Una cena con amigos – Flashback Nueve años atrás- (Sebastian)

No llegaba a comprender porque a Padre se le había metido en la cabeza la idea de ir a visitar a esa gente. Sabía que los Devereaux era una familia que servían fielmente a mi padre, sin embargo veía totalmente innecesario mi presencia en aquella maldita cena. Ponerle pegas a Valentine era totalmente inútil, por lo tanto solo me quedé en silencio y aceptando la nueva orden. Llegar a comprender porque ahora tenía esas ganas de que yo fuera con él sería algo inútil y tedioso, sin contar que n estaba en posición de pedir explicaciones. Porque lo único que tendría sería respuestas vagas o directamente ninguna.
Por lo tanto lo único que me dediqué fue prepararme. Darme un baño, intenté secarme el pelo lo más rápido que pude. Mi cabello rubio blanquecino escurría poco a poco sobre mi cuerpo hasta que conseguí poco a poco quitarme todo el agua. Me vi obligado de ponerme elegante: Pantalón oscuro, camisa blanca, chaqueta negra y una corbata. Era oficial, pero no lo era lo suficiente para llevar las ropas de galas de los cazadores de color dorado. Me ajusté la corbata, no apretándolo demasiado porque llegaba a agobiarme bastante.
Tras prepararnos cogimos el carruaje y me preparé para un viaje totalmente aburrido. Mi padre, hombre de anchos hombros y barbilla cuadrada, donde compartíamos el mismo color de cabello y el mismo color de ojos oscuros. Durante el trayecto no hablamos, no era necesario. Yo sabía lo que tenía que hacer, por lo tanto no necesitaba que me recordaba como debía de comportarme. En casa podía hacer lo que me diera la gana, por lo menos relativamente hablando, mientras que fuera tenía que comportarme como correspondía. Como un niño bueno, sin hacer ninguna maldad pero eso era lo divertido. Hacer muchas maldades, ver como sufrían, se retorcían y ver como la sangre teñían mis botas. Durante el camino me entretuve imaginando que cada paisaje que veía se incendiaba en llamas o que se reducía a polvo. Al cabo de un tiempo llegamos por fin a la casa de esa familia Devereaux, primero bajo mi padre y yo por último. Observé como idolatraban a mi padre, tanto la mujer que elegantemente vestía un traje negro y su marido. Mi padre y el hombro se saludaron mutuamente antes de saludar a la mujer. Allí había una chica algo mayor que yo, no obstante busqué a la chica que faltaba, ya que mi padre decía que tenían dos hijas.

Buscando a la niña menor de la familia apareció de pronto al lado de su hermana mayor. Observé el vestido que llevaba puesto, bastante vaporoso y de color claro. Hizo una reverencia mientras que nos daba las buenas noches y al incorporarse se quedó observándome. Sus ojos castaños se distanciaban bastante de los míos de color negro, y no solo por el color diferente, sino lo que transmitía. Aquella muchacha parecía mucho más cariñosa que yo, en realidad transmitía todo lo que yo no era, excepto el hecho de ser inteligente. Tal vez si que compartíamos eso, aunque comparada conmigo no creía que la muchacha destacara demasiado.
No se me paso por algo el pellizco que le dedica su madre a su hija menor para que siguiera con la bienvenida que había dejado a medias por estar mirándome. Yo no miraba a mi padre, ninguno de los dos necesitábamos hablar mucho. Solo para que me contara sus planes y mi papel en ella. Era tan sencillo como eso. La voz del padre se extendió por allí, la hermana mayor junto con la madre nos guiaron al interior de la casa. Caminaba al lado de mi padre, observando los detalles de la casa. Era la típica casa de cazadores de sombras, así que nada me llamaba especialmente la atención. De vez en cuando le echaba un vistazo de reojo a la niña menor que se mantenía al lado de su padre. Podía captar algunas palabras de su conversación, entera si me hubiera interesado algo más.
Llegamos al salón, donde la chimenea estaba prendida y el servicio puesto sobre la mesa correctamente y de manera elegante sobre un mantel blanco. Cubiertos de plata, y vasos de agua y vino para todos. Mi padre no me prohibía beber alcohol, de hecho me solía dar de vez en cuando un trago recordándome que solo debía tomar un poco. Un buen cazador de sombras no andaba borracho por las esquinas.
-Una casa espléndida. -halago mi padre, al mismo tiempo que se acercaba a un retrato. -Como siempre.

Mi padre iba por un lado y yo por el otro, no me apetecía estar aquí, pero tenía que tener claro que aquello era una visita oficial para mi padre, por lo tanto tengo que comportarme como es debido o si no, tendría que soportar castigos. A pesar de mi edad a mi padre le seguía gustado el látigo. Por suerte me curaba asombrosamente rápido una ventaja para mí, por desgracia eso no ayudaba a hacer desaparecer las cicatrices que tenía bajo la camisa, adornando mi espalda. Igual que mi padre observaba la sala, pero mi padre se mantenía solo observando un retrato. El padre de la chica se acercaba al mío con una copa de vino para él.
-No lo hago para halagarte, simplemente te digo la verdad. -mi padre aceptó la copa de vino que le ofrecían. Lo olió y le dio un sorbo. -Excelente elección, Jonathan deberías probarlo. -en aquel momento observaba cada detalle de la sala, incluso la repisa de la chimenea, hasta que escuché a mi padre y contesté a su comentario.
-Por supuesto, Padre. -le dije antes de apartar de nuevo la mirada. Miré a la niña más pequeña de aquel matrimonio, sentada en una de los sillones de piel. Volví a mirar a la hija mayor y a la madre, que estaban igual de interesadas como yo en observarlos. No pensaba hablar con ellas, no tenía esa necesidad. Mi padre mantenía una conversación con el anfitrión y de pronto un aullido sonó. Miré por la ventana y después a mi padre, que su expresión se había puesto bastante serio. Observé a todos los miembros, todos parecían tranquilos más o menos, la hija mayor parecía ilusionada. No sabía si mi padre se había dado cuenta de ese detalle, si lo hiciera sería bastante divertido. Me mantuve al margen de aquello por el momento, observando cada movimiento de los presentes. Sin duda lo más emocionante ahora sería destrucción, pero tenía que seguir comportándome como un... Simplemente comportarme bien.
-¿Tenéis hombres lobos por la zona? -preguntó mi padre de manera seria.
-Sin duda ha sonado bastante cerca. -añadí para crear un poco discordia entre el grupo. Todos sabían que los lobos salvajes no se acercaban demasiado a los lugares habitados, por lo menos no se acercaban tanto para sonar de ese modo. Solían mantenerse bastante lejos y en silencio, para no llamar la atención. Sin contar que por esta zona no había manadas de animales para que un lobo normal se alimentara.
-Espero que tengas controlada la plaga de esas alimañas, no estaría bien ni si quiera tenerlos como mascotas.
De pronto la mujer comunicó que era hora de hacer un brindis. Me acerqué a la mesa junto con todos los demás, mi padre me había servido vino y todos nos colocamos alrededor de la mesa. La chica pequeña se colocó a mi lado, la miré de reojo y brindamos, me llevé la copa a los labios para probar la bebida dulzona. Los adultos hablaban a su ritmo, miré a la chica y le hablé en susurros.
-¿No te parecen estas reuniones aburridas?