Magick Hour [Nay Shinoda]

Nueva York era un lugar maravilloso y horrible a la vez.  Dependiendo del lugar a donde vayas o te acogen con los brazos abiertos o te miran como si fueras un criminal.  O peor aún: hoy me habían dicho chino.  Francamente me ofendí tanto que le lancé un rayo a la mujer santurrona para que sintiera un choque eléctrico al tocar su biblia.  Normalmente no hago estas cosas, me tienen muy sin cuidado los mundanos, pero es que esta mujer sí que se había pasado de la raya.  Está bien que un chico dark, con cabello azul, ojos violeta gatunos y piercings no sea aprobado por Dios, pero ni creo en su dios, ni me importa, así que no tenía que perseguirme tres cuadras, gritando como loca que debo escuchar "la palabra de Dios".  No tomó nada bien que preguntara cuál era la palabra de Dios porque me enseñó su biblia y le dije que eso eran muchas palabras y no sólo una.  

Apenas si había logrado escapar de semejante mosntruo de la Inquisición.  

Decidí refugiarme en Taki's, el mejor restaurante que conozco y donde ciertamente no me van a ver como si fuera un fenómeno del infierno, porque de hecho, estoy más cerca de ser normal de lo que estaría un hada verde o un brujo con alas de murciélago.  Eran alrededor de las tres de la tarde cuando estacioné mi moto afuera del restaurant y entré, saludando con un beso al aire al ifrit que trabaja de portero.

- Hola... ¡qué ardiente!

Me siento en una de las mesas apartadas de la puerta y del bullicio, con las piernas sobre la mesa, cruzadas a la altura de los tobillos.  Recibo el menú de manos del hada y empiezo a verlo.  Normalmente pido comida de mundano, pero a veces había llegado a pedir un caballito de sangre del menú vampírico y hasta carne medio cruda del menu de los licántropos.   Hoy francamente muero de hambre, figurativamente, claro está, y me toqueteo los piercings del labio mientras decido qué ordenar.  Pronto este lugar se llenará, menos mal que conseguí mesa.

Nueva York. Era mi tercera semana en este lugar y apenas y conocia la ciudad, solo unos pocos lugares que debia patrullar, el instituto y el camino de ida y vuelta a Taki's; claro que siempre podia cocinar en el instituto pero al entrar a la cocina del lugar simplemente mis ganas se esfumaban en un dos por tres. Asi que aqui estaba yo, saludando con un pequeño gesto de cabeza al portero del lugar mientras pasaba a su lado y me internaba en el ya familiar restaurante.

Sin mirar en ninguna direccion me dirigi a la barra y me sente en un banquito libre, no era que no me gustara socializar con los subterraneos pero a ellos no parecia gustarles socializar con los nefilim -desventajas de ser cazador- me dije en voz baja con una media sonrisa antes de que un hada me entregara la carta y comenzara a recorrerla con la mirada aun cuando ya sabia lo que iba a pedir, seguro dentro de un par de dias podria decirle al hada "lo de siempre" y volverlo una linda rutina... tal vez.

-un jugo y un sandwich de pollo, por favor- pedi con una sonrisa antes de bajar la vista a mis manos y esperar por mi comida

El lugar iba llenándose poco a poco y por supuesto que empecé a concentrar mi atención únicamente en el fantabuloso menú. Quizá soy el ser más extraño dentro y no por mi cabello y mis ojos, sino porque soy el único que en lugar de tirarle la onda a la mesera, se la tiré al ifrit de la puerta. Bueno, me agrada destacar siempre y no veo por qué no hacerlo. Paso las hojas del menú y decido que al diablo, pediré de mundanos. Quizá sea el maldito smog de este lugar, pero me da náuseas en este momento leer los tipos de sangre y sobre todo, leer "vísceras frescas". Puaj, ¿en serio los licans comen esto? Carne tártara estaba bien, medio pasada por el fuego también, pero las vísceras no me las como ni crudas ni cocidas, gracias por participar. Llego al final del menú, después de que mis ojos se topan con algo que siempre evito mirar de la sección de hadas "grillos en almíbar".

- ¡Oh por todos los dioses, qué asco!

Por supuesto que la gente de aquí no cree en los dioses, pero para lo que me importan, para mí son más reales que Dios, el supuesto creador de Raziel en quien sí creo, creador a su vez de los nefilims. Intento apartar de mi mente la visión de esos insectos tan repulsivos y al mirar a la barra veo a una chica que conozco. Una perteneciente a ese escaso 5% de nefilims que no detesto.

- Nay-chan! ¿Qué haces ahí solita? Siéntate conmigo, anda. ¿O ya no me quieres? Mejor no quiero escucharlo, si dejas de quererme tendré que volverme gay.

