Inercia, todo dura siempre un poco más de lo que debería. [Adhara]

El miedo tiene una característica interesante, una que ella recientemente había tenido oportunidad de descubrir y que ciertamente le resultaba desconcertante: este no trabaja en base a la razón. Si antes permanecía constantemente asustada por las cosas que veía, cosas que en teoría no se encontraban realmente allí, lo cierto que es ahora que tenía motivos para creer que no estaba loca –de modo que todos los horrores eran muy reales- se encontraba más a gusto en las calles atestadas de gente, sin importar si esta parecía perfectamente normal o no. Un hecho que, cuando menos, resultaba extraño.

Gracias a la nueva perspectiva que tenía de las cosas, podía trabajar en el manejo del miedo; pues si bien no esperaba que este desapareciera, la consciencia de que en realidad existía –y por tanto siempre lo había hecho- le ayudaba a sobreponerse a él. Aunque, claro, eso tenía consecuencias que no había considerado. La noche se había materializado como tal hace algunas horas y ella continuaba deambulando, sin un rumbo fijo, con el estómago vacío y la creciente sensación de que no conseguiría nada porque no sabía cómo hacerlo ¿Cómo era que ella conseguía la comida? No de un modo honesto, eso lo sabía con seguridad, sin embargo, ya había sobrepasado el punto en que la honestidad dejaba de importar.

Por eso ahora estaba frente al local, indecisa acerca de si debía entrar o tal vez… ¿Estaba tan desesperada como para revisar la basura? ¿Encontraría algo si lo intentaba? Tal vez conseguir un empleo fuera lo más apropiado en su situación, aunque evitar las preguntas incómodas sería muy difícil y no tenía ningún antecedente que presentar; sin mencionar que, justo ahora, ser reconocida y volver a la institución definitivamente no era una opción.

― ¿Dónde estás?― Murmuró quedamente, a modo de recriminación por dejarle sin ningún tipo de herramientas que pudiera utilizar. Porque sí, tenía el estómago vacío y gruñendo, pero ganaba terreno dentro de sus preocupaciones el hecho de que no podía pasarse toda la noche caminando, y ciertamente no tenía un lugar al cual ir.