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«¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
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«¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
La respiración de Alec era agitada los últimos minutos había estado persiguiendo junto a Jace a un par de demonios Dragonidae sabían moverse ágilmente y habían evitado el enfrentamiento con los cazadores a pesar que uno de ellos se encontraba herido, era difícil seguirles por tierra a pesar que se encontraban volando pero ninguno de los dos lo había perdido Jace y Alec habían tomado la delantera a Izzy y como Parabatai uno no marchaba al combate sin el otro y morían juntos sin importar nada. Cuchillo del Ángel en mano ambos cazadores seguían a las criaturas voladoras todo el camino era bueno que los mundanos no fueran capaces de verles las nubes estaban arremolinándose amenazando con una tormenta cercana, el viento soplaba trayendo la humedad en el aire y las luces nocturnas de todos los locales iluminaban la calles.
Cruzaron esquinas y llegaron a tropezar mundanos e incluso saltar y esquivar un par de puestos de comida rápida todo para evitar perder de vista a los demonios que un par de minutos antes habían dejado a un mundano en los huesos literalmente.
Toda la persecución se detuvo en la entrada del Zoológico del Bronx, decidido a no perseguir a ningún demonio de nuevo Alec hizo uso de su arco y fue algo complicado alcanzar a un blanco en movimiento pero logro darle a uno de los demonios en el ala haciendo que cayeran dramáticamente dentro del Zoológico, a esa hora todo se encontraba cerrado por lo que debían entrar. Sin decir nada ambos fueron rápidamente a la dirección donde estaban ambos demonios, un gran rugido se hizo presente lo que les indico de forma exacta donde se encontraban.
Segundos después estaban frente a frente con los dos demonios eran mucho más aterradores de cerca, Alec pudo ver su flecha que había apenas penetrado la dura defensa de la criatura, sus garras calientes hacían saltar vapor del suelo, debían evitarlas a toda costa y tenían una ventaja los cuchillos del ángel ya que el sol no saldría en un par de horas, y dudaba que trajeran algo de oro – No tendrás oro, ¿O sí?- pregunto Alec mientras desempuñaba el cuchillo del ángel el metal brillante a la luz de la luna era una clara amenaza para los demonios.
Toda esa escena parecía sacada de una historia de fantasía, dos chicos luchando contra dos dragones por llamarlos de una forma si contaran eso dirían que están locos pero ahora no era momento de analizar la situación, estaban en igualdad de números así que debían aprovecharlo. Siendo Parabatai se protegerían el uno al otro algo que los demonios no harían, además se habían criado juntos y Alec siendo Alec jamás dejaría que a Jace o alguien de su familia le ocurriera.
El aire se volvió tenso y la amenaza de muerte estaba en el aire, ninguno hizo un movimiento al menos por ahora el pelinegro sabía que Jace se lanzaría al combate y el estaría allí para cubrirle.
Cruzaron esquinas y llegaron a tropezar mundanos e incluso saltar y esquivar un par de puestos de comida rápida todo para evitar perder de vista a los demonios que un par de minutos antes habían dejado a un mundano en los huesos literalmente.
Toda la persecución se detuvo en la entrada del Zoológico del Bronx, decidido a no perseguir a ningún demonio de nuevo Alec hizo uso de su arco y fue algo complicado alcanzar a un blanco en movimiento pero logro darle a uno de los demonios en el ala haciendo que cayeran dramáticamente dentro del Zoológico, a esa hora todo se encontraba cerrado por lo que debían entrar. Sin decir nada ambos fueron rápidamente a la dirección donde estaban ambos demonios, un gran rugido se hizo presente lo que les indico de forma exacta donde se encontraban.
Segundos después estaban frente a frente con los dos demonios eran mucho más aterradores de cerca, Alec pudo ver su flecha que había apenas penetrado la dura defensa de la criatura, sus garras calientes hacían saltar vapor del suelo, debían evitarlas a toda costa y tenían una ventaja los cuchillos del ángel ya que el sol no saldría en un par de horas, y dudaba que trajeran algo de oro – No tendrás oro, ¿O sí?- pregunto Alec mientras desempuñaba el cuchillo del ángel el metal brillante a la luz de la luna era una clara amenaza para los demonios.
Toda esa escena parecía sacada de una historia de fantasía, dos chicos luchando contra dos dragones por llamarlos de una forma si contaran eso dirían que están locos pero ahora no era momento de analizar la situación, estaban en igualdad de números así que debían aprovecharlo. Siendo Parabatai se protegerían el uno al otro algo que los demonios no harían, además se habían criado juntos y Alec siendo Alec jamás dejaría que a Jace o alguien de su familia le ocurriera.
El aire se volvió tenso y la amenaza de muerte estaba en el aire, ninguno hizo un movimiento al menos por ahora el pelinegro sabía que Jace se lanzaría al combate y el estaría allí para cubrirle.