Por supuesto que cubro mis ojos con el dorso de la mano derecha en una pose teatral, y descuido un poco el menú. ¿Cuánto tenía que no la veo, tres meses? ¿Cuánto llevo aquí, tres meses, seis, un año? Francamente perdí la cuenta, creo que lo único que recuerdo es que Jorge Posada aún jugaba con los Yankees.

Decido bajar los pies de la mesa, o más bien las pantorrillas y continúo mirando el menú hasta que decido y la chica hada se acerca a tomar mi pedido.

- Tráeme espagueti a la carbonara, doble filete mignon al vino tinto, papas gratinadas y... una naranjada y una botella de vino lambrusco espumoso. Gracias, bonita.

Espero que Nay-chan no se quede ahí en la barra, parece que es la única nefilim y eso hasta a mí me motiva a hacer alguna maldad... Y bueno, no me gusta comer solo.

Y mientras examino de nueva cuenta mis manos, que no tienen nada de nuevo o interesante, esperando a que mi comida llegue escucho una voz tan familiar que estoy segura de que podria reconocerla en cualquier lugar, levanto la vista y la dirigo hacia el chico del cual proviene la voz y una sonrisa resplandeciente se dibuja en mis labios al comprobar que, efectivamente, es quien imagine.

-Kyo ¿que rayos haces aqui?- digo sonriente mientras me levanto de la barra y voy hasta su mesa, rio ante su broma y me siento frente a el, feliz por primera vez desde hacia mucho tiempo -¿como podria dejar de quererte?- le guiño el ojo mientras rio levemente

Es el unico rostro conocido que e visto hasta ahora en esta ciudad, lo cual me hace sentir un poco mas tranquila, no soy el unico bicho raro del sitio, aunque tecnicamente ahora aqui en Taki's si soy el unico bicho raro. Juegueteo con mis manos de nuevo mientras el ordena su comida, luego le sonrio, casi me dan ganas de lanzarme y abrazarlo.

-¿hace cuanto que estas aqui? ¿por que no habia oido nada de ti?- pregunto en cuanto el hada se a marchado deseosa de estar al dia en lo que respecta a su vida, al menos ahora ya tengo un amigo en la ciudad

Off::

No puedo creer que Nay-chan esté aquí y venga a hacerme compañía en esta ciudad como los únicos no mundanos japoneses.  Que vamos, los chinos de la comida no cuentan.  Le hago una "v" con los dedos y río le dedico una enorme sonrisa, vigilados por supuesto, por todas las miradas curiosas.  Tampoco es un secreto que he venido aquí a quejarme de lo horrendos que son los nefilims, como me quejaría en cualquier bar, ni que me importara.  

Veo con agrado que se acerca y entrelazo las manos sobre la mesa.  Sonrío bastante, en realidad creo que Nay-chan es la única nefilim que me agrada de verdad.  Y había ganado además no comer solo, cosa que también es bastante buena porque comer solo es como que deprimente.

Ordeno y creo que es más que obvio que muero de hambre, pero es lo que tiene andar haciendo fechorías por ahí todo el día.  Cansa y da un montón de hambre.


- Me mudé hace... en realidad no sé, como tres meses o algo por el estilo.  Ya ves que se me olvidan las fechas y blablabla.  Pero como no vas a dejar de quererme, yo tampoco lo haré.  ¿Ya pediste?  Porque mira que hoy estoy tan contento que te invito.  Para festejar que eres la única nefilim que me cae bien.

La miro a los ojos y ahora va a iniciar la hora del chisme.

- ¿Y tú qué haces aquí?  ¡Cuéntamelo todo!   Sólo... espero que no me digas que te casaron con un horrendo nefilim de los de aquí.  Aunque supongo que estarás viviendo en su Instituto.  Son verdaderamente horrendos, y muy distintos a los de Tokyo.  

off:

No me arrepentia de haber venido a NY, era una de las mejores desiciones que habia tomado estos ultimos años, aunque debia admitir que comenzaba a extrañar, solo un poco, el hablar y tratar con alguien conocido, aunque ya la mayoria de los cazadores en Tokio me trataban bien por lastima y no por algo mas... pero al cuerno con ellos! Tengo aqui a Kyo para hacerme compañia, uno de los pocos subterraneos que queria de verdad.

Me acerco a su mesa y tomo el lugar frente a el, conciente de que todo el mundo me mira, instintivamente me veo a mi misma, con mi usual traje negro y unos cuantos cuchillos que saltan a la vista, me dan ganas de hacerles señas indecentes por mirarme como bicho raro, aunque probablemente en este lugar y a esta hora si soy el bicho raro.

