Invocando demonios: Clase 1 [Xaminé]

El bosque tiene zonas más oscuras y alejadas de la carretera. Es ahí donde me dirijo, aunque cuido de dejar el auto no tan lejos de la civilización que implica la carretera. Esto simplemente porque no voy a dejar que se dañe la pintura con las ramas, es como mi bebé. Apago el auto y miro a Xaminé.

- ¿Lista? Vamos a caminar un poco, pero no mucho.

Salgo del auto y le abro la puerta. Le tiendo la mano para ayudarla a salir y después de cerrar el auto, le ofrezco el brazo. Empezamos a caminar los escasos metros que nos separan del claro más cercano, rodeado de árboles frondosos que impedirán que nos descubran. Después de todo, lo que le enseñaré no es algo permitido por los estúpidos nefilims y su odiosa Clave, sus Acuerdos, ni nada. Y no me importa, pero no quiero pasarme la noche encerrado.

Me detengo hasta que estamos en el centro del claro y la suelto.

- Bien, ahora voy a enseñarte algo realmente genial. Siéntate.

Convierto un árbol caído en una modesta banca de madera y me siento al lado de Xami, con el costado sobre el respaldo para poder verla mejor.

- Como sabes, los demonios menores se invocan con un pentagrama. Bueno, mi método para invocar demonios mayores es con un pentagrama invertido. El demonio aparecerá en el centro del pentagrama y debes mostrar aún más decisión y valentía de la que se requiere para controlar un demonio menor. Yo prefiero protegerme antes. Utilizo un antiguo hechizo japonés llamado "sello", que no es más que escribir las palabras correctas en un trozo de papel. Puedes idear tu propia forma de hacerlo.

Enarco una ceja y miro sorprendido y contrariado a Xami.

- ¿Por qué no dormiste? Si yo te dejé en paz. Si te hubieras quedado conmigo igual y no habrías podido dormir porque luego hablo dormido.

Río por lo que dice sobre conducir y luego pone música. Soy bastante raro con la música, pero la dejo. Prometió dormirse, y en cuanto lo hace, cambio la música por algo que me guste. Cuido que el volumen no sea muy alto y canto en voz muy baja para no despertarla.

Cuando llegamos, me estaciono y despierto a Xaminé. Abro la puerta para ella y tomo su mano para caminar con ella hasta el claro. Era el mejor lugar y ya lo había usado antes para mezclar algunas pociones y hacer algunos portales.

Improviso una banca, pero Xami va más allá y crea un cojín para que sea mucho más cómoda. Sonrío divertido y me siento frente a ella.

- Seguro. Lo que quiera mi discípula consentida.

Comienzo la clase, con lo que creo que es lo más importante, que es la protección propia. Yo usaba mi propio método, probado por los brujos de mi país, y sé que funcionaban. Así he aprendido yo, pero Xami tiene otra idea.

- Puedes hacerte un tatuaje que te proteja, pero lo hará de forma general. Dependiendo del demonio que quieras invocar, a veces necesitarás protección adicional de todos modos. Como si invocas al demonio del miedo necesitarás protección contra tu propio miedo, o si invocas al de la lujuria... creo que me entiendes. Un tatuaje de protección me parece que es algo inspirado en los nefilims, ¿de ahí lo sacaste?

Jugueteo con los dedos sobre mis rodillas.

- Sólo debes entender que ninguna protección está de más. Hay muchos que no han sobrevivido a una invocación de este calibre y no serás una de ellas.

Comienzo la clase y la verdad es que con la magia de los dos, el "salón" estaba mucho mejor. Me siento tan a gusto que no me pesa compartir mis trucos y secretos, después de todo, Xami es mi discípula consentida y la única que me había soportado el tiempo suficiente.

La idea del tatuaje es buena, aunque me recuerda a los nefilims y sabemos que no los soporto. Sin embargo, tenía huecos que no permitiré que mi mejor discípula tenga, porque sería correr demasiados riesgos.

- Yo quiero cambiarme los que tengo. Estaba pensando tatuarme otra cosa... ah pero no estábamos hablando de eso.

Dejo de divagar y pienso en continuar, pero Xami me detiene. Lo que me dice de que explotará y no podrá estar tranquila hace que enarque una ceja.

- Anda, dímelo. Espero que no pienses que hay algo malo con invocar un demonio mayor.

