I like trains... [Nerva ID]

¿Simpático? Sí. ¿Serio? También. ¿Bipolar? ... Puede.
Nerva es muchas cosas pero, ante todo, es todo lo "discreto" que podría ser un brujo que no quiere ser conocido.
Inteligente, astuto, ocurrente y muy creativo en todos los ámbitos de la vida, este experimentado hechicero siempre busca, ante todo, que las cosas no se pongan feas a su alrededor... al menos mientras él está cerca.
Neutral en el sentido más estricto de la palabra, Nerva no siente especial odio por nefilims, gente de su especie o de entre los subterráneos, y sólo ve a Valentine y a los de su calaña con la suficiente repulsión como para no intervenir bajo ningún concepto a su favor. Por lo demás, y a su vez, no sentiría ni el más mínimo reparo moral en reducir a pulpa sanguinolenta a cualquiera, fuese nefilim, subterráneo o el alien de la esquina, que perturbase su muy ansiada paz y su no tan encontrado anonimato, y todo ello sin perder la sincera sonrisa que suele gastar en la mayoría de las ocasiones y que se puede volver muy inquietante en situaciones determinadas.
Por lo demás, respecto a todo aquello que no afecta a su modo de vida o su propia seguridad, sin dejar de ser cauteloso Nerva es amable y, en ocasiones, incluso demasiado solícito, quizás trabando amistad con gentes desaconsejables al tiempo que trata con gentes muy aconsejables, y ayudando hasta cierto punto a los unos y a los otros.
Tomándose muchas cosas a broma y otras muchas en serio sin que se note lo más mínimo, Nerva aparenta ser un joven en muchos casos un tanto loco, bastante "nerd" (como se le llamaría en la actualidad) y en la mayoría de los aspectos eso es; le gusta la tranquilidad y la paz, aunque no puede evitar sentirse entretenido cuando algún conflicto (no demasiado extenso) surge para animarle un tanto su rutina diaria. Le gusta la adrenalina de la lucha, pero especialmente cuando es en solitario; una de las razones por las que le encanta la tranquilidad y relacionarse con personajes poco aconsejables es, precisamente, la superficialidad de esas relaciones. Nunca llegaría a preocuparse por una persona que sabe que podría traicionarle con facilidad y sin remordimiento alguno; perder a alguien así en medio de una batalla sería un riesgo y las consecuencias, de encariñarse con esa persona o personas, serían nefastas, como ya le ocurrió en el pasado.
Así pues, amable, abierto, divertido... pero distante en el fondo, neutral de forma radical y poco dado a entablar relaciones profundas; Nerva no es alguien que crea ya en cuentos de romances eternos o siquiera amistades eternas y puras... por mucho que en el fondo quisiese creer en ellos, y en su interior dormita esa parte demoníaca que existe en todos los mundanos... y en él especialmente al ser, en parte, un demonio. Mejor no despiertes a la bestia...

El siglo XIV fue sin duda uno de los más nefastos de la historia de la humanidad, marcado por guerras y, especialmente, el regalito de uno de los peores Demonios Mayores: el Rey de la Magia Negra y las Enfermedades, Nebiros.
El terrible demonio, que logró penetrar en la realidad de los mundanos gracias a un brujo descarriado, no tardó ni cinco minutos en comenzar a extender sus plagas por el mundo una vez hubo puesto un pie en Europa, pero, como muchos demonios, no era un único pecado el que oscurecía su alma... y tampoco tardó mucho en aprovecharse de una de las pocas mujeres cercanas al lugar de su aparición que no murió por las terribles plagas... al menos no hasta unos cuantos años después, claro, cuando el demonio volvió de su recorrido por todo el continente.
Para entonces, la pobre desdichada ya se pensaba libre de la amenaza de su repulsivo amante impuesto... así que no se esperó su repentina aparición en medio de carne putrefacta y fuego negro en mitad de su pequeña casa de Francia.
Apenas un crío que estaba empezando a descubrir quién y qué era en realidad, Nerva observó cómo aquella cosa asesinaba a su madre y, sin dudar un instante, deseó despedazarlo por cometer aquel crimen.
Una curiosa forma de meterle humildad en el cuerpo a un Demonio Mayor, sin duda... el crío de trece años lo pilló desprevenido y sin protecciones mágicas, ya que estaba seguro de su pronto triunfo frente a la mujer y había pensado en adiestrar al muchacho para fortalecer sus propios designios, y fue así como su forma física saltó en diminutos pedacitos, destruyéndose por completo y arrojándolo brutalmente de vuelta a su propio plano, condenándolo a volver a esperar a algún otro idiota que lo invocase en el mundo de los mortales... para ajustar las cuentas con su talentoso hijo.
Percibiendo la desaparición repentina del terrible ente, un pequeño aquelarre francés se acercó al lugar del conflicto y se encontró allí al niño en un curioso estado de shock. Sin tener muy en cuenta sus sentimientos, más bien pensando en el increíble potencial que podría llegar a tener el chico, los hechiceros lo acogieron en el seno de su pequeña secta y lo terminaron de criar, proporcionándole un sinfín de conocimientos tanto culturales como mágicos que el joven supo aprovechar... y una sarta de ideales estúpidos que su mente rechazó de pleno sin dificultad y sus labios promulgaron hasta que tuvo edad y sabiduría suficiente para marcharse del lado de aquellos desquiciados que pretendían dominar a los Demonios Mayores y hacerse con el control del mundo... idiotas sin más.
Fueron muchos años después, superada la muerte de su madre, que Nerva tuvo en cuenta la amenaza tácita de su padre... y decidió comenzar una tarea que poco después se volvería su pasión: la búsqueda de nuevos poderes y conocimientos, en principio para ser capaz de defenderse de Nebiros... y más adelante por simple avidez y curiosidad.
Si bien en un principio se "limitó" a recorrerse el mundo entero en busca de saberes tradicionales o ancestrales, perdidos o encontrados, más tarde también comenzó él mismo a crear sus propios conjuros, objetos mágicos y pociones, desarrollando una especial habilidad para todos los hechizos referidos a la protección, la inversión y el tejido de complicados maleficios y encantamientos.
Con la llegada del siglo XVI, ajeno como siempre al transcurrir de los acontecimientos en el submundo, se descubrió con una reputación no buscada de brujo extremadamente capaz, y entre algunos cazadores o rivales que le habían intentado fastidiar, como el oponente más resistente y exasperante, debido especialmente a los múltiples mantos de protección mágica que permanentemente estaban tejidos a su alrededor y lo escudaban contra el daño y su capacidad para invertir los efectos mágicos, devolver ataques de toda clase y, en general, mantenerse a salvo y sobrevivir únicamente devolviendo el daño ejercido contra él, sin esforzarse prácticamente nunca en lanzar él mismo sus propios ataques.
Transcurrió el tiempo, y pronto la tierra comenzó a llamarlo... si bien una tierra distinta a la que lo había visto nacer.
Intrigado por el Nuevo Mundo (que ya era nuevo desde hacía bastante tiempo...), decidió viajar hasta allí, y aquel fue el final de su viaje, puesto que Nueva York terminó conquistándole mucho antes de convertirse en lo que es hoy en día.
Allí se instaló definitivamente, y allí vive a día de hoy, tratando en lo posible de seguir siendo neutral para con todos aquellos que acuden a él en busca de magia, pociones o similar; en paz y sin que lo molesten excesivamente, y de vez en cuando usando alguno de los portales que dejó repartidos por el mundo para viajar a esos lugares y redescubrir viejos misterios o encontrar otros nuevos...