Mediodía en Central Park [Helena]

"Debería haberme quedado en casa", es lo primero que pienso. No es que el día no esté bonito, que lo es: un típico día de otoño en pleno Central Park, con un montón de gente por allí. Pensé que quizá sería buena idea darme una vuelta por allí, pero realmente... Creo que sólo quiero tirarme en una cama y dormir. Y estamos a ¿miércoles? ¿jueves? Vale, algún día de la semana que se supone, no es para salir de fiesta. Pero el Pandemónium funciona todos los días y estaba demasiado aburrida dando vueltas por allí como para decirle que no a una noche totalmente improductiva. Y allí estaba, el mediodía siguiente, con unos lentes oscuros puestos, paseando en Central Park, deseando que el día termine, al menos, no haber salido.

Pero es que parecía un día tan bonito como para desperdiciarlo... haciendo nada, de nuevo. Las cosas llevaban tranquilas un tiempo, o es que quizá, sólo quizá, los nefilims se habían marchado con sus problemas a otra parte, cosa que me hacía irremediablemente feliz. No es que me desagradaran, no. Tampoco es que me molestara por ayudarlos, era simplemente que... bueno, los problemas los olían, eran auténticos imanes de peleas. Me gustaba esa paz aparente, aunque, por otro lado, también me aburría; parecía como si hubiera tensión entre algunos subterráneos por allí o como si se estuviera preparando algo grande... en lo que yo no estaba participando porque me apetecía perder mis noches en el Pandemónium, ahuyentando demonios y líandome con lo que se presentara. O teniendo enormes fracasos como los de la noche anterior. "En serio, Jezabel", me dije a mí misma, "a veces no sé que demonios haces..."

Estaba en esto, perdiendo el tiempo en divagaciones, con lentes oscuros puestos, que no me di cuenta en una chica rubia que casi colisiona conmigo. Casi, porque no lo hizo. Bueno, al menos alguien que no era yo tenía buenos reflejos ese día, sin embargo, del trastabilleo, varias cosas de lo que había en mi bolsa salieron volando.

—Genial —masculle, de mal humor, mientras me agachaba a recoger todo. Ese, desde luego no estaba siendo mi día. Y dejó de ser mi día de suerte en el momento en el aire decidió desacomodar mi bien pegado cabello, que impedía que se me vieran unas orejas puntiagudas que, al menos no se parecían a las de un elfo, porque lo puntiadugo estaba hacia atrás. Seguí recogiendo algunas cosas mientras me fijaba si nadie había notado el pequeño detalle de mis orejas deformes.

¿Por qué no podía tener marcas donde no se vieran? ¿Por qué?

El viento soplaba llevándose con el unas cuantas hojas naranjas, Helena sonrió mientras salia de la facultad, a pesar de haber tenido un examen muy pesado era como la tercera vez que lo hacia asi que fue de las primeras en terminar, tenia el día libre para ella sola. Otra persona de seguro se hubiera retirado a dormir a su casa o saldría con sus amigos, pero ella tenia otros planes. Camino con pasos tranquilos tan clásicos de ella, parecidos a los de una bailarina, el viento soplo suavemente acariciándole la espalda descubierta por aquella blusa con escote en la espalda dejando gran parte de su tatuaje descubierta y de manas cortas disfruto aquel aire fresco pero no frío que despeinaba sus cabellos, la mayoría de los ciudadanos portaban abrigos o algo por el estilo pero ella no quería perder aquella sensación que le encantaba.

Después de un largo rato llego a Central Park cantando una canción en alemán disfrutando como las agresivas palabras le acariciaban la lengua dejando un gusto dulce y cálido, el bullicio la atrapo mientras veía a la gente que llenaba el parque con su tranquilidad incluso los niños despedían paz a pesar de sus gritos de alegría . La rubia sonrió disfrutando de aquella paz que siempre procuro tener en su vida. Claro que amaba el bullicio, sus visitas al Pandemonium lo probaban pero dejando eso ella era una persona tranquila. En ciertos momentos entornaba los ojos en ciertas personas que le parecían curiosas, buscaba un lugar donde sentarse pero a la vez alguien a quien retratar.

