Save Me (?) [Privado]

Llego a casa y dejo la moto prácticamente al lado de la puerta. Abro y arrastro al nefilim, más que cargarlo, hasta echarlo sobre el sofá.

- ¿Sigues vivo, ojitos?

Chasqueo los dedos para aparecerme algunas de mis cosas desde el sótano y me quito la chaqueta para arrojarla en el otro sofá. Tomo un cuarzo blanco pequeño, del tamaño de una pastilla mundana.

- Traga o te obligo.

Yo bebo una de mis pociones contra la ebriedad, resaca y básicamente todo lo que me metí al sistema esta noche. Si no, me cansaré peor, aunque igual, esto no es como chasquear los dedos y aparecer té. Le coloco las manos en el pecho de nuevo, sólo que esta vez aprovecho para toquetearlo un poco, sólo para inspirarme. El veneno es fuerte, pero francamente, he curado peores, y seamos honestos, no llegué hasta donde estoy sin saber lo que hago. Lo primero es dejar que el veneno vuelva a correr por sus venas, y debo controlarlo. Y es cansado. Salen chispas de mis manos en ocasiones.

Tras pasar un tiempo así, tomo uno de los pinceles de caligrafía que uso, tinta negra y pinto en idoma demoníaco en los espacios entre la curva de la runa de la fuerza. Yo no puedo usar runas y mucho menos con una estela, esta sólo es mi forma de potenciar mi trabajo. Pinto entonces sobre mis manos y dejo todo para volver a colocarlas sobre él, en varios de los puntos donde se concentra su energía.

Poco a poco, con un esfuerzo que me hace jadear, me cansa y apaga mi adorado efecto del alcohol, voy disminuyendo la potencia del veneno. No dejo de mirarlo, por si despierta, y lo peor del asunto es que tal vez los nefilims aquí ni conozcan el teléfono y ya es mucho abusar de mí como para regalar un mensaje de fuego.

Termino y ya estoy sentado en el piso, adormilado y cansado. Pero pese a eso lo pico en la mejilla.

- Oy, ¿qué tal? Te aviso que me debes más de una.

Durante el camino se había mantenido en un estado semiconsciente. No tenía idea adonde lo estaban llevando, ya que sentía que se estaban alejando cada vez más del instituto. Tampoco tenía idea de quien era el que conducía, y a dura penas podía mantenerse sentado y sin vomitar, ya que las nauseas eran cada vez peores. Las luces de la ciudad pasaban borrosas por el costado, y cuando la moto desaceleró, sintió que caía inconsciente de nuevo. La oscuridad. El alivio. Esperaba quedarse allí algún tiempo, de vacaciones, a descansar.

Sin embargo, cuando su espalda golpea contra el sofá, volvió al mundo real. El dolor se extendió de nuevo, oscureciéndose la visión de manera completa. Cuando abrió los ojos, sintió que le incitaban a tragar una pastilla. Sintió como esta paso rasposamente por su garganta, que estaba seca.

Cuando pudo volver a ver lo que sucedía, vio que el otro tenía las manos sobre su cuerpo, como había visto a Magnus hacer en otras ocasiones. Magnus... Su mente estaba confusa con él, no recordaba bien lo sucedido, pero sentía una pulsada de dolor al pensar en él, así que probablemente no fuera algo bueno lo que había pasado. Pero lo que fuera que hubiera sucedido, lo averiguaría, y de la propia boca del brujo si fuera posible.

El ardor que le producía el veneno moviéndose de nuevo en él, le hacía sentir cansado, y de dejo llevar, cerrando los ojos, y quedando entre dormido e inconsciente con la boca abierta.  

El tiempo pasó, aunque él no lo percibiera. De a poco, el veneno fue eliminado de su cuerpo, y Alec fue despertando, ordenando recuerdos. Sintió que le tocaban la mejilla insistentemente, y abrió los ojos con esfuerzo, entrecerrándolos de nuevo por la claridad. Parpadeó un par de veces hasta acostumbrarse, y comenzó a hacer un análisis de la situación. El dolor había disminuido, pero seguía sin saber donde estaba y si estaba en peligro o no. No estaba armado, y llevaba las de perder, pero debería estar alerta. Escucha las palabras, sin poder deducir si estaban dichas de manera amistosa o no. Gira la cabeza y mira al extraño y con una voz rasposa, pregunta - ¿Do... Donde estoy? ¿Que... que sucedió? ¡Quien... Quien eres?

