Tu, yo, payasos y ruedas (Merak)

Probablemente tarde un poco más en arreglarme de lo que había dicho pero es que por alguna razón cuando finalmente estuve duchada y en toalla no podía convencerme a mi misma de que debería usar, nunca antes me había pasado eso de manera que era bastante raro aun a pesar de que mi armario estaba a reventar de ropa, no se trataba simplemente de la ropa sino de que no sabía como ir a un parque de diversiones ni mucho menos como vestirme para una especie de cita con una chica hada hermosa. Empece tomando en cuenta el clima que a pesar de ser otoño se mantenía cálido y alegre con una que otra ráfaga fuerte de viento que despeinaba el cabello y sacudía la ropa. Pensé en unos lindos vaqueros oscuros pero me pareció demasiado aburrido sobre todo después de hablar sobre la cantidad de colores que hay aparte del negro. Lance ropa de un lado al otro sin decidirme por nada y fue cuando vi la hora y me di cuenta de que era tarde que opte por una de las opciones que venia cavilando desde el principio pero que no me convencía del todo. Sin embargo cuando me lo puse y me mire en el espejo de cuerpo completo me pareció adecuado y bastante lindo de manera que me hice una practica trenza, me puse unas convers y salí del cuarto apresuradamente en dirección al vestíbulo. El conjunto en realidad no era gran cosa, un suéter, shorts...pero a la vez esperaba la reacción de Merak de una manera que ciertamente no estaba segura de nombrar. Estaba ansiosa y un poco nerviosa respecto a la salida en general, después de todo ella era un hada igual que yo con la única diferencia de que ella había sido sincera y yo era una horrible embustera de cuarta. Sentía cierta punzada de tristeza por tener que engañarla y aun más culpabilidad de no poder responder a su sinceridad del mismo modo pero es que llevaba demasiado tiempo escondiéndome y no sabía que pasaría si yo finalmente dijera la verdad.

Llegue al vestíbulo y por un momento creí que estaba vació, que Merak se había cansado de esperarme y había preferido largarse pero tras una segunda mirada la encontré un poco más allá y sin poder evitarlo sonreí con emoción. Emoción por el paseo y emoción por el simple hecho de verla.
-Perdón por la tardanza-me disculpo con timidez-Pero ya estoy lista, si aun quieres.
Me siento ansiosa por saber su respuesta, temerosa de su rechazo pero emocionada por la idea de que acepte. Me siento igual que una niña que no sabe que esperar y eso me intimida, jamás me había sentido tan fuera de mi.

Kat se marchó a cambiarse y yo a buscar como posesa el tocador. En mi mochila siempre traigo cosas de emergencia, pero la abro y empiezo a pensar en qué debo dejar aquí para volver al Instituto. Me escondo la estela y un par de cuchillos entre la ropa y luego voy a lo importante. Tomo mi bolsita de maquillaje y lo primero que me reviso son las uñas. Me hice manicure marmoleado de agua con negro y rosa y aún se ve bien, pero por cualquier cosa, aplico una capa extra de protección transparente. Me retoco el escaso maquillaje que utilizo, básicamente sólo me delineo de nuevo los ojos por dentro en negro, reaplico rímel y gloss rosado en los labios. Peino de nuevo mi cabello, aunque lo dejo suelto y me pongo un poco de perfume.

La ropa es más difícil. Abro la chaqueta y debajo traigo un top de tirantes rosa brillante, así que ya está mejor. Al menos no es el negro aburrido. El pantalón es negro sí, pero reajusto el hilo negro que unía las piernas para que se vea como debe ser, gótico. Había tenido miedo de la crítica y me había cambiado. Me dejo las botas negras, y me miro al espejo. Siento que me sigo viendo muy aburrida, así que activo uno de los cuchillos serafín y corto de forma asimétrica la parte baja del top para enseñar mi piercing del ombligo. Le lanzo un beso a mi reflejo y vuelvo.

Kat no está. Pienso que quizá se arrepintió y jugueteo un poco con mi pantalón pero los minutos pasan y nada. Empiezo a preocuparme, pero finalmente aparece y se ve muy bonita, más aún porque a mi lado luce más porque yo siempre me visto de negro o de negro con algún color. Estaba a punto de abrazarla, pero me detengo, sin lograr disimular del todo que le miro las piernas. - ¡Por supuesto que quiero! ¿De dónde sacas que no quiero? Te ves preciosa, en serio que sí. Tienes muy bonitas piernas. - Le hago un guiño pero para intentar que esto parezca un comentario inocente, cambio el tema. - Oye por cierto, ¿te importa si dejo mi mochila en tu cuarto? No es normal ni cómodo ir al parque de diversiones cargando una espada. - Sólo saco mi billetera y el celular y me los guardo en los bolsillos.