Por un momento se abstrajo en sus pensamientos, aunque en si no era nada importante si no cosas como el tratar de recordar cual canción era la que sonaba mientras esperaba poder cruzar la calle o trivialidades tan tontas.... pero algo la hizo regresar un pequeño pero brusco roce en uno de sus hombros que si no fuera por su buen equilibrio hubiera hecho que sus cosas se estamparan en el suelo, sus ojos se dirigieron a la contraria que mascullaba de mal humor y de inmediato se agacho junto a ella dejando ver parte de su tatuaje para ayudarle a recoger sus pertenencias.

-Lo siento, no te vi-se disculpo de manera amable mientras rejuntaba de manera cuidadosa los objetos del suelo, el viento soplo de nuevo mientras Helena levantaba la mirada para entregar algunas cosas, el viento les despeino a ambas y aunque en un principio la rubia no le tomo gran importancia sus ojos curiosos captaron una particularidad de su acompañante unas orejas que un principio le parecieron las de un elfo....pero vio que estas eran un poco diferente. Negó con la cabeza mientras intentaba apartar la vista de ella algo apenada-Toma, en serio lo siento-repito entregándole sus cosas al fin después de quedarse un rato con ellas y su expresión curiosa y perpleja justo como la de un niño tratando de descubrir como funciona su nuevo juguete.

Ignoro a la chica con la que casi colisiono un momento, mientras me arregló el cabello para volver a tapar las orejas perfectamente. El viento es en general mi enemigo, pues así muchas veces se han descubierto mis orejas. Cuando se agacha a recoger algo de lo que se me ha caído puedo ver un curioso tatuaje en su espalda, de unas alas bastante curioso, porque me recuerdan a las alas de un ángel caído. Sangrantes y negras. Sin embargo no hago ningún comentario, sólo tomo las cosas que se me cayeron, las meto en mi bolsa y, me levantó los lentes oscuros para verla mejor. Es una chica de cabello rubio, como el mío, y aspecto algo aniñado. Debe tener casi mi misma estatura, si no es que me rebasa por pocos centímetros. Bueno, al menos no tengo que verla para arriba.

—No te disculpes —le digo, pues insiste en hacerlo—. No te vi yo, voy totalmente distraída…

Me encojo de hombros mientras me cuelgo la bolsa al hombro de nueva cuenta y me quito los lentes oscuros, lo que revela lo poco que dormí la noche anterior y lo ansiosa que parezco por llegar y tirarme en una cama, aunque la verdad es que no consiga conciliar el sueño y acabe en el Pandemonium de nueva cuenta porque ya no tengo remedio. Quizá llame a alguien, porque, después de todo, la cercanía del fin de semana hace que la gente tenga ganas de salir un rato. Le sonrió un momento, antes de extender la mano, recordando que tengo modales, aunque en ese momento no lo parezca, porque el dolor de cabeza me está matando bastante.

—Soy Jezabel —me presento, esperando a que me estreche la mano—. Y ahm… —medio señalo su espalda—. Bonito tatuaje. Muy curioso.

Espero que no se haya fijado en el detalle de mis orejas para nada, pero sé que hay pocas posibilidades. Me muerdo la lengua mientras me pregunto qué posibilidades hay de que le modifique esa parte de la memoria sí es que las vio. Pero aún no ha hecho ningún comentario, sobre el asunto, así que quizá no se fijó demasiado bien.