No podía creer lo que había hecho, aunque por supuesto que tengo mis razones ocultas.  Quiero que Magnus me deba una, que el Instituto de Nueva York me deba una, y que este nefilim de ojitos azules me deba una.  Todo en un combo 3x1.  Aunque claro que exigiré mi paga, particularmente al estúpido instituto, si yo no soy el gran brujo aquí y en todo caso, más le vale a Magnus cobrarles bien.  

En cuando termino le pico la mejilla para saber si se siente mejor.  A veces sienten que se mueren aunque la curación ya pasó y bueno, necesitan un par de zapes para entender.  

Estiro las piernas al ver que abre los ojos y bueno, caigo en la cuenta por primera vez en por qué me llamaban sus ojos: junto a su cabello, son el combo explosivo que despierta la entrepierna de Magnus.  

Recojo de entre las cosas que aparecí antes, una botella de sake y le doy un trago.  

- Estás en mi casa.  Verás, yo sé que tú crees que los nefilims son la raza más hospitalaria del planeta, pero esa hospitalidad no se extiende a los subterráneos.  No sé qué te sucedió, sólo estabas tirado como ebrio afuera del Pandemonium, con dos litros de veneno de demonio en el sistema.

Doy otro trago largo, pero creo que debo dejarme de negativas, si no envío el mensaje de fuego, no habrá gratitud de Magnus ni paga de nadie.

- Soy Kyosuke Nightshadow, el gran brujo de Tokyo.  Hace muchos años, Magnus Bane fue mi mentor.

Bostezo.  Chasqueo los dedos de nuevo, pero ya me pesa.  Con el pincel escribo sobre un papel el mensaje y lo convierto en un mensaje de fuego, dirigido a Magnus.

   

Querido y amado mentor:

Te invito de visita a mi casa, donde tengo un hermoso nefilim herido y recientemente curado, que pronunció tu nombre como palabras mágicas para ayudarlo.  Tiene el combo explosivo de cabello castaño y ojos azules que tanto te gusta.  

Espero que no te moleste, ya lo probé primero.

XOXO & love: Kyo

Mira al extraño, lo intimidaba por su forma de expresarse. ¿Que tenía en contra de los nephilims? Y, por sobre todo, si tanta inquina les tenía, ¿por qué lo había ayudado? No recordaba mucho, y lo poco que estaba en su memoria era muy confuso y le daba jaqueca intentar organizarlo.

Cuando menciona el Pandemonium, siente una puntada en la cabeza, que le hace hacer una mueca, a la vez de que un recuerdo se asoma. Si, recordaba haber ido al Pandemonium, recordaba estar enfadado con Jace y haber ido en su búsqueda para reprenderlo. De seguro que no había bebido alcohol, él nunca bebía, no le gustaba el efecto atontado que le dejaba, además, si había salido a buscar a Jace, no se hubiera embotado bajo sus efectos, ya bastante distraído estaría cuidando las espaldas de Jace.

Escucha el nombre del extraño. Kyosuke Nightshadow, el gran brujo de Tokio. No había oído hablar de él, jamás había ido a Tokio ni conocido a alguien de allí. Pero le sorprendió escuchar que era discípulo de Magnus Bane, y se sonrojo al escucharlo, sintiéndose un poco incómodo. Quería saber más sobre el tema, y se decidió a preguntar - ¿Co... Conoces a Magnus?  - luego observa como envía un mensaje de fuego, y lo mira fijamente mientras desaparece. Traga saliva, nervioso, y se ahoga porque sentía rasposa su garganta. Cuando por fin logra detener los accesos de tos, le pregunta, con voz débil y ronca - ¿A quien escribes? ¿Piensas tomarme de rehén? - Temía que no lo dejara irse, en ningún momento le preguntó nada, y su hostilidad le daba desconfianza y temor.

Nada mas relajante después de un día de terminar todos sus trabajos que un baño caliente, lleno la tina y se recargo entre las burbujas y sales de baños aromáticas. Cerro los ojos para descansar un rato  y aspiro una bocanada de aire que contuvo por unos momento y dejo salir. Dejo a su mente divagar entre pensamientos, recuerdos y momentos pasados, casi como si deseara recordar toda su vida, era posible, pero en grandes rasgos, ochocientos años no vienen solos y en los brujos la edad pesa mucho.

