Unexpected || Cecily Pond

Y ahí estaba yo, sentado en la arena, sin nada que hacer mas que ver a las parejas caminar, niños construyendo castillos de arena, señoras untándose bloqueador, y algunas chicas mas sentadas bronceándose en pleno sol. Siempre me he preguntado el porqué las chicas hacían eso, ¿es que acaso creían que tener la cara y la piel roja como una granada era atractivo a la vista? a mi parecer no lo era. Vire mi vista a las cuatro figuras en el agua, jugueteando con lo que parecía una pelota inflable. Para después ver como los mas jóvenes comenzaban a discutir... de nuevo. Moví la cabeza en negativa, no podía creer lo tontos que eran Marcus y Alisson, bueno suponía que tener la misma edad era placentero para llevarse de esa forma.

Bryan se acerco después de unos minutos, de ver a esos dos niños pelear. -Seguro que no quieres venir?- me pregunto con voz tranquila a la vez que tomaba una botella de agua de la hielera azul, que estaba a un lado de mi. -No gracias, el sol nunca ha sido de mi agrado- mentía, y sabia que el lo sabia, me conocía desde... desde que tengo memoria. Solamente sonrío hacia mí y se fue de nuevo al agua salada.

Yo por mi parte me recosté en la arena, con la sombrilla de playa tapando el sol que podría hacer que quedara como aquel regordete con barba a unos metros de mi, todo colorado y gritando cada vez que alguien le tocaba la piel. Reí socarrón al mirarlo de reojo, cerré luego de darle una nueva mirada a mi familia, mis ojos, deseando que el dios morfeo llegara a mi.

-¿UN LICANTROPO?- grite en cuanto me dijeron a quien tendría que cuidar… bueno, para siempre al parecer –debes estar bromeando- le dije a mi “superior” intentando sonar más tranquila –¿Es posible?- pregunte de nuevo ya con un poco más de curiosidad; en este momento mis emociones eran una rueda de la fortuna. Me senté y puse mi cabeza entre mis manos y estas estaban recargadas en mis rodillas; tome aire un par de veces antes de levantar la mirada para encontrarme con mi departamento vacío; bien, esa era su forma para decirme que no cambiarían de opinión y era obligatorio cuidar del lobo.
Después de varios minutos de intentar permanecer tranquila, estalle en carcajadas de pensar en la manera que me habían avisado sobre la nueva persona que tenía que cuidar. Se habían tomado la molestia de tomar una forma humana y visitarme en mi departamento… mundano.

Me puse un vestido blanco –vaya ironía- y unas sandalias, deje que mi cabello cayera medio ondulado sobre mis hombros y deje mi cara al natural. En menos de 10 minutos ya estaba en la playa, caminando de la manera más lenta posible para encontrarme con él. No podía fingir más, sabía quién era el castaño y su localización en estos precisos momentos.
Todavía me tarde unos minutos en animarme a verlo por primera vez, porque sabía que en cuanto mi mirada se encontrara con la suya seria el momento en que no habría vuelta atrás, quedaría atorada con él hasta que muriera y si lo que sabía era correcto, eso no pasaría en mucho, mucho tiempo.

Paso media hora más y por fin me anime a caminar hacia donde estaba, me senté a un par de metros alejada de él y me gire levemente para verlo. Así estuve unos minutos hasta que capte su mirada, lo vi a los ojos por primera vez y de pronto la sensación de que una leve corriente eléctrica me recorría me hizo estremecerme.
Busque su mirada de nuevo y cuando la encontré le sonreí de manera tímida pero sin desviar mi vista; espere alguna reacción de su parte, solo esperaba que esto no fuera difícil.
Solo un par de humanos que habían estado a mi cargo se había enterado de mi verdadera identidad aunque no con el 100% de credibilidad de su parte, quizá el me creería… después de todo él era un licántropo.

Mis ojos permanecían cerrados, mis sentidos en cambio seguían alerta, algo que nunca dejaría de pasar, era un lobo después de todo, mis instintos de 'supervivencia' suponía era lo que me hacia siempre tener mis sentidos al cien. Podía oír los murmullos de la gente a metros de mi, el sonido de las olas que golpeaban los cuerpos de los mundanos que ahí se encontraban disfrutando de su frescura, las pisadas de otros en la arena, platicas, charlas, gritos, golpes. Fruncí mi ceño al darme cuenta de que en ese lugar, no podría tomar una siesta decente, menos aun cuando tenia conmigo a mis amigos. No solo por los fastidiosos gritos de los dos jóvenes, sino por mi sentido de protección hacia ellos.