Invitado- Invitado
Re: «¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
Los había convencido para salir conmigo de caza, como los viejos tiempos. Solo Alec, Izzy Lightwood y yo, antes de que sucediera todo lo que sucediera desde que apareció Clary. A veces me gustaba esta tranquilidad, aunque teníamos poca tranquilidad teniendo en cuenta que íbamos de caza, y fue una muy buena. Pasamos por lo lugares más comunes de la ciudad donde encontraríamos demonios, la última vez que habíamos salido los tres nos habíamos enfrentado a varios demonios Dragonidae. Fue todo por mi culpa, igual como esta vez, que nos encontramos con los mismos demonios, pero en vez de ser en los túneles del metro fue directamente en la calle. Justo lo habíamos pillado comiéndose a un mundano que seguramente pasaba por allí y el demonio lo había atacado sin más, pero habíamos llegado bastante tarde, porque solo habían dejado los huesos del mundano. Eran dos, suficientes para hacerlo todo divertido, aunque me gustaba más la desventaja numérica y nosotros éramos tres. Estos al darse cuenta de nuestra paciencia huyeron, antes que se alejaran demasiado le lancé uno de los cuchillos serafín, pero no sirvió de mucho. Salimos corriendo detrás de ellos, dejando atrás a Izzy, sería por los tacones que suele usar aunque normalmente eso no le impedía seguir nuestro ritmo. En poco minutos podía escuchar la respiración de Alec algo alterada por la carrera, pero no era nada preocupante. Estábamos entrenados para aguantar corriendo varios kilómetros.
Como era de costumbre la calles estaban llenas de mundanos, nos habíamos puesto un glamour para evitar miradas indiscretas. Tuvimos que esquivar de todas las formas posibles a los mundanos y sus puestos ambulantes. La noche seguía presente, todavía quedaba bastante para el amanecer, las calles iluminadas por las farolas y oscuras nubes se cernían sobre la ciudad amenazando con próximas lluvias. Solo fueron unos minutos corriendo, intensos, pero pocos minutos. Habíamos recorrido la ciudad hasta llegar al zoológico del Bronx. A esas alturas, Alec tensó el arco y yo frené, pasando mi mirada de él a los demonios que sobrevolaban el lugar. Después de unos segundos mi parabatai soltó la flecha, acertándole en el ala. El demonio cayó a plomo dentro del zoo. Ninguno de los dos dijimos nada, simplemente entramos a la fuerza dentro del recinto. Se escuchó un fuerte rugido, que nos indicaba el lugar exacto a donde teníamos que ir.
No tardamos en colocarnos frente a frente de las criaturas, una tenía el ala rota donde Alec le había atravesado con la flecha, y el otro tenía todavía el cuchillo serafín incrustado. La herida no parada de sangrar, pero el cuchillo impedía que perdiera la suficiente sangre para morir. Eran imponentes cara a cara, pero eso me encantaba. Esbocé una sonrisa cuando uno de ellos, el que tenía el cuchillo clavado, me dedico una exhibición de colmillos por completo. No miré a Alec cuando me pregunté, lo único que hice fue girar de postura para dejarle al alcance un pequeño bolsillo extraíble que tenía colgado de la cinturilla del pantalón.
-Si tengo tiene que estar en ese bolsillo. -el sabría a que bolsillo me refería. Nunca habíamos necesitado una gran comunicación entre nosotros a la hora de luchar, a veces ni si quiera intercambiábamos palabras, solo con un único gesto ya sabíamos lo que él otro pretendía o pedía. Esperé a que buscara el oro dentro de donde le había dicho, sus garras emitían vapor una clara advertencia de que no tenía que acercarme demasiado. Cuando Alec terminara de buscar en mi bolsillo sería mi pitido de salida. Saqué de mi cinturón otro cuchillo serafín, que le di nombre por lo bajo y en seguido comenzó a brillar con su típico resplandor blanco. La tensión era palpable en aquel momento, todos mis músculos estaban contraídos y quietos a la espera a que mi parabatai me diera esa salida, el tiempo comenzó a ir mucho más lento a medida que la adrenalina se introducía mis venas, esto era lo mejor de la lucha. Por fin mi parabatai terminó y como si fuera un resorte me acerqué al demonio que me había gruñido y enseñado los dientes de modo amenazante. Bajé rápidamente el serafín, pero el criatura la paró con una de sus garras y con la otra intentó alcanzarme el costado. Dí una voltereta hacia atrás para poder esquivarlo.
Como era de costumbre la calles estaban llenas de mundanos, nos habíamos puesto un glamour para evitar miradas indiscretas. Tuvimos que esquivar de todas las formas posibles a los mundanos y sus puestos ambulantes. La noche seguía presente, todavía quedaba bastante para el amanecer, las calles iluminadas por las farolas y oscuras nubes se cernían sobre la ciudad amenazando con próximas lluvias. Solo fueron unos minutos corriendo, intensos, pero pocos minutos. Habíamos recorrido la ciudad hasta llegar al zoológico del Bronx. A esas alturas, Alec tensó el arco y yo frené, pasando mi mirada de él a los demonios que sobrevolaban el lugar. Después de unos segundos mi parabatai soltó la flecha, acertándole en el ala. El demonio cayó a plomo dentro del zoo. Ninguno de los dos dijimos nada, simplemente entramos a la fuerza dentro del recinto. Se escuchó un fuerte rugido, que nos indicaba el lugar exacto a donde teníamos que ir.
No tardamos en colocarnos frente a frente de las criaturas, una tenía el ala rota donde Alec le había atravesado con la flecha, y el otro tenía todavía el cuchillo serafín incrustado. La herida no parada de sangrar, pero el cuchillo impedía que perdiera la suficiente sangre para morir. Eran imponentes cara a cara, pero eso me encantaba. Esbocé una sonrisa cuando uno de ellos, el que tenía el cuchillo clavado, me dedico una exhibición de colmillos por completo. No miré a Alec cuando me pregunté, lo único que hice fue girar de postura para dejarle al alcance un pequeño bolsillo extraíble que tenía colgado de la cinturilla del pantalón.