Por supuesto, pienso que es algo sobre la clase que le estoy dando. Sé que ella no es tan oscura como yo, así que seguro está teniendo alguna duda moral sobre si esto no está mal. Y vamos, está mal, por supuesto que lo está y por eso es divertido y lo hago. Pero Xami está demasiado nerviosa y no entiendo. Digo, esto es genial, pero no es para ponerse así. Toma mis manos y me mira a los ojos y estoy más confundido que nunca.

Amor... está enamorada de alguien y si me dice que es un nefilim, ¡dejaré de ser su mentor!

Sin embargo en esta ocasión la realidad supera cualquiera de las historias que mi cabeza sea capaz de crear. Abro los ojos, abro incluso la boca y me quedo congelado. ¿¡QUÉÉÉÉ!? No, no puede ser. Digo, soy gay, soy más gay que Magnus Bane porque nunca he besado siquiera a una chica, me pinto las uñas, amo el morado... ¿¡cómo que está enamorada de mí!?

¿Broma? Esto debía ser una broma, pero no lo pensé porque lo dice toda seria y porque eso explica que esté fastidiada porque soy gay.

Se hace el silencio y me pongo nervioso. Esto ha pasado un poco, en aquella época en la que fui idol sobre todo, y siempre fui muy cruel. Pero no lo decían en serio y eran chicas que no me importaban. Jugueteo con los piercings de mis labios y no puedo dejar de mirarla.

- Xami, soy gay. Jamás me ha gustado una mujer. Yo... me dan cosa, aunque pues tú eres mi discípula y hemos compartido la cama como anoche, pero no en plan sexoso y bueno yo... yo...

No puedo evitar recordar que me excité anoche y ella estaba ahí y entonces me pongo nervioso. No, yo soy gay, me gusta ser gay, ¿qué rayos es esto?

- ¡No sé qué decir!

Lloriqueo sin lágrimas, pero es que jamás había estado tan perdido. Siempre sé qué hacer o qué decir, incluso cuando no hago nada es porque sé que esa es la solución.

- Xami, yo jamás te he visto así. Digo, tú eres especial y eres la única mujer que he tenido tan cerca, pero es que... pues... sigo siendo un marica que se pinta las uñas. Y... creo que mejor me callo. Seguro te fuiste por eso y creo que vas a enojarte conmigo, ¿verdad?

Suspiro... estoy tan perdido.

No sé qué hacer, no sé qué decir, y el resultado es que las palabras se atropellan al salir de mis labios y sólo veo cómo le duele. Siento que me miro a mí mismo cuando el imbécil de Magnus Bane me trata como un capricho... y siento que arruiné todo.

- Si estás diciendo que es estúpido enamorarte de mí, me deprimiré hasta el fin de los tiempos, pero te daré la razón. Yo sólo... no me esperaba esto.

Se levanta y yo no tengo fuerzas para ir tras ella. Encojo las piernas y siento que perdí todo. He perdido a mi discípula, la única y la más especial, la consentida, a la que enseñaría todo, o quizá todo, una buena amiga, y todo porque no soy un maldito heterosexual. Aunque francamente, yo no nací para esta cosa del amor. Esto era quizá mi karma, tenía que ver en alguien más lo que yo había pasado con Magnus y puedo entender a Xami. Por primera vez pienso que ella se merece a alguien mejor que yo, y es la primera vez que no siento que yo sea lo mejor.

Me parece eterno el tiempo de espera y cuando por fin vuelve, es claro para mí que se hizo algún hechizo. Yo no sonrío.

- Sé que quieres, pero acabas de soltarme una bomba y no estoy en condiciones para nada, por si no te diste cuenta. Xami, no sé qué esperabas, pero te pido que intentes entenderme. Llevo 373 años como gay, esto es inesperado. Y Xami, me importas, te quiero, eres mi discípula. No quiero lastimarte, y sé que ya lo hice, pero me gustaría enmendarlo. Al menos un poco.

Esta vez soy yo el que toma sus manos.

- Dime que hago, porque no quiero perderte. Estoy en shock y no quiero que te alejes de mí porque no sé qué hacer.

No soporto verla así, no soporto saber que yo fui el que la puso así de mal.

- Yo no creo que haya sido estúpido. Fue valiente y sorprendente, pero no estúpido.

Pero sé que no me cree y no me creerá. No tiene razones para ello, porque piensa que si provoca dolor, entonces es estúpido. Para mí no era así. Si no sintiera nada de dolor por una persona, entonces la olvidaría y continuaría mi vida.

Cuando Xami vuelve, se pone aún peor y sólo puedo pensar que lo que siente es más fuerte que ese hechizo que seguro se hizo. Eran hechizos de brujas, de gente que había considerado débil, porque las únicas dos veces que he amado, he preferido sentir el dolor de la pérdida. No puedo darle un hechizo más fuerte, no quiero, porque si deja de dolerle, se olvidará de mí.

