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New city, new life (Jessica Hamond)
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New city, new life (Jessica Hamond)
Es mi primera noche en Nueva York, tengo que hacer que hacer que valga la pena.
Casi había llegado al Instituto cuando vi el enorme cartel iluminado de la discoteca y de inmediato me detuve. No pude evitarlo, era un impulso, después de todo esta en Nueva York, tenia diecisiete y la noche a penas comenzaba. Aun llevaba mis valijas en la parte trasera del auto de forma que estacione en una esquina y empece a buscar algo adecuado para mi cambio de planes.
Ni siquiera me moleste en buscar un lugar para cambiarme, agradeciendo la existencia de los polarizados me deshice de mi ropa para ponerme mi ajustado vestido turquesa, mis tacones y por encima mi reglamentaria cazadora, siempre la usaba primero porque me servia para ocultar mis armas y segundo por si la ropa era descubierta de la espalda u hombros para así poder cubrirlos sin problema. Tristemente estaba condenada a una eternidad sin escotes traseros.
Me baje de un salto y dirigí mi camino directo a la discoteca, frente a ella una inmensa cola de gente esperaba para pasar y yo contuve una mueca de molestia, no tenia ninguna intención de hacer fila así que cavile mis opciones. Siempre podía usar un glamour y evitarme las molestias pero luego tendría que esperar que el efecto pasara y no me había arreglado tanto como para que nadie lo notara así que opte por una entrada mas practica. Sigilosamente me deslice a la parte trasera del edificio donde encontré la puerta trasera. Con una simple runa la puerta se abrió sin necesidad de violencia por mi parte e ingrese de lo mas campante sin haber tenido que esperar junto a los demás. Limpio, eficiente y rápido.
Camine con la mayor tranquilidad y salí justo detrás de la barra, el lugar perfecto para empezar la fiesta.
-Dame un whisky irlandés-pedí.
La bartender era una chica pelirroja no mayor que yo, o mas bien una vampira pelirroja que no lucia mayor que yo pero la cosa con los subterraneos es que nunca sabes cual es su verdadera edad.
-O mejor una limonada con vodka, con mucha vodka.
El viaje había sido largo y aburrido por lo que merecía un buen trago, no es que acostumbrara beber pero las pocas veces que lo hacía lo hacía con ganas, a pesar que sabía que las resacas era un asco. La primera vez que me había emborrachado tenia como doce, para esa época ya salia sola a cazar y aprovechaba los clubes para encontrar a mis victimas pero también para divertirme un rato. Mi tía jamas había sido estricta sin embargo frente a ella prefería comportarme como todo un angelito y disimular mi otro lado. A veces pensaba que si me comportaba como era frente a ella se iría y nunca volvería a verla y aunque nuestra relación no era cercana era la única familia con la que contaba, además de la única que no me repudiaba por completo.
Cuando finalmente me había decidido a irme por mi cuenta me costo un poco decírselo, después de todo había abandonado toda su vida por mi, por cuidarme aun cuando eso significaba vivir huyendo, pero a la vez estando yo sola era mas fácil pasar desapercibida. Solo esperaba que estuviera bien donde quiera que estuviera.
-Hey, por aquí ¿no me has oído?-le llame la atención alzando las manos y fruncí el ceño fingiendo molestia, a veces me aprovechaba un poco de ser un poco de ser nefilim para conseguir que los subterráneos me prestaran mayor atención aunque algunas veces las cosas terminaban un poco sangrientas, no es que me molestara, lo único mejor que una buena fiesta era una buena pelea.
Casi había llegado al Instituto cuando vi el enorme cartel iluminado de la discoteca y de inmediato me detuve. No pude evitarlo, era un impulso, después de todo esta en Nueva York, tenia diecisiete y la noche a penas comenzaba. Aun llevaba mis valijas en la parte trasera del auto de forma que estacione en una esquina y empece a buscar algo adecuado para mi cambio de planes.
Ni siquiera me moleste en buscar un lugar para cambiarme, agradeciendo la existencia de los polarizados me deshice de mi ropa para ponerme mi ajustado vestido turquesa, mis tacones y por encima mi reglamentaria cazadora, siempre la usaba primero porque me servia para ocultar mis armas y segundo por si la ropa era descubierta de la espalda u hombros para así poder cubrirlos sin problema. Tristemente estaba condenada a una eternidad sin escotes traseros.
Me baje de un salto y dirigí mi camino directo a la discoteca, frente a ella una inmensa cola de gente esperaba para pasar y yo contuve una mueca de molestia, no tenia ninguna intención de hacer fila así que cavile mis opciones. Siempre podía usar un glamour y evitarme las molestias pero luego tendría que esperar que el efecto pasara y no me había arreglado tanto como para que nadie lo notara así que opte por una entrada mas practica. Sigilosamente me deslice a la parte trasera del edificio donde encontré la puerta trasera. Con una simple runa la puerta se abrió sin necesidad de violencia por mi parte e ingrese de lo mas campante sin haber tenido que esperar junto a los demás. Limpio, eficiente y rápido.
Camine con la mayor tranquilidad y salí justo detrás de la barra, el lugar perfecto para empezar la fiesta.
-Dame un whisky irlandés-pedí.
La bartender era una chica pelirroja no mayor que yo, o mas bien una vampira pelirroja que no lucia mayor que yo pero la cosa con los subterraneos es que nunca sabes cual es su verdadera edad.
-O mejor una limonada con vodka, con mucha vodka.
El viaje había sido largo y aburrido por lo que merecía un buen trago, no es que acostumbrara beber pero las pocas veces que lo hacía lo hacía con ganas, a pesar que sabía que las resacas era un asco. La primera vez que me había emborrachado tenia como doce, para esa época ya salia sola a cazar y aprovechaba los clubes para encontrar a mis victimas pero también para divertirme un rato. Mi tía jamas había sido estricta sin embargo frente a ella prefería comportarme como todo un angelito y disimular mi otro lado. A veces pensaba que si me comportaba como era frente a ella se iría y nunca volvería a verla y aunque nuestra relación no era cercana era la única familia con la que contaba, además de la única que no me repudiaba por completo.
Cuando finalmente me había decidido a irme por mi cuenta me costo un poco decírselo, después de todo había abandonado toda su vida por mi, por cuidarme aun cuando eso significaba vivir huyendo, pero a la vez estando yo sola era mas fácil pasar desapercibida. Solo esperaba que estuviera bien donde quiera que estuviera.
-Hey, por aquí ¿no me has oído?-le llame la atención alzando las manos y fruncí el ceño fingiendo molestia, a veces me aprovechaba un poco de ser un poco de ser nefilim para conseguir que los subterráneos me prestaran mayor atención aunque algunas veces las cosas terminaban un poco sangrientas, no es que me molestara, lo único mejor que una buena fiesta era una buena pelea.
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Kat Luxford- Nefilims
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Localización : Aquí, allá...Busca los desastres, seguro me encuentras
Re: New city, new life (Jessica Hamond)
Aunque apenas llevaba una semana trabajando en este local, empezaba a resultar cada vez más molesto... Había todo tipo de criaturas, no solo vampiros, sino que también atraía a licántropos, demonios e incluso hadas. Era bastante más de lo que esperaba, y sobre todo estaban los nefilim. No sabía ni lo que eran hasta que había llegado aquí... humanos con sangre de ángel que se dedicaban a mantener la paz entre los humanos normales y las criaturas de las tinieblas. Algo estúpido a mi modo de ver, porque un monstruo no deja de ser un monstruo. Aunque por esa regla tampoco yo debería estar aquí, y esperaba al menos mantenerme viva, si es que a esto se le puede llamar vida, hasta vengar a mi familia.
