quien no pudiera vencer pero Sebastian era rápido y mucho mas fuerte que yo, y sin duda a penas ponía ningún esfuerzo. Mientras tanto yo me movía con ligereza por momentos limitándome a esquivarlo, por otros atacando sin mas resultado que el choque de las dagas.
Llego un momento donde me acorralo, no podía moverme sin resultar herida pero a pesar de la amenaza me sentía tranquila, sabía que el peligro era real pero tenia la adrenalina hasta el tope y mi cuerpo vibraba con la emoción del siguiente ataque, estaba presionando mis habilidades al máximo como jamas me había pasado y aunque hacia rato me había dado cuenta que perdería no pensaba hacerlo sumisamente.
Paro mi ataque sin problema y por unos segundos nuestras armas vibraron presas de la fuerza de ambos, Entonces sonrío de nuevo de esa manera que me hacía sentir escalofríos.
Sentí el suelo moverse debajo mio antes de desplomarse estrellándose contra las puntiagudas rocas, las mismas que me atravesarían en un par de segundo. Supe que debía usar mi último truco pero aun estaba asombrada, si con una sola pisada él lograba que el suelo se desplomara entonces...era ridículamente fuerte mas que ningún otro cazador.
Él no es un nefilim como cualquier otro, ni siquiera como yo ¿entonces que es? Abrí la boca como para preguntarlo antes de recordar que estaba cayendo. Sin embargo casi de inmediato lo sentí jalandome de regreso y aprisionando mi cuerpo con el suyo sin permitirme un solo movimiento. Mi corazón latía con fuerza mientras debajo de nosotros las olas chocaban furiosas. Sentí la fría caricia de la daga en el cuello y antes de darme cuenta estaba riendo.
-Ganaste.admito con un gemido al sentir sus dientes contra mi lóbulo.-¿Que vas a hacer conmigo ahora?
Anticipó mi movimiento tal y como había supuesto pero yo no me detuve ni un segundo, seguí avanzando hacía él con ligereza girando y dando volteretas para esquivar el filo de la daga de manera que bien podría parecer una danza. Yo avanzaba sin parar viendo como su figura se movía como una sombrar sin permitirme alcanzarlo, continuo esquivandome mientras nuestras dagas chocaban produciendo un sonido similar a las campanillas de viento que se multiplicaba con el eco del lugar desierto. Visto de fuera era seguramente una vista sorprendente, el contorno de dos figuras deslizándose por el acantilado saltando y atacándose sin alcanzar la piel solo por poco centímetros. Al principio no iba en serio, esquivaba y atacaba con naturalidad de la misma manera que lo haria en un simple entrenamiento pero entre más nos acercábamos mas me retaba haciéndome utilizar movimientos aun más precisos, movimientos que pocas veces había podido usar y eso solo alimentaba mi competitividad. Jamas había luchado con alguien a quien no pudiera vencer pero Sebastian era rápido y mucho mas fuerte que yo, y sin duda a penas ponía ningún esfuerzo. Mientras tanto yo me movía con ligereza por momentos limitándome a esquivarlo, por otros atacando sin mas resultado que el choque de las dagas.
Llego un momento donde me acorralo, no podía moverme sin resultar herida pero a pesar de la amenaza me sentía tranquila, sabía que el peligro era real pero tenia la adrenalina hasta el tope y mi cuerpo vibraba con la emoción del siguiente ataque, estaba presionando mis habilidades al máximo como jamas me había pasado y aunque hacia rato me había dado cuenta que perdería no pensaba hacerlo sumisamente.
Paro mi ataque sin problema y por unos segundos nuestras armas vibraron presas de la fuerza de ambos, Entonces sonrío de nuevo de esa manera que me hacía sentir escalofríos.
Sentí el suelo moverse debajo mio antes de desplomarse estrellándose contra las puntiagudas rocas, las mismas que me atravesarían en un par de segundo. Supe que debía usar mi último truco pero aun estaba asombrada, si con una sola pisada él lograba que el suelo se desplomara entonces...era ridículamente fuerte mas que ningún otro cazador.
Él no es un nefilim como cualquier otro, ni siquiera como yo ¿entonces que es? Abrí la boca como para preguntarlo antes de recordar que estaba cayendo. Sin embargo casi de inmediato lo sentí jalandome de regreso y aprisionando mi cuerpo con el suyo sin permitirme un solo movimiento. Mi corazón latía con fuerza mientras debajo de nosotros las olas chocaban furiosas. Sentí la fría caricia de la daga en el cuello y antes de darme cuenta estaba riendo.
-Ganaste.admito con un gemido al sentir sus dientes contra mi lóbulo.-¿Que vas a hacer conmigo ahora?
Kat Luxford- Nefilims
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
La lucha había sido más que emocionante. Podía notar como al principio ninguno de los dos íbamos en serio, sin embargo a medida que la lucha iba avanzando y mis ataques era más precisos, obligándola a comenzar a defenderse en serio y atacar en serio, a pesar de eso yo no encontraba ningún problema en bloquear sus ataques con facilidad. Nos movíamos de un lado a otro, haciendo piruetas o pasos de pies complicados, al mismo tiempo que nos manteníamos a ralla solo con las dagas que portábamos. El arma blanca resultaba extremadamente ligera en mi mano, que estaba acostumbrado a manejar armas mucho más pesadas que esas.