La rubia observo como rápidamente la mujer que tenia frente a ella se arreglaba el cabello volviendo a aquel aspecto prolijo que portaba hace unos momentos. Aunque trato de no pensar en ello y buscarle una explicación lógica -como una modificación corporal de moda-, algo le decía que eran tan reales como el piso que en ese momento estaba pisando. Se mordió el interior de la mejilla para evitar soltar algún comentario sobre aquella peculiaridad, no quería problemas y si resultaba ser un demonio seria una catástrofe, hace mucho que no peleaba....Negó con la cabeza mientras de manera discreta le olfateo buscando algún atisbo del aroma azufroso y corrosivo de los demonios, pero en lugar de eso obtuvo una mezcla extraña y exótica .La contraria se despojo de sus lentes por un momento breve, y Helena no pudo evitar estudiarla de la manera mas discreta que pudo, su rostro era anguloso y llamativo denotaba madurez no como ella que aun tenia ese aire aniñado en sus facciones.

-Yo igual iba distraída, es que es imposible no hacerlo con tan bello día-dijo con aquella voz tan tranquila y melodiosa, uno de los rasgos que aun quedaban de ella, carraspeo un poco aclarando la garganta.

Al fin la contraria se despojo de aquellas enormes gafas oscuras dejando ver una mirada cansada, la pequeña rubia desvió la mirada hacia el cielo un momento, Dios...parecía que no hubiera dormido en bastante tiempo, justo como los estudiantes de medicina, como los prisioneros de guerra...Trago saliva tratando de cambiar la dirección de sus pensamientos. Hoy era un día muy bello y no debía arruinarlo con pensamientos dignos del mas deprimido de los suicidas. Regreso la sonrisa mientras quitaba algunos cabellos de su rostro que cubrían un poco su visión.

-Helena, un gusto conocerte Jezabel-estrecho fuertemente pero a la vez de manera suave aquellas manos estilizadas, soltó una risa cálida al escuchar la opinión sobre su tatuaje -Gracias¿Te gusta?-

Por el momento decidió callarse lo de las orejas, ya si Jezabel daba pie a la platica lo cuestionaría, claro buscando las palabras adecuadas para no ofender, reprimir aquella curiosidad que la corroía como el peor de los ácidos en cierta forma le causaba bastante dolor , que trataba de ignorar mientras jugaba con sus dedos de manera infantil

Sonrío medio ausente cuando la chica me dice que es un bonito día y ese es el motivo de su distracción. La verdad es que eso es lo mismo que me animó a salir de casa, pero tengo aspecto lamentable, a pesar del peinado perfecto y la ropa limpia, pues las ojeras inundan mis ojos y se nota perfectamente que esa es la razón por la cual llevo lentes oscuros. Examino a la chica a conciencia, pero no dice nada de las orejas, así que me encojo de hombros, como si no importase y lo dejo pasar.

—Sí —respondo con la voz ligeramente áspera después de una noche de fiesta y ese tono que me hace parecer más vieja de lo que mi aspecto dicta que soy— un día precioso. No podía perdérmelo.

Veo como me mira, sobre todo por las ojeras. En el fondo parezco unos de esos estudiantes universitarios a una semana de exámenes finales, pero la realidad es otra: simplemente pasé la noche de fiesta haciendo absolutamente nada. Decido que, la próxima vez que decida malgastar mi tiempo, llamaré a Kat. Total, mucho no debe tener que hacer, con lo tranquilo que ha estado Nueva York en cuestión de demonios y problemas.

—Mucho gusto, Helena… —respondo a su apretón de manos y le suelo la mano. Ella me pregunta si me gusta su tatuaje—. Es bonito. Llama la atención y además está muy bien hecho… realmente lo hizo un tatuador profesional.

Helena se paso una mano por el cabello en un intento de ordenarlo un poco, pero como siempre su cabellera rubia se negó a participar pero coopero un poco dejando su campo de visión despejado. La mujer se veía cansada eso no podía dudarlo, parecía un estudiante de medicina, con aquella apariencia cansada pero a diferencia de ellos Jezabel lucia un atuendo bastante elegante y un cabello arreglado de manera consciente.

