The girl full of dreams and the angel who accompanied (Rose Collins)

Nunca me habían gustado los peces, ni vivos ni servidos en un plato sin importar como estuvieran cocinados, simplemente no me gustaban, tampoco me gustaba el mar (no es que tuviera cerca un mar que ver pero aun así no me gustaba) ni las piscinas por un simple y sencillo hecho, nunca había aprendido a nadar. Nadar era una de esas cosas que se suponía tu padre debía enseñarte, según las películas con un flotador de patito, o quizás un hermano mayor pero dado que no tenia padre y mi hermano estaba muy ocupado trabajando y robando para mantenernos jamas había aprendido a hacerlo y tampoco había tenido un flotador de patito. Era una especie de trauma, cuando era pequeña me imaginaba a un padre sin rostro llevándome a la piscina publica y a una madre sin cara sentada en una tumbona con una sonrisa en el rostro y aplaudiendo ante mis avances como en las películas, pero ahora era demasiado mayor y estaba demasiado ocupada para estar imaginando cosas que jamas pasarían, o al menos eso me decía a mi misma aunque mientras paseaba por el acuario aquellas imágenes no dejaban de pasar por mi mente.
Cuando aun vivía con Gino había tenido la ilusión de que tal vez él me enseñaría a nadar, incluso después de que me lastimaba y me obligaba a hacer el traba sucio que en muchas ocaciones había estado a punto de matarme, también era una estupidez porque después de todo para el yo solo era una herramienta desechable y aunque sabía eso...bueno, él había sido lo mas cerca que había estado de un padre.

Veo a los niños con sus helados caminando de la mano con sus padres, algunos lloran y hacen los berrinches típicos de los niños, otros tienen sonrisas en sus rostros y otros pegan su rostro con el cristal para ver mejor a los peces. También estaban un par de parejas de mi edad, tomados de las manos, besándose, abrazándose y verlos era como añadir mas leña al fuego. Una familia era mi sueño mas anhelado pero recientemente no podía evitar verme soñando despierta con alguien que me abrazara y me besara de la manera que ellos lo hacían.
Suspiro ante mis propias tonterías y mantengo la cabeza baja mientras camino entre todas esas personas demasiado ocupadas en sus propias vidas como para prestarle atención a la solitaria chica que atravesaba los pasillos. Me detengo frente a la exhibición de los osos polares, esas grandes criaturas blancas y peludas, y como una niña pongo mis manos contra el cristal deseando poder tocar al gran oso que me mira desde el otro lado.
-Hola amigo, pareces estarte divirtiendo allí a dentro-le digo antes de darme cuenta que estaba lejos de sus otros compañeros-Eres un solitario ¿he? Como yo que estoy hablando con un oso.

Hoy había sido un día agotador, el cambio al departamento, arreglar las cosas, poner los libros en su lugar, poner todos los trastes que compre en donde debían estar, desempacar y acomodar la ropa... mucho trabajo. Estaba yo exhausta, cuando terminó todo eso me tiro en la cama y pongo un poco de música, podría quedarme dormida pero aún tenía mucha adrenalina, el estar en la tierra al fin me hacia muy feliz y me ponía las pilas, quería hacer muchas cosas, conocer muchos lugares. Me doy una ducha, me arreglo y salgo según yo de compras. Llevaba una bolsa rosada, jeans azul, una blusa blanca con una bufanda rosa y morada.

Camino por las calles, veo algunas pero la verdad no me llaman mucho la atención, aunque entro a una tienda de joyería, me encantaban las cosas con brillos, veo unas pulseras muy bonitas, anillos y collares, todo muy hermoso, y caro también. Suspiro resignada y salgo de la tienda, al menos ya sé donde comprarme un anillo o algo. Camino hasta que llego al acurio, valoro unos instantes si estaba bien que entre, no me toma mucho decidir que sí. Paseo por todo el lugar, parezco niña en dulceria, los animales son tan hermosos. Los humanos tienen un bello espectaculo acá en la tierra y muchos ni siquiera lo han notado. Aunque prefiero que los animales estén libres igual es bonito observarlos.

Llego con los osos y me quedo viendo como jugaban entre ellos, volteo a ver a una chica que habla con ellos, es humana no creo que pueda hacer que él oso la entienda, aunque los animales reaccionan al volumen de la voz entre otras cosas. Me acerco a ella lentamente para ver que más hace. La miro de reojo mientras observo a los osos, son hermosos

Puedo sentir el roce cálido de un aura, se siente como la caricia de unos suaves dedos y se lo que eso significa. No me vuelvo de inmediato, cierro los ojos dejando caer las manos del cristal para sumergirme en la tranquilidad que me rodea, luego me vuelvo para ver al ángel a mi lado y dudo un segundo sobre que hacer.
-Hola-digo finalmente. Desde Casstiel nunca había vuelto a encontrarme con un ángel e incluso podía sentir una diferencia en esta nueva criatura. Si Cass había sido como una estrella esta chica era semejante a un lucero, una luz blanca e inmaculada. ¿Podría ser entonces que ella realmente fuera un ángel? No un caído sino, sino un verdadero ángel. Pero en cualquier caso que estaba haciendo allí.

La examino con la mirada, es preciosa como una princesa de cuento de hadas aunque vestida como cualquier adolescente normal. No debe ser mayor que yo, al menos en aspecto dado que los ángeles vivían muchísimo más que probablemente cualquier otra criatura, y sin duda debía ser la más increíble de todas

No me gustaba ver a los animales en cautiverio pero eran tan hermosos que no resisto la oportunidad de entrar a verlos. Los que más me gustan son los manatis, cuando duermen se agarran de las manos me parece la cosa mas tierna. Primero voy a ver a los osos y veo como juegan, sonrió divertida, se ven tan tiernos, me dan ganas de acariciarlos, iba a llamar a uno pero una chica llama mi atención. La miro y le sonrió ligero.

-Hola… son hermosos ¿verdad?

Comente antes de acercarme a ella. Noto como me mira, ¿sabrá algo? Yo la miro curiosa dejando que ella satisfaga su curiosidad mirándome, me veía como cualquier humano dudo que sospeche algo, aunque por cómo me mira puede que sepa o que al menos intuya que soy. En ella yo podía ver a una humana.

-¿Cómo te llamas? Yo me llamo Rose.

Dije educada, miro de nuevo a los animales, luego centro mi mirada en ella y le tiendo la mano para saludarla.