Suspire con algo de decepción al darme cuenta de mi fallido intento de poder dormir. Unos pasos muy cercanos a mi posición me alertaron, mi olfato capto un olor dulzón, mas no empalagoso como el de muchas mundanas, mas bien parecía un toque de cereza y caramelo, a decir verdad era en cierta forma agradable. Un olor que antes no había captado. Abrí uno de mis ojos y mire el origen de aquella fragancia, una chica pelirroja, ¿o pelinaranja? Bueno no era un experto en eso, me miraba. Nuestros ojos se encontraron y una corriente eléctrica que surco mi cuerpo, pero hizo que mi ceño se frunciera nuevamente. ¿Que era eso?

La chica me sonrío tímidamente cuando finalmente le mire con ambos ojos. ¿Sería una de esas mujeres en busca de su amor de verano? Bueno, no era verano, o estaba terminándose, no lo sabia con exactitud, cuando eres inmortal el tiempo no importa. Me levante levemente, apoyándome en mis codos para lograrle ver mejor. -¿Tengo simios en la cara?- pregunté con algo de preocupación, fingida claro esta, haciendo una expresión algo extraña intentando mostrar miedo al verme repleto el rostro con simios miniatura.

Lo vi con un poco más de detenimiento y sonreí sin poder evitarlo cuando el hablo y luego hizo aquel gesto. El chico era atractivo y al parecer también tenía sentido del humor, comenzaba a agradarme.
-lo siento... me recordaste a alguien- le dije sin analizar, las palabras simplemente salieron de mi boca sin pasar por un filtro antes. Bien, Cecily.
Me acerque un poco más a el esperando no incomodarlo, pero entre más rápido fuera esto de hacerme su amiga, más fácil para mi; siempre había odiado las primeras semanas donde la relación era siempre un poco incomoda. -¿vienes solo?- pregunte intentando sonar curiosa, pero la vedad es que sabía a la perfección que no venía solo, que venía con su manada.
Y es que eso era una de las pocas cosas que sabía del lobo y por eso mismo me urgía acercarme a él para conocer más cosas sobre su vida.

Me acomode el cabello con mi mano diestra, aventándolo hacia atrás como siempre solía hacerlo cuando los nervios comenzaban a inundarme –Cecily- dije con una sonrisa amble, a modo de presentación. “Roderick “ pensé antes de que el abriera la boca.
Tan sencillo que sería llegar y decirle lo que era, que estábamos atorados juntos por un buen tiempo y que se tenía que acostumbrar a mi presencia… pero no, malditas reglas.

Espere alguna reacción de ella sobre mi comentario, era chiste, obviamente era imposible que alguien tuviese simios miniatura en su rostro, pero vamos, solo lo dije para romper el hielo. Aquella chica había estado observándome desde minutos, sino es que mas, atrás, si ella no quería dar el primer paso, bueno, nada hay de malo con ayudarle. Su esencia era distinta a la de las simples mundanas, mi olfato la identificaba como algo distinto, una bruja quizá. -Suelen decirme eso a menudo- sonreí de medio lado con algo de burla, pero era cierto, de vez en cuando las personas que pretendían el taller me lo decían.

Fruncí un poco el ceño ante su pregunta, no por molestia solo que, mi instinto de 'papa oso' ameritaba no arriesgar a mi manada, ellos me eligieron a mi, una persona con un pasado incierto como su líder, por eso debía protegerlos. -Vengo con mi familia- una simple respuesta algo cortante era lo que salió de mis labios. La chica no parecía una amenaza pero, era mejor prevenir que lamentar.

-Roderick Kahlër, un gusto- Le ofrecí mi mano en saludo, esperando a que aceptara estrecharla con la mía, lleve si mano a mis labios besando si dorso. Un saludo típico de la época donde desperté bajo aquel acantilado.

-tienes clones regados por el mundo- le dije a modo de broma, y, desde el momento que termine de decir aquellas palabras supe que quizá había sido la peor “broma” que se me ocurrió decir.
Suspire por no saber que más decir y al final termine por bajar la vista un poco –debí averiguar más sobre el antes de verlo en persona- pensé de inmediato pero claro que para eso ya era bastante tarde.