-Si tengo tiene que estar en ese bolsillo. -el sabría a que bolsillo me refería. Nunca habíamos necesitado una gran comunicación entre nosotros a la hora de luchar, a veces ni si quiera intercambiábamos palabras, solo con un único gesto ya sabíamos lo que él otro pretendía o pedía. Esperé a que buscara el oro dentro de donde le había dicho, sus garras emitían vapor una clara advertencia de que no tenía que acercarme demasiado. Cuando Alec terminara de buscar en mi bolsillo sería mi pitido de salida. Saqué de mi cinturón otro cuchillo serafín, que le di nombre por lo bajo y en seguido comenzó a brillar con su típico resplandor blanco. La tensión era palpable en aquel momento, todos mis músculos estaban contraídos y quietos a la espera a que mi parabatai me diera esa salida, el tiempo comenzó a ir mucho más lento a medida que la adrenalina se introducía mis venas, esto era lo mejor de la lucha. Por fin mi parabatai terminó y como si fuera un resorte me acerqué al demonio que me había gruñido y enseñado los dientes de modo amenazante. Bajé rápidamente el serafín, pero el criatura la paró con una de sus garras y con la otra intentó alcanzarme el costado. Dí una voltereta hacia atrás para poder esquivarlo.
Jace C. Wayland- Nefilims
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 28/04/2014
Re: «¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
Los recuerdos del anterior enfrentamiento con los Dragonidae saltaban a la mente de Alec, tenía claro que Jace se culpaba por ese anterior encuentro y sin importar que le dijera que no era su culpa su parabatai continuaría culpándose por ello lo que podía hacer era continuar peleando. Alec no se preocupaba por su hermana, era tan hermosa como mortal así que cualquier demonio que se enfrentara a ella estaba frente a su condena de muerte, aun podía verse rastros de la piel del mundano y sangre si así podían llamarse a las manchas que el cazador podía ver sobre los cuerpos de los demonios.
Como era de costumbre Alec se preguntaba que había provocado que los demonios saltaran de su típica guarida a comerse a un mundano en plena calle, mala suerte para el tío que había terminado perdiendo la vida pero todo parecía indicar que algo los había hecho salir solo que ahora no era el momento para preguntarse que los había traído a la superficie. Todo se volvió tan fino como un hilo esperando ser cortado, ambos demonios estaban heridos pero no eran heridas mortales tendrían que esforzarse un poco más para atravesar la piel de ellos y respondiendo a la pregunta de Alec su parabatai con una señal le indico el bolsillo extraíble, para ellos no eran necesarias las palabras a la hora de luchar.
Alec sonrió captando el mensaje, su parabatai siempre estaba preparado para toda clase de combate Alec rebusco rápidamente encontrando dos cuchillas de oro y no preguntaría de donde las había sacado el tenia habilidad en cuanto a armas se refería. Los demonios se acercaban amenazadoramente tomando fuerte el cuchillo de serafín y las cuchillas de oro fue una especie de señal para que Jace se arrojara rápidamente contra los demonios dejando al pelinegro con su enemigo, como esperando que Alec atacara primero se quedo mirando a los ojos del cazador y por un momento el tiempo a su alrededor pareció detenerse, con una voz fuerte Alec nombro a su cuchillo de Serafín – Ramiel – dijo y enseguida la hoja destello liberando el brillo característico y ahora estaban listos.
Se lanzaron uno contra el otro, gracias al entrenamiento como cazador tanto Alec como Jace lograron esquivar los ataques, para el cazador no era una opción perder las cuchillas de oro debilidad de los demonios, una segunda embestida se hizo presente y Alec salto por encima del demonio logrando solo rasguñar su coraza, mientras luchaba estaba atento también a la lucha de su parabatai moriría uno por el otro sin pensárselo siquiera. El Dragonidae ataco y por milímetros alcanzo al cazador, Alec podía sentir el calor que emanaba de esas garras y girando la cuchilla de oro en su mano izquierda logro herir al demonio cortando un par de sus garras.
Librándose del agarre del demonio miro a su parabatai - Jace - dijo y entonces lanzo al demonio que luchaba contra el rubio una de las cuchillas de oro esperando darle, tampoco podía perder de vista a su enemigo pero fue tarde desplegando sus grandes alas lanzo a Alec contra una de las paredes que limitaban las aéreas del zoológico y el cazador la atravesó como si la pared fuera nada. La nube de polvo oculto su posición y era bueno, levanto un par de pedazos de concreto que limitaban su movilidad y sin saber mucho de medicina tenía claro que eso dolería al día siguiente. El cuchillo de serafín seguía brillando así que se levanto rápidamente y aprovechando la poca confusión en el demonio se lanzo sobre este, esa era una acrobacia típica de Jace pero algo debía aprender luego de tantos combates juntos.
La criatura se sacudía intentando sacar a Alec de encima, antes de lograrlo el cazador uso el cuchillo de Serafín para evitar caerse y lo clavo en la piel del demonio atravesándolo. Podía ver a su parabatai luchando aun pero conociéndolo y sus habilidades en combate sería capaz de matar al demonio incluso antes de que el mismo Alec lo lograra no por nada era el cazador más joven que mas demonios había asesinado.
