Atardecer | Aiden Blackcrow

-Aghh estúpidos mundanos- exclame con desagrado cuando patee el cuerpo de aquel hombre hacia el hoyo que había hecho con magia, para el fin de tirar ahí los cuerpos de aquellos dos hombres a los que acababa de asesinar, no tenia nada contra ellos pero así era mi trabajo. Personas me pagan por deshacerme de otros que odian o están en camino de ellos y yo recibo mi paga.

Con la misma magia de la que era poseedora y con un chasquido de dedos la tierra volvió a su posición, tapando ambos cuerpos con cicatrices de quemaduras, una marca personal mía. Esta vez no había calcinado los cuerpos, mi idea era que la policía los encontrara y dieran con los que me habían contratado, sencillo, ¿no? Matar dos pájaros de un tiro. Me acomode la ropa oscura que traía en esa ocasión, una simple falda de holanes (la cual detestaba), botas altas negras y una blusa de manga larga pero con cortes en los brazos, vestimenta que copie de un letrero de una modelo que vi al caminar por las calles rumbo a mi destino principal, la casa de esos dos cuerpos.

Gire sobre mis pasos y comencé a caminar hacia la motocicleta que había tomado sin permiso del dueño del bar, Grey después se daría cuenta, pero ya me conoce así que no habría problema. Con la velocidad mi rostro sentía el fuerte viento y mis cabellos, que en esta ocasión eran rojos y ondulados se mecían con el aire.

Llegue hasta el Lago Champlain, un lugar que casi siempre estaba atestado de gente, pero esta vez estaba completamente solo, lo cual me era perfecto. Sonreí y termine de apagar la motocicleta, me acerque a la orilla del Lago, quitándome la botas y pensé en entrar al agua, no seria mala idea y eso hice. Mire mi reflejo en el agua, mi rostro no era el mismo ni parecía yo, pero esa era una de las ventajas de ser bruja, comencé a nadar.

La vista era tranquila, pacifica y me costaba recordar que seguía en Nueva York. Tan lejos del transito, el smog y el ruido ensordecedor casi parecía que estaba en una isla desacierta donde lo único que irrumpía la tranquilidad era el suave chapoteo del agua del lago que parecía el arrullo perfecto para una siesta. Pero no había ido hasta allí para descansar sino para tomar un par de fotografías para mi álbum, me había propuesto tomar muchas fotografías de cada lugar que visitara y guardarlas en un álbum para que cuando envejeciera (si no moría antes en alguna batalla) pudiera recordarlo o incluso pasárselo a mis hijos. Una idea bastante anticuada a demás de que la había sacado de una película mundana pero como solían decir: La intención es lo que cuenta. Y hasta el momento iba bien, no es que hubiera recorrido muchos lugares pero de los que había ido tenia cientos de fotografías y guardaba cada una como un tesoro.

Me acomode mejor sobre la roca en la que estaba sentado para tomar unas fotografías incluyendo una de mis pies descalzos pero luego me centre completamente en el lago hasta que me parecieron suficientes. Entonces si decidí acomodarme pero no para tomar una siesta sino para observar el cielo que empezaba a oscurecer a medida que se acercaba el atardecer. No me moví hasta que a lo lejos escuche el sonido de un vehículo ¿una moto tal vez? Que se detuvo cerca y luego los pasos de una persona sobre la arena.
Lentamente me moví para tener una mejor visión de manera que cuando la chica apareció yo ya me le había anticipado. Lo que más me llamo la atención fue su cabello rojo y ensortijado que se movía libremente con la brisa, a pesar de nuestra considerable distancia parecía imposible pasarla por alto y sin poder resistirlo tome mi cámara y le saque una foto.
La guarde con las demás mientras seguía mirándola con curiosidad, ella empezó a sacarse las botas y tras un momento entro al lago con todo y ropa cosa que me hizo reír. No era una cosa que se viera todos los días.

Por un rato simplemente la observe nadar sin embargo no paso mucho tiempo antes de que mi curiosidad ganara de manera que baje de la roca y me dirigí hacía el lago. Dado que ya iba descalzo no tuve problemas con meterme al lago de la misma manera que ella sin importarme demasiado lo que llevaba encima, la cámara había quedado guardada y mis armas no eran precisamente frágiles así que no tuve problema. Le sonreí con una mezcla de diversión y tranquilidad mientras lentamente llegaba hasta donde ella estaba.
-Hola, soy Aiden ¿y tu?-me presente pues me parecía la manera más simple de empezar una conversación con un extraño pero no puedo evitar añadir:-He oído que hay un monstruo en este lago ¿no te preocupa?- Como todo buen cazador de sombras sabía que la mayoría de mitos tenían algo de real pero no me imaginaba a un enorme monstruo viviendo allí de manera que lo use de broma para romper el hielo.