Además, la música y las luces de este lugar me dejaban ligeramente aturdida y eso no me gustaba, aunque empezaba a diferenciar algunos olores, como el de los demonios, algo más pútrido, o el de las hadas, más dulzón en algunos casos, y agrio en otros. Era extraño.
No me fijé mucho en una rubia que se sentó a pedir algo en la barra, pero alcancé a oír whisky irlandés antes de fijarme en la pista. Una chica, claramente humana por sus mejillas sonrojadas, bailaba de una forma nada recatada con un chico pálido de ojos rojo sangre, que la miraba el cuello con más interés del que debería. No necesitaba mirarle dos veces para darme cuenta de lo que era... un vampiro.
Desconecté desde ese momento de la rubia, quedándome mirando cómo él la tomaba de la mano y la llevaba hacia la parte de atrás del bar, por la zona del almacén
La rubia volvió a decir algo, y entonces mi jefe gritó mi nombre, mirándole y asintiendo.
- Sí, lo siento.
Dije, acercándome a la chica un tanto tensa, y quizá mas rápido de lo que sería natural, le puse delante el vaso de whisky, sin haberme enterado de su rectificación y respondiéndola cortante.
- Sí, te he oído, pero estoy ocupada.
Apenas le dirigí una fugaz mirada antes de correr por el lateral de la barra para salir a la pista, empujándome un poco entre la gente y siguiendo al vampiro y a la chica. Ni me percaté de que la rubia era uno de esos nefilim, ni de si se estaría fijando en lo que hacía.
Entré en el almacén, dejándome la puerta entornada y viendo entonces al vampiro sujetando a la chica contra la pared, aunque no parecía que fuese a comérsela literalmente, salvo por el hecho de que sus colmillos estaban fuera, aprovechando que ella estaba de cara contra la pared y con los ojos cerrados, mientras él la manoseaba.
- Eh, amigo. Guarda los dientes y lárgate, o te quedarás sin ellos.
Le dije, haciendo que la chica se volviese confusa y gritase algo asustada al ver al chico de nuevo, con los colmillos fuera. Por suerte la música era lo bastante alta fuera como para que los mundanos se percatasen.
Ella se acurrucó a un lado, y el vampiro, tras decirme que no era asunto mío, se me tiró encima.
Con un movimiento rápido, me giré llevándome una mano al pelo y dejando suelta mi melena pelirroja, que había llevado ligeramente recogida con una pua de plata. El mango estaba recubierto de tela, para poder tocarlo. Aprovechando el giro, se lo clavé al vampiro en el pecho, a la altura del corazón, sacándolo de golpe mientras mis colmillos salían por instinto. No solía poder controlarlos en una pelea.
Tras empujarle ligeramente lejos de mí, le corté la garganta con un rápido movimiento de mi mano, lanzándole una patada a la cabeza y desprendiéndola hacia un lado de su cuerpo. Al estar muerto del todo, se desvaneció.
La chica aún gritaba asustada, entremedias de un par de cajas de cerveza. Guardé los colmillos, y acercándome a ella susurré fijando profundamente mis ojos en los suyos.
- No has visto nada de esto, nada de esto ha pasado. Estabas bailando en la pista y eso es todo lo que has hecho. No se te ha acercado ningún chico ni has venido hasta aquí con él.
La chica asintió mirándome como en trance.
- Bien, ahora vas a salir ahí fuera y a olvidar también que acabamos de tener esta conversación...
Asintió de nuevo y yo me incorporé, dejando que se levantase para irse. Suspiré aliviada, aún sin mirar hacia la puerta. Ahora me caerá una buena por el rato que he dejado la barra...
Además, la música y las luces de este lugar me dejaban ligeramente aturdida y eso no me gustaba, aunque empezaba a diferenciar algunos olores, como el de los demonios, algo más pútrido, o el de las hadas, más dulzón en algunos casos, y agrio en otros. Era extraño.
No me fijé mucho en una rubia que se sentó a pedir algo en la barra, pero alcancé a oír whisky irlandés antes de fijarme en la pista. Una chica, claramente humana por sus mejillas sonrojadas, bailaba de una forma nada recatada con un chico pálido de ojos rojo sangre, que la miraba el cuello con más interés del que debería. No necesitaba mirarle dos veces para darme cuenta de lo que era... un vampiro.
Desconecté desde ese momento de la rubia, quedándome mirando cómo él la tomaba de la mano y la llevaba hacia la parte de atrás del bar, por la zona del almacén
La rubia volvió a decir algo, y entonces mi jefe gritó mi nombre, mirándole y asintiendo.
- Sí, lo siento.
Dije, acercándome a la chica un tanto tensa, y quizá mas rápido de lo que sería natural, le puse delante el vaso de whisky, sin haberme enterado de su rectificación y respondiéndola cortante.
- Sí, te he oído, pero estoy ocupada.
Apenas le dirigí una fugaz mirada antes de correr por el lateral de la barra para salir a la pista, empujándome un poco entre la gente y siguiendo al vampiro y a la chica. Ni me percaté de que la rubia era uno de esos nefilim, ni de si se estaría fijando en lo que hacía.
Entré en el almacén, dejándome la puerta entornada y viendo entonces al vampiro sujetando a la chica contra la pared, aunque no parecía que fuese a comérsela literalmente, salvo por el hecho de que sus colmillos estaban fuera, aprovechando que ella estaba de cara contra la pared y con los ojos cerrados, mientras él la manoseaba.
- Eh, amigo. Guarda los dientes y lárgate, o te quedarás sin ellos.
Le dije, haciendo que la chica se volviese confusa y gritase algo asustada al ver al chico de nuevo, con los colmillos fuera. Por suerte la música era lo bastante alta fuera como para que los mundanos se percatasen.
Ella se acurrucó a un lado, y el vampiro, tras decirme que no era asunto mío, se me tiró encima.
Con un movimiento rápido, me giré llevándome una mano al pelo y dejando suelta mi melena pelirroja, que había llevado ligeramente recogida con una pua de plata. El mango estaba recubierto de tela, para poder tocarlo. Aprovechando el giro, se lo clavé al vampiro en el pecho, a la altura del corazón, sacándolo de golpe mientras mis colmillos salían por instinto. No solía poder controlarlos en una pelea.
Tras empujarle ligeramente lejos de mí, le corté la garganta con un rápido movimiento de mi mano, lanzándole una patada a la cabeza y desprendiéndola hacia un lado de su cuerpo. Al estar muerto del todo, se desvaneció.
La chica aún gritaba asustada, entremedias de un par de cajas de cerveza. Guardé los colmillos, y acercándome a ella susurré fijando profundamente mis ojos en los suyos.
- No has visto nada de esto, nada de esto ha pasado. Estabas bailando en la pista y eso es todo lo que has hecho. No se te ha acercado ningún chico ni has venido hasta aquí con él.
La chica asintió mirándome como en trance.
- Bien, ahora vas a salir ahí fuera y a olvidar también que acabamos de tener esta conversación...
Asintió de nuevo y yo me incorporé, dejando que se levantase para irse. Suspiré aliviada, aún sin mirar hacia la puerta. Ahora me caerá una buena por el rato que he dejado la barra...
Jessica Hamond- Vampiro
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Localización : De noche por cualquier sitio, de día... en fin, ya se sabe lo que pasaría si saliese.
Re: New city, new life (Jessica Hamond)
Me había dado un whisky irlandés, pero bueno, al menos me había servido antes de salir disparada en dirección al vampiro. La observe con vaga curiosidad preguntándome si iría en plan de amiga o enemiga, con los vampiros nunca se sabía pues eran muy territoriales pero por su expresión molesta supuse que las cosas no iban a acabar bien.