Apenas si lo he pensado, cuando Xami me confiesa que esto tiene desde que nos conocimos. Yo acaba de convertirme en el gran brujo de Tokyo, tenía el cabello de esa forma tan nerd, me vestía diferente, no tenía piercings, ¡y ella me quería!

- Son como sesenta años, ¿cómo has podido guardártelo? Siempre creí que habías ido por alguien más o porque no cumplí tus expectativas. La verdad, pensé que te habías alejado de mí porque te asustaba que yo fuera tan oscuro. De todos los que conozco, soy el más oscuro.

Me paso una mano por el cabello, intento no mirarla mientras llora, siento que se me parte el alma sólo con mirarla. Tomo sus manos y pese a mis palabras, ella me dice algo horrible. Me abraza después, pero no puedo con esto. Rodeo su cuerpo y acaricio su espalda.

- Puedo, pero no quiero. Te has atrevido a algo realmente impresionante, siempre has sabido que soy gay, tanto como espero que sepas lo mucho que te quiero. Te admiro por habérmelo confesado y sería una grosería borrarme la mente.

Lo siguiente es peor que si me hubiera atacado. Pero ella no tiene una parte masoquista como yo, tiene razón al no desear vivir conmigo.

- Eso sí que me duele... pero lo entiendo.

Me aparto un poco, sólo para mirarla y meto la mano al bolsillo para tomar mi pañuelo y secarle las lágrimas.

- ¿Sabes? No puedes ser feliz si no eres infeliz a veces. La capacidad de sentir la tristeza es lo que hace que sigamos siendo humanos, aunque sea sólo un poco.

Le acomodo también el cabello, pero la verdad, yo sí pienso que volverá a irse. Quiero decir algo útil o gracioso, pero no soy capaz. Así que sólo vuelvo a abrazarla y dejo que se desahogue por lo que creo que es la última vez.

No sé qué hacer y cada segundo que pasa sólo siento cada vez más dolor. Me siento impotente, y no es un sentimiento agradable. Es lo mismo que había sentido cuando mi primer amor murió entre mis brazos sin que yo pudiera hacer nada, y eso que lo intenté desesperadamente. Pero ahora, ¿qué podía intentar? O mejor aún, ¿qué podía intentar que valiera la pena para algo?

- Lo estoy pensando y entendería que te marcharas, pero soy un cerdo egoísta y me duele que te vayas de la casa. Me gustó vivir contigo un día, fue lo más divertido que me ha pasado en bastante tiempo.

Con las ausencias de mi mundana, lo único que pasará será que volveré a mi rutina habitual con el gato. Él come y duerme, yo bebo y salgo. No debería molestarme, pero una vez que salgo de la rutina por algo agradable, volver a ella es horrible.

Intento darle ánimos, pero no soy el indicado. Seguro sería más fácil si me odiara, al menos le dolería menos. Le limpio las lágrimas, al menos esa era mi intención, pero no me deja. Este simple gesto hace sienta horrible, peor que si me hubiera golpeado. Y de nuevo sus palabras.

- Sé feliz en otros aspectos. ¡Mírame a mí! El único que sigue conmigo es el gato. No estás destinada a nada, puedes escupirle en la cara al destino y crear el tuyo propio, si eso es lo que quieres. Ten valor, de nuevo, siempre y haz muchas cosas. Deja de mirar hacia atrás, no hay un futuro detrás de ti.

Pero Kyo, ya cállate. Esto es tu culpa y es cruel que estés animándola cuando en realidad eras quien pudo evitarle esto. Vuelvo a abrazarla y se desmorona... Esta vez, aunque no lo había planeado, también lloro yo. En silencio, dejo que las lágrimas fluyan libremente. Porque esto también me duele a mí, más de lo que creí.

Asiento, aunque en realidad, para mí esto es alejarse. Y en parte, sé que es tonto. En ningún momento prometió vivir conmigo, esto era algo temporal, de un día, dos quizá. Pero igual me dolía. No había espacio para el momento incómodo y traumante de anoche, ahora en realidad sólo dolía. Era como recuperar algo que querías y se rompiera y no pudieras tenerlo más.

- Esperaré la invitación vía mensaje de fuego.