Suspire al sentir el agua entre mis dedos, juguetee un poco con ella hasta que decidí que me adentraría aun mas al lago. Nade sin mojarme aun por completo la cabellera rojiza y algo rizada. cuando ya no sentí el suelo en mis pies me sumergí. Mire dentro del agua los holanes de mi falda moverse al ritmo de la ligera marea, mis cabellos intentando ir hacia la superficie y el cambio de color en mis manos a causa de que el atardecer estaba por terminar.

No siempre me ponía a observarme, a decir verdad mis cambios repentinos de imagen me hacían pensar en cual de todos esos rostros y colores de cabello era la verdadera yo. Pero después descargaba esa duda o indecisión sobre algún mundano que me hiciera enojar, calcinandolo de inmediato, desquitandome por completo. Salí a la superficie cuando mis pulmones aclamaron aire, oxigeno. Con mis manos lleve mi cabello hacia atrás para que no me molestara al ver, estaba oscureciendo y pronto saldrían las estrellas.

Escuche una voz, masculina, a espaldas mías, me gire hacia la persona y mire que era un joven de unos diecinueve o veinte años de edad. Alce una ceja ante su comentario del monstruo en el lago. -Dudo que haya algún monstruo aquí metido, pero si lo hay, tranquilo que yo te protejo- le dije bromeando mientras le guiñaba un ojo y le sonreía ladina.

-Soy... Dakota- mi segundo nombre fue el que salio de mis labios, a pesar de odiarlo pensé que era una buena opción a decir, aun no conocía a ese hombre y debía asegurarme de que no seria algún enemigo, o si era un simple mundano.

Nade boca arriba al rededor del chico, sin importarme si mi falta se levanta o llegaba a verse algo mas que mis piernas, en realidad no me importaba mucho, solo que las cicatrices de una pequeña pelea que tuve con un lobo aun seguían marcadas en ellas, no me gustaba ocultarlas. -Dime... Aiden, ¿que haces aquí solo?- su nombre salio como un susurro, tranquilizador y suave.

Me lleve la mano al pecho y solté un suspiro de tranquilidad siguiendo su juego, no es que no pudiera defenderme solo pero había aprendido que nunca debías ser orgulloso a la hora de una pelea. Nunca sabías quien podría salvarte de una muerte dolorosa y prematura.
Me alegro, al menos no tengo que preocuparme al respecto-le sonrío de vuelta. La veo flotar a mi alrededor y noto con curiosidad las cicatrices en su pierna, al contrario de verlas como un defecto siempre había considerado las cicatrices parte de la historia de cada uno y la marca de que habías sobrevivido a ella. Podía sonar un poco extraño pero las consideraba especialmente atractivas.

Mucho gusto Dakota-digo nuevamente curioso por la manera en que había dudado al principio, como si no estuviera segura de que nombre decir sin embargo no me entrometí, pero para ese momento mi mente ya desvelaba todo tipo de respuestas para todo aquel secretismo. No era difícil para mi el saber que se trataba de una bruja, cada subterráneo tenia un cierto olor característico y el de los brujos era algo así como el de un cerillo recién apagado, ella por su parte no parecía saber que yo era un nefilim pero no me molesto. No me parecía algo sobre lo que presumir, de hecho más que un don era como una carga de por vida, y no es que me estuviera quejando, me gustaba proteger a lo mundanos y a los subterráneos de cosas que pudieran lastimarlos pero no por ello era superior o mas importante.
Supuse también que ese no se trataba de su nombre, no me sorprendió demasiado, yo era un desconocido que por alguna razón había entrado al lago con ella y probablemente me consideraba o un loco o una posible amenaza. La primera no la podía negar, la segunda por otra parte...jamas me había considerado un verdadero peligro o no para aquellos que no rompieran las normas de la Clave. Los subterraneos no eran malos solo por el hecho de ser en parte demonios de la misma forma que los nefilims no eran del todo buenos por ser en parte ángeles.