De un trago me bebí mi whisky que ardió de manera deliciosa, aproveche la sensación hasta el último instante antes de levantarme para ir a investigar. Usualmente no me entrometía a menos que los mundanos se vieran seriamente en peligro, se podía decir que era bastante suave con los subterraneos, no así con los demonios, y no me parecía que el vampiro estuviera haciendo algo que la chica no quisiera. Sin embargo la intromisión de la pelirroja me había llamado la atención.
-La curiosidad mato al gato-canturreo para mi antes de atravesar el espacio entre los húmedos cuerpos danzantes en dirección al lugar donde habían desaparecido los vampiros. Al llegar entre sin hacer ruido y presencie el espectáculo, como había intuido la pelirroja estaba luchando contra el otro vampiro pero no se trataba de una lucha de territorio, ella llevaba una especie de pequeño cuchillo de plata y lo hundió sin piedad en la carne del otro vampiro mientras la mundana miraba al rededor aterrorizada. Por unos segundo su mirada se centro en mi y abrió la boca pidiendo ayuda en silencio pero simplemente me encogí de hombros, quería ver como acababa la lucha y al fin y al cabo ella ya no estaba en peligro.
La lucha acabo tras que la pelirroja hundió el punzón en el corazón pero para añadirle mas dramatismo incluso le corto la cabeza. Un toque poco sofisticado pero funcional. Luego fue directo sobre la mundana pero en vez de morderla le borro la memoria, sin duda no me equivocaba al tachar a aquella vampiresa de rara.
La mirada de la mundana se empaño y asintió dócilmente a todo lo que la chica le dijo, una vez bajo control y con todos sus recuerdos borrados ella la dejo ir.
-Buena suerte afuera-dije tranquilamente abriéndole la puerta para que saliera. Después la cerré nuevamente y le sonreí a la vampiresa con un deje de diversión.
-Sabes, generalmente soy yo la que hace el trabajo sucio pero no es que me este quejando-arqueo la ceja examinando el punzón con curiosidad-Solo que tengo dos problemas, el primero es que el vampiro no había hecho nada ilegal para la Clave, por si no te diste cuenta la chicas no se estaba resistiendo.
Camino hasta el cadáver y me inclino para verlo mejor. A diferencia de los demonios los vampiros no desaparecían y era nuestro trabajo eliminar la evidencia. El cadáver ya se había vuelto arrugado delatando su verdadera edad. Empiezo a quitarle todos los artículos personales que podrían hacer que lo identificaran.
-Lindo reloj-murmuro antes de ponérmelo. Tras acabar con mi tarea continuo hablando:-Y bueno pues, lo segundo ni siquiera es un problema simplemente me pregunto como es que una vampiresa como tu termino siendo Buffy, y no es que lo hagas nada mal solo que te falta...delicadeza, pero eso claro es solo mi opinión.
Centro mi atención en ella tomando nota, es hermosa como una muñeca igual que la mayoría de los vampiros. Piel de porcelana, mejillas blancas, colmillos alargados y una melena roja que le da un aspecto espectacular. A pesar de lo bellos que eran siempre me habían parecido una farsa, si podía ser que fueran criaturas preciosas pero también parecían hechas de cera sin ningún color, pálidos como muertos. Pero en ella el rojo de su cabello casi la hacía lucir viva, cálida, diferente a otros vampiros.
-Soy Katsa, por cierto y te equivocarte con mi bebida-no puedo resistir molestarla un poco a pesar de que no tengo ni idea de como reaccionara-Y como tu lo mataste tendrás que ayudarme a deshacerme del cadáver así que seria conveniente saber tu nombre, a menos que quieras que simplemente te diga vampiro.
De un trago me bebí mi whisky que ardió de manera deliciosa, aproveche la sensación hasta el último instante antes de levantarme para ir a investigar. Usualmente no me entrometía a menos que los mundanos se vieran seriamente en peligro, se podía decir que era bastante suave con los subterraneos, no así con los demonios, y no me parecía que el vampiro estuviera haciendo algo que la chica no quisiera. Sin embargo la intromisión de la pelirroja me había llamado la atención.
-La curiosidad mato al gato-canturreo para mi antes de atravesar el espacio entre los húmedos cuerpos danzantes en dirección al lugar donde habían desaparecido los vampiros. Al llegar entre sin hacer ruido y presencie el espectáculo, como había intuido la pelirroja estaba luchando contra el otro vampiro pero no se trataba de una lucha de territorio, ella llevaba una especie de pequeño cuchillo de plata y lo hundió sin piedad en la carne del otro vampiro mientras la mundana miraba al rededor aterrorizada. Por unos segundo su mirada se centro en mi y abrió la boca pidiendo ayuda en silencio pero simplemente me encogí de hombros, quería ver como acababa la lucha y al fin y al cabo ella ya no estaba en peligro.
La lucha acabo tras que la pelirroja hundió el punzón en el corazón pero para añadirle mas dramatismo incluso le corto la cabeza. Un toque poco sofisticado pero funcional. Luego fue directo sobre la mundana pero en vez de morderla le borro la memoria, sin duda no me equivocaba al tachar a aquella vampiresa de rara.
La mirada de la mundana se empaño y asintió dócilmente a todo lo que la chica le dijo, una vez bajo control y con todos sus recuerdos borrados ella la dejo ir.
-Buena suerte afuera-dije tranquilamente abriéndole la puerta para que saliera. Después la cerré nuevamente y le sonreí a la vampiresa con un deje de diversión.
-Sabes, generalmente soy yo la que hace el trabajo sucio pero no es que me este quejando-arqueo la ceja examinando el punzón con curiosidad-Solo que tengo dos problemas, el primero es que el vampiro no había hecho nada ilegal para la Clave, por si no te diste cuenta la chicas no se estaba resistiendo.
Camino hasta el cadáver y me inclino para verlo mejor. A diferencia de los demonios los vampiros no desaparecían y era nuestro trabajo eliminar la evidencia. El cadáver ya se había vuelto arrugado delatando su verdadera edad. Empiezo a quitarle todos los artículos personales que podrían hacer que lo identificaran.
-Lindo reloj-murmuro antes de ponérmelo. Tras acabar con mi tarea continuo hablando:-Y bueno pues, lo segundo ni siquiera es un problema simplemente me pregunto como es que una vampiresa como tu termino siendo Buffy, y no es que lo hagas nada mal solo que te falta...delicadeza, pero eso claro es solo mi opinión.
Centro mi atención en ella tomando nota, es hermosa como una muñeca igual que la mayoría de los vampiros. Piel de porcelana, mejillas blancas, colmillos alargados y una melena roja que le da un aspecto espectacular. A pesar de lo bellos que eran siempre me habían parecido una farsa, si podía ser que fueran criaturas preciosas pero también parecían hechas de cera sin ningún color, pálidos como muertos. Pero en ella el rojo de su cabello casi la hacía lucir viva, cálida, diferente a otros vampiros.
-Soy Katsa, por cierto y te equivocarte con mi bebida-no puedo resistir molestarla un poco a pesar de que no tengo ni idea de como reaccionara-Y como tu lo mataste tendrás que ayudarme a deshacerme del cadáver así que seria conveniente saber tu nombre, a menos que quieras que simplemente te diga vampiro.
Kat Luxford- Nefilims
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Re: New city, new life (Jessica Hamond)
Me había centrado demasiado en ese vampiro y en evitar que se comiese a la humana que se había llevado como para percatarme de que alguien me había seguido al almacén.
Tras una pelea que fue bastante breve, supongo que porque ese monstruo no se lo esperaba, acabé con él y borré la memoria de la chica, dejándola que se marchase.
Fue entonces, al volverme para asegurarme de que salía, que vi a la chica de pelo castaño que parecía haberlo presenciado todo. No se la veía sorprendida e incluso se despidió de la chica a la que acababa de salvar y entró encerrándose conmigo.