Me divertía a pesar de que no fuera una lucha igualdad. Tal vez era por eso que me gustaba tanto, ver como la muchacha se esforzaba e intentaba alcanzarme por todos los medios, pero sin conseguirlo. Me gustaba la energía que tenía la chica, la habilidad y todo lo que estaba demostrando la joven. Hacía que cada célula de mi ser gritara para robarle esa energía de alguna manera, comérmela. Por lo que se veía poca inocencia podría robarle aunque no habría estado mal si el caso se hubiera dado. La muchacha demostraba una terquedad casi suicida, buscando y tentando al diablo. Mi pregunta que era lo que sucedería cuando lo encontrara, se dejaría llevar o pondría resistencia. No me importaba. Ya veremos como acabarías las cosas cuando me decidiera al fin desarmarla.
Ese momento no tardó en llegar, era más que suficiente lo que estábamos haciendo y puede que me divirtiera pero ya comenzaba aburrirme siempre con lo mismo. La chica no pondría alcanzarme, solo esperaba que con el transcurso de la batalla la ropa siguiera de una pieza. Me gustaba mi ropa para que se rompiera con una estúpida pelea por saber si puedo follármela de una vez o no. La desarmé e inmovilicé rápidamente, estando inclinados por el borde del acantilado, escuché y noté como su cuerpo temblaba a causa de la carcajada que acaba de soltar. Admitió que había ganado y al morderle el lóbulo soltó un gemido que me hizo sonreír de forma lasciva, después me preguntó que iba hacer ahora. Le giré el rostro colocándole el filo del la daga en la mejilla, obligándola a mirarme.
-Lo que llevas buscando en todo momento. -le contesté al mismo tiempo que lanzaba su daga lejos. Enredé mi mano libre en su cabello y estrellé mis labios en los suyos. No era un beso delicado, sino feroz con la intención de casi devorarla. Le besaba con brusquedad y pasión en aquellos momentos solo quería que fuera mía.
Me divertía a pesar de que no fuera una lucha igualdad. Tal vez era por eso que me gustaba tanto, ver como la muchacha se esforzaba e intentaba alcanzarme por todos los medios, pero sin conseguirlo. Me gustaba la energía que tenía la chica, la habilidad y todo lo que estaba demostrando la joven. Hacía que cada célula de mi ser gritara para robarle esa energía de alguna manera, comérmela. Por lo que se veía poca inocencia podría robarle aunque no habría estado mal si el caso se hubiera dado. La muchacha demostraba una terquedad casi suicida, buscando y tentando al diablo. Mi pregunta que era lo que sucedería cuando lo encontrara, se dejaría llevar o pondría resistencia. No me importaba. Ya veremos como acabarías las cosas cuando me decidiera al fin desarmarla.
Ese momento no tardó en llegar, era más que suficiente lo que estábamos haciendo y puede que me divirtiera pero ya comenzaba aburrirme siempre con lo mismo. La chica no pondría alcanzarme, solo esperaba que con el transcurso de la batalla la ropa siguiera de una pieza. Me gustaba mi ropa para que se rompiera con una estúpida pelea por saber si puedo follármela de una vez o no. La desarmé e inmovilicé rápidamente, estando inclinados por el borde del acantilado, escuché y noté como su cuerpo temblaba a causa de la carcajada que acaba de soltar. Admitió que había ganado y al morderle el lóbulo soltó un gemido que me hizo sonreír de forma lasciva, después me preguntó que iba hacer ahora. Le giré el rostro colocándole el filo del la daga en la mejilla, obligándola a mirarme.
-Lo que llevas buscando en todo momento. -le contesté al mismo tiempo que lanzaba su daga lejos. Enredé mi mano libre en su cabello y estrellé mis labios en los suyos. No era un beso delicado, sino feroz con la intención de casi devorarla. Le besaba con brusquedad y pasión en aquellos momentos solo quería que fuera mía.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
La daga acaricio mi rostro tan cerca que por un momento creí que me cortaría, su reflejo brillaba en aquella oscuridad iluminando el rostro del cazador. Me obligo a mirarlo con fijeza y yo lo hice sin vacilar, no tenia la menos intención de hacerle creer que había logrado intimidarme.
Escuche el sonido de la daga rebotar lejos de nosotros y antes de que me diera cuenta tenia su boca sobre la mía, no tarde nada en responder iniciando una nueva batalla dentro de nuestras boca. No me quede atrás, respondí con la misma violencia nada dispuesta a ser dócil y simplemente dejarme llevar, presione mis labios tibios contra los suyos frió que no tardaron mucho en calentarse. No me aparte hasta que no me falto la respiración pero incluso así no me detuve, deslice mis labios por su cuello marcando un camino de besos y ligeras mordidas hasta su hombro, luego regrese a sus labios pero esta vez andando más lento mientras lucho por mover mis brazos. Finalmente lo consigo y acaricio su cuello pasando encima de las marcas enrojecidas por mis mordidas.