Como era de costumbre Alec se preguntaba que había provocado que los demonios saltaran de su típica guarida a comerse a un mundano en plena calle, mala suerte para el tío que había terminado perdiendo la vida pero todo parecía indicar que algo los había hecho salir solo que ahora no era el momento para preguntarse que los había traído a la superficie. Todo se volvió tan fino como un hilo esperando ser cortado, ambos demonios estaban heridos pero no eran heridas mortales tendrían que esforzarse un poco más para atravesar la piel de ellos y respondiendo a la pregunta de Alec su parabatai con una señal le indico el bolsillo extraíble, para ellos no eran necesarias las palabras a la hora de luchar.
Alec sonrió captando el mensaje, su parabatai siempre estaba preparado para toda clase de combate Alec rebusco rápidamente encontrando dos cuchillas de oro y no preguntaría de donde las había sacado el tenia habilidad en cuanto a armas se refería. Los demonios se acercaban amenazadoramente tomando fuerte el cuchillo de serafín y las cuchillas de oro fue una especie de señal para que Jace se arrojara rápidamente contra los demonios dejando al pelinegro con su enemigo, como esperando que Alec atacara primero se quedo mirando a los ojos del cazador y por un momento el tiempo a su alrededor pareció detenerse, con una voz fuerte Alec nombro a su cuchillo de Serafín – Ramiel – dijo y enseguida la hoja destello liberando el brillo característico y ahora estaban listos.
Se lanzaron uno contra el otro, gracias al entrenamiento como cazador tanto Alec como Jace lograron esquivar los ataques, para el cazador no era una opción perder las cuchillas de oro debilidad de los demonios, una segunda embestida se hizo presente y Alec salto por encima del demonio logrando solo rasguñar su coraza, mientras luchaba estaba atento también a la lucha de su parabatai moriría uno por el otro sin pensárselo siquiera. El Dragonidae ataco y por milímetros alcanzo al cazador, Alec podía sentir el calor que emanaba de esas garras y girando la cuchilla de oro en su mano izquierda logro herir al demonio cortando un par de sus garras.
Librándose del agarre del demonio miro a su parabatai - Jace - dijo y entonces lanzo al demonio que luchaba contra el rubio una de las cuchillas de oro esperando darle, tampoco podía perder de vista a su enemigo pero fue tarde desplegando sus grandes alas lanzo a Alec contra una de las paredes que limitaban las aéreas del zoológico y el cazador la atravesó como si la pared fuera nada. La nube de polvo oculto su posición y era bueno, levanto un par de pedazos de concreto que limitaban su movilidad y sin saber mucho de medicina tenía claro que eso dolería al día siguiente. El cuchillo de serafín seguía brillando así que se levanto rápidamente y aprovechando la poca confusión en el demonio se lanzo sobre este, esa era una acrobacia típica de Jace pero algo debía aprender luego de tantos combates juntos.
La criatura se sacudía intentando sacar a Alec de encima, antes de lograrlo el cazador uso el cuchillo de Serafín para evitar caerse y lo clavo en la piel del demonio atravesándolo. Podía ver a su parabatai luchando aun pero conociéndolo y sus habilidades en combate sería capaz de matar al demonio incluso antes de que el mismo Alec lo lograra no por nada era el cazador más joven que mas demonios había asesinado.
Invitado- Invitado
Re: «¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
Después de esquivarlo todo comenzó.
Vigilé cada movimiento de mi parabatai, mi atención estaba entre el demonio que se encontraba delante de mí y el combate que estaba teniendo Alec. Hace un par de meses antes no me hubiera preocupado tanto por él, pero ahora era una historia distinta. Me decían que yo había cambiado con la aparición de Clary, antes de que ella pareciera él no se había arriesgado más de lo necesario y de hecho no había matado ningún demonio y de pronto se enfrentó a un demonio mayor y casi se muere. Todavía me acordaba lo que había sentido cuando él estaba tan enfermo. La atadura solida que nos unía al ser parabatai había estado tanto en tensión que me resultaba doloroso, la runa había comenzado a doler e incluso había sangrado un poco. Sentí que esa unión podía romperse en cualquier momento si no tenía cuidado. Había sido horrible, demasiado horrible. Ser parabatai era mucho más que ser simples hermanos, era algo mucho más grande que eso, algo mucho más complicado.
Centré mi atención en el demonio que estaba delante de mí, gruñiendome nuevamente, aunque seguía atento a lo que pasaba con la lucha de mi compañero, y antes de que pudiera hacer algo más la cola del demonio se enroscó en mi pierna, dejándome colgando boca abajo. Daba gracias a tener todas mis cosas bien sujetas, si no se me hubieran caído, dejándome en una situación completamente difícil. No engañaba a nadie, me gustaban las complicaciones y las desventajas, de ese modo me divertía mucho más. Cogí impulso y levanté todo mi cuerpo sujetándome con la mano libre a la cola. Con la otra mano que tenía sujeto el cuchillo serafín lo levante con la intención de darle un tajo limpio y de esa manera librarme de su presa, pero la voz de mi parabatai me distrajo. Lanzó una de las dagas de oro que había cogido de mi bolsillo, no obstante no fui el único en verlo también. Para nuestra desgracia estos demonios no eran demasiado idiotas como algunos otros. El demonio se movió rápido, con toda la intención de esquivar la daga de oro pero antes de que pudiera hacer cualquier otro movimiento me solté, aprovechando que me sujetaba la pierna para frenar la caída de mi cuerpo, mientras me dejaba caer estiré el brazo y cogí la daga al vuelo. Al parecer no eran tan inteligentes. Alec hubiera acertado en algún punto vital si la criatura no se hubiera movido. Después de coger la daga toda mi atención la tuvo mi parabatai, ya que el otro demonio lo hizo volar por el zoológico haciendo que atravesara la pared que marcaba el límite del lugar.