Ante ese acto, manteniéndome seria y firme, comenté con cierta confusión. Es raro que una humana no se alarme por presenciar algo así, aunque su olor no era exactamente de humana. Tenía algo raro, como un olor algo más dulce, como si su sangre fuese especial.
- ¿Crees que es acertado encerrarte conmigo después de lo que acabas de ver?
Me dijo algo sobre una Clave, arqueando una ceja y cruzándome de brazos, sin entender demasiado. Aun así la respondí decidida.
- No sé de qué Clave hablas pero tampoco es que me importe. Si hubieses visto toda la situación sabrías que ese vampiro estaba a punto de alimentarse de la chica. No es el primero al que veo seducir a incautas quinceañeras de discoteca para comer, y lo veas ilegal o no, es repugnante, así que no he dejado que pasase.
No hice nada por evitar que la chica saquease el cadáver del vampiro. No es algo que suela hacer y me trae sin cuidado lo que pudiera llevar encima, aunque arqueo un poco una ceja cuando me pregunta por qué hago esto y parece criticar mi técnica. Sinceramente, eso último me importa más bien poco.
- Alguien tiene que hacerlo.
Dije sin más, y cuando se presentó y se quejó de su bebida, no pude evitar esbozar al final una leve sonrisa de medio lado, relajando un poco mi postura.
- Como ves, tenía cosas más importantes de las que preocuparme.
Dije, añadiendo entonces como respuesta a su presentación.
- Jessica. Me llamo Jessica.
Asentí sin problema cuando me dijo que tenía que ayudarla a deshacerse del cuerpo del vampiro. Con tremenda facilidad, moví varias cajas apiladas, dejando ver una puerta que daba a un callejón tras el bar. La abrí y entonces me acerqué a coger por un lado el cuerpo del vampiro y por otro la cabeza, levantándolos sin problema y echándolos juntos al callejón. Luego saqué de mi escote una de esas pequeñas muestras de cerillas, de las que ponen a veces en los hoteles, y prendí una, lanzándosela al cadáver. Al momento empezó a arder, consumiéndose bastante rápido.
- Lo bueno de los vampiros es que prenden con facilidad.
Comenté sin darle mucha importancia, aunque quedándome fuera, vigilando por si alguien pasaba por el lugar. Mientras lancé una fugaz mirada hacia la chica. No soy idiota, sé que no es una humana corriente, así que la pregunto por las claras.
- Ahora estaría bien que me dijeras quién eres. ¿Cómo es que no te ha impresionado lo más mínimo lo que has visto? ¿Eres cazavampiros?
No sabía de los nefilim nada salvo el nombre y la única persona que había conocido que mataba vampiros fue el cazador que me entrenó, y él era humano.
Tras una pelea que fue bastante breve, supongo que porque ese monstruo no se lo esperaba, acabé con él y borré la memoria de la chica, dejándola que se marchase.
Fue entonces, al volverme para asegurarme de que salía, que vi a la chica de pelo castaño que parecía haberlo presenciado todo. No se la veía sorprendida e incluso se despidió de la chica a la que acababa de salvar y entró encerrándose conmigo.
Ante ese acto, manteniéndome seria y firme, comenté con cierta confusión. Es raro que una humana no se alarme por presenciar algo así, aunque su olor no era exactamente de humana. Tenía algo raro, como un olor algo más dulce, como si su sangre fuese especial.
- ¿Crees que es acertado encerrarte conmigo después de lo que acabas de ver?
Me dijo algo sobre una Clave, arqueando una ceja y cruzándome de brazos, sin entender demasiado. Aun así la respondí decidida.
- No sé de qué Clave hablas pero tampoco es que me importe. Si hubieses visto toda la situación sabrías que ese vampiro estaba a punto de alimentarse de la chica. No es el primero al que veo seducir a incautas quinceañeras de discoteca para comer, y lo veas ilegal o no, es repugnante, así que no he dejado que pasase.
No hice nada por evitar que la chica saquease el cadáver del vampiro. No es algo que suela hacer y me trae sin cuidado lo que pudiera llevar encima, aunque arqueo un poco una ceja cuando me pregunta por qué hago esto y parece criticar mi técnica. Sinceramente, eso último me importa más bien poco.
- Alguien tiene que hacerlo.
Dije sin más, y cuando se presentó y se quejó de su bebida, no pude evitar esbozar al final una leve sonrisa de medio lado, relajando un poco mi postura.
- Como ves, tenía cosas más importantes de las que preocuparme.
Dije, añadiendo entonces como respuesta a su presentación.
- Jessica. Me llamo Jessica.
Asentí sin problema cuando me dijo que tenía que ayudarla a deshacerse del cuerpo del vampiro. Con tremenda facilidad, moví varias cajas apiladas, dejando ver una puerta que daba a un callejón tras el bar. La abrí y entonces me acerqué a coger por un lado el cuerpo del vampiro y por otro la cabeza, levantándolos sin problema y echándolos juntos al callejón. Luego saqué de mi escote una de esas pequeñas muestras de cerillas, de las que ponen a veces en los hoteles, y prendí una, lanzándosela al cadáver. Al momento empezó a arder, consumiéndose bastante rápido.
- Lo bueno de los vampiros es que prenden con facilidad.
Comenté sin darle mucha importancia, aunque quedándome fuera, vigilando por si alguien pasaba por el lugar. Mientras lancé una fugaz mirada hacia la chica. No soy idiota, sé que no es una humana corriente, así que la pregunto por las claras.
- Ahora estaría bien que me dijeras quién eres. ¿Cómo es que no te ha impresionado lo más mínimo lo que has visto? ¿Eres cazavampiros?
No sabía de los nefilim nada salvo el nombre y la única persona que había conocido que mataba vampiros fue el cazador que me entrenó, y él era humano.
Jessica Hamond- Vampiro
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Re: New city, new life (Jessica Hamond)
-Justamente por lo que acabo de ver es porque me encierro contigo, eres una especie de misterio pelirrojo-explico con una sonrisa mientras veo su mirada desconcertada. No tiene ni idea de lo que soy, de hecho pienso que cree que soy una mundana cosa que me hace querer reír, me contengo, generalmente los subterraneos nos identificaban con facilidad aunque en mi caso era algo más difícil porque las runas no se notaban mucho en mi piel, sin embargo ella no parecía tener ni idea de la existencia de nosotros, una cosa difícil de explicar. ¿Cuando tiempo llevaría siendo parte del mundo de las sombras? ¿Acaso no pertenecía a ningún aquerral? ¿Acaso conocía a algún otro vampiro vivo?
Una vez demuestra su ignorancia cuando menciona a esa tal Clave, ella no tiene idea de nada pero parece decidida a defender la vida de los mundanos de todos modos. Suelto una risa divertida al escucharla decir lo repugnante que era el alimentarse de inocente, se que no debería reír pero lo dice tan seria que me recuerda a una especie de buena conciencia, como al ángel que aparece en uno de tus hombros cuando debes tomar una elección difícil. Claro que ella no era un ángel aunque bien podría pasar por una santa.
-Wow, nunca había conocido a nadie con unos tan bueno juicios morales-admito impresionada-Lastimosamente los juicios morales no son lo que me mueven, yo me limito a cumplir una que otra regla cuando la situación lo amerita, esta vez no lo ameritaba pero tenia curiosidad. Esperaba una lucha por supuesto, pero no esperaba que salvaras a la mundana, yo creí que era más bien una pelea por el último pedazo de pizza.