Puedo ver el deseo en sus ojos que relucen como los de una criatura nocturna y me doy cuenta que ya no se trata de un juego, por primera vez siento una pizca de miedo y las preguntas vuelven a mi mente confundida ¿quien es él? ¿que es él? Frunzo el ceño sintiéndome repentinamente asfixiada pero se de sobra que si me muevo caeré al precipicio de manera que me mantengo pegada a él observándolo con la respiración agitada.
Lo beso nuevamente sin decir una palabra y me interno nuevamente en el ardiente placer de su boca, mi lengua recorre sus labios y lentamente me obligo a olvidar mis dudas. Sin embargo la asfixia me persigue de manera que debo empujarlo para quitarlo de encima mio. A duras penas puedo moverlo pero me lo permite y lo veo recostado en el suelo, al menos nos hemos movido lo suficiente para no caer directo a las rocas puntiagudas que de alguna manera había olvidado. Me estiro como un gato agradeciendo el aire que eriza mis plumas y entonces me acomodo a horcajadas sobre él y vuelvo a besarlo esta vez mas lento, mas pausado.
-¿Que eres?-me atrevo a preguntar finalmente cuando me doy cuenta que no puedo continuar sin saber la respuesta, a pesar de que quiero olvidarlo no puedo y no es precisamente a causa del miedo, tampoco es que quisiera encontrar una escapatoria pero necesitaba saberlo. Me digo a mi misma que es mera curiosidad pero se que hay algo más y a pesar de que es poco probable que responda con la verdad no puedo darle largas. Por encima del deseo, por encima incluso de mi estúpida persecución del peligro había algo a lo que necesitaba aferrarme para saber que no estaba loca, entender que esa mezcla de familiaridad y fascinación tenia una causa.
-¿Que eres?.-repito esta vez con mas fuerza.
Escuche el sonido de la daga rebotar lejos de nosotros y antes de que me diera cuenta tenia su boca sobre la mía, no tarde nada en responder iniciando una nueva batalla dentro de nuestras boca. No me quede atrás, respondí con la misma violencia nada dispuesta a ser dócil y simplemente dejarme llevar, presione mis labios tibios contra los suyos frió que no tardaron mucho en calentarse. No me aparte hasta que no me falto la respiración pero incluso así no me detuve, deslice mis labios por su cuello marcando un camino de besos y ligeras mordidas hasta su hombro, luego regrese a sus labios pero esta vez andando más lento mientras lucho por mover mis brazos. Finalmente lo consigo y acaricio su cuello pasando encima de las marcas enrojecidas por mis mordidas.
Puedo ver el deseo en sus ojos que relucen como los de una criatura nocturna y me doy cuenta que ya no se trata de un juego, por primera vez siento una pizca de miedo y las preguntas vuelven a mi mente confundida ¿quien es él? ¿que es él? Frunzo el ceño sintiéndome repentinamente asfixiada pero se de sobra que si me muevo caeré al precipicio de manera que me mantengo pegada a él observándolo con la respiración agitada.
Lo beso nuevamente sin decir una palabra y me interno nuevamente en el ardiente placer de su boca, mi lengua recorre sus labios y lentamente me obligo a olvidar mis dudas. Sin embargo la asfixia me persigue de manera que debo empujarlo para quitarlo de encima mio. A duras penas puedo moverlo pero me lo permite y lo veo recostado en el suelo, al menos nos hemos movido lo suficiente para no caer directo a las rocas puntiagudas que de alguna manera había olvidado. Me estiro como un gato agradeciendo el aire que eriza mis plumas y entonces me acomodo a horcajadas sobre él y vuelvo a besarlo esta vez mas lento, mas pausado.
-¿Que eres?-me atrevo a preguntar finalmente cuando me doy cuenta que no puedo continuar sin saber la respuesta, a pesar de que quiero olvidarlo no puedo y no es precisamente a causa del miedo, tampoco es que quisiera encontrar una escapatoria pero necesitaba saberlo. Me digo a mi misma que es mera curiosidad pero se que hay algo más y a pesar de que es poco probable que responda con la verdad no puedo darle largas. Por encima del deseo, por encima incluso de mi estúpida persecución del peligro había algo a lo que necesitaba aferrarme para saber que no estaba loca, entender que esa mezcla de familiaridad y fascinación tenia una causa.
-¿Que eres?.-repito esta vez con mas fuerza.
Kat Luxford- Nefilims
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
Kat no tardó en contestar a mi beso. Moví su lengua contra la suya, explorando su boca con la mía al mismo tiempo que su lengua juguetona exploraba la mía. La mantuve cerca de mí, sintiendo cada curva de su cuerpo contra el mío. Nuestros labios no tardaron en aumentar la temperatura y no fue solo los labios. Estuvimos un gran rato unidos por nuestros labios, me aparté del borde del acantilado, ella pareció no darse cuenta. La chica se separó de mis labios cuando tuvo la necesidad de coger aire. Sonreí al verla, pero a pesar de eso no se detuvo, recorrió mi cuello con besos y mordiscos, enredé mi mano libre en su cabello. Su tacto era suave y sedoso, se notaba que tenía bastante pelo y eso me gustaba, había más donde tirar. Volvió a besarme y comenzó a removerse para liberar los brazos, después de varios intentos deje que sacara los brazos. Cuando sintió los brazos libres me acarició el cuello. Dejé que lo hiciera, que disfrutara por el momento. Se detuvo y volví a besarla, al acabar el beso le di un pequeño mordisco a su labio inferior antes de volver apretar sus labios con los míos. Disfrutando de su aliento en la punta de mi lengua cuando le lamía los labios con lascivia, transmitiendo todas las ganas que tenía de tomarla.