Ella también se ha cambiado y puedo ver el lindo piercing de su ombligo con diversión, su aspecto es tan contrario al mio que me resulta divertido por lo que mi sonrisa traviesa se queda en mi rostro sin necesidad de estímulos por mi parte. Puedo sentir el olor de su perfume que me cosquillea la nariz de manera agradable, no es muy dulce así que me parece perfecto aunque empezaba a ser muy imparcial en respecto a ella. De una manera u otra sabía que no era solo su aspecto o su perfume o sus geniales botas á gogó sino simplemente con ella y su sonrisa tan tierna que me hace querer tenerla cerca.
Yo simplemente preguntaba por si no tenias otra cosa que hacer-respondo sin convicción con un ligero sonrojo antes de admitir:-Temía que te hubieras cansado de esperar, generalmente no me tardo tanto pero no decidía que ponerme y bueno...ya sabes, creo que estoy un poco ansiosa.
Y como si no fuera suficiente para mi pobre mente revuelta ella me mira las piernas de una forma que me es fácil identificar, esa forma de cuando alguien te mira y le gusta lo que ve, pero en vez de avergonzarme me siento complacida.
-Gracias-respondo mordiéndome el labio con pícara antes de acercarme un poco más y acariciar la joya de su vientre con cuidado rozando solo a penas su piel que me hace cosquillar los dedos-Realmente me gusta esto, es muy...sexy

Aparto la mano antes de volver a sonreír con tranquilidad aunque por dentro siento que mi corazón palpita fuerte y rápido, pero aparento tranquilidad de una forma que no tengo ni idea de como logro.
-No, no tengo problema-respondo inmediatamente señalando el pasillo-Vamos, no esta muy lejos
Tomo su mano libre aprovechando la oportunidad y avanzo por el conocido pasillo con seguridad mientras siento su presencia y su perfume a mi alrededor. Como he dicho rápidamente llegamos a mi habitación que abro con precaución al recordar el desastre que he dajado.
-Uff, perdón porque esta hecho un desorden, generalmente no suele ser tan desastroso-digo abriéndole para que vea mi habitación. El suelo, la cama, la silla...todo esta cubierto de ropa pero por lo demás esta limpia.
-Es bastante aburrida-comento en voz alta frunciendo el ceño-Desde que llegue he estado pensando en decorarla más a mi gusto pero no tengo tiempo y a demás no se cuando tendrá que irme pero aun así me gustaria hacerla un poco más divertida.
Repentinamente me doy cuenta de mis palabras y contengo un gemido, de entre todos lo temas que podía mencionar lo mejor que se me podía ocurrir era hablar sobre mi partida. Actuó como si nada con una sonrisa-Déjala donde quieras.

Kat parece nerviosa y empiezo a pensar en hacer algún movimiento de nuevo. Total, puedo fingir demencia después y hacer como que no pasó nada. Le sonrío y niego. - Si hubiera tenido otra cosa que hacer, no habría aceptado ir contigo y si me hubiera fastidiado, no seguiría aquí. Tranquila. Aunque te ves tierna tan ansiosa.- Me gusta su short, pero más aún lo que veo y lo digo. Se ve bien, no veo razones para no decírselo. Sin embargo ella se acerca a mí y encojo el estómago cuando me acaricia la joyería del piercing. Iba a decirle algo, pero se aparta como si nada, mientras yo siento que se me va a salir el corazón del pecho.

Quiero ver su cuarto y también quiero dejar la mochila, así que simplemente lo propongo. La miro cuando toma mi mano y la estrecho, pensando que voy a hacer una tontería hoy y empieza a dejar de importarme. Al diablo los prejuicios y al diablo la homofobia de la Clave.

Pronto estamos en su cuarto y río un poco al ver que le apena que su cuarto sea un desastre. En realidad no lo es. - No hay problema con eso. - La mía está llena de maletas por ahora, pero normalmente la ordeno porque papá sí que se enoja. - Todas las habitaciones de Instituto son aburridas. ¿Qué te gustaría cambiarle? Podríamos pintar las paredes, ¿qué tal mañana? Vengo y te ayudo. - Así estaba asegurando volver a verla y en todo caso, puedo pintarle algo. Sirve que quizá así no se marche. Dejo la mochila a los pies de su cama. - ¡Listo! Tú guías, mademoiselle. - Esta vez soy yo quien toma su mano.

Vuelve a tomar mi mano y una sonrisa tonta muere por lucirse en mi rostro pero me resisto porque no quiero ser tan obvia, no quiero darle demasiada importancia porque temo equivocarme, temo estas exagerando las cosas y después darme de bruces con que en realidad ella no se refería a lo que yo creía.
-Me encantaría tener algo de ayuda, podríamos ver algunos colores interesantes e incluso pintar figuras sobre las paredes. Tampoco me molestaría cambiar un poco los muebles, necesito un par de libreras porque aun no he desempacado mi valija de libros y algo mas de luz. ¿Que colores te gustarían?-examino la habitación no nuevos ojos rascándome la barbilla mientras pienso en los cambios que podríamos hacer. Siempre me había gustado el papel tapiz llamativo y tal vez sillones de colores...-Me encantaría tener tú ayuda-añado finalmente tentando a mi suerte en busca de su reacción. Si bien es bastante inocente pienso que para mi es un acto significativo el querer específicamente a una persona para una cosa, específicamente yo quería que Merak me ayudara a pintar y a buscar muebles y todas las tonterías que implica re decorar una habitación, quería tenerla cerca.