No se molesta en impedir que me quede con las cosas del cadáver por lo que entiendo que no se trataba de algún tipo de cacería por deporte, ella realmente lo hacía por hacer el bien. Yo por mi parte no tengo problema con eso sobre todo si significaba un reloj nuevo, con un ajuste lograría que no se saliera de mi mano y me quedara perfecto. Aunque los nefilims fingían no hacerlo la mayoría de nosotros nos apropiábamos de objetos pertenecientes a nuestras cacerías ya fueran dinero, joyas, terrenos, casas, muebles...lo que quisiéramos. Matabas a un demonio y podías quedarte con lo que quisieras, igual con los subterraneos y nadie se oponía de manera que muchas veces nuestras cuentas bancarias se incrementaban gracias a nuestros asesinatos. Porque por mucho que la Clave nos dijera que esas criaturas no eran realmente personas y que no importaba matarlos yo aun así pensaba en mi misma como una asesina. Una asesina realmente buena.
-Sin duda alguien tiene que hacerlo-admito-Y no te preocupes por la bebida, con tremendo espectáculo hemos quedado a mano.
Ella se presenta como Jessica, luego me sigue sorprendiendo lanzando el cadáver a un callejón para prenderle fuego con una caja de cerillos estrategicamente oculta en su escote. Yo prefería llevar mis dagas en mis muslos con una especie de practicas ligas de cuero, además mis chakrams eran tan finas que no tenia problema con esconderlas en mi ropa por muy ajustada que fuera pero jamas había intentado meter algo en mi escote.
-Uff, lo tendré en cuenta la próxima vez que prepare una barbacoa-digo mientras siento su mi mirada curiosa sobre mi. Sabe que no soy una mundana normal si es que ella usa el termino mundano, en cualquier caso sabía que había algo raro conmigo pero por una vez no se debía a mi parte hada sino por el simple hecho de ser una nefilim.
Curiosifico y rarifico
Entonces finalmente cuando el cadáver ha desaparecido se atreve a preguntarme y me tomo mi tiempo preparando mi respuesta sin saber muy bien como explicarle a un subterráneo la existencia de nuestra raza.
-Obviamente sabes que eres un vampiro y que estos existen y doy por hecho que también sabes de los licantropos, las hadas y los brujos. Los de mi especie los llamamos subterraneos. También están los demonios-digo-Y nosotros somos nefilims o cazadores de sombras. Según la biblia, si es que crees en esas cosas, somos la mezcla de ángeles que se acostaron con humanos pero la biblia nos pinta como gigantes que dios extermino con el tiempo. Ahora, según nuestra historia se dice que un humano invoco a un ángel porque los demonios invadían el mundo y hacían daño a los seres humanos, entonces pidió ayuda del cielo y el ángel Raziel llego y le permitió mezclar la sangre de ángel con la de un humano en una copa, cuando el hombre bebió se convirtió en el primer nefilim. Desde entonces nuestro deber es acabar con los demonios y también con los subterraneos que rompan la ley de la Clave que es como una especie de gobierno. Raziel nos dio armas angelicales, cuchillos que son uno de los pocos medio para matar demonios y una especie de magia que se dibuja en nuestra piel y que nos permite ser mas fuertes, mas veloces y más ágiles que cualquier humano.
Casi me sentía como mi tutor cuando me instruía en historia y eso no era particularmente bueno.
-Y ahora que te he contado sobre nuestra existencia me gustaría saber porque una vampira decide cazar a los de su especie, si es que no es mucho pedir-comento irónicamente.
Una vez demuestra su ignorancia cuando menciona a esa tal Clave, ella no tiene idea de nada pero parece decidida a defender la vida de los mundanos de todos modos. Suelto una risa divertida al escucharla decir lo repugnante que era el alimentarse de inocente, se que no debería reír pero lo dice tan seria que me recuerda a una especie de buena conciencia, como al ángel que aparece en uno de tus hombros cuando debes tomar una elección difícil. Claro que ella no era un ángel aunque bien podría pasar por una santa.
-Wow, nunca había conocido a nadie con unos tan bueno juicios morales-admito impresionada-Lastimosamente los juicios morales no son lo que me mueven, yo me limito a cumplir una que otra regla cuando la situación lo amerita, esta vez no lo ameritaba pero tenia curiosidad. Esperaba una lucha por supuesto, pero no esperaba que salvaras a la mundana, yo creí que era más bien una pelea por el último pedazo de pizza.
No se molesta en impedir que me quede con las cosas del cadáver por lo que entiendo que no se trataba de algún tipo de cacería por deporte, ella realmente lo hacía por hacer el bien. Yo por mi parte no tengo problema con eso sobre todo si significaba un reloj nuevo, con un ajuste lograría que no se saliera de mi mano y me quedara perfecto. Aunque los nefilims fingían no hacerlo la mayoría de nosotros nos apropiábamos de objetos pertenecientes a nuestras cacerías ya fueran dinero, joyas, terrenos, casas, muebles...lo que quisiéramos. Matabas a un demonio y podías quedarte con lo que quisieras, igual con los subterraneos y nadie se oponía de manera que muchas veces nuestras cuentas bancarias se incrementaban gracias a nuestros asesinatos. Porque por mucho que la Clave nos dijera que esas criaturas no eran realmente personas y que no importaba matarlos yo aun así pensaba en mi misma como una asesina. Una asesina realmente buena.
-Sin duda alguien tiene que hacerlo-admito-Y no te preocupes por la bebida, con tremendo espectáculo hemos quedado a mano.
Ella se presenta como Jessica, luego me sigue sorprendiendo lanzando el cadáver a un callejón para prenderle fuego con una caja de cerillos estrategicamente oculta en su escote. Yo prefería llevar mis dagas en mis muslos con una especie de practicas ligas de cuero, además mis chakrams eran tan finas que no tenia problema con esconderlas en mi ropa por muy ajustada que fuera pero jamas había intentado meter algo en mi escote.
-Uff, lo tendré en cuenta la próxima vez que prepare una barbacoa-digo mientras siento su mi mirada curiosa sobre mi. Sabe que no soy una mundana normal si es que ella usa el termino mundano, en cualquier caso sabía que había algo raro conmigo pero por una vez no se debía a mi parte hada sino por el simple hecho de ser una nefilim.
Curiosifico y rarifico
Entonces finalmente cuando el cadáver ha desaparecido se atreve a preguntarme y me tomo mi tiempo preparando mi respuesta sin saber muy bien como explicarle a un subterráneo la existencia de nuestra raza.
-Obviamente sabes que eres un vampiro y que estos existen y doy por hecho que también sabes de los licantropos, las hadas y los brujos. Los de mi especie los llamamos subterraneos. También están los demonios-digo-Y nosotros somos nefilims o cazadores de sombras. Según la biblia, si es que crees en esas cosas, somos la mezcla de ángeles que se acostaron con humanos pero la biblia nos pinta como gigantes que dios extermino con el tiempo. Ahora, según nuestra historia se dice que un humano invoco a un ángel porque los demonios invadían el mundo y hacían daño a los seres humanos, entonces pidió ayuda del cielo y el ángel Raziel llego y le permitió mezclar la sangre de ángel con la de un humano en una copa, cuando el hombre bebió se convirtió en el primer nefilim. Desde entonces nuestro deber es acabar con los demonios y también con los subterraneos que rompan la ley de la Clave que es como una especie de gobierno. Raziel nos dio armas angelicales, cuchillos que son uno de los pocos medio para matar demonios y una especie de magia que se dibuja en nuestra piel y que nos permite ser mas fuertes, mas veloces y más ágiles que cualquier humano.
Casi me sentía como mi tutor cuando me instruía en historia y eso no era particularmente bueno.
-Y ahora que te he contado sobre nuestra existencia me gustaría saber porque una vampira decide cazar a los de su especie, si es que no es mucho pedir-comento irónicamente.
Kat Luxford- Nefilims
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Re: New city, new life (Jessica Hamond)
Con su respuesta arqueé un poco la ceja en una mueca de extrañeza y confusión. Es muy común el refrán que dice que la curiosidad mató al gato, y de no ser porque soy algo distinta a los otros vampiros, no sería nada sensato que se quedase encerrada conmigo.