Me empujó para coger aire de nuevo, eso hizo que me recostara algo en el suelo. Desde ese ángulo la miré de arriba y abajo, viendo como la ropa moldeaba su figura aunque la prefería sin ropa en vez de con ella. Se estiró como un gato, al parecer no solo tenía la expresión de ese animal sino que también se comportaba como él, por suerte ese comportamiento en una mujer me gustaba. Le acaricie el rostro con una sonrisa de superioridad antes de que me besé de manera pausada. Se lo devolví, usando todo mi autocontrol para no perder el control y arrancarle la ropa allí mismo. Al separarse de mí me preguntó qué era. La miré a los ojos, se hizo una pausa entre nosotros. Sentía como la curiosidad podía más que el deseo. No tardo mucho en repetir la pregunta. Sonreí de forma peligrosa mientras que me incorporaba hasta sentarme, manteniéndola encima de mí. Coloqué una mano en su muslo y subí lentamente por su cuerpo acariciando su espalda hasta llegar a su cuello. Acaricié su clavícula con la nariz y subí aspirando el sabor de su piel con mis labios a medida que subía hasta su cuello.
-Soy un cazador de sombras. -le respondí. Le besé el cuello lentamente. -Uno que sabe aprovechar la oportunidad. -le besé la mandíbula, la comisura de los labios y le mordí el labio inferior. Agarré su cintura con un solo brazo y giré para que quedara debajo de mí. Le acaricié las piernas, hundí mi rostro en su cuello y le mordí el cuello. Me incorporé y la agarré por los hombros. Le miré los pechos y subí lentamente con una sonrisa. -La pregunta es... ¿Vas a aprovecharla tú? -mi mirada era entre desafiante y llena de deseo. ¿Sería capaz a estas alturas decir que no quería nada? No iba darle esa oportunidad. Me incliné hacia ella, con una mano acaricié la piel de su cintura, introduciendo levemente mi pulgar dentro de la cinturilla de su pantalón. Le besé el hueco de la oreja antes de besarla de nuevo los labios, esperando a que me contestara.
Me empujó para coger aire de nuevo, eso hizo que me recostara algo en el suelo. Desde ese ángulo la miré de arriba y abajo, viendo como la ropa moldeaba su figura aunque la prefería sin ropa en vez de con ella. Se estiró como un gato, al parecer no solo tenía la expresión de ese animal sino que también se comportaba como él, por suerte ese comportamiento en una mujer me gustaba. Le acaricie el rostro con una sonrisa de superioridad antes de que me besé de manera pausada. Se lo devolví, usando todo mi autocontrol para no perder el control y arrancarle la ropa allí mismo. Al separarse de mí me preguntó qué era. La miré a los ojos, se hizo una pausa entre nosotros. Sentía como la curiosidad podía más que el deseo. No tardo mucho en repetir la pregunta. Sonreí de forma peligrosa mientras que me incorporaba hasta sentarme, manteniéndola encima de mí. Coloqué una mano en su muslo y subí lentamente por su cuerpo acariciando su espalda hasta llegar a su cuello. Acaricié su clavícula con la nariz y subí aspirando el sabor de su piel con mis labios a medida que subía hasta su cuello.
-Soy un cazador de sombras. -le respondí. Le besé el cuello lentamente. -Uno que sabe aprovechar la oportunidad. -le besé la mandíbula, la comisura de los labios y le mordí el labio inferior. Agarré su cintura con un solo brazo y giré para que quedara debajo de mí. Le acaricié las piernas, hundí mi rostro en su cuello y le mordí el cuello. Me incorporé y la agarré por los hombros. Le miré los pechos y subí lentamente con una sonrisa. -La pregunta es... ¿Vas a aprovecharla tú? -mi mirada era entre desafiante y llena de deseo. ¿Sería capaz a estas alturas decir que no quería nada? No iba darle esa oportunidad. Me incliné hacia ella, con una mano acaricié la piel de su cintura, introduciendo levemente mi pulgar dentro de la cinturilla de su pantalón. Le besé el hueco de la oreja antes de besarla de nuevo los labios, esperando a que me contestara.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
Suspiro y dejo que mis sentidos se abran completamente, libero todas las ataduras en las que generalmente me refugio y sonrió de manera despiadada, adiós a Kat hola a Devon.