Al borde de quedarse dormido vio algo materializándose en una llamarada y por la forma el color y la letra ya supo de quien era, se enderezo y tomo el papel, leyendo lo con una sonrisa tenue al comenzar, pero su expresión fue cambiando hasta lo ultimo "Espero no te moleste, ya lo probé primero", bajo el mensaje y se tomo las cienes. En cuestión de minutos ya se encontraba cambiado con unos simples jeans y una camisera negra, con el cabello aun mojado, casi al punto de gotear y sin maquillaje. No respondió el mensaje, pensaba ir aya y hablar personalmente, que había pasado, quien lo había herido, y sobre todo ¿Que hacia Alec con su ex discípulo y amante?

Chasqueo los dedos hacia la casa de Kyosuke y apareció aun con los ojos cerrados caminando por la sala de este, soltando el aire y dejando caer unas gotas simples del pelo carente de brillo mas que el que provocaba la humedad. - De acuerdo, Kyo, espero, por tu bien, que eso de "Ya lo probé primero" allá sido no mas que una de tus bromas. -Dijo sin siquiera saludar ni percatarse de que Alec estuviera en el, par abrir los ojos luego visualizando la casa totalmente, mirando a Kyo y luego a Alec, que se encontraba recostado en el sillón, un golpe de preocupación se dio contra su pecho pero se tranquilizo al ver que estaba consciente y al parecer también lucido. Sonrió sin dejar de fruncir el ceño con un deje de preocupación para apoyarse en el respaldo del sillón con las manos y mirar a ambos como si esperase una explicación.

- Bien... ahora... ¿Alguien seria tan amable de explicarme lo que paso? -Miro a Alexander y rápidamente paso la mirada a su ex discípulo enarcando las cejas como esperando a que hablara, suponía que el sabría que había pasado, dado que el fue el que lo curio y por supuesto el que le envió el mensaje de fuego, sacándolo apresuradamente de su baño de relajación, que luego le recriminaría.

El nefilim sigue más atontado que nada, pero en parte, no es algo que yo pueda entender. El veneno de demonio les hace mucho más daño por tener sangre de angelito. Que vamos, estaba tan tonto que creyó que yo podía ir al Instituto, tocar la puerta, sonreír y decir que traía un herido. Como si fueran a dejarme entrar y en segunda, como si fueran a creer en mi inocencia. Me encerrarían ahí sólo para dejar que me pudriera por un crimen que no cometí, típico de los nefilims, idiotas a más no poder.

Pero la palabra mágica vuelve a salir a flote: Magnus. Ese nombre que me cautivó en su momento y que terminó por no borrarse jamás ni de mi mente, ni de mi corazón. Era como si me lo hubiera tatuado al lado de Ryô. No no no, muy mal conmigo. Vuelvo a acercarme a él y en concreto a la herida que no sané y pego mis manos a ella, un frasco convenientemente oculto para tomar algo de su sangre. Digo, mínimo que coopere con la causa, si ya lo ayudé gratis y ambos sabemos que Raziel lo andaba llamando a su lado y se nos iba para el Otro Lado.

- Sí, claro que lo conozco, cómo va a ser mi mentor sin que lo conozca en una época sin internet. Sigues menso por el veneno. No es sorprende que entre brujos nos conozcamos, mucho menos entre grandes brujos, pero tú eres sólo un nefilim. ¿De dónde lo conoces? ¿Eres el chico de turno?

Había mejores palabras, como "amante" y "consolador". La primera me gustaba para mí, ya que no puedo decir con seguridad si ese increíble hombre sintió por mí algo más que curiosidad y calentura. Y la segunda era demasiado divertida y no la apreciaría el nefilim. Con un movimiento simple e imperceptible de mi mano izquierda, envío el frasco a mi sótano secreto.

Envío el mensaje de fuego y vuelvo a mi botella de sake tras un bostezo. Y el maldito nefilim saca una frase que hace que me masajee la sien.

- Seguro, ¿no me viste recortar letras del periódico y pegarlas en la hoja? ¡Qué desperdicio de mi talento! Te curé para secuestrarte, porque mi prioridad en la vida es llenar mi sótano de nefilims tarados y malagradecidos. Gracias por presentarte y de nada, ya sabes, insulta mi momento de ayudar al prójimo.

Me controlo, porque ya estoy soltando chispas y mi botella de sake no es culpable de que Raziel haya elegido idiotas.