-Seria un pecado y un delito perdérselo-comento mientras observaba algunas hojas de tonalidades ocres en el suelo- El otoño le da cierto aire nostálgico-

Aun sentía el corrosivo sabor de la curiosidad reprimida en su boca, aquellas orejas la habían cautivado de una manera buena, era de valientes hacerse ese tipo de modificación corporal -si resultaba ser una- y consideraba que no debía esconderlas total desde hace un tiempo a los humanos-detestaba llamarle mundanos- les daba por arruinarse sus apariencias modificando las hasta parecer demonios o hadas sin alas. Suspiro para darse valor al oír la opinión sobre aquel tatuaje que se veía en su espalda , esbozo una sonrisa al escuchar el comentario alabando al inexistente tatuador ya que esto era el resultado de días y meses en busca de un glamour que ocultara por completo sus alas hasta dar con aquello.

-Bueno tuve la suerte de encontrarme con uno bastante bueno-comento antes de darse valor- Pero nada como el que hizo que tus orejas se vieran asi,¡ es simplemente maravilloso! Conozco a varias personas que estarían celosas-dijo un poco tensa pero con la mirada sincera de siempre, esperando no molestar a la contraria.

Comenta algo sobre el aire nostálgico del otoño y asiento ante ello, aunque no digo nada. Por un momento vuelvo la vista al cielo y observo las hojas caer. Los árboles muestran un nostálgico color amarillo que combina con el dorado de mi cabello y entonces recuerdo por qué es mi estación favorita. El otoño no tiene la alegría del verano o de la primavera, pero tampoco es frío como el invierno. Hay algo hermoso en las hojas que caen y se estrellan contra el suelo. Finalmente, dejo de divagar para encontrarme con los ojos de la chica de nuevo. A diferencia de mí, estoy segura de que duerme bien. La veo pasar una mano por su cabello para acomodárselo y sonrío al ver el resultado. Supongo que si no tuviera esa obsesión por tener las orejas tapadas no tendría un peinado tan perfecto como estoy acostumbrada.

—Lo sé… tiene ese aire… —me encojo de hombros—. No sé como explicarlo, pero hay algo hermoso entre toda esa nostalgia. Buen momento para recordar, dirían algunos…

La veo contener sus palabras un momento hasta que sonríe después de que le hago el comentario sobre su tatuaje. Últimamente los tatuajes se pusieron de moda y son mucho más aceptados, aunque no tanto como la gente que le da por modificarse hasta parecer seres sobrenaturales. Si supieran lo que los acechaba desde las sombras seguramente no lo harían. Alguna vez me había planteado enseñar las orejas, pero… No. Aquello había sido mi perdición una vez, la causa de que no pudiera ponerme zapatos de tacón sin medias, de las cicatrices que se extendían por las plantas de mis pies hasta abrazar mi tobillo y que, a pesar de la magia, nunca había logrado quitarme del todo.

—¿Las orejas…? —pregunto, desconcertada, cuando alaba al hombre inexistente que hizo eso con mis orejas—. Ah… las orejas —sonrió, al darme cuenta de que las ha confundido con una de esas nodificaciones corporales extrañas y me llevo la mano al cabello para levantarlo un poco y enseñarlas. Espero que no haya notado demasiado mi titubeo porque entonces se olerá que algo no está bien—. Sé que parecen… demasiado reales.

El viento soplaba de manera tan suave que era imposible sentir aquella nostalgia, sintió un nudo en la garganta porque como su inesperado acompañante dijo este tipo de días te hacia recordar...De inmediato el rostro de aquel joven de ojos cenagosos y cabello desordenado se vino a la mente de ella provocando que hiciera un esfuerzo sobre inhumano para que los ojos no se le llenaran de lagrimas. Hoy era un día para conocer gente nueva no para entristecerse por cosas que ya tenían tiempo de haber sucedido...cosas que no tenían solución alguna. El parque por algún motivo se fue llenando de gente, las dos rubias comenzaban a bloquear el paso.

-Mira que te parece si nos sentamos, allá- señalo una banca bajo un gran árbol de naranjas y amarillas hojas.