-No he llegado hasta aquí para nada-gimo mientras me deshago de su camiseta y presiono todo mi cuerpo contra él, con cada rose y mientras siento su lengua es como si mis sentidos explotaran y soy capaz de verlo todo mas brillante e incluso el sonido del viento me abruma. El dorado lo cubre todo mientras el sol empieza a despertar haciendo que suspira al sentir su calor en mi espalda mientras que Sebastian juega con mi cuello haciéndome reír roncamente. Hundo mis manos en sus cabellos y muerdo la cima de su oreja hasta que puedo sentir el sabor de su sangre en mi lengua, araño su espalda antes de sacarme la camiseta para quedarme en sujetador. Mis pechos hipersensibles se acarician contra su pecho y yo me pego tanto como puedo.
Sus manos van por mis piernas hasta mis shorts que ya sobran, lucho contra ellos mientras muerdo su hombro de placer. Abro los ojos para ver su mirada brillante y deseosa, muere por poseerme y me encanta, a pesar de todo se que un solo movimiento en falso puede hacer que las cosas terminen completamente fatales pero me arriesgo. Puedo ver el ligero brillo que mi piel destella, una evidencia mas de que era un hada, pero ya no siquiera le tomo importancia, le aparto el cabello del rostro para cariciarlo aruñando ligeramente sus sienes. Mi deseo arde pero no se trata solo de su cuerpo sino de su sangre, nunca había sentido algo así pero su sangre en mi boca me hacía querer mas, me hacía querer hacerle daño mientras me besaba, mientras me desnudaba, mientras me penetraba.
-Deseo...deseo tu sangre-murmuro contra sus labios mientras lucho con el impulso de arrastrar mis uñas a través de su piel para verlo sangrar. Me lanzo sobre el sin temor al tiempo que logro deshacerme de mis shorts para quedar solo en ropa interior. Ahora solo faltaba él.
El sonido de las olas chocando contra las rocas ahoga mis gemidos a duras penas mientras acaricio su pecho y bajo hasta sus vaqueros completamente innecesarios.
-Si realmente aprecias tu ropa quitártelo antes de que te lo arranque-lo mando con una sonrisa despectiva al tiempo que el viento azotaba mi cabello y me hacia temblar la brisa que golpea contra mi cuerpo caliente, siento como algunas pequeñas rocas se clavan en mis muslos antes de que repentinamente un sonido similar a un derrumbe retumba a nuestro alrededor. La punta del acantilado a acabado por romperse y se golpe hacia el mar haciendo temblar, incluso los árboles mas antiguos reniegan y yo sin poder evitarlo me agazapo lista para cualquier amenaza.
-No he llegado hasta aquí para nada-gimo mientras me deshago de su camiseta y presiono todo mi cuerpo contra él, con cada rose y mientras siento su lengua es como si mis sentidos explotaran y soy capaz de verlo todo mas brillante e incluso el sonido del viento me abruma. El dorado lo cubre todo mientras el sol empieza a despertar haciendo que suspira al sentir su calor en mi espalda mientras que Sebastian juega con mi cuello haciéndome reír roncamente. Hundo mis manos en sus cabellos y muerdo la cima de su oreja hasta que puedo sentir el sabor de su sangre en mi lengua, araño su espalda antes de sacarme la camiseta para quedarme en sujetador. Mis pechos hipersensibles se acarician contra su pecho y yo me pego tanto como puedo.
Sus manos van por mis piernas hasta mis shorts que ya sobran, lucho contra ellos mientras muerdo su hombro de placer. Abro los ojos para ver su mirada brillante y deseosa, muere por poseerme y me encanta, a pesar de todo se que un solo movimiento en falso puede hacer que las cosas terminen completamente fatales pero me arriesgo. Puedo ver el ligero brillo que mi piel destella, una evidencia mas de que era un hada, pero ya no siquiera le tomo importancia, le aparto el cabello del rostro para cariciarlo aruñando ligeramente sus sienes. Mi deseo arde pero no se trata solo de su cuerpo sino de su sangre, nunca había sentido algo así pero su sangre en mi boca me hacía querer mas, me hacía querer hacerle daño mientras me besaba, mientras me desnudaba, mientras me penetraba.
-Deseo...deseo tu sangre-murmuro contra sus labios mientras lucho con el impulso de arrastrar mis uñas a través de su piel para verlo sangrar. Me lanzo sobre el sin temor al tiempo que logro deshacerme de mis shorts para quedar solo en ropa interior. Ahora solo faltaba él.
El sonido de las olas chocando contra las rocas ahoga mis gemidos a duras penas mientras acaricio su pecho y bajo hasta sus vaqueros completamente innecesarios.
-Si realmente aprecias tu ropa quitártelo antes de que te lo arranque-lo mando con una sonrisa despectiva al tiempo que el viento azotaba mi cabello y me hacia temblar la brisa que golpea contra mi cuerpo caliente, siento como algunas pequeñas rocas se clavan en mis muslos antes de que repentinamente un sonido similar a un derrumbe retumba a nuestro alrededor. La punta del acantilado a acabado por romperse y se golpe hacia el mar haciendo temblar, incluso los árboles mas antiguos reniegan y yo sin poder evitarlo me agazapo lista para cualquier amenaza.
- Disculpa:
- Realmente siento el retraso pero tenia bloqueo mental acerca del tema y me daba cosa contestar solo por contestar así que por eso tarde mucho, espero que el retraso valga la pena.