Tomadas de la mano salimos del Instituto y me recuerdo el comprar algo de atún en el regreso para Iglesias a quien consentía como loca. Una vez afuera llame la atención de un taxi que se detuvo y entre esperando que ella lo hiciera lo mismo.
-Vamos a Coney Island - Park, rápido por favor-digo alegremente mientras me hago consciente del reducido espacio que nos da el taxi para separarnos, por un momento no se si debería soltarle la mano, no quiero hacerlo pero seria raro que la tomara cuando ya no era necesario y tal vez le parecería incomodo, me debato unos segundos antes de aflojar el agarre y estirar mis dedos.
-Podemos comer allá si quiere o pasar comprando algo en el camino, nunca he probado la comida de feria así que no estoy segura de como sera-digo nuevamente nerviosa. Me obligo a tranquilizarme y contar hasta diez,luego cuento otra vez y me siento un poco más tranquila-Cuéntame como es tu padre ¿que tipo de hombre es?-pregunto con genuina curiosidad. Había visto hados y hadas de todos los tipos, desde sirenas hasta elfos y duendes pero siempre desde lejos manteniendo mi papel de nefilim.

Aplaudo y sonrío encantada, al escuchar que Kat acepta mi ayuda para pintar. - Es una cita entonces. - Saco la lengua para minimizar el efecto de mis palabras, pero sí que lo digo en serio. Ella me pregunta por los colores. - Pues a mí me gustan los fríos sobre todo, azul, morado, rosa, verde. Pero podemos usar los colores que quieras, todos los colores son muy bonitos y seguro que se verá alegre. Los Institutos siempre son muy solemnes y aburridos.

Salimos del Instituto, tomadas de la mano y Kat detiene un taxi. Entro tras ella y cierro la puerta, sonriendo un poco al ver que pide que sea rápido. Me acomodo y Kat suelta mi mano, pero no me molesta. En cierto modo finjo que ni siquiera lo noté, pero coloco mis manos sobre las rodillas y le echo una mirada primero al taxímetro para aprender cómo cobran aquí, y luego sólo miro por la ventana. Al menos hasta que Kat habla de nuevo. - ¿En serio no conoces la comida chatarra? Voy a sacarte más seguido. Pues es rica y casi toda llena de calorías, pero con el entrenamiento se esfuman, así que da igual. Te gustará, yo puedo darte una guía completa a la comida de estos lugares y eliges algo que te suene mejor. - Siempre he sabido que hay gente que vive toda su vida como un verdadero nefilim, pero supuse que saldrían a lugares mundanos. Se ve que me equivoqué, pero no tengo ningún problema con ser la guía de una chica tan bonita y genial.

Pregunta por mi padre y pongo los ojos en blanco. - Sobreprotector, gruñón a veces, es todo un caballero. De hecho, él quiere ser un caballero de verdad algún día. Mmmm... Es muy bueno en esgrima, tiene contactos entre los suyos. Para mí es un hombre guapo y me consiente bastante, pero luego no me deja salir en las noches porque sigue viéndome como una niña. No le agradan mucho los que son como nosotras porque dice que es peligroso y no puedo culparlo. ¿Y qué hay de tu familia? - No doy tantos detalles porque está el taxista, pero no es porque lo oculte.

Merak examina el taxi con curiosidad tomando nota, como recién ha llegado supongo que esta buscando acoplarse a los rituales diarios con los que tendrá que lidiar sin embargo me responde sin parecer perder el hilo de la conversación.
-Conozco la comida rápida vagamente, no es realmente el tipo de cosas que comería seguido aunque seria interesante probarlas. Se que me gustan las papas fritas pero cuando como cosas como pizza siempre lo hago en restaurantes-digo con cierta vergüenza. Siempre había sido muy especifica con las cosas que me gustaban y mi tía me había criado con un gusto mas bien refinado en todos los aspectos. Cosas comunes como lo eran las hamburguesas y las pizzas de sitios de comida rápida familiares no me atraían.-Las papas fritas son deliciosas con helado de vainilla.
Aparte de eso nunca le había dado una oportunidad a la comida grasienta y llena de calorías, tampoco es que solo comiera brocolí y ramitas de apio pero tenia gustos cerrados.En cierta manera era algo malcriada, siempre había disfrutado gastar mi dinero en extravagancias como mis armas hechas a medida y bellamente decoradas, también en la comida e incluso un poco en mi ropa aunque en realidad mi forma de vestir no era precisamente de diseñador, al menos no completamente, solía visitar tiendas de segunda mano o simples almacenes pequeños de poca mota aunque también tenia ropa de Chanel y bolsos de Louis Vuitton. Pero tampoco me iba a negar a probar algo nuevo solo porque si.

La forma en que habla de su padre me forma un nudo en el estomago, se nota lo mucho que lo ama y la manera en que él la protege me hace sonreír. Claro que habla con cuidado debido al taxista pero capto todo con facilidad, de hecho incluso siento un poco de envidia cosa que no me solía pasar a menudo. Mas que nada se nota que su padre la protege y la quiere, intenta mantenerla lo mas segura posible aun sabiendo que por lo que somos estamos expuestos al peligro, mas nosotros que no eramos solamente nefilims, también se nota que a pesar de sus burlas ella lo adora.Me alegra mucho que tenga alguien que la proteja de la Clave y que la cuide tras las batallas, que sea alguien con quien pueda volver y que la abrazara y la mantendrá a salvo. A penas la conocía pero se lo merecía, aquella preciosa chica se merecía que alguien la amara.
-No conozco a mis padres-admito sin pudor-Hasta donde se mi padre vive en Idris, el resto de mi familia se encarga del Instituto de Gales pero tampoco los conozco, me crío una tía pero cuando cumplí catorce decidió que ya podía cuidar de mi misma y se fue. Desde entonces viajo sola.
Puede que pareciera una historia triste pero yo no lo consideraba así, había tenido una buena vida y nunca había necesitado a nadie que cuidara de mi, siempre había sido muy independiente y agradecía eso. Suponía que en el fondo era una solitaria.
-No suelo pensar mucho en ellos sabes, de vez en cuando creo que me gustaría haber hablado con mi padre al menos una vez pero a la vez siento que es mejor así. A pesar de ser mi padre realmente no pienso en él como una familia, no pienso en nadie como una familia en realidad.

Me sorprende que Kat no conozca la comida rápida, y cuando me lo explica mejor, intento entender cómo es su vida sólo por este aspecto en apariencia tan tonto. - Nadie come eso siempre, es imposible. Pero de vez en cuanto está bastante bien. - Sonrío y creí que el tema había terminado, pero de pronto Kat admite que las papas fritas y el helado de vainilla saben bien juntos. Río divertida, porque lo encuentro tierno, como algo de niños. - ¿En serio? Yo las prefiero con queso. Escuché que aquí les dicen papas a la francesa. ¡Qué loco! ¿No? En París se llaman pommes de terre au Pont Neuf, papas al estilo del Pont Neuf. Las inventaron en ese puente. - No puedo evitar considerar inaudito algo así, aunque a su modo es divertido que le den el crédito de algo tan local a todo el País.

Cuando Kat pregunta por mi padre, casi sin pensarlo digo directamente su característica principal: es sobreprotector. Y demasiado, a veces en serio que es incluso algo molesto. Seguro me arma un escándalo si se entera que hoy me fui al parque de diversiones con una chica, aunque afortunadamente, no pensará mal de las chicas porque no le he dicho que soy lesbiana, y a este paso, no se lo diré jamás. En cosas así, se nota que es muy anticuado.

También me intereso por la familia de Kat. Aunque yo soy nefilim, nunca me había preocupado por viajar a Idris ni mucho menos. - Yo nunca he ido a Idris. Y mi abuelo se encarga del Instituto de París. Creo que sólo por eso pude entrenar. - Siento feo que dice que prácticamente toda su familia la abandonó. Se merece tener a alguien al menos que pueda considerar como su familia. - Kat... - Recargo mi cabeza sobre su hombro y aunque no me atrevo a más, intento que no se sienta tan sola. - Tal vez puedas encontrar una familia, si quieres. O al menos alguien que cumpla con esa función y te dé un lugar a donde volver sin importar nada más. Eres muy bonita, seguro algún chico apuesto se enamora de ti. - De algún modo odio decirlo, pero se supone que eso es lo que debe pasar con una chica nefilim.

-Nunca las había oído con ese nombre-admito con curiosidad. Mis viajes no implicaban demasiados aprendizajes inútiles sino mas bien solo cosas como armas o técnicas de pelea o como utilizar un coche, cosas por el estilo eran mi principal preocupación y en cuanto a comida no sabía demasiado. Generalmente no iba a muchos lugares con otros cazadores, generalmente no solía hacer buenas migas pues cuando entrenábamos los dejaba tirados por los suelos y eso no les hacia gracia, tampoco me interesaba ser su amiga porque sabia que tendría que irme y si no me familiarizaba mucho seria mas fácil, de manera que generalmente iba y comía en restaurantes sola o con algunos de mis líos de una sola noche, nadie a quien pudiera extrañar o pudiera extrañarme tras mi partida.
-Las probare con queso-digo solemnemente antes de arrugar la nariz divertida.

Se me hace un nudo en el estomago cuando se inclina para consolarme y aunque sus cabellos me hacen cosquillas en la mejilla no la aparto, curiosamente me gusta la sensación de alguien a mi lado aun cuando nunca la había sentido, casi nunca hablaba de mis padres porque no había mucho que decir, no es que me molestaran los consuelos, en esos momentos solía fingir que me dolía solo para evitar entrar mas en el tema y consideraba a esas personas un montón de melodramáticos ridículos. Sin embargo Merak hace que mi corazón titubee sin saber que hacer, es tan sincera y dulce que prefiero quedarme quieta y simplemente aceptar su consuelo.
Por unos momentos permanecemos así y luego con voz extraña me dice que aun puedo conseguir una "familia" y sin poder evitarlo me hecho a reír. No es una risa alegre sino mas bien incrédula, como si acabara de decir una gran locura.
-Me temo que ese no es un buen consuelo, no tengo nada contra las parejas simplemente que yo no sirvo para eso y tampoco lo deseo-una sonrisa irónica se dibuja en mis labios-El amor...no quiero enamorarme, tampoco creo demasiado en que eso sea posible para mi. Y espero jamas conocer algo como eso.
Hay cierta crueldad en mi boca, tal vez es una declaración demasiado fuerte o demasiado negativa pero simplemente la sola idea de llegar a enamorarme me espantaba, y no era miedo por mi.
Es igual a su madre El susurro fantasmal aun me persigue, ella me persigue y no hay manera de que olvide que tal y como ellos dicen yo soy igual que ella. La misma hermosura, el mismo corazón frió...solo que yo jamas iba a hacer lo que ella había hecho con nosotros. Yo misma me condenaba a una eternidad solitaria pero era lo mejor que podía hacer, lo mejor para enmendar lo que ella hizo.