Me olvidé de todo, me olvidé que estábamos luchando contra dos demonios, me olvidé que uno de ellos me tenía colgando boca abajo, me olvidé que tenía la daga de oro en la mano para acabar con mi enemigo. El polvo se elevaba en el lugar donde la pared había sido casi destruida pero me relajé de nuevo al ver la luz del serafín y notar que todo estaba perfectamente. Pero la distracción me había costado demasiado cara. El demonio que todavía me sujetaba me alzó por encima de su cuerpo, entendí lo que pretendía hacer. Repetí el anterior movimiento, levantando todo mi cuerpo a pulso mientras que el demonio movía hacia atrás su cola con la intención de lanzarme lejos, pero no le sirvió de mucho. Justo cuando me soltó yo me acababa de agarrar a su cola para impulsarme y caer sobre él. Giré la daga de oro hacia abajo, y gracias a la velocidad que había usado el demonio, la velocidad de la caída y a la gravedad caí sobre la criatura con fuerza, incrustando la daga de oro en su cráneo. Noté como le atravesaba capas de piel, escamas y cráneo. El demonio dio un último grito antes de tener las convulsiones que indicaban que volvía a su mundo, saqué el arma de su cabeza antes de que desapareciera por completo.
Me apresuré a encontrarme con mi parabatai para ayudarle con el demonio. Él estaba sobre el demonio y aferrándose a su espalda con el cuchillo serafín. En mi corta carrera para ayudar a Alec, me quité el cinturón que su máxima utilidad era mantener las armas en su sitio, no sujetarme los pantalones, introduje el extremo correspondiente por la hebilla sin ponerle un tope. El demonio estaba intentando quitarse a mi compañero de encima, así que percibió mi presencia demasiado tarde. Se giró hacia a mí, pero antes que pudiera abrir la boca para lanzarme una mordida, me colé entre sus defensas, quedándome justo debajo de su cabeza y en ese mismo movimiento coloqué el cinturón alrededor de su boca. Salté por un lateral de la criatura para montarme encima y cerré el cinturón con fuerza, impidiendo que abriera la boca. Ya, montado yo también encima del demonio, miré a mi parabatai con una gran sonrisa, al mismo tiempo que giraba la daga de oro para tener más facilidad de atacar.
-¿Jugando a los rodeos? Alec. -dije todavía con la gran sonrisa y tras acabar miré al demonio mientras que bajaba la mano a gran velocidad, sin embargo no me había dado cuenta de lo que el Dragonidae estaba elevando sus alas y flexionando sus patas para darse impulso con la intención de alzar el vuelo. Cuando me di cuenta era demasiado tarde, ya sentía toda la presión sobre mi cuerpo al elevarme, junto al demonio, hacia el cielo. Se le había curado el ala, y ahora, estábamos volando los tres. El demonio y nosotros dos encima de él, yo me agarraba del cinturón. Miré a mi parabatai para confirmar que estaba bien, ya que en aquellos momentos nos encontrábamos sobrevolando el zoológico.
Vigilé cada movimiento de mi parabatai, mi atención estaba entre el demonio que se encontraba delante de mí y el combate que estaba teniendo Alec. Hace un par de meses antes no me hubiera preocupado tanto por él, pero ahora era una historia distinta. Me decían que yo había cambiado con la aparición de Clary, antes de que ella pareciera él no se había arriesgado más de lo necesario y de hecho no había matado ningún demonio y de pronto se enfrentó a un demonio mayor y casi se muere. Todavía me acordaba lo que había sentido cuando él estaba tan enfermo. La atadura solida que nos unía al ser parabatai había estado tanto en tensión que me resultaba doloroso, la runa había comenzado a doler e incluso había sangrado un poco. Sentí que esa unión podía romperse en cualquier momento si no tenía cuidado. Había sido horrible, demasiado horrible. Ser parabatai era mucho más que ser simples hermanos, era algo mucho más grande que eso, algo mucho más complicado.
Centré mi atención en el demonio que estaba delante de mí, gruñiendome nuevamente, aunque seguía atento a lo que pasaba con la lucha de mi compañero, y antes de que pudiera hacer algo más la cola del demonio se enroscó en mi pierna, dejándome colgando boca abajo. Daba gracias a tener todas mis cosas bien sujetas, si no se me hubieran caído, dejándome en una situación completamente difícil. No engañaba a nadie, me gustaban las complicaciones y las desventajas, de ese modo me divertía mucho más. Cogí impulso y levanté todo mi cuerpo sujetándome con la mano libre a la cola. Con la otra mano que tenía sujeto el cuchillo serafín lo levante con la intención de darle un tajo limpio y de esa manera librarme de su presa, pero la voz de mi parabatai me distrajo. Lanzó una de las dagas de oro que había cogido de mi bolsillo, no obstante no fui el único en verlo también. Para nuestra desgracia estos demonios no eran demasiado idiotas como algunos otros. El demonio se movió rápido, con toda la intención de esquivar la daga de oro pero antes de que pudiera hacer cualquier otro movimiento me solté, aprovechando que me sujetaba la pierna para frenar la caída de mi cuerpo, mientras me dejaba caer estiré el brazo y cogí la daga al vuelo. Al parecer no eran tan inteligentes. Alec hubiera acertado en algún punto vital si la criatura no se hubiera movido. Después de coger la daga toda mi atención la tuvo mi parabatai, ya que el otro demonio lo hizo volar por el zoológico haciendo que atravesara la pared que marcaba el límite del lugar.