Kat Luxford- Nefilims
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Fecha de inscripción : 03/05/2014
Localización : Aquí, allá...Busca los desastres, seguro me encuentras
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
Mientras la besaba escuché su respuesta y solo sonreí. No me había decepcionado, y sabía perfectamente que si me hubiera dicho que no, lo más probable es que la hubiera tomado aunque a ella no le hubiera gustado, y el cambio en ella fue totalmente radical y agradable. Pocas veces me gustaban las mojigatas en la cama, lo convertía algo aburrido. Me gustaba que pudieran o que se atrevieran a darme la batalla, aunque fuera yo quien acabaría ganando.
Dejo que me quité la camisa, antes de bajar a sus labios y abrirlos con los míos. Explorar su boca completamente con mi lengua, busqué alguna actividad de su lengua con la mía. Me separé un momento para irme a morderle en cuello y ella enterró sus dedos en mi cabello para morderme la oreja. No sentí dolor, sino placer. Sentí la calidez de mi sangre bajando por mi oreja y yo sonreí contra su cuello para incorporarme sobre los codos para verla. Había probado mi sangre, sería algo interesante como reaccionara a ella. Bajó sus manos a mi espalda desnuda y llena de cicatrices. Ella sola se quitó la ropa, sonreí. Me excitaba ver como se quitaba la ropa solamente para que yo la poseyera y la devorara. Bajé mi rostros hasta colocarlo en medio de sus pechos, sacar la lengua y lamer justo en medio mientras que subí lentamente. Ella me mordía el hombro, algo que me dejaba bastante claro que había perdido el control.
Noté como se movía, así que me incorporé de nuevo. El sol comenzaba a alzarse tiñendo todo con una luz anaranjada y brillante. Su piel brillaba, posiblemente por culpa de su mezcla de sangre. Me acarició el rostro mientras que yo acariciaba su muslo. La volví a besar mientras ella se dedicaba a arañarme, y la frase que salió de sus labios hizo que me separara de ella y la mirara a los ojos de manera intensa hasta sonreí de oreja a oreja totalmente complacido y con un brillo de peligro y deseo en los ojos. Después reí al escuchar su comentario sobre mi ropa. Ella se había desnudado solita, algo que me complacía. Estaba claro que deseaba más de la cuenta que le hiciera el... “amor”. Por llamarlo de una manera fina, algo que no me gustaba. Solo era follar, y a mí me encantaba.
Me quité los pantalones, mientras la besaba y no bajaba más abajo de sus hombros, eso sería ahora, más adelante. Ella se puso en tensión cuando un trozo del acantilado se cayó, no pensaba moverme de allí. Cuanto más peligro mucho mejor y más excitante para mí. Como respuesta a esa tensión fue quitarle el sujetador con una mano y un único movimiento. Al desabrocharlo lo lancé lejos de nuestro alcance. Contemplé por un momento sus pechos y la besé, volviendo a introducir mi lengua en su boca, explorándola de nuevo. Atrapé su pezón entre mis dedos y tiré de él para después soltarlo y colocar mis dos manos en sus caderas para pegar su pelvis con la mía, para que notara mi sexo en su plenitud. Se reflejaba lo excitado que estaba, bajé a sus pechos mientras que frotaba mi entrepierna contra la suya. Lamí su pezón antes de metérmelo en la lengua y succionarlo. No tarde mucho en dejar de hacer eso, ya que era bastante aburrido y solo quería prepararla lo antes posible para hacerlo de una vez. La besé nuevamente y bajé mi mano hasta su sexo. Acaricié su clítoris con mis dedos, primero de arriba y abajo, para después hacerlo en círculo, antes de bajar mis dedos hasta su entrada e introducir mis dedos y comenzar a masturbarla.
Dejo que me quité la camisa, antes de bajar a sus labios y abrirlos con los míos. Explorar su boca completamente con mi lengua, busqué alguna actividad de su lengua con la mía. Me separé un momento para irme a morderle en cuello y ella enterró sus dedos en mi cabello para morderme la oreja. No sentí dolor, sino placer. Sentí la calidez de mi sangre bajando por mi oreja y yo sonreí contra su cuello para incorporarme sobre los codos para verla. Había probado mi sangre, sería algo interesante como reaccionara a ella. Bajó sus manos a mi espalda desnuda y llena de cicatrices. Ella sola se quitó la ropa, sonreí. Me excitaba ver como se quitaba la ropa solamente para que yo la poseyera y la devorara. Bajé mi rostros hasta colocarlo en medio de sus pechos, sacar la lengua y lamer justo en medio mientras que subí lentamente. Ella me mordía el hombro, algo que me dejaba bastante claro que había perdido el control.