Repentinamente el taxi frena y miro el parque por la ventana. Sin darme cuenta me habia abstraido completamente.
-Lo siento por eso-le digo a Merak con una sonrisa arrepentida. Siento como si debiera añadir algo mas pero no se que decir, finalmente suspiro y le doy al taxista un billete sin mirarlo.
-Quédese con el cambio-salgo del taxi y le tiendo la mano a Merak recomponiendo mi animo-Ya estamos aquí así que ¡A divertirnos!

Es tan genial como aunque hablar de las papas fritas es algo bobo, es un tema agradable con Kat. Sonrío y termino por reír encantada porque ella quiere probar las papas como a mí me gustan. - Algún día puedo prepararte unas mejores que las de la comida chatarra. También con queso. - Quizá eso era también lanzado, aunque podría tomarlo como algo más bien tonto.

No sé qué decirle, pero lo intento, y sin dejar que mis cosas raras salgan a la luz. Aprovecho para acercarme y su calidez me reconforta a mí. Se nota que mis palabras fueron las equivocadas, aunque puedo entenderlo. Al menos la parte de la familia, la del amor hace que se me encoja el corazón de la tristeza. No sé por qué, pero a mí me gustaría que todos fueran felices, aunque sé que no se puede. Quizá solo los que conozco mejor. Tal vez tenga que ver con mi sangre de hada, porque cuando me enojo, pienso todo lo opuesto. - Bueno en verdad yo tampoco podría tener una familia, ni un novio. Me parece raro y como que no soy apta para algo así. Pero no me refería exactamente al modelo típico de familia. Me refiero a que todos necesitamos una persona a la que acudir cuando estamos destrozados para que nos consuelen. Eso es lo que creo que te haría ser más feliz. Pero puedes pensar que estoy loca, segura es por lo de mis ojos, tú entiendes. - Sí, debe ser por eso que a veces creo en cosas muy ingenuas, aunque para mí no lo son.

Me quedo en silencio, pensando si decir algo sobre el amor o no, y antes de que lo haga, el taxi frena: hemos llegado. Me enderezo y niego con una tenue sonrisa y bajo la mirada para evitar que me mire los ojos. Deben ser de varios colores porque estoy confundida. Iba a bajarme, pero Kat me tiende la mano y la tomo, aunque con algo de sorpresa. Ni siquiera miro la entrada al parque, sólo la miro a ella. Debo cuidarme o empezaré a sonreír como una idiota. - Ouais! Pues vamos. - Me muerdo el labio, traviesa y le susurro. - ¿Pagamos entrada o nos colamos con una runa de invisibilidad?

Por alguna razón sus palabras me hacen pensar en Aiden y sonrió, la verdad es que el cazador era de las personas mas raras y encantadora que había conocido por no hablar de su sinceridad apabullante, en cierta forma era como un soplo de aire fresca de mi misma en un tiempo donde prefería ni siquiera pensar en que estaba sintiendo acerca de cosas complicadas como era mi madre. Simplemente cada vez que pensaba en ella era como...como si me encontrara perdida, no había mentido al decirle que no quería que estuviera solo porque yo sabía lo que eso significaba.
-No estas loca-respondo con una sonrisa antes de acaricias su mejilla con cariño-Todos merecemos a alguien que nos cuide y que podamos cuidar sin reservas, simplemente que no se como aceptar eso. No soy el tipo de persona que esta acostumbrada a pedir ayuda o quiere consuelo
Intento ser lo mas sensible al respecto, no era buena hablando de cierta parte de mi misma pero de alguna forma siento que es como un voto de confianza hacia Merak, una forma de demostrarle que a su lado esperaba ser un poco diferente de con el resto del mundo.

