Jezabel D'Ascolli

Es de personalidad, por lo general, seria a la primera impresión. El tinte de la voz, maduro ya, aun con un extraño rastro de seducción acrecenta esa impresión. Sin embargo, gusta de la diversión y de las fiestas, tanto mundanas como subterráneas y en ese sentido no es extraño verla entrar a un bar completamente sola. Tiene la mala costumbre de aprovecharse de aquellos que caen seducidos por el embrujo de su actitud y su belleza, y por eso nunca ha tenido una pareja estable, pero cree que no le importa. En realidad, su corazón es solitario desde hace demasiado tiempo, pues sólo es leal a sí misma. Insiste en que los nefilims y sus problemas no son para ella, pero cuando ve a alguien sufrir recuerda sus primeros años y, tentándose el corazón, es capaz de ayudar a aquellos que lo necesiten. Encuentra difícil confiar en alguien, pero cuando lo hace, lo hace para siempre. Tiene pocos conocidos, y aun más pocos amigos, debido a su carácter y a sus costumbres nómadas. Encuentra difícil relacionarse con alguien, pero lo esconde bajo una coraza que la protege de casi todo y su mantiene con esa actitud medio petulante, medio seductora, que le ha permitido sobrevivir a todo tipo de percances.

Nació en Venecia, hija de una humana y un demonio. Su madre, a quien nunca llegó a conocer, y de la que ni siquiera conoce su nombre, se asustó al ver a una recién nacida con un pedazo de piel verde y las orejas puntiagudas hacia atrás. No conocía la identidad del padre de la criatura, y tampoco deseaba tenerla, pues siete meses sin trabajar la habían dejado en la miseria. En el burdel en el que trabajaba no había lugares para bebés recién nacidos, así que Jezabel acabó a merced del viento y de las inclemencias del clima.
Su padre, un demonio de no muy alto rango, la recogió. Jezabel nunca supo como el demonio que la crío la encontró, pero siempre estuvo atada a él por el agradecimiento de no haberla dejado morir bajo la lluvia, aunque su relación estuvo llena de altos y bajos, sobre todo porque Jezabel no entendía la maldad innata de los demonios y los mundanos le daban igual, por lo que tampoco comprendía a su padre. Fue él quien le puso el nombre de Jezabel, la reina de la Biblia, pues le parecía apropiado para su hija. El D'Ascolli ella lo adoptó más tarde.
Sin embargo, se quedó a su lado y fue su padre, quien, poco a poco, le fue enseñando sus habilidades hasta que, finalmente, una noche de verano todo cambió en una fiesta de sociedad: un par de nefilims mataron a su padre. A ella la dejaron en paz, pero desde entonces tuvo que valerse por sí misma, e, increíblemente, lo logró. Ya no era una niña pequeña, se acercaba poco a poco a los treinta años, aunque notaba que había dejado de envejecer y sabía que la esperaba toda una eternidad. En aquel tiempo, entre las ciudades italianas, Roma, Venecia, Florencia, no pasó nada interesante. Tuvo algún lío con algunos mundanos y otro con un vampiros, pero el tiempo fue pasando.
Hasta que, finalmente, dos fanáticos religiosos le pusieron las manos encima cuando se acercaba al primer siglo. Hablaban de que estaba poseída por el diablo y otras cosas, sin embargo, los tiempos de las hogueras multitudinarias habían pasado ya. De igual modo, intentaron quemarla, después de un intento de exorcismo que no les resultó. De aquella fría noche guarda una cicatriz en el tobillo y un profundo odio al fuego y a las quemas de brujas. Entendió que los mundanos le temían a aquello que no comprendían y se cuidó mucho de no volver a mostrar sus orejas o su mancha. Huyó para siempre de italia, pasando por francia e inglaterra, hasta que las inclemencias de la primera guerra mundial la obligaron a embarcarse al Nuevo Mundo.
Ha estado establecida en Nueva York desde entonces, guardando un perfil bajo, cuidándose mucho de no inmiscuirse demasiado en los problemas de los nefilims y los vampiros. Asiste a algunas fiestas organizadas por subterráneos, como las famosas fiestas del Gran Brujo de Brooklyn, pero no se relaciona íntimamente con nadie... de momento.

Bienvenida brujita de orejas puntiagudas, el fuego es algo a que temer, asi que ten cuidado al toparte conmigo, yo lo amo. Espero tengas aventuras y dejes el incognito de lado, ser el centro de atencion no es tan malo. Tu ficha ha sido aceptada ahora puedes realizar los registros