El gesto que puso al momento de escuchar mi pregunta me hizo querer sonreír, era claro que protegía a su manada como buen líder, cualquiera lo haría. Pero luego su tono frio me hizo ponerme seria y hasta un poco más alerta, entendía su desconfianza; quizá yo estuviera igual si las situaciones fueran volteadas –oh- murmure, viendo de manera automática hacia el agua donde estaba el resto de la manada, ya todos viendo discretamente hacia nosotros, parecían listos para saltar en cualquier momento –entonces debería irme, no quiero interrumpir tu convivencia con ellos- dije de manera tranquila sin darle más importancia al asunto.

Al momento en que su mano toco la mía, esa sensación de que una corriente eléctrica recorría mi cuerpo se hizo más presente, tanto que me estremecí levemente. Quizá este lazo seria mucho más fuerte pues él era un ser sobrenatural.
Sonreí al ver el gesto –caballeroso- susurre mientras lo veía a los ojos –ya no quedan muchos de esos por aquí- añadí pensando en esas épocas donde todo era así de bonito, los gestos por mas mínimo seguían conquistando a las mujeres de manera respetuosa y al mismo tiempo coqueta, vaya que como había cambiado todo con el tiempo.
-¿y vives aquí o solo estas de vacaciones?- pregunte, pero de nuevo, de inmediato me arrepentí; quizá él no quería hablar y lo mejor sería encontrármelo de “casualidad” en algún otro lugar, cuando estuviera solo.

Sonreí con gracia al escucharle, bueno, dudaba que alguien se pareciese a mi como para ser un doble, pero eso no seria mala idea, hacer lo que se ve en las películas. Hacerme pasar por mi "gemelo" puede resultar provechoso si es un hombre de buena categoría, sino, preferiría mi actual vida. No, mas bien adoro mi actual vida, ya finalmente de años y años de solo ser dos, ahora tengo una familia estable. -Pues deberías aprovechar- me burle un poco. -como dices quedan muy pocos de mi tipo- reí, podría ser que ahora ir a la concurrida playa no era tan malo.

Otra vez aquella muestra de desagrado se planto en mi mirada, pero deseche aquella sensación de inmediato, la chica, como dije no parecía mala, e incluso podría ser alguna mundana con uno de esos perfumes que hacen confundir a mi olfato y por eso no me es una presencia muy familiar. Negué con la cabeza levemente. -Tranquila no preguntaste nada indebido- le dije al notar su gesto de arrepentimiento. -Si, vivo aquí en New York, cercano a Broklyn- le respondí. Seguramente solo era na chica que quería ligar conmigo, una simple mundana, y hasta podría ser divertido, ya que... ¿cuando fue la ultima vez que salí con alguien? No recordaba, creo que unas semanas antes de que Alison se integrara al grupo.

Me volví a recostar en la arena, bajo la sombra de la sombrilla, llevando mis brazos tras mi cabeza usándolos de almohada. -Y ¿tu? ¿que haces por aquí?- bostece un poco, recordando que estaba a punto de tomar una siesta antes de que llegara la pelirroja.

Sonreí al escucharlo, el chico era bastante coqueto y eso me agradaba, siempre era bueno bajar de sus nubes a ese tipo de chico; aunque no lo negaba, me agradaba bastante.
-tienes razón, quedan pocos. Quizá debería comenzar a buscar uno- murmure en tono pensativo, como si estuviera maquinando un plan para encontrar a un chico.

Mi mirada entera estaba intentando descifrar todos y cada uno de sus gestos, las palabras que salían de su boca; entre más rápido lo conociera, mejor.
Era desconfiado y lo entendía, solo protegía a su familia como yo lo hacia con la mía.
-estás cansado- dije de repente y luego agite la cabeza con una sonrisa –solo quería un poco de aire- le dije en un tono tranquilo, bastante relajada –si tan solo supieras porque estoy aquí- pensé.
-dirás que soy atrevida o lo que sea pero… ¿no te gustaría ir a tomar algo?- pregunte mientras lo veía, pero evitando su mirada directa –alcohol, eso sería bueno- agregue en mi mente pero sin lograr sacar las palabras.
-Me acabo de mudar y necesito conocer la ciudad- mentí con la sonrisa plasmada en mi rostro y hasta logré sonrojarme un poco.