Noté como se movía, así que me incorporé de nuevo. El sol comenzaba a alzarse tiñendo todo con una luz anaranjada y brillante. Su piel brillaba, posiblemente por culpa de su mezcla de sangre. Me acarició el rostro mientras que yo acariciaba su muslo. La volví a besar mientras ella se dedicaba a arañarme, y la frase que salió de sus labios hizo que me separara de ella y la mirara a los ojos de manera intensa hasta sonreí de oreja a oreja totalmente complacido y con un brillo de peligro y deseo en los ojos. Después reí al escuchar su comentario sobre mi ropa. Ella se había desnudado solita, algo que me complacía. Estaba claro que deseaba más de la cuenta que le hiciera el... “amor”. Por llamarlo de una manera fina, algo que no me gustaba. Solo era follar, y a mí me encantaba.
Me quité los pantalones, mientras la besaba y no bajaba más abajo de sus hombros, eso sería ahora, más adelante. Ella se puso en tensión cuando un trozo del acantilado se cayó, no pensaba moverme de allí. Cuanto más peligro mucho mejor y más excitante para mí. Como respuesta a esa tensión fue quitarle el sujetador con una mano y un único movimiento. Al desabrocharlo lo lancé lejos de nuestro alcance. Contemplé por un momento sus pechos y la besé, volviendo a introducir mi lengua en su boca, explorándola de nuevo. Atrapé su pezón entre mis dedos y tiré de él para después soltarlo y colocar mis dos manos en sus caderas para pegar su pelvis con la mía, para que notara mi sexo en su plenitud. Se reflejaba lo excitado que estaba, bajé a sus pechos mientras que frotaba mi entrepierna contra la suya. Lamí su pezón antes de metérmelo en la lengua y succionarlo. No tarde mucho en dejar de hacer eso, ya que era bastante aburrido y solo quería prepararla lo antes posible para hacerlo de una vez. La besé nuevamente y bajé mi mano hasta su sexo. Acaricié su clítoris con mis dedos, primero de arriba y abajo, para después hacerlo en círculo, antes de bajar mis dedos hasta su entrada e introducir mis dedos y comenzar a masturbarla.
Sebastian Verlac- El Círculo
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Fecha de inscripción : 01/05/2014
Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
Los ojos de Sebastian se clavaron en mis pechos, que ahora una vez desechado el sujetador podía mirar con gusto. Él se mantenía sobre mi contemplándome con aspecto ávido y turbio...creo que incluso se le escapaba la lujuria de sus deseos como un rayo por sus ojos. Solté una risa petulante aunque me mantenía a la expectativa. Paso sus manos de nuevo por mi cabello, me acaricia la la cara. Apretó y jugo con mis pezones, adelanto su cara hacia mí y me beso en los labios con fuerza, yo me mantuve en guerra decidida y segura mientras sentía como su piel ardiente y su corazón palpitaba junto al mio. Le sonreí, me gire hacia él incorporándome un poco y volví a besarlo sintiendo su aliento fresco aunque con cierto gusto amargo que me encanto, me eche a reír con ligereza como una loca mientras acariciaba su piel.
No hacían falta palabras, nos sobraba con los ojos, me sujeto de la cintura y me beso de nuevo, me arrastro suavemente hacia el , llevo su mano a mi vientre y acaricio mi sexo, sentí como apretaba con los dedos para recorrer toda la entrada de mi vagina. Sin dudarlo metí mi mano dentro de sus pantalones para tocar su miembro duro y erecto, estaba mas que listo. El sol nos daba directamente en el cuerpo, era algo un poco irreal. Un dedo entro en mi sexo acariciándome y haciéndome gemir roncamente, luego un segundo dedo acompaño al primero y las paredes de mi vagina se contrajeron de placer.
Pero yo no me quede atrás, acaricie su pene con mi mano, juguetee con sus bolas y sobe la punta con delicadeza hasta que sentí fluir el liquido pre-seminal. Mis pezones están tan duros como piedras y siento como se restriegan contra su pecho desnudo de manera sensual. Termine de bajarle los vaqueros para acariciar con mayor facilidad su miembro, mientras tanto mi lengua lamió sus oscuros pezones antes de morderlos con malicia, luego subí hacia su cuello para morderla con suavidad antes de hundir mis colmillos en la yugular derramando un poco de su sangre oscura y espesa. No era natural, no era del color adecuado, era oscura y espesa, con un sabor mas picante que metálico, de cualquier manera era deliciosa y no hacia mas que excitarme mas.
No hacían falta palabras, nos sobraba con los ojos, me sujeto de la cintura y me beso de nuevo, me arrastro suavemente hacia el , llevo su mano a mi vientre y acaricio mi sexo, sentí como apretaba con los dedos para recorrer toda la entrada de mi vagina. Sin dudarlo metí mi mano dentro de sus pantalones para tocar su miembro duro y erecto, estaba mas que listo. El sol nos daba directamente en el cuerpo, era algo un poco irreal. Un dedo entro en mi sexo acariciándome y haciéndome gemir roncamente, luego un segundo dedo acompaño al primero y las paredes de mi vagina se contrajeron de placer.
Pero yo no me quede atrás, acaricie su pene con mi mano, juguetee con sus bolas y sobe la punta con delicadeza hasta que sentí fluir el liquido pre-seminal. Mis pezones están tan duros como piedras y siento como se restriegan contra su pecho desnudo de manera sensual. Termine de bajarle los vaqueros para acariciar con mayor facilidad su miembro, mientras tanto mi lengua lamió sus oscuros pezones antes de morderlos con malicia, luego subí hacia su cuello para morderla con suavidad antes de hundir mis colmillos en la yugular derramando un poco de su sangre oscura y espesa. No era natural, no era del color adecuado, era oscura y espesa, con un sabor mas picante que metálico, de cualquier manera era deliciosa y no hacia mas que excitarme mas.
Kat Luxford- Nefilims
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Re: Peligro inminente (Sebastian Verlac) //+18//
La chica no paraba de reír de forma excitada por todo lo que le estaba haciendo. La verdad es que estaba siendo caballeroso, si fuera de otra forma ya con solo la idea de tenerla o violarla se me habría levantado, pero la cosa, es que quería prepararla para que disfrutara un poquito más, aunque la meta de todo esto era disfrutar yo. Que ella se divirtiera era un extra que realmente me daba un poco igual, solo quería que estuviera lista para dar un paso mayor.
Introduje en su sexo un dedo y tras unos cuantos movimientos metí un segundo dedo, noté las paredes de su vagina sobre esos dos únicos dedos, ya quería tenerla dentro de ella para sentirlo directamente sobre mi miembro. Ella tampoco se quedó atrás, también metió su mano dentro de mi ropa interior y comenzó a tocar toda la zona, pasando con mis testículos y mi glande, esto último hizo que me estremeciera a la vez que soltaba un gruñido en su boca, la cual devoraba sin ningún miramiento. Notaba sus pezones contra mi pecho, duros, capaces de rayas hasta el diamante, solo se necesitaba un poco más antes de penetrarla. Se separó de mí, para bajar hasta mi pecho y lamerme los pezones y después morderlos. Aumente la velocidad de mis dedos, chocando mi mano contra su sexo, mientras ella subía por mi cuello dando delicados mordiscos hasta que me mordió realmente el cuello. Mi sangré salió, era algo escandaloso la cantidad de sangre que salía, pero sabía que no era nada grave. Bebía mi sangre, la verdad es que la estaba volviendo loca y eso, me gustaba. La chica no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, solo se dejaba llevar y lo más probable es que poco a poco se estuviera envenenando. En ese momento saqué los dedos de su sexo y le arranqué la parte inferior de su ropa interior, convirtiéndola en un trozo de tela inservible. Me quité la ropa interior, rápidamente, la cogí de las caderas nuevamente con una única mano, mientras que la otra dirigía mi sexo a la entrada del suyo. La miré por un momento a los ojos y le dediqué una sonrisa de oreja a oreja lleno de lasciva poco sana, y acto seguido la penetre de golpe. Llegando al fondo de su vagina y ayudándome con la mano que tenía en su cintura empujándola más hacia mis caderas, mientras que yo clavaba intensamente mi miembro en su sexo.
Comencé a mover mis caderas, primero lentamente para ver que efecto tenía en la joven, pero rápidamente comencé a coger algo velocidad, tampoco quería que acabara pronto. No tenía cuidado, simplemente la penetraba.
Introduje en su sexo un dedo y tras unos cuantos movimientos metí un segundo dedo, noté las paredes de su vagina sobre esos dos únicos dedos, ya quería tenerla dentro de ella para sentirlo directamente sobre mi miembro. Ella tampoco se quedó atrás, también metió su mano dentro de mi ropa interior y comenzó a tocar toda la zona, pasando con mis testículos y mi glande, esto último hizo que me estremeciera a la vez que soltaba un gruñido en su boca, la cual devoraba sin ningún miramiento. Notaba sus pezones contra mi pecho, duros, capaces de rayas hasta el diamante, solo se necesitaba un poco más antes de penetrarla. Se separó de mí, para bajar hasta mi pecho y lamerme los pezones y después morderlos. Aumente la velocidad de mis dedos, chocando mi mano contra su sexo, mientras ella subía por mi cuello dando delicados mordiscos hasta que me mordió realmente el cuello. Mi sangré salió, era algo escandaloso la cantidad de sangre que salía, pero sabía que no era nada grave. Bebía mi sangre, la verdad es que la estaba volviendo loca y eso, me gustaba. La chica no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, solo se dejaba llevar y lo más probable es que poco a poco se estuviera envenenando. En ese momento saqué los dedos de su sexo y le arranqué la parte inferior de su ropa interior, convirtiéndola en un trozo de tela inservible. Me quité la ropa interior, rápidamente, la cogí de las caderas nuevamente con una única mano, mientras que la otra dirigía mi sexo a la entrada del suyo. La miré por un momento a los ojos y le dediqué una sonrisa de oreja a oreja lleno de lasciva poco sana, y acto seguido la penetre de golpe. Llegando al fondo de su vagina y ayudándome con la mano que tenía en su cintura empujándola más hacia mis caderas, mientras que yo clavaba intensamente mi miembro en su sexo.
Comencé a mover mis caderas, primero lentamente para ver que efecto tenía en la joven, pero rápidamente comencé a coger algo velocidad, tampoco quería que acabara pronto. No tenía cuidado, simplemente la penetraba.
Sebastian Verlac- El Círculo
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