- Luego por qué los subterráneos los detestamos.

Por supuesto que no le iba a contestar nada, y mejor que eso, me largo a dormir. Magnus es capaz de no venir y me quedaré sin echarle un ojo. Me levanto y en eso, el susodicho aparece y mágicamente, se me olvida el momento desagradable y predecible, hasta se me olvida la presencia del neflilim grosero.

- ¡Magnus!

Y por un momento soy de nuevo el brujo que no sabía hacer más que magia elemental, transmutaciones y un montón de magia oscura, pero era demasiado cobarde como para decírselo a su mentor. Me brillan los ojos de la emoción, sonrrío encantador y ni me importa el agua en la casa, porque su apariencia me recuerda a la primera vez que nos dimos un baño juntos.

Hasta que abre la boca y mata mi burbujita feliz.

- Fuzakendaio! Vamos, Magnus, ¡debes estar bromeando! ¿Te lo tiras? ¿Es tu novio de turno?

No es como si pudiera estar celoso de cada amante que pueda tener un amante mío a lo largo del tiempo, me habría matado hace un par de siglos, pero que se tire un nefilim que no es ni siquiera buen cazador porque los demonios lo hacen papilla y que encima es grosero con quien lo ayuda... puaj.

- Deberías saber que durante mi larga vida me he tirado muy pocos nefilims, por cosas que tu amorcito acaba de hacer. A ver si le enseñas modales, le salvo la vida y en lugar de agradecerme, está convencido de que voy a secuestrarlo.

La parte buena es que si Magnus se pone así por un nefilim, es que lo quiere, pero los nefilims se mueren, y cuando se muera, yo podré tener otra oportunidad.

- Tenías que venir rápido, y me parecía de mal gusto poner "tu amorcito se muere entre mis brazos". No, espera, esa estaba buena. Espero que te haya gustado mi mensaje de fuego violeta, es tan genial.

Tenía que divertirme, mínimo. Más ahora que se ve que no voy a tener ninguna paga.

Pide explicaciones y yo le echo una mirada al nefilim, pero se ve que la explicación me toca darla a mí.

- Yo sólo había ido al Pandemonium porque me gusta, y pues al salir vi una masa sanguinolenta y amorfa afuera, pero pues tenía runas, tú sabes. Dijo tu nombre y que quería ir al Instituto, pero en primera, ni sé ni me importa dónde está, y en segunda, habrían pensado que yo intenté matarlo y no necesito decirte lo que le hacen a los subterráneos que intentan asesinar nefilims. Ciertamente no nos premian como a los nefilims que matan subterráneos, y me gusta mi vida, soy muy guapo para morir, el mundo se merece mi genialidad.

Dejo la botella en la mesita y le pico el hombro varias veces con el dedo, consciente de que se vería más imponente si no estuviera usando toda mi fuerza de voluntad para aparentar que no estoy cansado.

- Me debes más de una Bane, y lo sabes. Y puedes deberme dos, te "alquilo" mi segunda habitación de huéspedes por esta noche, y le alquilo el sofá al nefilim. Pero si ni tú ni él mínimo me agradecen como me merezco por mantenértelo vivo más tiempo, los echo a patadas y lo enveneno, te lo juro que sí. Por el puro gusto. Y desaparezco toda la purpurina de Nueva York.

En realidad sólo quiero un pequeño agradecimiento, en realidad estoy celoso de que me eche la bronca por la insinuación de que le toqué a su juguetito nefilim, ¡debería estarme agradeciendo!

Y claro, en mi coraje saco chispas y le doy a mi pobre y medio vacía botella de sake. Este no era mi hermoso plan...

El extraño era, por lejos, la persona menos hospitalaria que había conocido en su vida. En cada frase que decía se notaba el desprecio que sentía por Alec, ya fuera a base de sarcasmos o de insultos sin siquiera disimular. Se sonrojó cuando le preguntó si era el chico de turno, ya que nunca se vio a sí mismo como parte de una larga lista. Lo hacía sentir vulgar, como... como... Trivial. Esa palabra le dolió como un fierro caliente cuando la pensó. Permaneció en silencio, prefería callar ante esa pregunta, después de todo, su vida privada no era asunto de este brujo, le hubiera o no salvado la vida.