Me olvidé de todo, me olvidé que estábamos luchando contra dos demonios, me olvidé que uno de ellos me tenía colgando boca abajo, me olvidé que tenía la daga de oro en la mano para acabar con mi enemigo. El polvo se elevaba en el lugar donde la pared había sido casi destruida pero me relajé de nuevo al ver la luz del serafín y notar que todo estaba perfectamente. Pero la distracción me había costado demasiado cara. El demonio que todavía me sujetaba me alzó por encima de su cuerpo, entendí lo que pretendía hacer. Repetí el anterior movimiento, levantando todo mi cuerpo a pulso mientras que el demonio movía hacia atrás su cola con la intención de lanzarme lejos, pero no le sirvió de mucho. Justo cuando me soltó yo me acababa de agarrar a su cola para impulsarme y caer sobre él. Giré la daga de oro hacia abajo, y gracias a la velocidad que había usado el demonio, la velocidad de la caída y a la gravedad caí sobre la criatura con fuerza, incrustando la daga de oro en su cráneo. Noté como le atravesaba capas de piel, escamas y cráneo. El demonio dio un último grito antes de tener las convulsiones que indicaban que volvía a su mundo, saqué el arma de su cabeza antes de que desapareciera por completo.
Me apresuré a encontrarme con mi parabatai para ayudarle con el demonio. Él estaba sobre el demonio y aferrándose a su espalda con el cuchillo serafín. En mi corta carrera para ayudar a Alec, me quité el cinturón que su máxima utilidad era mantener las armas en su sitio, no sujetarme los pantalones, introduje el extremo correspondiente por la hebilla sin ponerle un tope. El demonio estaba intentando quitarse a mi compañero de encima, así que percibió mi presencia demasiado tarde. Se giró hacia a mí, pero antes que pudiera abrir la boca para lanzarme una mordida, me colé entre sus defensas, quedándome justo debajo de su cabeza y en ese mismo movimiento coloqué el cinturón alrededor de su boca. Salté por un lateral de la criatura para montarme encima y cerré el cinturón con fuerza, impidiendo que abriera la boca. Ya, montado yo también encima del demonio, miré a mi parabatai con una gran sonrisa, al mismo tiempo que giraba la daga de oro para tener más facilidad de atacar.
-¿Jugando a los rodeos? Alec. -dije todavía con la gran sonrisa y tras acabar miré al demonio mientras que bajaba la mano a gran velocidad, sin embargo no me había dado cuenta de lo que el Dragonidae estaba elevando sus alas y flexionando sus patas para darse impulso con la intención de alzar el vuelo. Cuando me di cuenta era demasiado tarde, ya sentía toda la presión sobre mi cuerpo al elevarme, junto al demonio, hacia el cielo. Se le había curado el ala, y ahora, estábamos volando los tres. El demonio y nosotros dos encima de él, yo me agarraba del cinturón. Miré a mi parabatai para confirmar que estaba bien, ya que en aquellos momentos nos encontrábamos sobrevolando el zoológico.
Jace C. Wayland- Nefilims
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 28/04/2014
Re: «¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
Si hace algún tiempo le hubiesen dicho a Alec que terminaría enfrentándose a un demonio o a varios de ellos sin temor diría que estaba alucinando, Alec siempre había visto por el bienestar de su hermana Izzy o el de su parabatai y terminaba herido la verdad eso jamás le importo. Alec siempre había sido así, protector con aquellos que estaban cerca de el ya que si no salvaba a los que estaban cerca como esperaba ayudar al resto cuando lo necesitara.
El combate continuo y a pesar de los golpes ambos cazadores se mantenían en pie, entrenamiento arduo y vamos que los chicos eran talentosos era lo que había logrado todo eso la verdad es que estar cerca de la muerte te hacia darte cuenta de muchas cosas o eso pensaba Alec de no haber sido salvado por Magnus el veneno de ese demonio había terminado con su vida pero era una historia para rememorar otro día, la sangre oscura del demonio brotaba del lugar donde el cuchillo de Serafín había atravesado, aunque el Dragonidae se agitaba intentando derribar a Alec se mantuvo allí sin perder de vista a su parabatai.
Era algo complicado explicar la profundidad de la relación parabatai, Si uno moría el otro lo hacía también aunque no estuviera herido por ello no quería recordar cuando casi muere Jace debió haber sentido que casi moría una parte de él, estando alerta a su alrededor pudo ver como el otro cazador se encargaba del demonio mientras que la sangre de demonio tocaba la piel de Alec y este estaba decidido a acabar con él.
Sostenía aun la daga de oro pero no tendría sentido a menos que golpeara un punto vital, usando su fuerza se equilibro sobre el demonio y cuando estaba a punto de terminar de una vez por todas con el escucho la voz de Jace junto a él con uno de sus comentarios, mirando a su alrededor pudo ver a uno de los demonios muertos y desde un principio lo sabia su parabatai era uno de los mejores cazadores de demonios pero tenía un gran ego no lo admitiría nunca – Intentándolo – respondió Alec con la misma risa pero se había adelantado la escena el demonio no se daría por vencido por lo que desplego las alas y se dispuso a volar, dios era bueno que Alec no le temiera a las alturas y menos Jace de alguna forma la herida en su ala provocada por la flecha del pelinegro termino curándose y permitiéndole alcanzar altura rápidamente ahora tenía claro por qué odiaba a esos demonios.