Sonrío cuando toma mi mano e intento disimular mi satisfacción, a pesar de que le he revelado parte de mis muchos defectos ella continua allí y no parece ni molesta ni decepcionada, eso para mi era un regalo indescriptible. Su sonrisa traviesa me conquista y cuando se muerde el labio no puedo evitar verlos fijamente preguntándome que se sentirá besarlos aunque supongo que es algo inadecuado sabiendo que...bueno, es una chica. No es que a mi me importara, yo era mas bien flexible al respecto y había tenido chicas en mi cama antes pero nunca una nefilim. De hecho nunca me había acostado con un nefilim, supongo que porque significaba demasiados problemas incluso para mi. Generalmente había subterraneos (vampiros, licantropos, brujos...muchos brujos) e incluso un par de mundanos que lograban llamar mi atención, nuevamente me gustaban las cosas hermosas.
Saco mi estela con una sonrisa espantando los rostros de aquellas personas que me habían acompañado algunas noches de debilidad cuando acostarme con alguna persona atractiva lograba abstraer mis pensamientos.
-A las tres corremos-le digo tras dibujarme una runa en el brazo.-Una...dos...¡Tres!

Acaricia mi mejilla y me sonrojo, sintiendo cómo mi corazón late acelerado. No me estás ayudando, Kat, no me ayudas para nada. Recupero la compostura y me humedezco los labios. - Entonces de quien te enamores tendrá mucha suerte, porque podrá ser débil y tú la... lo protegerás. Existen chicos que no son tan fuertes y aguerridos como príncipes azules, tú podrías ser la guerrera. Y cuando necesites desmoronarte, seguro que el otro lo valora y te da consuelo. - Yo lo haría, por supuesto. No me considero débil, pero sí soy muy sentimental y en mi casa no puedo llorar ni mostrar debilidad por mi padre.

Salimos del taxi y tomo su mano. Es tan caballerosa que me siento apreciada, y sus gestos como acariciarme la mejilla me gustan. En parte por eso propongo la runa de invisibilidad. Estoy más que acostumbrada a tener que ocultar cosas y así podré disimular si la miro detenidamente. Estoy más que consciente de que quienes me han gustado han sido muy pocas, y todas fuertes e imponentes.

Tomo la estela, y me dibujo la runa de invisibilidad en la muñeca, esforzándome para no reír y para que no me tiemblen las manos por esto. Ni siquiera guardo la estela, cuando Kat dice "tres", salgo corriendo rumbo a la entrada. Con agilidad, corro hasta el guardia que está al lado de la entrada para personas con discapacidad y de un salto, paso el torniquete por arriba. Camino de espaldas hasta un lugar y ahí la espero. Al levantar la vista, veo que es la zona de paquetería, así que perfecto, podemos fingir ir saliendo.

La veo humedecerse los labios con cierto nerviosismo y sonrió encantada, es muy lindo verla así, parece no muy segura de que hacer. Sus palabras son cuidadosas, parece querer realmente que entienda de que esta hablando y en cierta forma lo hago, no es que me considerara una persona extremadamente fuerte en el sentido físico, era una buena guerrera debido a mi agilidad y velocidad aunque sin duda era una criatura letal, pero mis debilidades se encontraban en otros lados, debilidades que jamas iba a confesar ante nadie mientras pudiera evitarlo.
-Nunca he querido un príncipe azul-bromeo para restarle importancia. Amaba los cuentos de hadas en cierta forma, supongo que porque muchas veces me recordaba que nuestro alrededor estaba poblado de criaturas increíbles, pero las historias de amor no eran realmente lo mio, me costaba entender como podía existir el amor a primera vista o como el amor lo podía vencer todo. Me imaginaba que si el amor fuera una persona no seria un querubín sonrojado en pañales sino una criatura siniestra decidida a torturar a la gente.
-¿Pero que hay de ti? ¿Alguna persona es tan afortunada como para alegrar tus hermosos ojos?
Estoy indecisa sobre la respuesta que quería escuchar, por una parte Merak merecía realmente a una persona digna de amarla de la manera que ella quería pero por otra parte la quería para mi aun cuando sabía que jamas podría ser lo que ella esperaba. Era egoísta de mi parte, era horriblemente egoísta, pero sin poder evitarlo deseaba que dijera que no había nadie que me impidiera estar a su lado.

Hecho a correr con ella pero lentamente disminuyo la velocidad para deleitarme viéndola correr, su cabello corto se mueve como una centella mientras corre con diversión y tras un minuto vuelvo a correr tan rápido como puedo esquivando a la gente que ni siquiera me puede ver, salto por encima de la misma baranda que ella y llego solo unos segundos por detrás.
Ojala seas tan veloz a la hora de huir de mi, no quiero lastimarte
Con un giro y una reverencia me detengo y hecho un vistazo a nuestro alrededor donde hay un mundano vendiendo algodón de dulce. Camino tranquilamente antes de tomar uno enorme y morado para luego dejar sin hacer ruido un par de monedas al lado de su mano para que las encuentre. Felizmente camino hacia Merak y se lo doy.
-Según he oído el algodón de azúcar es una de los primeros pasos en una feria-explico antes de robarle un pedacito y llevármelo a la boca, de inmediato siento como se derrite en mi paladar y cierro los ojos con emoción-¡Esta tan bueno!