- Discúlpame si soy grosero, pero no pareces el tipo de personas que hacen las cosas por bondad... Además... Te sobre estimas, ¿crees que alguien en el instituto te creería capaz de herirme la espalda de esta manera y dejar... - pensó, el brujo había dicho un número, su parte racional debía despertarse o nunca saldría de allí - dejar dos litros de ponzoña de demonio en mi sistema? Si no sabes como funciona el Instituto de Nueva York, creo que deberías abstenerte de opinar.

Magnus aparece, y Alec siente una oleada de alivio recorrerlo. A pesar que la palabra trivial aún ronda su mente, no veía porque vendría por él, si no le importaba. No pudo evitar sonrojarse ante sus palabras... ¿El otro brujo lo había tocado... de esa forma? Se sentía sucio, y el horror se reflejo en su cara, quería quitarse esa sensación de encima, pero luego el gran brujo de Tokio abrió su boca y no pudo menos que sentirse insultado, humillado, degradado hasta ser sólo un insecto. No se quedaría allí, así debiera llegar hasta la calle arrastrándose y dormir sin un techo encima.

Hizo acopio de todas sus fuerzas, y sosteniéndose de diversos puntos del sofá, logró ponerse en pie. - En el instituto jamás insultamos a nuestros huéspedes... Por lo que prefiero irme antes que...- dijo, mientras caminaba a duras penas hasta la puerta. Hablar con la garganta seca le vuelve a pasar factura, y su rasposa voz se convierte pronto en un violento acceso de tos, que junto con la pérdida de sangre de la herida de su espalda y la contusión en su cabeza fue motivo suficiente para que perdiera el equilibrio, cayendo, siendo atrapado por un par de brazos, pero sin poder distinguir a quien pertenecían, ya que había quedado prácticamente inconsciente de nuevo.

Los miro a ambos alternadamente, no debia esperar que ellos se lleven bien, y por lo visto no lo hacen lo que no le sorprende en absoluto tomando en cuenta que Kyo odia todo lo referente a Raziel, Cazadores de Sombras o incluso, La Clave. En cuanto lo escucho hablar suspiro pesadamente y observando de reojo a Alec para volver la mirada al gran brujo de Tokio.-No, no me lo "tiro".- contesto poniendo énfasis en esa palabra, que sin ir mas lejos en este momento hasta parecía vulgar el pronunciarla.- El es... -Dijo la frase pensativa, no sabia que era para el nephilim y no le correspondía a el poner nombre a la situación, así que simplemente contesto.- Estoy saliendo con el Kyo... -

Aun no entendía exactamente que que había pasado, pero en este momento poco importaba comparado con el hecho de que estos dos pronto se sacarían los ojos, pudo observar las expresiones de su "ojitos azules" entre enfado y asco, aparto la mirada antes de caer en el impulso de ir a abrazarlo y besarlo para decirle que todo estaba bien y que no se tome las palabras de Kyosuke tan enserio que el solamente tenia esa manera de hablar con los nephilims. Pronto eso pareció el menor de lo problemas dado que Kyo empezó a hablar sobre el incidente y Magnus no puso mas que enarcar las cejas y mirar hacia donde se encontraba el otro, tenia la ropa manchada con sangre todavía húmeda y negra como si se hubiese mezclado con la sabia mal habida de un demonio, frunció el entre-ceño al ver lo que el otro pedía y lo miro de una manera severa como solía hacer cuando mas de joven se equivocaba en sus decisiones, una mirada que solo un maestro podría tener.- Uno, deberías ser mas cordial con tus invitados, llámense nephilims, u otros submundos, los insultos e ironías no ayudan a una pronta recuperación ya que el estado anímico influye. Dos, si me hubieras puesto eso, en este momento tendrías el cabello azul, pero de llamaradas. Y tres... Por supuesto que seras recomenzado por un buen trabajo, pero aun te urge controlar tu temperamento. - Se encogió de hombros restandole importancia a lo ultimo para levantarse e ir hacia el nephilim.

Pero antes de poder dar unos pasos hacia el este ya estaba de pie, caminando hacia la puerta a un paso totalmente tembloroso y tambaleante, saltaba la luz hasta para un ojo inexperto que no estaba del todo descansado, se preparo para tomarlo en brazos si llegaba a perder el equilibro. Lo que por lo visto así sucedió. Alec cayo al piso luego de retrucar su hospitalidad, o en realidad hubiera caído si Magnus no se hubiera movido para atraparlo antes de que tocara el piso.- Necesitas descansar, cariño... Luego maldecirás todo lo que quieras - Suspiro y acaricio su cabello arreglándolo un poco y levantándolo con un estilo princesa miro a Kyo.- En serio... gracias por encontrarlo y cuidarlo, se que no es tu jurisdicción, pero que lo hicieras significa mucho. -Dijo con un gesto agradecido hacia el otro y se acerco.- Te debo una grande, no dudes en cobrármelo, yo asumiré todos los gastos.