-¿Estás bien? – pregunto a su parabatai quien estaba siendo sostenido por un cinturón la verdad es que Alec no sabía de dónde sacaba esas ideas; aunque técnicamente ese no era el primero de sus problemas en ese momento. Estaban ganando altura y ahora no podían hacer absolutamente era obvio pensar que si mataban al demonio caerían en dios sabe qué lugar por lo que no era una opción degollarlo, seguro no llegaría muy lejos Alec aun tenía el cuchillo de serafín clavado en el cuello lo que parecía ser la espina dorsal del Dragonidae así que con un simple movimiento hacia algo difícil el movimiento o volar.
Antes de ganar más altura y terminar en la peor de las situaciones tenían que arriesgarse - ¿Quieres hacer un aterrizaje forzoso? – pregunto Alec había analizado la situación y a menos que terminaran con ese demonio allí corrían el peligro de que los llevara a su nido o cualquier otro lugar así que pedir la opinión de su parabatai era importante además el parecía estar dirigiendo al demonio por la forma en la que el cinturón había atado la boca del Dragonidae sin decir mucho paso con algo de dificultad la cuchilla de oro a Jace, quien diría que a esa altura soplaban vientos tan fuertes en esa época del año. Ambos podían ejecutar una especie de ataque en combinación Alec terminaría cercenando la espina dorsal del demonio que no sabía que la tuvieran dato curioso y Jace podría dar el ataque final.
El combate continuo y a pesar de los golpes ambos cazadores se mantenían en pie, entrenamiento arduo y vamos que los chicos eran talentosos era lo que había logrado todo eso la verdad es que estar cerca de la muerte te hacia darte cuenta de muchas cosas o eso pensaba Alec de no haber sido salvado por Magnus el veneno de ese demonio había terminado con su vida pero era una historia para rememorar otro día, la sangre oscura del demonio brotaba del lugar donde el cuchillo de Serafín había atravesado, aunque el Dragonidae se agitaba intentando derribar a Alec se mantuvo allí sin perder de vista a su parabatai.
Era algo complicado explicar la profundidad de la relación parabatai, Si uno moría el otro lo hacía también aunque no estuviera herido por ello no quería recordar cuando casi muere Jace debió haber sentido que casi moría una parte de él, estando alerta a su alrededor pudo ver como el otro cazador se encargaba del demonio mientras que la sangre de demonio tocaba la piel de Alec y este estaba decidido a acabar con él.
Sostenía aun la daga de oro pero no tendría sentido a menos que golpeara un punto vital, usando su fuerza se equilibro sobre el demonio y cuando estaba a punto de terminar de una vez por todas con el escucho la voz de Jace junto a él con uno de sus comentarios, mirando a su alrededor pudo ver a uno de los demonios muertos y desde un principio lo sabia su parabatai era uno de los mejores cazadores de demonios pero tenía un gran ego no lo admitiría nunca – Intentándolo – respondió Alec con la misma risa pero se había adelantado la escena el demonio no se daría por vencido por lo que desplego las alas y se dispuso a volar, dios era bueno que Alec no le temiera a las alturas y menos Jace de alguna forma la herida en su ala provocada por la flecha del pelinegro termino curándose y permitiéndole alcanzar altura rápidamente ahora tenía claro por qué odiaba a esos demonios.
-¿Estás bien? – pregunto a su parabatai quien estaba siendo sostenido por un cinturón la verdad es que Alec no sabía de dónde sacaba esas ideas; aunque técnicamente ese no era el primero de sus problemas en ese momento. Estaban ganando altura y ahora no podían hacer absolutamente era obvio pensar que si mataban al demonio caerían en dios sabe qué lugar por lo que no era una opción degollarlo, seguro no llegaría muy lejos Alec aun tenía el cuchillo de serafín clavado en el cuello lo que parecía ser la espina dorsal del Dragonidae así que con un simple movimiento hacia algo difícil el movimiento o volar.
Antes de ganar más altura y terminar en la peor de las situaciones tenían que arriesgarse - ¿Quieres hacer un aterrizaje forzoso? – pregunto Alec había analizado la situación y a menos que terminaran con ese demonio allí corrían el peligro de que los llevara a su nido o cualquier otro lugar así que pedir la opinión de su parabatai era importante además el parecía estar dirigiendo al demonio por la forma en la que el cinturón había atado la boca del Dragonidae sin decir mucho paso con algo de dificultad la cuchilla de oro a Jace, quien diría que a esa altura soplaban vientos tan fuertes en esa época del año. Ambos podían ejecutar una especie de ataque en combinación Alec terminaría cercenando la espina dorsal del demonio que no sabía que la tuvieran dato curioso y Jace podría dar el ataque final.
Invitado- Invitado
Re: «¡Colisión! El ataque en la calle» (Jace W.)
Me reí al escuchar el comentario de mi parabatai y en ese momento se me borró la sonrisa del rostro, porque el demonio no se le ocurrió nada mejor que llevarnos a su terreno, que era el cielo. No me molestaban las alturas, pero preferiría coger altura con algo que no tuviera conciencia, aunque fuera más monstruo que animal o persona. Sin duda prefería mi moto mil veces más. No había nada más agradable que viajar encima de mi moto, sentir el motor debajo de mí, escuchar su sonido cuando le dabas gas y salía disparada hacia delante. Aquello era una gozada, no esto. A lomos de una criatura asquerosa que se acababa de comer junto a su compañero a un mundano. Las cosas estaban cambiando, normalmente estas criaturas no salían de su escondrijo y éramos nosotros los que teníamos que ir a por ellos a su maldito escondite de ratas. Sin embargo esta vez habían salido, por pareja a cazar. No era una buena señal, todo estaba cambiando y este tipo de cambios no eran buenos.