Estoy escapando de la ciudad-explico mientras la veo flotar al rededor mio con delicadeza-Recién he llegado y no es que no me guste pero he sentido curiosidad por conocer el lago y realmente es genial, todo aquí es tan tranquilo...y a demás no apesta a humo ¿que hay de ti?
El atardecer empieza a colorear el agua de naranja, rojo y dorado mientras el sol se acerca a su fin. Las pequeñas olas chocan contra mi creando hondas pero Dakota no parece inmutarse por el cambio, esta demasiado ocupada flotando de manera tranquila.

Miraba el cielo cambiar de colores, y notar como los puntos brillantes comenzaban a notarse mas en el firmamento, de vez en cuando veía el rostro de aquel joven, debía admitirlo, era atractivo y después del Lycan deje aun lado las relaciones con los demás, sufrí, si pero no lo admitiría, por eso dejaba mis marcas sin ocultar, para recordarme lo que me hacia mas fuerte, no dejarme doblegar.

Sonreí y me detuve, volví a pararme y el agua ceso el movimiento que mi nadada causaba. Un nuevo, vaya cada día los del instituto traían a nuevos reclutas, ¿tan mal teníamos la situación como para necesitar mas Nefilims aquí? Bueno eso me decía que mi trabajo funcionaba.

-Adoro nadar- fue una respuesta simple -Mas si oscurece, el lago refleja la luna de una manera muy bella- las cursilerías no eran lo mío, nunca lo han sido, pero a decir verdad venia al lago muy seguido, por eso sabia que la mayoría del tiempo estaba repleto de mundanos. -Entonces eres nuevo en la ciudad, si, tu perfil no es Newyorquino- le mire alzando una ceja analizándolo, sin duda no era de aquí, se notaba. -Si, tu eres mucho mas apuesto que los de aquí- puse un dedo en mi barbilla y ladee ligeramente la cabeza, al decir eso.

-¿Sueles andar solo? ¿No has escuchado que suceden cosas extrañas aquí en New York?- mi sonrisa traviesa y socarrona se visualizo en mis labios, quería ver que tanto sabia Aiden de las travesuras que hemos hecho los subterráneos que estamos contra los aburridos de la Clave. Sobre mis trabajos no me importaban, dudaba fueran a dar conmigo, las pequeñas y minúsculas pruebas de que eran obras mías se desaparecían por completo gracias a mi magia, además en cada trabajo un nuevo rostro y persona utilizaba.

Examino el agua con curiosidad como si fuera algún tipo de misterio que por supuesto no era pero debía admitir que con el reflejo de la luna sobre él parecía algo enigmático, y si, de alguna manera era bonito aunque prefería ver mas colores en el agua que el profundo negro y plata.
La luna tiene ese efecto-digo pensativamente-Por alguna razón todo lo que toca se vuelve más suave, más misterioso. Siempre me he imaginado la luna como una especie de enorme pelota de mercurio que se desliza hacia la tierra para dejar su marca.
¿Habrá demonios en la luna? ¿Y nefilims? El pensamiento obviamente es tonto pero me abstrae un momento mientras observo la luna lejana y fría. Es como si ella también fuera un mundo, un mundo de tierras plateadas y arboles de plata como en un cuento para niños.
Vuelvo a mirar a Dakota y me fió de su palabra, a pesar de no llevar gorras conmemorativas o cosas por el estilo me siento como un verdadero turista en este lugar tan diferente y atestado de gente. Esa como si de cada alcantarilla brotaran cientos de personas que invadían las calles, causaban trafico y todo.
Soy londinense-explico encogiéndome de hombros,la gente solía notarlo por el acento aunque ya no era tan notorio como antes. Su siguiente comentario me hace soltar una corta carcajada, sin duda estaba sobre-actuando pero agradecí el alago de toas maneras-Gracias, supongo
Ella se detiene y miro su rostro con mayor cuidado y de inmediato me doy cuenta que es hermosa. Su piel parece de porcelana y sus labios rojos resaltan de manera divertida, además y a pesar de que se le ha corrido un poco el delineador puedo ver el color de sus ojos a tientas grises que tal vez por el mismo reflejo de la luna lucen plateados.

Estoy acostumbrado a las cosas extrañas-digo divertido apartando un par de cabello rojizos de su rostro con cuidado, su sonrisa socarrona hace que enarque la ceja con curiosidad. Intuyo que sabe mas de lo que admitirá y en conjunto con sus ojos de luna logra que entrecierre los ojos inquisitivamente-Tu también andas sola ¿tampoco te dan miedo?