Aun así me mantuve cruzada de brazos con cierta curiosidad, esperando a ver qué es lo que esperaba de mí o lo que tenía que decirme.
Que me considerase con unos valores morales altos me sorprendió, pero más aún que no pareciera importarle la vida de esa humana, ni de ninguna otra, e incluso la llamase "mundana", como si no tuviese nada en común con ella.
Eso me hizo ponerme algo más seria y me dirigí a ella notándose un tono de voz más desconfiado y frío.
- Hablas de los humanos como si no fueses una de ellos, y hueles algo distinta, pero tu sangre fluye por tus venas y tu corazón late. ¿Qué eres?
La pregunté directamente, aunque ella parecía más entretenida saqueando el cadáver del vampiro e incluso quitándole importancia a mi error con su bebida. No es que a mí me preocupase lo más mínimo. Una vida inocente vale mucho más que contentar a la clienta de un bar.
Estaba claro que tendría que deshacerme del cuerpo, y antes de seguir con el asunto, abrí la puerta trasera del almacén y me encargué de ello, lanzándole una fugaz mirada un tanto molesta con su comentario sarcástico. Los vampiros no eran cosa de broma, menos para alguien que tiene sangre fresca corriendo por sus venas. Te juegas la vida con uno, incluso en mi caso, que estoy entrenada para entenderlos y poder matarlos.
Ella entonces por fin se explicó, y mientras el fuego consumía el cadáver del vampiro, escuché atentamente lo que me decía.
Como imaginaba, no era humana, de hecho era uno de esos a los que llaman Nefilims. Había oído algo de ellos, al igual que de otras criaturas, sobre todo de los licántropos, pero nunca me imaginé que tuvieran sangre de ángeles de verdad, lo que reformaba mi teoría. Si hay hijos de ángeles, también hay hijos de demonios, y eso es lo que somos los vampiros... monstruos condenados a vivir en la oscuridad, pues lo que es puro y bueno nos hace daño.
Suspiré al final ligeramente cuando terminó su historia, aunque hace años que no respiro, aprendí en su momento a aparentarlo y ya es algo que hago habitualmente. Me hace sentirme algo más humana.
- Había oído hablar de otras criaturas, sobre todo en el caso de los licántropos, pero no tenía tanto conocimiento. Lo que he oído de los Nefilim es que son algo así como cazadores, pero no imaginaba que realmente tuviesen sangre de ángel. Supongo que en cierto modo alivia saber que, si tenemos demonios en nuestro mundo, también hay seres puros que lo protegen.
Comenté, y ante su pregunta, terminé por decirlo por las claras. Supongo que no tiene sentido mentir cuando ya no queda nada que te importe.
- Porque yo no pedí ser un monstruo... Hace cinco años, volvía con mis padres por las calles de parís, después de cenar, y tres vampiros se nos echaron encima. Dos mataron a mis padres, pero el tercero se encaprichó conmigo. No sé si fue demasiado cobarde o demasiado cruel para matarme, o ambas cosas... pero desperté al amanecer, con el sol quemando mis manos y teniendo que esconderme entre cartones hasta el anochecer...
No tenía intención de recrearme contándole toda mi vida, así que, tras ese inicio, añadí simplemente la respuesta a su pregunta.
- He pasado los últimos cinco años aprendiendo lo que soy y a matar a los que son como yo, y cuando encuentre a los que destrozaron mi familia, se lo haré pagar... Y cuando lo haga podré descansar.
Eso dejaba claro que, mi intención una vez terminase mi venganza, era reunirme con el sol y terminar con una existencia miserable en la que no podía morir, pero tampoco me consideraba viva.
Aun así me mantuve cruzada de brazos con cierta curiosidad, esperando a ver qué es lo que esperaba de mí o lo que tenía que decirme.
Que me considerase con unos valores morales altos me sorprendió, pero más aún que no pareciera importarle la vida de esa humana, ni de ninguna otra, e incluso la llamase "mundana", como si no tuviese nada en común con ella.
Eso me hizo ponerme algo más seria y me dirigí a ella notándose un tono de voz más desconfiado y frío.
- Hablas de los humanos como si no fueses una de ellos, y hueles algo distinta, pero tu sangre fluye por tus venas y tu corazón late. ¿Qué eres?
La pregunté directamente, aunque ella parecía más entretenida saqueando el cadáver del vampiro e incluso quitándole importancia a mi error con su bebida. No es que a mí me preocupase lo más mínimo. Una vida inocente vale mucho más que contentar a la clienta de un bar.
Estaba claro que tendría que deshacerme del cuerpo, y antes de seguir con el asunto, abrí la puerta trasera del almacén y me encargué de ello, lanzándole una fugaz mirada un tanto molesta con su comentario sarcástico. Los vampiros no eran cosa de broma, menos para alguien que tiene sangre fresca corriendo por sus venas. Te juegas la vida con uno, incluso en mi caso, que estoy entrenada para entenderlos y poder matarlos.
Ella entonces por fin se explicó, y mientras el fuego consumía el cadáver del vampiro, escuché atentamente lo que me decía.
Como imaginaba, no era humana, de hecho era uno de esos a los que llaman Nefilims. Había oído algo de ellos, al igual que de otras criaturas, sobre todo de los licántropos, pero nunca me imaginé que tuvieran sangre de ángeles de verdad, lo que reformaba mi teoría. Si hay hijos de ángeles, también hay hijos de demonios, y eso es lo que somos los vampiros... monstruos condenados a vivir en la oscuridad, pues lo que es puro y bueno nos hace daño.
Suspiré al final ligeramente cuando terminó su historia, aunque hace años que no respiro, aprendí en su momento a aparentarlo y ya es algo que hago habitualmente. Me hace sentirme algo más humana.
- Había oído hablar de otras criaturas, sobre todo en el caso de los licántropos, pero no tenía tanto conocimiento. Lo que he oído de los Nefilim es que son algo así como cazadores, pero no imaginaba que realmente tuviesen sangre de ángel. Supongo que en cierto modo alivia saber que, si tenemos demonios en nuestro mundo, también hay seres puros que lo protegen.
Comenté, y ante su pregunta, terminé por decirlo por las claras. Supongo que no tiene sentido mentir cuando ya no queda nada que te importe.
- Porque yo no pedí ser un monstruo... Hace cinco años, volvía con mis padres por las calles de parís, después de cenar, y tres vampiros se nos echaron encima. Dos mataron a mis padres, pero el tercero se encaprichó conmigo. No sé si fue demasiado cobarde o demasiado cruel para matarme, o ambas cosas... pero desperté al amanecer, con el sol quemando mis manos y teniendo que esconderme entre cartones hasta el anochecer...
No tenía intención de recrearme contándole toda mi vida, así que, tras ese inicio, añadí simplemente la respuesta a su pregunta.
- He pasado los últimos cinco años aprendiendo lo que soy y a matar a los que son como yo, y cuando encuentre a los que destrozaron mi familia, se lo haré pagar... Y cuando lo haga podré descansar.
Eso dejaba claro que, mi intención una vez terminase mi venganza, era reunirme con el sol y terminar con una existencia miserable en la que no podía morir, pero tampoco me consideraba viva.
Jessica Hamond- Vampiro
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Re: New city, new life (Jessica Hamond)
-¿En serio huelo distinto? La verdad es que ese talco de pétalos de rosas es increíble, y yo que pensaba que había sido una tontería cambiarlo por el anterior-me llevo la muñeca hacia la nariz y aspiro los rastros de mi perfume, ese azul precioso de Nina Ricci que sin duda era una experta en hacer perfumes como me gustaba-¿Y a que se supone que huelen los mundanos? ¿A tierra o algo por el estilo? Supongo que nunca los he olido de cerca, tengo que probarlo pronto.