Dijo haciendo una mueca y suelta el aire, considerando la idea de trasladarlo a su propio apartamento, sabia que el simple hecho de tener un nephilim era para el otro nada bueno y mas aun siendo quien era, Magnus se hacia el despistado pero no lo era, se daba cuenta de la forma en la que Kyo lo miraba.- Creo que es mejor que me lo lleve para que descanse como se debe y no tengas que seguir lidiando con algo que no era tu responsabilidad, sino la mía. - Lo acomodo mejor en sus brazos acurrucandolo contra si, para dejar la herida de su espalda sin contacto alguno, no quera que vuelva a abrirse, y mas aun desperdiciar los esfuerzos del otro, aunque Magnus debía reconocer que por Alec, con gusto lo haría.- Hablaremos lo mas pronto posible, y si, el fuego violeta en el mensaje fue un buen toque. -Le sonrió con suavidad pero aun con rastros de preocupación en su rostro, que aunque intentaba no podría sacar.

- No, no hago nada por bondad, no es mi territorio, pero mínimo un "gracias". Digo, soy familiar con lo que les enseñan en la Clave, pero al menos en mi país, respetamos a los mayores. Si a mí un nefilim me ayuda, pues me muerdo uno y le agradezco.

Me encojo de hombros.

Magnus llega y me ilumina la noche porque soy un idiota. Debí imaginarlo, pero bueno, tampoco quiero detalles.

- Sí sí sí, entiendo la idea, no me interesan los detalles.

Cuento lo que pasó y pongo los ojos en blanco.

- Pues mátame, estoy celoso. Un simple nefilim sin parabatai a la vista y hecho papilla con un demonio no me parece tan genial como para tener tu favor.

Miro al nefilim.

- Se cómo funcionan otros Institutos, sé cómo funciona la Clave, desconfían de los subterráneos por principio innamovible, como los actos de fe que tanto le gustan a la religión católica. Yo probé contigo, y te portaste como todos los nefilims que he conocido, salvo menos de cinco. Como dije, de nada, fue un placer ayudarte porque conocemos a alguien en común.

Muérete... así de sencillo.

Veo la escena telenovelesca y jugueteo con mis piercings. Sí, Magnus, mátame, estoy celoso. Encima lo carga como si fuera su princesa.

- Mira, llévatelo si quieres, pero puedes quedarte con él también. Lo ayudé por ti, porque te conocía, no sabía que tan íntimamente. Sé que no es bueno moverlo y ya vemos que no tiene mucho instinto de supervivencia. Si en verdad lo odiara como tú y él piensan, ¿no crees que habría sido mejor dejarlo ahí? Gracias por el crédito, ahora sólo puedo ser un nephilim hater o no ser nada, ni siquiera alguien que ayude por lealtad a ti.

Suspiro.

- No es tu responsabilidad, es responsabilidad de su parabatai y de él mismo. Tú eres un subterráneo y no un nefilim.

Así que es cierto lo que se comenta, Magnus Bane se está volviendo perrito faldero de la Clave y es por "amor".

Cuando su cuerpo logra estabilizarse y sus sentidos se reactivan, mira, intentando comprender que había sucedido, recordaba estar yendo hacía la puerta y poco más. Mira hacia arriba y encuentra el rostro de Magnus, con la mandíbula tensa en una especie de seriedad que no estaba habituado a observar en él. Pero recordaba haberla visto una vez... La noche que habían ido a recuperar la Copa Mortal, mejor dicho, la madrugada siguiente. Recordaba haber visto su rostro en esos períodos en que abría los ojos e intentaba ubicarse. Recordaba la línea recta e inamovible de su mandíbula, mientras permanecía allí, junto a su cama, preocupado porque se repusiera de una vez. Le daban ganas de cerrar los ojos y dormirse, nada saldría mal si estaba en brazos de alguien que se preocupaba tanto por él.