Su comentario sobre la luna me llamo la atención, no es muy común ahora que los jóvenes hablen así, la mayoría del tiempo estos prefieren andar piropeando a las mujeres y pensar con su parte baja que con el mismo cerebro, ahora aquella pequeña descripción me hacia dar cuenta que en efecto el tenia un acento y usaba el cerebro.

Sonreí burlista en mi interior al pensar de esa manera de él y los mundanos varones, se notaba la diferencia a leguas entre un nefilim y un mundano cualquiera, la educación hacia eso, incluso note los cambios de concepto en la pelirroja que apode 'cerecita', cuando la conocí, parecía apenas adentrarse al mundo de los subterráneos, la Clave y el Circulo.

-Si digo la verdad Aiden, eres muy sexy- le hice un guiño, y sonreí como hace tiempo no lo hacia. ¿Extraño no? El como un completo desconocido había sacado una sonrisa verdadera de mi rostro, suponía era porque hace tiempo nadie se había acercado a mi a no ser que fuese por un trabajo.

Sentí el leve tacto de su mano al acomodar uno de los mechones rojizos rebeldes que se había soltado de atrás de mi oreja, y su mirada como analizándome. Normalmente me hubiese apartado de inmediato y le hubiere amenazado con mis llamas, mientras mordazmente le decía que no volviese a tocarme, pero esta vez mi cuerpo no reacciono solo se quedo viendo su pequeño y casi insignificante movimiento. ¿Que demonios sucedía conmigo estos días? Me cuestione casi de inmediato en un susurro sin voz.

Escuche su pregunta y solté una baja y pequeña risa mientras desviaba la mirada a mirar el reflejo del cielo estrellado en el agua. -¿Parezco alguien a quien le da miedo salir sola?- le mire de reojo aun con mi rostro en dirección a la luna, y una leve sonrisa.

Una media sonrisa pinta su rostro, el tipo de sonrisa que es difícil de encontrar y me lamente de no poder tomarle una foto sin embargo estaba bastante seguro de que no olvidaría esa sonrisa. Una persona no sonreía que una sola manera, en realidad tenían varias sonrisas, sonrisas alegres y animadas o sonrisas que pretenden demostrar que están bien, la sonrisa que Dakota esbozo no era ninguna de esas sino que tenia su propia categoría, para mi simplemente seria la sonrisa de Dakota.
Lograras que me sonroje-murmure con una sonrisa pícara-Pero tú me ganas sin remedio, sobre todo con esa sonrisa, me gusta la forma en que sonríes.
Hecho la cabeza hacia atrás para ver plenamente el cielo oscuro y señalo el primer punto brillante poco mas allá de la luna para que ella tambien lo vea.
Una vez escuche que si le pedías un deseo a la primera estrella de la noche te lo iba a conceder-murmuro pensativamente-¿Pero porque una estrella haría eso? No creo que les importe ni un poco lo que queremos, al menos si yo fuera una estrella no lo haría ¿tu que crees?
Había leído cientos de libros de astronomía donde explicaban las constelaciones a las cuales por cierto jamas les pude encontrar forma, también estaban los cuentos en los que trataban a las estrellas como seres vivos en vez de como grandes esferas de gas ardiente pero sin duda estas historias eran mas interesantes, al menos no esperaban que les hallara formas de caballos y osos a los puntos luminosos del cielo.

No, no realmente-admito con un suspiro-De hecho no te imagino como alguien a quien le asusten demasiadas cosas, y dado que has prometido protegerme-añado dirigiéndole una mirada inquisitiva-Me fiare de eso. Sin embargo sigo sintiendo curiosidad sobre porque estas aquí.
Esto último lo digo mas como un comentario que como una pregunta, si ella acepta decirme satisface mi curiosidad pero tampoco quería interrogarla, generalmente yo hacia cosas sin razón aparente y al preguntarme no hallaba que responder, y tal vez ese era el caso de ella.
¿Siempre has vivido en Nueva York o también eres en parte extranjera?
La palabra extranjero me gustaba, yo era un extranjero pues desde hacia tiempo no pertenecía a ningún lugar e iba de un lado para otro como un vagabundo, pero eso no me molestaba, era feliz viajando sin demasiadas preocupaciones aunque lamentaba dejar atrás a las personas que conocía.