Los brujos olían como a cerillo recién apagado, los licantropos a perro mojado y las hadas...bueno, ella eran mejores que Nina Ricci en cuanto a perfumes, pero a pesar de que había tenido uno que otro momento intimo con algún mundano jamas lo había olido para conocer su olor, imaginaba que seria algo así como tierra mojada o que se yo.
Wow, no se si admirar su inocencia y esperanza o burlarme de su ingenuidad. ¿Criaturas puras que protegen? Yo no era pura, definitivamente pureza no era algo que me definiría ni por cerca, llevaba una vida loca y un poco descarriada, disfrutaba de los placeres mas carnales y no dudaba a la hora de aprovecharme de mi encanto de manera que mas que un ángel yo me parecía a un demonio pero supongo que al fin y al cabo yo protegía a las personas. Yo cuidaba y protegía de los demonios a gente que ni al caso les importaban los nefilims así que al final del día era mi único acto desinteresado.
-No te mentiré, yo no se si los ángeles realmente existen o que, de hecho nunca he visto uno y me cuesta creer que yo...que mi raza provenga de ellos, ahora bien todos tienen derecho a creer lo que quieran así que si quieres creer que hay algo de luz en medio de toda esta oscuridad ya es cosa tuya,
Su historia no me sorprende, era una vampiresa realmente joven y había sufrido pero no era la única, muchos mundanos terminaban cayendo en las garras del submundo sin poder evitarlo y terminaban como ella o peor. Había conocido casos de licantropos descontrolados que habían asesinado y contagiado a gente inocente e incluso a personas que amaban, los conocía porque era mi deber acabar con sus vidas; los vampiros solían ser diferentes, tras algún tiempo lamentándose empezaban a ver las ventajas de su nueva condición, sin dolor, fuertes, veloces, atractivos...a cambio solo debían permanecer en la sombra y disfrutar de bloody marrys nocturnos. Sin embargo supongo que ella aun no había logrado insensibilizarse o a lo mejor lo sucedido había sido demasiado traumatico como para simplemente olvidarlo, de cualquier manera parecía que no iba a cambiar de opinión acerca de su misión.
-¿Vives simplemente para matar vampiros? Quiero decir que mi vida también implica el asesinato en masa pero no es lo único que hago, en el fondo soy bastante normal aparte del hecho de que puedo luchar con la mayoría de armas que puedas imaginar. ¿Nunca has pensado en olvidar y dar una nueva oportunidad? Quiero decir, la vida de los vampiros no es tan mala después de todo y no todos son bestias sanguinarias que mueren por comer corazones de cachorros, yo misma he conocido vampiros con un estilo de vida diferente-digo con rareza. Nadie podía vivir solo rodeado de muerte, ni siquiera yo que era una criatura sanguinaria por naturaleza podría pasar mi vida entera persiguiendo a la oscuridad sin descanso, todo el mundo necesitaba parar de vez en cuando y yo mas que nadie sabia que la muerte de una criatura no era algo para tomarse a la ligera.
-¿Alguna vez has pensado que tu muerte no fue el final, que la vida te dio otra oportunidad? No creo en el destino así que no creo que tu razón en este mundo sea asesinar y finalmente dejarte morir, ni siquiera nosotros somos tan idealista como para pensar eso.
Los brujos olían como a cerillo recién apagado, los licantropos a perro mojado y las hadas...bueno, ella eran mejores que Nina Ricci en cuanto a perfumes, pero a pesar de que había tenido uno que otro momento intimo con algún mundano jamas lo había olido para conocer su olor, imaginaba que seria algo así como tierra mojada o que se yo.
Wow, no se si admirar su inocencia y esperanza o burlarme de su ingenuidad. ¿Criaturas puras que protegen? Yo no era pura, definitivamente pureza no era algo que me definiría ni por cerca, llevaba una vida loca y un poco descarriada, disfrutaba de los placeres mas carnales y no dudaba a la hora de aprovecharme de mi encanto de manera que mas que un ángel yo me parecía a un demonio pero supongo que al fin y al cabo yo protegía a las personas. Yo cuidaba y protegía de los demonios a gente que ni al caso les importaban los nefilims así que al final del día era mi único acto desinteresado.
-No te mentiré, yo no se si los ángeles realmente existen o que, de hecho nunca he visto uno y me cuesta creer que yo...que mi raza provenga de ellos, ahora bien todos tienen derecho a creer lo que quieran así que si quieres creer que hay algo de luz en medio de toda esta oscuridad ya es cosa tuya,
Su historia no me sorprende, era una vampiresa realmente joven y había sufrido pero no era la única, muchos mundanos terminaban cayendo en las garras del submundo sin poder evitarlo y terminaban como ella o peor. Había conocido casos de licantropos descontrolados que habían asesinado y contagiado a gente inocente e incluso a personas que amaban, los conocía porque era mi deber acabar con sus vidas; los vampiros solían ser diferentes, tras algún tiempo lamentándose empezaban a ver las ventajas de su nueva condición, sin dolor, fuertes, veloces, atractivos...a cambio solo debían permanecer en la sombra y disfrutar de bloody marrys nocturnos. Sin embargo supongo que ella aun no había logrado insensibilizarse o a lo mejor lo sucedido había sido demasiado traumatico como para simplemente olvidarlo, de cualquier manera parecía que no iba a cambiar de opinión acerca de su misión.
-¿Vives simplemente para matar vampiros? Quiero decir que mi vida también implica el asesinato en masa pero no es lo único que hago, en el fondo soy bastante normal aparte del hecho de que puedo luchar con la mayoría de armas que puedas imaginar. ¿Nunca has pensado en olvidar y dar una nueva oportunidad? Quiero decir, la vida de los vampiros no es tan mala después de todo y no todos son bestias sanguinarias que mueren por comer corazones de cachorros, yo misma he conocido vampiros con un estilo de vida diferente-digo con rareza. Nadie podía vivir solo rodeado de muerte, ni siquiera yo que era una criatura sanguinaria por naturaleza podría pasar mi vida entera persiguiendo a la oscuridad sin descanso, todo el mundo necesitaba parar de vez en cuando y yo mas que nadie sabia que la muerte de una criatura no era algo para tomarse a la ligera.
-¿Alguna vez has pensado que tu muerte no fue el final, que la vida te dio otra oportunidad? No creo en el destino así que no creo que tu razón en este mundo sea asesinar y finalmente dejarte morir, ni siquiera nosotros somos tan idealista como para pensar eso.
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Re: New city, new life (Jessica Hamond)
No pude evitar reír por un momento cuando la chica mencionó su cambio de perfume. No sabía si realmente estaba siendo sarcástica o si de verdad no me había comprendido en cuanto a lo que me refería, pero aun así lo aclaré por si acaso.
- No me refiero a tu perfume, sino a tu sangre. Hay algo en ella, un toque como con cierto aroma dulzón, pero a la vez no te deja la sensación de apetito que nos despierta la sangre de un humano.
La verdad, nunca me había parado a pensar cómo explicarle a alguien la forma que tenía de oler la sangre. Quizá porque no es algo que me resulte agradable, y porque no me imaginaba que alguna vez alguien sintiese curiosidad por algo tan macabro, pero al preguntármelo, me quedé pensando por un momento y al final respondí de forma seria, aunque intentando explicarme lo mejor posible. Era algo difícil de expresar.