Debí suponer que Kat me preguntaría si tengo pareja. Niego y aunque por un momento pienso en decirle que no tengo novia, no lo hago. No me atrevo a arruinar la salida antes de que empiece, no correré un riesgo tan grande. - No, llevo soltera como seis meses. Y tampoco quiero un príncipe azul, la vida sería muy aburrida. Pero en sentido estricto, mis ojos se alegran más seguido, hasta por una salida al parque de diversiones con una chica hermosa que no ha comido papas a la francesa y comida chatarra. -

Me dibujo la runa de invisibilidad y corro hasta el torniquete más emocionante, porque tiene un guardia al lado. Lo salto y aunque quiero reír, me recuerdo que no me puse la runa de silencio. Miro saltar a Kat, pero está viendo otras cosas. No me muevo y la veo, por un momento creí que se iba a robar el algodón de azúcar, pero que pague y todo se me hace muy tierno, al contrario de lo que yo propuse de no pagar la entrada. Se acerca con un algodón rosado y perfecto, y me lo da. Me quedo tan sorprendida que tardo en tomarlo, pero por supuesto que lo hago. La veo comer un poco de algodón y luego yo tomo otro pedazo. - Sí, está delicioso. Gracias. - Tomo otro trozo y lo saboreo lentamente. - ¿Y a dónde vamos primero?

Seis meses me parecía una cifra muy exacta y hasta un poco ridícula, no es que yo supiera mucho acerca de tener una pareja porque la mayor parte del tiempo yo simplemente tenia amantes, de hecho creo que nunca había tenido una pareja formal a la que me tomara en serio.
-Me siento muy honrada, ahora veo que no comer comida chatarra realmente trae sus beneficios-digo robandole otro pedazo de algodón de azúcar. Ella parece feliz y eso me alegra, si yo era capaz de poder mantener esos bellos ojos alegres entonces era un poco menos terrible de lo que pensaba.

Miro al rededor pensativa, hay todo tipo de ruedas mecánicas, puestos de comida, escenarios rodeados de gente y personajes extraños de manera que había mucho que hacer pero una de las ruedas mas grandes fue la que me llamo la atención.
-¿Que tal esa?-pregunto señalándola.



Sin esperar respuesta jalo de su mano para dirigirme hacia la rueda rodeando a la fila de mundanos a la espera de su oportunidad para subir. Salto por encima de la baranda de retención y me escabullo aun sin soltar a Merak dentro de uno de los cajones que cierro con la intención de no permitir que nadie mas se suba con nosotras. Sonrío con picarda antes de recostarme en todo lo largo del asiento.
-Merak no soy la persona que imaginas, probablemente no tengas ni idea pero soy en muchos sentidos una perra insensible y no quiero ocultártelo, no quiero alejarme de ti porque me gustas pero al menos tengo que advertirte
Me cuesta decirlo pero se que tengo que hacerlo, no quiero defraudarla ni herirla, no quiero hacer con ella lo que había hecho cientos de veces antes con otras caras bonitas y cuerpos deliciosos porque sus ojos son tan dulces y su rostro tan brillante que cuando la miro todo lo que esta lejos se difumina y me siento fatal por el tipo de persona que soy.

Empiezo a ponerme algo nerviosa y a trazar un plan en mi cabeza para no dejar escapar esta oportunidad. Como otro pedazo de algodón de azúcar, contenta por el sabor y sobre todo, por la compañía. No me importa realmente qué visitemos primero, pero dejo que sea Kat quien elija. Aunque es un poco frustrante que haya elegido el juego que quería yo para el final, no me da tiempo a protestar. Toma mi mano y tira de mí. Suelto un pequeño grito por la sorpresa, pero no tardo casi nada en seguirle el paso y correr sin soltarla ni que me suelte. Ni siquiera se me dificulta mucho saltar la valla pese a tener las dos manos ocupadas, y pronto estamos dentro de uno de los carritos. Me siento y dejo que Kat cierre, decidiéndome a dejar las precauciones absurdas de lado, pero es ella quien habla primero, tras recostarse en el asiento de enfrente.

Escucho sus palabras, a alguien que intenta abrir la puerta y al no poder simplemente pone en acción el juego y empezamos a subir, para que los mundanos puedan subir al carrito siguiente. No me esperaba algo así, es mucho que procesar, desde lo de que es una perra insensible hasta que le gusto. - No sé qué decir, la verdad. - Suspiro y miro el algodón de azúcar, mientras siento una punzada de dolor en el pecho. Pero de todos modos, ya me había hecho a la idea de que entre la discriminación por mi sangre de hada, por el lesbianismo, y el hecho de que mi padre no me deja salir, no iba a tener pareja en un largo tiempo, quizá nunca. Me encojo de hombros, en parte porque necesito mostrar que no es tan importante, aunque quiero decirle algunas cosas poco agradables, pero también quiero llorar. Y como ninguna de las opciones es buena, no hago ninguna. - A mí también me gustas, pero si por "perra insensible", te refieres a que eres una de esas chicas que sólo busca sexo sin importar a quién pisotea, pues adelante, pero no conmigo. Puedo ser tu amiga, sí, pero no quiero tener que pasar por todos los problemas de salir con una chica y el miedo a que mi padre y la Clave se enteren, por alguien que no me va a querer de verdad. - Miro el paisaje, como para reafirmarme que esto es real. ¿Cómo es que una chica tan hermosa puede ser así? - Casi no te conozco, debes tener tus razones para ser así, y lo respeto. Es tu vida, después de todo. Gracias por decírmelo. - Le dedico una sonrisa gastada y vuelvo a tomar otro poco de algodón de dulce, que como mientras mis ojos gris oscuro observan el paisaje. Pese a todo, estoy triste, pero pues esto es como enterarte que la chica que te gusta es hetero, y ya he pasado por cosas así.