Dejo que llore sobre mi hombro, abrazándola como siento que no merezco hacer. Esto no debe ser bueno, me parece cruel porque yo soy el culpable de sus lágrimas. Aunque tampoco puedo dejar de hacerlo. Algo llega al fondo de mi oscuro corazón y me conmuevo. No puedo ser inmune ante la forma en la que Xami en verdad me ama. Esto no es simple cariño, va mucho más allá y en realidad me produce una sensación agradable y cálida, como mi fuego azul y morado. Es algo familiar y hermoso que reconforta, pero que también me hace sentir muy querido.

- No puedo dejarte, Xami. Soy un brujo oscuro, es cierto, pero yo creo en la Retribución. Quizá es sólo una cosa oriental, pero a mí me gusta. Es el pacto entre mentor y discípulo, en el que yo te enseño a cambio de algo, por simple que sea, pero valioso para mí. Me estás dando mucho más que los momentos divertidos, la comida, la compañía y el orgullo como tu mentor. Ahora yo estoy en desventaja y debo compensártelo. Aunque tampoco quiero alejarme y nunca lo quise. Yo, como persona y no sólo como tu mentor. Intento decirte que en los dos aspectos, no me alejaré.

Seguro será más difícil para Xami que para mí, pero es cierto, se lo debo. Ella limpia mis lágrimas y entreabro los labios mientras lo hace, a punto de empezar con el nuevo tic nervioso de juguetear con los piercings de mis labios. Pero ella no me deja... Se acerca a mí y me quedo inmóvil, porque sé que no lo hará.

Y lo hace...

Posa sus labios sobre los míos y hago lo que pasa en el anime chicoxchico: abro los ojos como platos y me quedo inmóvil. Algo que siempre he pensado que es una estupidez, ahora es justo lo que pasa conmigo. "Quítate, sal corriendo, grita como el marica loco que eres", eso es lo que pasa por mi mente, pero no me muevo ni un milímetro. La sensación es extraña, casi como besar la almohada por lo suave. La piel de Xami no tiene la dureza de la piel de un hombre, ni la barba incipiente que podían tener algunos, es suave. Parpadeo varias veces, quitando la pose idiota que no correspondería y pasado el shock inicial, viene uno nuevo. He dado más besos con sentimiento de los que he recibido, y de estos últimos tiene tanto tiempo que incluso siento que lo he olvidado. Ahora me descoloca, al grado que empiezo a corresponder el beso, tímido y asustado, sobrecogido por la sensación: Xami me ama de verdad...

El beso es algo que no esperaba, una sorpresa que jamás se me había cruzado siquiera por la cabeza. Tanto como no imaginé que yo le gustara a Xami, ni mucho menos la intensidad de sus sentimientos por mí. Pero si eso era sorprendente, no había una palabra suficientemente buena como para explicar la sorpresa que siento al corresponderle el beso. Simplemente me dejo llevar, aunque en el fondo, siento que estoy siendo una porquería. La razón es simple: aún la sorpresa me embriaga, aún estoy contrariado y sorprendido y además, nunca antes he besado a una mujer. Jamás imaginé que fuera así, aunque en realidad, sé que no es como besar a cualquier mujer, sino a una bruja que está enamorada de mí. Y el sentimiento me llega, me derrite, siento como si mi corazón negro se detuviera por lo intenso de la sensación.

Xami se separa y yo me quedo como todo un idiota, sólo mirándola, aún perdido y con la sensación de sus labios sobre los míos aún fresca en la memoria y en la piel. Siempre pensé que si una mujer se me acercaba a menos de cinco centímetros, la electrocutaría y si me besaba, la mataría y me iría a vomitar y a llenarme la boca de jabón y luego de alcohol. Ahora me siento en paz, pero con la mente en blanco. Como si no pudiera pensar aún, porque mi cerebro se detuvo con ese beso.

Sólo puedo mirarla y parpadear, mientras obligo a mi cerebro a funcionar. Se disculpa y luego lo niega. Siento cómo me sonrojo, ligero pero ahí está de nuevo ese maldito color rojo sobre los pómulos y ahora no dejo de mirar su sonrisa.

- Xami...

No sé qué hacer y me cuesta pensar. Mi cerebro no puede procesar bien esto, porque de hecho, sólo puedo pensar que me gustó. Y pensar algo así es absurdo y estúpido, llevo 373 años siendo gay, y no es como si uno pudiera cambiar tanto tiempo, por un simple beso. Aunque no es en realidad sólo un simple beso, es la intensidad de los sentimientos de Xaminé.

Escucho a lo lejos su voz y siento una caricia que no me ayuda para nada con el conflicto. Sólo lo hace mucho más grande. Cierro los ojos y sólo me concentro en el roce de sus dedos contra mi mejilla. Suave y reconfortante, y entiendo por qué me abrazó para llorar, porque ahora siento lo mismo. Ella me puso en este predicamento, y sin embargo, me siento bien al sentir su caricia.

