Jessica Hamond

Desgraciadamente, por el dolor que ha pasado en su vida durante los últimos años, Jessica es una chica muy traumatizada, con más miedos y dolor del que a veces quiere reconocer.
Se muestra en general como una chica fuerte e independiente, y en parte lo es para soportar todo lo que le ha ocurrido, pero no lo es tanto como ella quiere aparentar.
En el fondo no deja de ser una niña asustada que no sabe dónde se está metiendo, y aunque por norma general es capaz de ocultarlo, a veces llega a derrumbarse cuando está sola.
Es bastante distante y desconfiada, aunque sabe actuar muy bien y trata de parecer simpática y coqueta con el fin de sacar toda la información posible para cumplir con sus propósitos. Aun así, cuando alguien intenta conocerla de verdad, no se deja hasta que no tiene cierta confianza con la persona, y trata con todos los medios de no tomarle demasiado aprecio, pues no quiere volver a pasar por el dolor de perder a alguien querido ni desea que haya nada que pueda ser una debilidad para ella y la misión que se ha encomendado.
Si se la llega a conocer, es una chica dulce y divertida, entregada a los demás y muy cariñosa, aunque lleva sin mostrarse así desde antes de la muerte de sus padres. Nadie ha conseguido volver a sacar su yo real desde entonces, ni siquiera su maestro antes de morir, por lo que, por el momento, no ve esperanzas en que alguna vez vea que tenga sentido su vida inmortal una vez termine con su misión.

La historia de Jessica es algo complicada y muy dolorosa.
Ella era una niña normal, feliz y con una buena vida con sus padres. Su madre había sido bailarina de ballet clásico en Paris, y su padre era un crítico americano. Conoció a la madre de Kate en el ballet, cuando fue para verlo y realizar una crítica. Quedó tan maravillado con la bailarina que no se marchó de allí hasta ganarse su corazón, llevándosela a América para iniciar una vida juntos.
Al poco de casarse, tuvieron a su primera y única hija, a la que llamaron Jessica, por su abuela paterna ya fallecida.
Durante la mayor parte de su vida, Jessica ha vivido en América con sus padres, pero los veranos iban a París para pasarlo con su abuela materna, que aún vivía allí.
El verano en que Kate cumplía diecisiete años fue el último en que sería feliz de verdad hasta el momento…
Una noche que ella y sus padres salieron al cine y a cenar, a la salida se quedaron solos en un pequeño callejón, de camino a la casa de su abuela. Fue cuando tres vampiros les atacaron para comer.
Su madre fue la primera en morir, seguida de su padre, pero el vampiro que la cogió a ella para alimentarse no era capaz de matarla. Quedó encaprichado de su aspecto y, a espaldas de sus compañeros, mientras comían, dejó su sangre al límite y la obligó a beber la de él.
Cuando se convulsionaba en el suelo al iniciarse la transformación, lo único que pudo alcanzar a oír fueron los reproches de los otros dos vampiros, dejando claro que no podían ocuparse de una recién nacida en ese momento. Así que la dejaron allí tirada, cubierta con unos cartones, y se largaron tras ocuparse de borrar los otros dos cadáveres.
Cuando Jessica despertó, casi la ciega la luz del sol al apartar el cartón, recibiendo algunas quemaduras, reptando dolorida y débil hasta una alcantarilla y ocultándose hasta el anochecer.
Odió a esos vampiros por matar a sus padres y ser ahora uno de ellos la hacía odiarse del mismo modo a sí misma. Pensó en acabar con todo, salir al sol hasta morir o intentar los métodos de las películas y clavarse una estaca, pero no pudo hacerlo. Sentía que debía vengar primero la muerte de sus padres.
La sed la pudo durante sus primeros días, y negándose a beber sangre humana se marchó al campo, donde intentó alimentarse de animales.
Tras unos días en los que casi muere de sed, se dio cuenta de que, por mucho que lo odiase, necesitaba la sangre humana, volviendo a la ciudad.
Tuvo que herirse a sí misma en varias ocasiones esa primera noche, para no saltar sobre la primera persona que se la cruzase, pero finalmente, en un callejón oscuro, encontró a un tipo enorme que intentaba violar a una chica indefensa, que volvía posiblemente a casa desde el trabajo.
No se lo pensó y se lanzó con su nueva velocidad a por él, tirándolo en el suelo y clavando sus colmillos en su enorme cuello, bebiendo hasta desangrarlo.
Al verlo, la chica huyó asustada, pero a Jessica no le importó. Ahora que sabía de qué clase de personas podía alimentarse, encontraría la forma de vengar a sus padres.
Tras ese momento en que tuvo su primera comida, decidió ir a despedirse de su abuela, pues a pesar de todo, no quería que pensase que había muerto junto a sus padres. Aunque le dolió y le costó mucho esfuerzo dejarla, al final consiguió hipnotizarla de forma que la mujer creyese que, aunque estaba viva, estaría bien y no se verían después de esa noche, pero al menos, aún de forma un poco inexperta, pudo paliar su dolor.
Ha estado desde entonces practicando con sus poderes de vampiro e investigando las formas de cazarlos y eliminarlos, entrando de aprendiz de un viejo cazador de vampiros a las afueras de la ciudad. A pesar de lo que ella era, él mismo se compadeció de su situación, y hasta aceptó lo que Jessica le hizo prometer… que cuando acabase con su venganza, volvería para que su nuevo mentor acabase con esa nueva vida que tanto la repugnaba. Lamentablemente, hace unos meses y mientras Jessica estaba fuera, su mentor se suicidó tomando veneno, dejándola una carta en la que le explicaba que estaba enfermo, y que en breve empezaría a estar demasiado débil para defenderse. Sabiendo de los planes de Jessica y sin querer terminar siendo un viejo inútil, incapaz de defenderse de los vampiros a los que había enfadado en los últimos años, decidió terminar con todo y se disculpaba con Jessica por no poder cumplir su promesa, legándole la mayoría de armas que guardaba.
Así que ahora, tras terminar su entrenamiento y cinco años después de la muerte de sus padres, ha vuelto a Nueva York, siguiendo la pista de los tres vampiros que esa noche destrozaron a su familia en las calles de París. Entrando a trabajar en un bar de moda llamado Pandemonium, donde mundanos y subterráneos se juntan cada noche sin el conocimiento de los primeros, espera encontrar alguna pista para localizar a esos tres vampiros, llevándose por delante a cualquier otro que intente detenerla y manteniendo sus entrenamientos, sabiendo que a pesar de todo, cuando cumpla con su misión, su existencia dejará de tener sentido.