- Es complicado. No todos huelen igual, pero sí que hay como sensaciones, pequeños matices que resultan más característicos en unas especies que en otras. Por ejemplo, los humanos son la especie que más tentación nos provoca. A mí me suelen oler a algunas de las comidas que tomaba cuando era humana, dependiendo de su tamaño o alimentación. A veces a hamburguesas o a comida italiana... pero es un olor apetitoso. Tú por ejemplo tienes parte de ese olor a comida, pero mezclado con algo dulce, como un postre... quizá como a tarta de fresas o de frutos del bosque, pero a la vez es un olor que no provoca sensación de hambre tan fuerte como la de un humano, sino más bien una especie de sensación de advertencia, como que no sería saludable intentar darte un mordisco.
No sé muy bien si me estará entendiendo, pero aun así continué intentando aclararlo lo mejor posible.
- Creo que es como si una parte de mí me dijera que eres peligrosa, que debería buscar algo de comer que pareciera menos perfecto... Los vampiros por ejemplo no nos olemos demasiado entre nosotros, es como algo neutro y conocido, pero los licántropos por otro lado tienen un olor desagradable, como a perro mojado que llevase dos años sin bañarse... creo que porque su sangre no debe sentarnos muy bien. Es lo mejor que puedo explicarlo.
Había sido algo extraño, pero es un poco como me sentía con los distintos olores de la sangre. Es un poco difícil hacerse a la idea, o eso creo, sin llegar a ser un vampiro.
Me dijo que su raza, los nefilim, provenían de ángeles, y una leve sonrisa realista se asomó en mi rostro cuando me dijo que si quería creer en esa bondad ya era cosa mía.
- Está claro que no en este mundo, por eso no creo que se dejen ver por aquí... pero si dices que tu raza viene de ellos, supongo que como ocurre con los demonios pertenecerán a otro mundo distinto. Si hubiera criaturas tan puras aquí, posiblemente el mundo no sería cómo eso... pero eso no quita que puedan existir en otra parte, aunque supongo que son lo bastante inteligentes como para quedarse donde están.
Es la primera vez, desde mi instructor, que alguien se interesaba por mi pasado, por la razón por la que hacía lo que hacía y mi misión en el mundo, así que no me importó responderla. Nada va a cambiar aunque lo haga, pero me resultó curioso que pareciese intentar que cambiase de opinión con respecto a mi sentido en el mundo, como si de alguna forma le importase lo que fuese de mi.
Suspiré por un momento, esbozando una leve sonrisa nostálgica y respondiendo sinceramente.
- Esto no es vida... no queda ninguna vida en mí. Morí hace tiempo, me mataron y me arrebataron todo cuanto me importaba. Mi familia, mi futuro... mi vida...
La miré fijamente, clavando mis fríos ojos celestes en los suyos con seriedad y convicción.
- El sentido de la vida es que todo tiene un final, nacemos, vivimos y morimos. Si eso nos lo quitan, ¿qué nos queda? Nunca seguiré hacia adelante, nunca volveré a cambiar ni contemplaré mi reflejo en un espejo. No volveré a sentir la calidez del sol, ni el frío en invierno, ni podré alimentarme de nada que no implique llevarme parte de la vida de otra criatura conmigo. No debería existir, debí morir en su momento, pero no lo hice... Todo lo que tengo ahora no es más que tiempo prestado. ¿Qué mejor que hacer con mi tiempo que al menos emplearlo en evitar que otros pasen por lo que pasé yo?
Es lo que pensaba. Puede que la meta que me haya marcado sea vengar a mi familia, acabar con los vampiros que me arrebataron mi vida y evitar así que hagan daño a nadie más, pero eso no quita que, durante el tiempo que se me ha prestado, no pueda intentar salvar todas las vidas que pueda. La mía está condenada desde hace años...
- No me refiero a tu perfume, sino a tu sangre. Hay algo en ella, un toque como con cierto aroma dulzón, pero a la vez no te deja la sensación de apetito que nos despierta la sangre de un humano.
La verdad, nunca me había parado a pensar cómo explicarle a alguien la forma que tenía de oler la sangre. Quizá porque no es algo que me resulte agradable, y porque no me imaginaba que alguna vez alguien sintiese curiosidad por algo tan macabro, pero al preguntármelo, me quedé pensando por un momento y al final respondí de forma seria, aunque intentando explicarme lo mejor posible. Era algo difícil de expresar.
- Es complicado. No todos huelen igual, pero sí que hay como sensaciones, pequeños matices que resultan más característicos en unas especies que en otras. Por ejemplo, los humanos son la especie que más tentación nos provoca. A mí me suelen oler a algunas de las comidas que tomaba cuando era humana, dependiendo de su tamaño o alimentación. A veces a hamburguesas o a comida italiana... pero es un olor apetitoso. Tú por ejemplo tienes parte de ese olor a comida, pero mezclado con algo dulce, como un postre... quizá como a tarta de fresas o de frutos del bosque, pero a la vez es un olor que no provoca sensación de hambre tan fuerte como la de un humano, sino más bien una especie de sensación de advertencia, como que no sería saludable intentar darte un mordisco.
No sé muy bien si me estará entendiendo, pero aun así continué intentando aclararlo lo mejor posible.
- Creo que es como si una parte de mí me dijera que eres peligrosa, que debería buscar algo de comer que pareciera menos perfecto... Los vampiros por ejemplo no nos olemos demasiado entre nosotros, es como algo neutro y conocido, pero los licántropos por otro lado tienen un olor desagradable, como a perro mojado que llevase dos años sin bañarse... creo que porque su sangre no debe sentarnos muy bien. Es lo mejor que puedo explicarlo.
Había sido algo extraño, pero es un poco como me sentía con los distintos olores de la sangre. Es un poco difícil hacerse a la idea, o eso creo, sin llegar a ser un vampiro.
Me dijo que su raza, los nefilim, provenían de ángeles, y una leve sonrisa realista se asomó en mi rostro cuando me dijo que si quería creer en esa bondad ya era cosa mía.
- Está claro que no en este mundo, por eso no creo que se dejen ver por aquí... pero si dices que tu raza viene de ellos, supongo que como ocurre con los demonios pertenecerán a otro mundo distinto. Si hubiera criaturas tan puras aquí, posiblemente el mundo no sería cómo eso... pero eso no quita que puedan existir en otra parte, aunque supongo que son lo bastante inteligentes como para quedarse donde están.
Es la primera vez, desde mi instructor, que alguien se interesaba por mi pasado, por la razón por la que hacía lo que hacía y mi misión en el mundo, así que no me importó responderla. Nada va a cambiar aunque lo haga, pero me resultó curioso que pareciese intentar que cambiase de opinión con respecto a mi sentido en el mundo, como si de alguna forma le importase lo que fuese de mi.
Suspiré por un momento, esbozando una leve sonrisa nostálgica y respondiendo sinceramente.
- Esto no es vida... no queda ninguna vida en mí. Morí hace tiempo, me mataron y me arrebataron todo cuanto me importaba. Mi familia, mi futuro... mi vida...
La miré fijamente, clavando mis fríos ojos celestes en los suyos con seriedad y convicción.
- El sentido de la vida es que todo tiene un final, nacemos, vivimos y morimos. Si eso nos lo quitan, ¿qué nos queda? Nunca seguiré hacia adelante, nunca volveré a cambiar ni contemplaré mi reflejo en un espejo. No volveré a sentir la calidez del sol, ni el frío en invierno, ni podré alimentarme de nada que no implique llevarme parte de la vida de otra criatura conmigo. No debería existir, debí morir en su momento, pero no lo hice... Todo lo que tengo ahora no es más que tiempo prestado. ¿Qué mejor que hacer con mi tiempo que al menos emplearlo en evitar que otros pasen por lo que pasé yo?
Es lo que pensaba. Puede que la meta que me haya marcado sea vengar a mi familia, acabar con los vampiros que me arrebataron mi vida y evitar así que hagan daño a nadie más, pero eso no quita que, durante el tiempo que se me ha prestado, no pueda intentar salvar todas las vidas que pueda. La mía está condenada desde hace años...
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