Suspiro con nostalgia afligida por la repentina tristeza que la invade, parece a punto de llorar o maldecirme o quizás ambas pero se contiene como puede reafirmandome su carácter fuerte a pesar de su dulzura. Es muy realista, no parece idealizarme y en realidad eso me tranquiliza, si había algo con lo que no podía lidiar era con las expectativas de la gente, ellos siempre esperaban demasiado de mi y sin importar cuanto trataba terminaba decepcionandolos e hiriéndolos así que por primera vez la sinceridad fue la mejor alternativa.
-No es eso, no en realidad...-murmuro con tristeza. Ojala las cosas fueran así de fáciles, ojala solo fuera eso y ya pero las cosas eran mas complicadas de lo que se podía explicar-No es sobre el sexo aunque no te voy a decir que soy una santa. En realidad es que no soy muy buena con los sentimientos, nunca me he enamorado y creo que no pueda hacerlo ahora así que no quiero que tengas expectativas que luego no pueda cumplir, no se que es ser una novia...a duras penas puedo ser una amiga, no estoy acostumbrada a tener a la gente tan cerca. Tal vez sea un poco presuntuoso ser tan directa, tal vez exagero pero últimamente estoy intentando hacer las cosas lo mejor posible.
Cierro los ojos unos minutos donde guardo silencio, pienso en Aiden y su sinceridad y me doy cuenta que en el fondo quiero ser un poco mas como él: Directo, decidido, capaz de decir lo que siente aunque suene loco. Y yo que estaba acostumbrada a guardarme esas cosas me sentía vulnerable, me sentía como una ciega en un camino desconocido y lleno de baches.

Sin duda creo que estoy exagerando-bromeo tomando asiento y clavando mi mirada en el parque que se extiende a nuestros pies-Seguramente solo estoy nerviosa, hace mucho que no salgo con alguien que merece la pena que sea sincera. Eres algo así como un ángel Merak, eres tan dulce y valiente y fuerte, y yo simplemente siento que no hay manera de que yo sea buena para ti.
No me atrevo a mirarla, no es vergüenza pero si me siento un poco nerviosa, mi cabeza da vueltas y me imagino que asi deben sentirse las otras personas todo el tiempo. Supongo que hace mucho no me permitía el ser tan vulnerable, había regido mis muros para que nadie viera a través de ellos y me escondía decidida a ser la persona que todos veían en el exterior. Kat la hermosa, intrépida y astuta nefilim capaz de acabar con su objetivo sin parpadear, la chica que vencía a todos sus oponentes y quien no se mostraba débil nunca, la que a veces era un poco cruel...el hada que se supone debía ser solo que con un único problema, a diferencia de mi madre no podía evitar sentir y eso era justamente mi talón de Aquiles.
-Al final del día soy un desastre de persona, solo espero que no te importe que este desastre de persona te quiera.

Aunque me sorprende que le guste a Kat, ya sé muy bien que la vida real no es un cuento de hadas. No me imagino a Kat jugando con todos, pero casi no la conozco ni ella a mí. Y en verdad agradezco que me lo diga antes de que me emocione de verdad por el prospecto de gustarle a alguien sin importar mi sangre de hada. No digo nada, y espero. Es mejor de lo que imaginé, es algo con lo que hay esperanza, aunque por mi bien, sólo seré realista. Le sonrío ligero y sus palabras me recuerdan a mi padre, aunque ella no es así. - Entonces no eres una perra, sólo es que tienes miedo. No lo digo realmente por mí, pero si vives tu vida con esta barrera que te impide sentir, vas a ser como un robot toda la vida. Aguantarte lo que sientes no te hace fuerte, te hace cobarde porque en lugar de enfrentarlo sólo lo ignoras, al menos eso es lo que pienso yo. Es cierto que cuando dejas que la gente se acerque a ti, nueve de cada diez te lastimarán o terminarán abandonándote. Pero no sabes si quien se quede vale por mucho más que esas personas que se fueron. - Me acerco a ella y le acaricio la mejilla, pero luego bajo la mano porque dijo que no le gustaba tener muy cerca a la gente.

El momento pasa y cuando se sienta, yo me hago hacia atrás para no estar tan cerca. Intento restarle importancia, pero ella me detiene en seco, sorprendiéndome. ¿Un ángel? ¿Yo? - No soy un ángel, también tengo mis cosas malas, como todos. Y tengo muchos defectos, eso te lo garantizo. Creo que tú también tienes muchas cualidades, no deberías minimizarte así. - Suspiro y cruzo una pierna. - No me importa que me quieras, pero no quiero que eso te ponga triste como estás ahora. Mira, mejor olvidemos eso de que me gustas y te gusto. Tampoco quiero que cada que nos veamos te pongas así. - Tal vez sea mejor así.