Tal vez, sólo tal vez no me importa si se lanza sobre mí y me empieza a besar sin soltarme. Soy un loco masoquista y si hay algo que encuentro atractivo en todo esto, es justamente que no me pidió mi opinión y sólo se lanzó encima.

Es hasta que siento sus palmadas que abro los ojos y me esfuerzo en volver a la Tierra. En realidad, no he estado pensando mucho pero a la vez he pensado demasiado.

- Me-me gustó...

Y me siento aún más avergonzado. Ya ni siquiera puedo mirarla, pero tampoco puedo pensar claramente. Saber el nombre del demonio... sí, eso era importante.

Creo...

Lo más raro de todo esto es la intensidad de los sentimientos de Xami. Es eso lo que me llega directo al corazón y me hace pedazos. No puedo corresponder a lo que siente, me aterra que me pueda gustar una mujer, yo soy muy muy gay. Me pinto las uñas, cuido demasiado mi apariencia, mi ropa, ligo con cuanto tipo se me ponga enfrente. Yo sé que a nivel personal no soy un buen partido, aunque también sé que cuando alguien me llega al corazón me vuelvo un idiota meloso. Lo cierto es que no sé qué hacer.

Cuando finalmente reacciono, tengo un ataque de honestidad y admito que me gustó. Nunca había besado a una mujer y siempre esperé otra cosa. Y más que prestar atención a la técnica, el sentimiento me abrumó. Fue un beso más allá del hecho de que ella es mujer.

- ¿Siempre besas así? Con... ¿con tanto sentimiento?

Sólo sé que yo no. O más bien, no en mucho tiempo. Pero de nuevo ella me distrae, esta vez con una caricia al cuello y siento que corro el riesgo de derretirme.

Xami se acerca de nuevo a mí y no me aparto. Esta vez cierro los ojos y trato de disfrutar, pero siento que sólo me estoy dejando como una maldita pasivota. Esto me está alterando demasiado.

Me recuerda la clase y la miro. Jugueteo con los piercings de mis labios y me empieza a entrar un nuevo miedo. Ahora vivir con ella debe ser peligroso, ¿qué voy a hacer si me salta encima? Bueno, tampoco tenía que pasar. Lo cierto es que podría usar magia para defenderme, estoy exagerando.

- Creí que ya no querías vivir conmigo...

Quizá esta era una cosa típica de las mujeres. Se cuenta que quieren una cosa y cinco minutos después quieren otra y odian la que querían. Quizá sí tiene algún plan macabro para abusar de mí. Aunque bueno, no se atrevería.

- Podemos volver, sí. Puedo darte la teoría en casa.

Me levanto, quizá demasiado ansioso. Quiero poder encerrarme y traumarme libremente al calor del amado alcohol.

Pregunto por sus besos, pero lo único que hace es mirarme los labios. Pronto queda claro por qué y esta vez disfruto del beso sin quedarme petrificado como un idiota. Parece que le cuesta, pero a mí también me está costando. De algún modo es tranquilizador, significa que no pierdo puntos de genialidad porque no sea capaz de hacer un montón de cosas. Aunque... no debería estar pensando en esto.

Nos separamos y cuando menciona la posibilidad de volver a casa, me soprende porque pensé que ya no quería vivir conmigo. Enarco una ceja cuando dice que no es que no quiera, sino que no puede, pero antes de que diga cualquier cosa me tiene que soltar otra frase destructora. Jugueteo con los piercings de mis labios y tras un par de intentos, sólo acepto que no soy capaz de decir nada. Me halaga, y es posible que si dejo que algo salga de mi boca, todo esto se arruine irremediablemente y no quiero lastimarla.

Xami no me mira, está poniéndose nerviosa y yo trato de minimizar los traumas y sólo propongo darle las clases en casa. Aún con el riesgo. Tenerla en casa hará que recuerde a cada momento todas esas cosas tan hermosas que me ha dicho y todo lo que me ha hecho sentir.

Decide manejar de regreso y me quita con magia las llaves. No conforme con eso, toma mi mano y me levanta como todo un caballero y este gesto hace que me sienta tan cómodo que todo lo extraño que ha pasado, se aleja de mí en un instante. Así que las chicas pueden ser caballerosas, interesante.

- Vamos.

La sigo hasta el auto, aunque termino el hechizo de transformación que creo la banca con un simple movimiento de mi mano libre.