Sin embargo, habían dos cosas que le detenían de hacerlo. Primero, que la presencia del otro brujo lo mantenía en estado de alerta. No soportaba sus palabras, despedían tanto odio... y había sido así desde el primer momento, desde que lo picaba para despertarlo y lo acusaba de haber estado ebrio y demás, aún cuando él no le había hecho nada, más que estar tirado en un sitio cercano a donde él pasaba, presa de vaya el Ángel saber que demonio. Quería irse de allí, y eso era definitivamente lo primero que tenía que hacer. - Por favor... Sácame de aquí... - murmuró, pensando que sería mejor estar en el instituto sintiendo el desprecio en la mirada de Jace cada vez que lo veía antes que estar allí siendo insultado gratuitamente, de diversas formas y por una infinidad de motivos de los que él no era culpable. ¿Qué culpa tenía él que los encargados del Instituto de Tokio fueran unos imbéciles?

Lo otro que le detenía de dormirse en los brazos de Magnus era que la palabra trivial resonaba en su mente, una y otra vez, aumentando sus inseguridades. Pero a la vez le decía cariño segundos después... ¿Es que estaba jugando con el o qué? Si era un juego, no le parecía divertido... Pero, como había pensado antes, luego tendría tiempo de ocuparse de eso, primero debía salir de allí... Ya después se enfrentaría con Magnus, saliera lo que saliera de eso.

Magnus suspiro frustrado y pensó que le hacia falta una tercera mano para tomarse las cienes, negó con la cabeza y volvió a Kyo. Siempre le había encantado esa forma ligeramente infantil de ser, celos, posesividad, características que a Magnus le volvían loco. Pero en algunos casos debía abstenerse.- ¿"Matamé"? No seas ridículo. -Soltó el aire nuevamente y camino unos pasos hacia el, buscando su mirada, no esperaba que el lo entendiese pero por lo menos intentaría explicárselo, Alec no era para el un simple nephilim despistado cuyo parabatai, por alguna razón, se encontraba ausente, era mas que eso, era el deseo de protegerlo de estar con el, de no dejar que le pase algo, la fragilidad siembre habia sido la debilidad de cualquier brujo. Mas para Magnus.- Kyo, eres importante para mi, y quiero que entiendas. El es mi responsabilidad porque yo quiero que lo sea. -Susurro y su voz parecía tener un tono rasposo como si buscara que lo entendiera, el no era un brujo muy abierto de mente, pero algo era seguro, con las personas que conocía, sus ojos no tenían secretos, y espero que así lo entendiera el otro.-

- Escucha... Te doy el crédito porque así es, sino fuera por ti, el no estaría vivo, hablare con el para que mejore sus comportamientos de ese estilo, probablemente estaba aun atontado cuando dijo, lo que sea que haya dicho... -Observo hacia abajo como Alec volvía de a poco a tomar conciencia su respiración normal y quería abrir los ojos, de a poco lograndolo.- Y... -Continuo- No creo que lo odies... En eso te equivocas, solo creo que eres algo duro, pero es entendible, te tomaste las molestias de salvarle la vida, y no reacciono como esperabas, igual te agradezco... -Dijo, iba a continuar la frase pero las palabras débiles pronunciadas por el nephilim disiparon la atension de Magnus hacia el. El brujo asintió. "Enseguida iremos, cariño" susurro solo en su cabeza, no se permitiría ser escuchado, no quería darle a Kyo mas razones para odiarlo.

Definitivamente se irían de ahí, Alec necesitaba descansar y Kyo y Magnus charlar, pero eso no iba a pasar con el otro aun corriendo un riesgo, por mínimo que fuera. Volvió a mirar a Kyo y se forzó a si mismo a hablar, aun con un rostro serio que denotaba la preocupación por lo que pasaba. - Kyo, lo llevare a mi apartamento, y es mi ultima decisión. -Dijo duro para aflojar el gesto y su tono de voz.- Luego hablamos de esto, tenemos todo el tiempo que queramos, te mandare un mensaje de fuego para encontrarnos cuando me sea posible... -Ya dado vuelta y caminando hacia una pared donde con mucho esfuerzo creo un portal hacia su paramento yéndose de la casa de Kyo dedicándole solamente una mirada y un gesto de agradecimiento con la cabeza- Si no aguantas hasta que te lo mande, puedes mandármelo tu, sabes que siempre respondo. -Y se marcho, cerrando el portal detrás de el. Lo siento, susurro en su mente, sabia que para su aprendiz y ex amante era duro, pero tendría tiempo de hablar con el.-

- Figurativamente, claro. A menos que sea de muerte chiquita, pero no pareces muy dispuesto, así que dejémoslo en que me dio por hacer de poeta, ¿quieres?

