Crazy Moon [Roderick]

Era una de esas noches de luna casi llena en las que me había despertado tardísimo. No había comido prácticamente nada, y estaba esperando únicamente a que me diera hambre. Había paseado un poco, pero la humedad no había sido la suficiente para poder permitir que crecieran algunos de los hongos que utilizo en varias de mis pociones, así que prácticamente sería un día inútil. Como muchos otros, y tampoco era realmente devastador. Me había mantenido en mi propio frente, sin organizar ningún desastre más, y quizá así los nefilims estúpidos me olvidaran, aunque claro que había utilizado bastante bien la paga que me había dado Clary, y ahora estaba a buen recaudo en un lugar que nadie conoce y donde no buscarán.

Finalmente me había dado hambre, y ni siquiera sabía exactamente qué hora era ni tenía ganas de hacer un simple hechizo para saberlo. Tampoco pensaba sacar siquiera el celular. En verdad no importaba, seguro pasaban de las diez y no había hecho prácticamente nada. Me dirigí caminando a Taki's, deteniéndome únicamente por unos momentos en una librería para tomar hábilmente con un hechizo un libro que tenía ganas de leer. No hay nada mejor que un libro nuevo, y si está nefasto, incluso lo devolveré.

Saludo como siempre al ifrit de la entrada, con un "hola, Ifrit", como si fuera el Ifrit de los Final Fantasies y busco una mesa, alejado del bullicio de la entrada. Extiendo mis alas y me acomodo, subiendo los pies al asiento de al lado, total, no hay nadie y hay cuatro sillas disponibles, no veo lo malo. La chica hada me trae el menú y lo hojeo mientras decido qué pedir.

Escuchaba la música a todo lo que daba, mis oídos sentían el retumbar del sonido entre las viejas paredes de concreto, el ruido era algo molesto, pero a los demás parecía no surtirles el mismo efecto que a mi. ¿Seria que era porque estaba próxima la luna llena? Dudaba que fuese eso, ya que anteriormente estos niños habían hecho lo mismo. La nueva, apodo que le dimos a la rubia recién llegada y convertida hace ya un par de años, bailaba al son de la música junto con Marcus. Los dos se entendían, eran los mas jóvenes de nuestro pequeño grupo, pero aun así ninguno se diría sus cosas sus intimidades.

Los demás platicaban entre ellos, bromeando y discutiendo sobre las otras razas que había aquí en Nueva York. Suspire y me levante del banquillo en el que estaba. Escuche a mi mejor amigo preguntarme, con un grito "¿A dónde demonios vas?" sonreí de medio lado al escuchar su jerga y sin regresar la mirada me despedí con una mano levantada levemente -Tengo hambre- fueron mis palabras simples y sin explicación.

Para ellos es normal seguirme a donde yo vaya, pero entendían que en ocasiones necesitaba mi propio espacio. Deje atrás la bodega de taller mecánico que usábamos como hogar y camine hasta llegar a la zona de restaurantes de la ciudad, sabia a donde iría, y esperaba que no estuviera tan lleno, además de ser tarde.

Llegue a Taki's Restaurant y note a primera impresión que estaba repleto, hice un gesto de molestia, si que era perfecta mi suerte esa noche. Camine entre el local hasta encontrar una mesa medio vacía, había alguien ocupando un lugar de cuatro, así que me acerque -Te molesta si me siento aquí?- le pregunte al joven, de cabellos azules eléctricos.

Miraba el menú sin saber qué pedir. A veces me pasa eso, porque la comida y yo no nos llevamos lo que se dice bien. Le hago ascos a muchas cosas y a veces, eso me jugaba en contra. Reviso todo el menú, hasta esa sección de la que la mayoría de las cosas me dan asco, que es la sección de las hadas. Y es que detesto los insectos, no sé cómo siendo tan guapos los hados puedan comerse algo tan horrible. Aunque a mí me gustan sus postres y algunas bebidas que me dan un buen subidón de azúcar y hasta parecen anfetas. La siguiente hoja es el menú de mundanos, de donde pido en realidad la mayoría de las veces, pero ahora en serio no sé por dónde empezar. Y en eso, alguien se acerca a mí. Levanto la vista y al mirarlo sólo puedo pensar que tengo mucha suerte. Bajo los pies de la silla y le sonrío, botando el menú sobre la mesa sin más ceremonia.

- Obvio que no me molesta que te sientes, guapo, todo lo contrario. Puedes sentarte conmigo cuando quieras.

Le hago un guiño y río un poco, aprovechando en lo que se sienta para mirarlo por completo, desde el pecho hasta el paquete. Sí que no me caen hombres así todos los días, y por si fuera poco tiene ese olor salvaje de los licántropos y la verdad, aún me vuelve loco pese a todos los años que lleva muerto mi primer amor.

- Soy Kyosuke Nightshadow, el Gran Brujo de Tokyo, ¿y tú?

Mantenía mi mano sobre el respaldo de la silla frente a brujo, su olor era diferente a los de muchos aquí, tenia cierto olor a... ¿pomelo? Un olor peculiar para los brujos, podía distinguir que su olor era dulzón y a la vez excitante. Le mire botar el menú sobre la mesa como si fuese cualquier cosa, y note que quitaba los pies del asiento.