La joven ladeo la cabeza analizando un poco mas a fondo a aquella rubia, su rostro le parecía conocido pero no recordaba de donde....se distrajo tanto que se sorprendió de verse en el suelo mientras un joven de mirada pesada y ropas pulcras le miraba despectivamente mientras se alejaba-¡Quítate de mi camino, niña tonta!-Helena se levanto sacudiendo sus ropas frunciendo un poco el ceño pero termino en un suspiro. No quería ningún tipo de problemas.

-Si, tus orejas-asintió divertida en un intento de restarle importancia a aquel pequeño accidente -Oye....¿No nos habíamos visto antes? Te encuentro ligeramente conocida-suspiro sonriendo- O ignora eso pueden ser solo alucinaciones mías-

Central Park es definitivamente hermoso. Además, al parecer, cuando empezaba a a preguntarme, con evidentes signos de resaca, si había sido buena idea pasear por aquí aquel día cuando me encuentro un alma amable. Vale, tengo demasiada suerte quizá, porque cree que mis orejas son sólo una deformación excéntrica. Helena señala una banca y hacía allí me dirijo.

—Sí, mejor dejar de estorbar —o señoras mayores se quejarán, madres se quejaran y niños en bicicleta, patines o cosas parecidas intentarán atropellarnos. Muchas gracias, pero prefiero evitar eso.

Sin embargo, antes de que pueda reaccionar en condiciones, Helena está en el suelo y... Al segundo siguiente de piel. Justo lo que pensé: atropellos. Oigo que le dicen niña, lo que hace que la examine más a fondo. Para ser mundana, se ve muy pequeña, aunque debe tener, por lo menos, la edad permitida para hacerse un tatuaje, que no tengo ni idea de cual es. Yo puedo aparentar edades desde los dieciocho hasta los veintitantos, dependiendo del maquillaje y, por supuesto, con ayuda de mi nula estatura, aunque la resaca delata que, por lo menos, tengo veintiuno.

—¿Estas bien? Creo que será mejor que nos sentemos antes de que alguien más nos atropelle.

Oigo lo que dice, pero la verdad es que me parece poco probable que nos hayamos visto, en... Cualquier lugar, vamos. No me viene a la mente ninguno, pero tampoco me esfuerzo en buscar demasiado.

—No creo que nos conozcamos, la verdad —respondo, con demasiada seguridad. No es la primera vez que hablo con mundanos, me relaciono con ellos o me acuesto con ellos, pero a ella no la he visto nunca aunque tiene... "algo", pero no sabría decir que es—. Bueno... Si tu lo dices. Quizá sea un dejá vù.

Off: Me disculpo por la tardanza. ¡He vuelto!

-Si..si no te preocupes-contesto ante aquella pregunta , terminando de sacudirse los pantalones.

Camino junto a Jezabel mientras la veía de reojo, aun no comprendía el porque ocultaba sus excéntricas orejas y porque tenia ese extraño presentimiento sobre ella, pero ¿Quien era ella para juzgar? Si ella había alabado su tatuaje que a muchos por tiempo les horrorizaba, no tenia el derecho de preguntar el porque de aquella decisión. Aquella banca estaba sobre un bello árbol que daba una sombra exquisita que aun mantenía algunas hojas de color verde mezcladas con pocos brotes dorados . Tomo asiento de manera rápida sonriendo amplia mente en la espera de que la rubia hiciera lo mismo.

-¿Segura?-inquirió mirándola fijamente-Bueno si, puede ser-se encogió de hombros no queriendo profundizar el tema.

Helena suspiro, viendo la escena que se le presentaba tan tranquila y llena de paz nada comparado con su primera impresión que de manera extraña guardaba cariñosamente en un rincón de su corazón. Por un momento el silencio les inundo incomodando un poco a la rubia, siempre odiaba esos espacios de silencio que a veces quedaban cuando conocías a alguien, jugueteo de manera nerviosa con sus dedos buscando que decir.

-No puedo creer que un lugar tan bello de día se convierta en algo tan tenebroso por la noche-menciono con la mirada vagando por todo el parque

OFF: