Days of Future Past [Erick McKenzie]

El día estaba tan nublado y aburrido, que decidí ir al cine. Esta vez no había llevado la moto porque quería dormir en el camino, así que tomé el autobús. Era bastante temprano, justo el mediodía, así que estaba lleno de viejitas locas santurronas que me vieron como si fuera un delicuente. No me importó, que se jodan, estúpidas viejitas rezanderas. Simplemente me senté hasta la última fila, crucé la pierna, ignoré a la viejita de al lado que iba tejiendo y tras pintarme en un brazo unos símbolos de entropía para despertar en el momento adecuado, cerré los ojos. Esto por supuesto que despertó cuchicheos de esta gente tan absurda. Como si mi ropa de cuero, mi cabello azul, mis piercings y mis ojos, no les hubieran sido suficientes.

Despierto en automático gracias al hechizo, me levanto y cuando el autobús se detiene, bajo de un salto. Me estiro como mi buen gatito Jinx y entro al cine. Después de pensar si es buena idea meterme a ver alguna película rara, decido ver la nueva de los X-men porque el Wolverine está bien bueno. Pago mi boleto y voy a la dulcería a ver qué me como, pero quizá sólo palomitas, tal vez un Icee. Miro los precios y a la gente. Afortunadamente pese a que definitivamente soy el más original, no me ven como bicho raro. En lo que pienso qué comprarme, me retoco con magia el barniz negro de las uñas.

Teniamos que arreglar la casa Mery y yo, pero la muy canija se fue así sin más dejándome solo en la casa y en este nuevo lugar, pero que ni crea que voy a arreglar todo yo. Ella tenía que ayudar porque más que nada nos cambiamos por ella, aunque no lo sepa. Dejo todo como está tirado en la casa y decido salir a conocer el lugar.

Guardo mis alas y me visto lo más sencillo, pantalón de mezclilla, camisa azul marino y chamarra de cuero. Como suele suceder ando con el pelo desarreglado, meto las manos dentro del pantalón y camino tranquilamente observando el lugar, un lugar con muchas cosas interesantes. Los humanos a veces tenían buenas maneras de entretenerse.

Entro a una plaza porque muero de hambre, compro pasta y un refresco grande, termino de comer y camino observando las tiendas pero más que nada observo a los humanos. Llego al cine y hay una película que he querido ver desde que salió, la de X-man. Pago mi entrada y voy a dulcería, había comido bien pero quería algo dulce.

Fijo mi mirada en un chico que seguro es brujo, me acerco a él para comprobarlo. No disimulo y me quedo viéndolo descaradamente, observando desde como va vestido, sus uñas, su pelo y claro sus ojos. No me equivoque.

Al ver las cosas, no puedo evitar que se me empicen a antojar bastantes cosas. No he comido nada desde ayer, y creo que hice ¿comida? ¿Cena? Soy pésimo con la comida, mi propio gato come mejor que yo. Cuando tuve esclava, comía mejor que yo, aunque me hacía de comer. Ahora sólo como decentemente cuando salgo con mi nueva discípula, pero el resto del tiempo ni como. Ayer había sido de esos días en los que me obligué a comer, pero hoy tengo antojo de porquerías. Y mi no-bebé no puede salir con cara de nachos.

Decido justamente comprarme el paquete de nachos, palomitas y cambiar el refresco por Icee, pero antes de que dé un solo paso, hay alguien a mi lado, mirándome descaradamente. De esas miradas escaneadoras mortales. Sonrío de lado, con ese toque diabólico que se pone con facilidad en mi rostro y veo sus ojos. ¡Oh por todos los dioses, por el dios de la muerte, un hado!

- ¿Te gusta lo que ves, guapo? Porque a mí también me gusta lo que empiezo a ver. Es como... mágico, tú sabes.

No sé qué fijación extraña he tenido siempre con las hadas, o más bien, con los hados. Será porque tienen sangre de demonio como yo, o porque son mágicos, o porque simplemente son estúpidamente sexies.

- Vengo a ver X-men, ¿y tú?

Me acerco a él y esta vez yo lo miro de arriba a abajo.

Resulta que con quien me topo es un brujo muy atrevido, pero como si eso me importará, yo soy igual, sonrió de forma picara antes de contestar.

-Me encanta lo que veo y parece que a ti también te gusta que te vean.

Sonrió de lado, me dice que viene a ver y sólo porque tengo malos pensamientos entraré a ver la misma que él.

-La misma que tú, sólo porque entrarás a ver esa.

Se acerca y es su turno de escanearme, espero que le guste lo que ve porque pienso llevar a este tipo a la cama. Me acerco más a él, lo tomo de la mandíbula y hago que me mire, quiero ver sus ojos. ¡Bah! A quien quiero engañar, no me interesan sus ojos, bajo la mirada a sus labios, se ven demasiado besables, sé que no se quejará por un beso, por suerte los brujos no son puritanos, al menos no con los que yo me he topado y este no tiene pinta. Me acerco a labios, justo antes de besarlo suelto el aliento sobre sus labios. Simplemente lo beso, dejo que él se porte como quiera así podré saber algo de él. Tal vez salgo con acostón del cine, uno nunca sabe.

Me separo del beso, paso el dedo indice sobre mi labio y miro a la muchacha de la dulceria que no sé si nos mira con asco o como si fuera lo más genial que ha visto en su vida. Pido unos nachos con un refresco grande y M&M con cacahuate, pago lo mio y me encamino a la sala, de reojo veo lo que hace, tal vez quiera ir a sentarse en otro lado pero lo dudo.

- Me encanta que me vean. Estoy orgulloso de mi apariencia, me considero guapo y cualquier hombre puede mirarme.

Las mujeres sí que no pueden verme, iuk. Pero hombres guapos, los que sean. Más aun cuando quieren entrar al cine a "arruinarme" la película sólo porque yo voy a estar ahí. Le hago un guiño largo como respuesta y me acerco a mirarlo. Es bastante guapo, bien vale un poco de magia. Pero me distrae. Levanta mi cara por la barbilla y clavo mis ojos violeta en los suyos. Entreabro los labios y bien que capta mi mensaje, o quizá sólo quería también. Se acerca a mí y me besa. Presto, lo tomo del cuello y profundizo el beso. Creo que me lo estoy comiendo, por la forma tan lasciva en la que lo beso.

Él es quien termina el beso, pero no me importa. Veo que se toca el labio y sé que seguro es porque ahora ya sabe que es rico besar a alguien con piercings en los labios. Pero luego me ignora para comprar dulces y yo miro a la chica. Como nos mira con envidia porque ya quisiera que la besaran así, no hago nada para molestarla. El hado se aparta y yo pido un sprite, unos nachos y una paleta de dulce... para travesuras.

Pago y camino hasta la sala, con mi andar principesco. Él ya está ahí y yo entrego mi boleto.

- ¿No vas a entrar, guapo? ¿O es que te da miedo sentarte conmigo? No muerdo... muy fuerte.

Le hago un guiño y entro a la sala, no sin antes darme cuenta que el tipo de los boletos me mira con asco. Pronuncio un encantamiento y entonces sé que el tipo estará mal del estómago unos días. Se lo merece.

Entro y elijo el lugar de hasta atrás, en la esquina más oscura. El lugar perfecto para hacer travesuras.