Alcé la ceja al darme cuenta de su mirada observadora e incluso de una manera mas mundana de decirlo, me estaba viboreando. Sonreí de medio lado al notar dicha acción de su parte, no me molestaba el que lo hiciera, muchas veces me han alagado por mi físico, pero eso era resultado de tanto ejercicio que hacia, y de una que otra pelea callejera.

-¿Le gusta lo que ve?- le dije bromeando cuando termine por sentarme frente a el y tomaba el menú que el había botado apenas unos minutos antes.

Baje el menú levemente para mirarlo después de escuchar su nombre, Gran brujo de Tokyo, esa parte fue la que mas me intereso, porque según me ha dicho Bryan, el suponía que mi falta de memoria se debía a un hechizo, pero eran solo suposiciones.

-Soy Roderick Wilson Kahlër, un gusto el conocerle Kyosuke- extendi mi mano derecha hacia el, para presentarme como era debido. -¿Digame, viene aquí seguido?-

Lo cierto es que el hombre está para comérselo, o mejor dicho, para dejar que me coma, que había que hablar y pensar con propiedad. No soy discreto y lo sé, tanto como sé que puede darme un golpe que me haga terminar en el suelo, pero no me preocupa. Lo que no esperaba es la pregunta. Sonrío, travieso y divertido a la vez.

- Bastante. Espero no incomodarlo, porque es su culpa por estar tan bueno, tenga consideración conmigo, aunque sea una poca. A veces mis ojos actúan solos.

Toma el menú y me presento. Me da igual lo que pida, soy capaz de pedir lo mismo sólo para saber qué come y la comida de licano no me es desagradable, comen carne y sabe bien. Y así medio cruda de enmedio es justo como me gusta, por culpa de Ryô, así que no tenía ningún problema. Su nombre es de esos con apellido extranjero medio extraño, pero no lo suficiente como para hacer que se me olvidara o algo por el estilo.

- Puedes tutearme, eso de ser Gran Brujo es para pasártelo bomba, no para protocolos aburridos. Y puedes llamarme Kyo, si quieres, Rod.

Estrecho su mano con firmeza, pero sin fuerza excesiva.

- Desde que vivo en Nueva York, es mi restaurante predilecto. Sí que cocinan bien aquí, y el ambiente de subterráneos es mi favorito. Supongo entonces que eres nuevo en la ciudad.

Sonreí con gracia al escucharle, sin duda era un brujo nada común, había oído rumores de los grandes brujos que vivían en la ciudad, lastimosamente no había tenido oportunidad de encontrarme con alguna hasta esta noche. Miré con detenimiento al japones, tras el menú de comida, si, definitivamente debía admitir que aquel brujo era mi tipo, pero creía no era momento de pensar en eso.

-De acuerdo- separé la mirada del menú ya teniendo el platillo que pediría en la cabeza, tenia mucha hambre, a parte de caminar desde casi afueras de la ciudad, ahí era donde estaba el taller, hasta aquí me abrió el apetito por completo. -Bueno, Kyosuke, es la primera vez que vengo aquí- me acomode mejor en el asiento, para estar mas a gusto.

-Pero, sera un placer venir mas seguido si me lo encuentro por aquí- sonreí de medio lado mientras levantaba uno de mis brazos para llamar al hada que hacia de mesera. Llego con su libreta para anotar el pedido. -Pide tu primero Kyo-

Por debajo de la mesa, cruzo la pierna y muevo el pie que cuelga en el vacío, mientras observo y escucho a este guapo licántropo. Al mirarlo a los ojos veo el familiar halo amarillento en ellos. Si bien es cierto que yo encuentro atractivos a la mayoría de los hombres subterráneos, siempre he tenido un gusto especial por brujos, demonios y licántropos.

- Entonces puedo explicarte algunas cosas. Verás, este menú está separado en secciones.

Con el único fin de explicar de mejor forma el asunto, me muevo hasta quedar a su lado y noto con agrado que nuestros muslos se rozan.

- Hay una para cada tipo de subterráneo, mira esta es la sección de hadas. Luego están las de vampiros y licántropos y al final la de mundanos. Aunque supongo que podrías comer comida humana también, lo sé, aunque no sé si te guste.

Quizá demasiado satisfecho conmigo mismo, paso las hojas del menú hasta la sección de mundanos.

- No debiste decirme eso, ahora vendré diario porque no sabría dónde encontrarte. O bueno, no sabría con exactitud dónde encontrarte.

Un simple hechizo de entropía podría ayudarme, pero cruzar por toda la ciudad en mi moto mientras busco a un licántropo, me parece un poco desesperado. No he decidido realmente qué pedir, pero pronto la chica hada está aquí, así que elijo de lo que ya he probado.

- Las crepas de jamón con queso crema y una naranjada mineral con vodka.

Devuelvo el menú y dejo que Rod pida. Por supuesto que no me muevo de regreso, sigo aquí pegadote a él, pero es que así tan cerca puedo percibir ese aroma salvaje que tienen los licántropos y que mete ideas muy extrañas en mi cabeza.