Cogimos rápidamente altura, y al girarme para comprobar que mi hermano estuviera bien fue este quien me preguntó como estaba nada más mirarle.
-He tenido viajes más agradables. -le dije con un encogimiento de hombros, mientras que me agarraba al cinturón con una mano. Cogimos más altura y yo tiré hacia un lado y el demonio se vio obligado a girar. Descubriendo que de verdad se veía obligado a girar un poco aunque este no quisiera. Escuché la voz de Alec por encima del viento que me azotaba el cabello hacia atrás. Al girarme de nuevo a él, todo el pelo cayó sobre mis ojos. Le sonreí. -No hay nada más divertido que un aterrizaje complicado. -le dije sin más. En ese momento me tendió la daga de oro y a mí, solo se me ocurrió una cosa en ese momento.
Todavía poseía la daga de oro que había lanzado Alec contra el otro demonio ya muerto. Así que, la que tenía en mi poder la bajé rápidamente y apuñalé a la criatura en un lateral del pecho para coger la daga de oro que me ofrecía mi parabatai. Fui a realizar mi plan pero una estructura me hizo detenerme. Solo había dos motivos para ver algo como aquello, no distinguía bien de que edificio se trataba, la niebla me impedía ver con claridad. Uno de los motivos era que en realidad no estábamos a una altura tan descomunal como pensábamos y la segunda era, que realmente estuviéramos a dicha altura y que estábamos en plano centro de Nueva York y sus lujosos rascacielos. Daba igual, nos proporcionaba una caída menos pronunciada, así que la iba aprovechar.
-Preparate. -le avisé mientras enredaba mi mano en el cinturón. Todo mi cuerpo se tensó y cuando llegó el momento, di un paso. Pisando el cuello para dejarme caer al vacío. El cinturón aguantó mi peso, nunca había estado seguro de que pudiera hacerlo. Por culta de mi peso, la criatura se vio obligada a caer en picado. Tiraba de su boca mientras que usaba la daga de hora que le había clavado con anterioridad como soporte para apoyar una pierna y tirar a pulso de la criatura hacia abajo. Sin darle margen a recuperarse. La criatura comenzó a dirigir sus garras ardientes hacia mi cuerpo, yo los esquivaba por los pelos. Cuando estuvimos a una altura medianamente buena, clavé la daga de oro que mi compañero me había dado. Hundiéndola entre las filas de escamas que adornaban el pecho del demonio, justo donde debería estar el corazón. Solo esperaba que aguantara su cuerpo algo más para amortiguar algo la caída.
Cogimos rápidamente altura, y al girarme para comprobar que mi hermano estuviera bien fue este quien me preguntó como estaba nada más mirarle.
-He tenido viajes más agradables. -le dije con un encogimiento de hombros, mientras que me agarraba al cinturón con una mano. Cogimos más altura y yo tiré hacia un lado y el demonio se vio obligado a girar. Descubriendo que de verdad se veía obligado a girar un poco aunque este no quisiera. Escuché la voz de Alec por encima del viento que me azotaba el cabello hacia atrás. Al girarme de nuevo a él, todo el pelo cayó sobre mis ojos. Le sonreí. -No hay nada más divertido que un aterrizaje complicado. -le dije sin más. En ese momento me tendió la daga de oro y a mí, solo se me ocurrió una cosa en ese momento.
Todavía poseía la daga de oro que había lanzado Alec contra el otro demonio ya muerto. Así que, la que tenía en mi poder la bajé rápidamente y apuñalé a la criatura en un lateral del pecho para coger la daga de oro que me ofrecía mi parabatai. Fui a realizar mi plan pero una estructura me hizo detenerme. Solo había dos motivos para ver algo como aquello, no distinguía bien de que edificio se trataba, la niebla me impedía ver con claridad. Uno de los motivos era que en realidad no estábamos a una altura tan descomunal como pensábamos y la segunda era, que realmente estuviéramos a dicha altura y que estábamos en plano centro de Nueva York y sus lujosos rascacielos. Daba igual, nos proporcionaba una caída menos pronunciada, así que la iba aprovechar.
-Preparate. -le avisé mientras enredaba mi mano en el cinturón. Todo mi cuerpo se tensó y cuando llegó el momento, di un paso. Pisando el cuello para dejarme caer al vacío. El cinturón aguantó mi peso, nunca había estado seguro de que pudiera hacerlo. Por culta de mi peso, la criatura se vio obligada a caer en picado. Tiraba de su boca mientras que usaba la daga de hora que le había clavado con anterioridad como soporte para apoyar una pierna y tirar a pulso de la criatura hacia abajo. Sin darle margen a recuperarse. La criatura comenzó a dirigir sus garras ardientes hacia mi cuerpo, yo los esquivaba por los pelos. Cuando estuvimos a una altura medianamente buena, clavé la daga de oro que mi compañero me había dado. Hundiéndola entre las filas de escamas que adornaban el pecho del demonio, justo donde debería estar el corazón. Solo esperaba que aguantara su cuerpo algo más para amortiguar algo la caída.
Jace C. Wayland- Nefilims
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Fecha de inscripción : 28/04/2014
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