Era cierto, y no he podido creer la clase de idiotas con los (y las) que se ha metido Magnus desde que lo conozco. No, en serio que no. Ahora con un nefilim malagradecido de esos que se ven fanáticos de su preciosa y estúpida Clave. Y lo peor es que ese que todos odian, empezó fanático como muchos. Allá Bane, "los que olvidan las lecciones de la historia están condenados a repetirla".

Igual que tú, amor Kyo. Luego ni dándote de topes contra la pared puedes olvidar a esos dos subterráneos tan maravillosos en tu vida.

Intenta razonar conmigo como si tuviera 5 años, pero tengo más de 350 y más de 200 de conocerlo y siguen brillándome los ojos cuando lo veo. Pero está bien, quizá es mejor que se haya vuelto intocable para mí, así puedo quererlo y qué más da. Ya llegará alguien más algún día, tengo toda la eternidad. Y si no, hay millones de peces en el mar y saltar de uno en uno no está tan mal tampoco.

- Osea que estás enamorado... Eso lo puedo entender aunque no lo creas.

Quizá esto, su tono de voz y la súplica en sus ojos gatunos lo que hace que comprenda, que haya algo cómplice en la mirada que le doy. Mi primer amor era mortal, y yo puedo estar ahí para consolar a Magnus cuando pase lo inevitable, si es que "ojitos" no hace alguna tontería antes como todos los malditos nefilims del mundo. No puedo verlo así, no puedo creer que en verdad quiera que soporte a su noviecito que lleva todas las de perder conmigo por tener sangre de Raziel, eso era mil veces peor que estar con alguien que yo siempre he querido que sea mío eternamente, como seguramente que no es ni sano ni congruente, pero uno puede pedir, es gratis.

- Bueno, mientras yo siga siendo tu gran pupilo, dejaré de fastidiar. Se me pasará, me pegó que para una vez que hago algo "bueno", ni me den las gracias. Como dije, lo hice por ti. Pidió ir al Instituto, pero si lo hubieras visto, no lo lográbamos, ni sé llegar bien y yo estaba medio pasado de copas. Preferí ayudarlo yo, es todo.

Bueno, alterar ligeramente la verdad no era problema, tampoco iba a admitir que estaba todo ebrio y algo más. Después de todo, ya no se me nota tanto y en todo caso, no importa. Le importará sólo el nefilim de ojitos azules.

Nefilim grosero de ojos azules. Y a mí ya me está doliendo la cabeza y se me está acabando la resistencia y la fuerza de voluntad para seguir fastidiando, quiero dormir tanto como el nefilim.

Lo peor es el discurso...

- Magnus, he tenido demasiados roces con los nefilims, he sido discriminado demasiadas veces por ellos y en general, los odio a todos. Aunque es cierto, tú ganas, me he topado con algunos que son rescatables y hasta puedo llevarme bien con ellos. No tengo nada personal contra tu nefilim, sólo con sus modales. Y la prueba es que no está muerto, gracias a mí.

Aunque quizá debí dejarlo ahí, a mí qué. Y ahora estaría consolando a Magnus, pero me tenía que ganar lo sentimental y promesas antiguas y arcaicas de mi época samurai. Porque ayudar a alguien que invoque el nombre de Magnus es también como pagarle mi deuda por lo mucho que me enseñó.

Me recargo contra la pared y aunque trato de ser amable, la verdad es que ya podría ver a mi mundanita levantando la ceja, porque lo único que quiero en este momento es ver la forma de impedir que un nefilim se acerque a mi casa. Aunque está Annabeth, no es de buen gusto hacer eso en realidad.

- Como quieras, me da igual, yo sólo tengo sueño. Tengo toda la eternidad igual que tú, Magnus, pero me la debes, así que esperaré tu mensaje de fuego.

Dejo que se marchen, ni siquiera volteo hasta que estoy en la escalera tras haber hecho un último hechizo para dejar mis botas en la entrada como mandan los dioses. Me arrastro hasta mi habitación, pero no puedo evitar sentirme triste, como si hubiera acuchillado un pedazo de mi negro corazón.