-"Lograras que me sonroje"- le escuche decir con una pequeña sonrisa algo picarona de su parte, sonreí con mas ganas al escucharle, ¿en serio le haría sonrojar? Vaya creo que sorprenderme por eso estaba de mas, después de todo, ¿no había hecho eso anteriormente con otros hombres? Claro, muchas veces, mas en esas ocasiones mis halagos solo eran palabras sin ningún significado. -"Pero tú me ganas sin remedio, sobre todo con esa sonrisa, me gusta la forma en que sonríes."- Esas palabras me sorprendieron, solo una persona aparte de el me había halagado de tal forma, tal vez para muchas mujeres una simple frase como esa era poca cosa, incluso para mi dependiendo del productor de aquellas palabras, pero hace tiempo que no hacia mas que solo hacer mi trabajo y listo.

Más lo que aquellas palabras me hicieron sentir no fue algo muy agradable, me hicieron recordar, revivir momentos que trataba de olvidar desde hace meses, desde que obtuve esa cicatriz en mi pierna.

Giré el rostro al verle apuntar en lo alto del cielo a una estrella, la primera de la noche. Bufé con algo de sarcasmo por sus palabras. -Las estrellas no hacen nada, solo son cuentos que le dicen a niñas pequeñas para después decepcionarlas.- me cruce de brazos al decir aquello, yo desde niña no creía en esas fantasías, no después de haber tenido una de las peores vidas, no le desearía mi pasado a nadie, ni siquiera a mis enemigos. -Es como dicen, solo son esferas de gas en el espacio-

Miré a Aiden con detenimiento, y sonreí complacida por su respuesta, a pesar de esta apariencia algo frágil que tenia en esos momentos el entendía que no era alguien que temiera a muchas cosas, aunque mis miedos a veces los convierto en fortalezas, o solo me deshago de lo que me causa temor, sencillo. -Se muchos idiomas, fácilmente podría parecer extranjera si hablo con los acentos adecuados, viajo mucho no sabría decirte si soy extranjera o no- me encogí de hombros y me acerque un poco mas a el. -Y dime... -pasee mis dedos índice y medio, como si caminaran, por su pecho. Los separe con cuidado y sonreí -¿Qué te parece la ciudad que nunca duerme?- le pregunté refiriéndome a NY.

Mas que desconcertada parece cansada e incluso un poco irritada aunque quizás no por el halago, parece por el contrario estar recordando algo desagradable pero me guardo mis comentarios. Había aprendido que si la gente quería hablar lo haría tarde o temprano sin necesidad de muchos impulsos pero si realmente no quería hacerlo no habría poder en la tierra que lo lograra.
Me gustaría saber en que estas pensando con tanta seriedad aunque estoy casi seguro de que no vas a decírmelo, igual me gustaría hacer algo para apartar esas cosas de tu mente pues no parecen nada agradables-digo casi para mi mismo. No negaría que siempre había sido demasiado entrometido y por supuesto que eso había tenido consecuencias pero simplemente no quería evitarlo, la curiosidad probablemente mato al gato pero por fortuna no soy un gato así que...

Su sarcasmo y cinismo me hacen pensar en la manera que creció, pequeños detalles como esos eran capaces de reflejar el pasado de la gente siempre y cuando supieras mirar adecuadamente las cosas.
Y las sirenas no existen, y las hadas son pastelitos rellenos de amor y bondad-replico con burla.Ni siquiera nosotros sabemos que hay mas allá, que tipo de otra magia existe y mucho menos podrían saberlo los mundanos así que quien sabe, tal vez las estrellas sean algo mas que gas incendiario
Estábamos tan rodeados de misterios que me costaba creer que las cosas fueran tan sencillas.

No puedo evitar admirarla, de alguna manera realmente parecía creer que pertenecía a un lugar en concreto aun cuando era obvio que se había pasado su eternidad de un lado para el otros sin demasiadas preocupaciones. Cuando sus dedos recorren mi pecho no puedo evitar reírme un poco, juega conmigo de manera directa y yo solo puedo responder negando con la cabeza lentamente.
Deslumbrante sin duda, se mueve demasiado rápido por lo que aun no me he acostumbrado a su ritmo y esta tan llena de gente poco ordinaria que siento que ni en una vida entera podre verlo todo. Sin embargo aun no conozco demasiado, hay muchos lugares que ver y que me gustaría conocer pero por el momento solo he logrado verlos de lejos.