Río un poco y le sonrío -nunca has sido bueno con las fechas- concuerdo -¿como podria dejar de quererte?- finjo sentirme ofendida pero le sonrio ¿de verdad que le paso por la cabeza? -si, ya pedi mi almuerzo usual- me encojo de hombros -pero acepto que lo pagues por mi- y le sonrio de nuevo, tenia un bien rato sin sonreir

Luego suspiro un poco pues es su turno de preguntar y se que no me dejara contarle las cosas a medias, pero bueno, el ya sabe de la muerte de mis padres y eso quita un gran peso a la conversacion, le sonrio de medio lado -conociendo lugares nuevos- luego hago una cara de horror cuando menciona que podria estar comprometida -ugh! eso nunca! si se tratara de eso iria a esconderme a algun rincon del mundo, uno muy muy lejano- sonrio de melancolicamente -si, son muy distintos...- y por eso estoy aqui pero en fin -¿listo el interrogatorio? ¿o hay algo mas que quieras saber?- pregunto sonriente pues confio en el, asi que puedo contarle, casi, todo.

Admito que honestamente no sé cuándo me mudé. A veces sigo en plan de que la restauración Meiji fue hace 10 años, es lo malo que tiene ser inmortal. Empiezas a ver todo como épocas y ya había tenido un par de momentos tontos donde escribí mal el año.

- Pero bueno, entiendes que poco. Vivo en mi universo atemporal. Y pues... no sé, podría ser. No quiero enterarme un día que te lavaron el cerebro esos malditos nefilims y ya piensas que los subterráneos no somos lindos.

Obviamente lo dramatizo, pero sí que es un miedo latente en mí porque es lo que me ha pasado antes. Aunque claro, no siempre y después de todo, creo en que Nay no se volverá así.

- ¿Qué es tu almuerzo usual aquí? Que mira que yo luego pido cosas medio raras.

Le pregunto un montón de cosas, pero por supuesto que quiero datos nuevos. Ya lo del pasado me lo sé, pero bien puede contarme lo que ha hecho estos tres meses. Como broma, le pregunto si está comprometida y empiezo a reírme. Yo creo que tarde o temprano la casarán, así son los estúpidos nefilims, súper medievales.

- Vuélvete lesbi. Digo, me contaron por ahí que existen nefilims homo. Y vamos, no tiene nada de malo. Viva la tolerancia y esos anticuados de la Clave deberían entenderlo.

Cruzo los brazos y levanto una ceja. ¿En serio piensa que ha terminado el interrogatorio? Pero en eso la chica hada nos trae nuestra comida y debo hacer una pausa momentánea.

- ¿Novio? ¿Novia? ¿Amante ocasional? Vamos, dame detalles sucios, no puede ser que sigas soltera. Deberías conocer a los hados de por aquí. Están guapísimos, aunque ya ves que yo sólo discrimino a los nefilims y de todos modos he salido con más de uno.

Pongo los codos sobre la mesa y recargo mi cabeza sobre mis manos mientras sigo la conversacion con mi amigo brujo -si, eso lo se- digo sonriente y luego hago una mueca -no soy ese tipo de nefilim y lo sabes- sonrio de medio lado -ademas... es imposible pensar que tu no eres lindo- bromeo con Kyo

-¿enserio? nunca he visto que contiene el menu de Brujos- le guiño un ojo y luego pongo un gesto penstivo -lo usual es un sandwich y un jugo, no me gusta cocinar en el instituto asi que...- me encojo de hombros -tal vez un dia de estos tu y yo podamos preparar buena comida japonesa para ambos ¿que dices?- le propongo bastante animada con la idea

Rio por lo bajo sin evitar sonrojarme -¿Lesbi? por que limitarme tanto- sonrio juguetona y desvio la mirada un momento -aun asi... no voy a dejar que nadie me case con nadie- digo decidida

Nuestra comida llega pero la conversacion no a terminado, por supuesto que no a terminado -Kyo!- lo reprendo mientras rio tontamente -hubo una chica en Tokio pero...- niego con la cabeza y sonrio de nuevo -comienzo a creer que eso no es para mi- hago un pequeño drama mientras tomo un poco de mi jugo

Noto el interés de Nay y hontestamente me reconforta que me diga que ella no es como el resto de los estúpidos nefilims. Ya me habían insultado bastante durante toda mi vida y no soy adepto a ir a sus reuniones absurdas, no cuando sólo son para recordarnos a los subterráneos lo geniales que son ellos.

- Lo sé, Nay-chan, si lo fueras te habría lanzado agua en la cara y no te habría invitado a comer. Esta generación de nefilims empieza a gustarme, ya hay dos nefilims que me agradan, incluyéndote. Quizá aún hay esperanza. Aunque claro que tal vez sólo sea porque yo soy súper mega lindo.

Sonrío divertido y luego saco la lengua. Hablo sobre la comida, pero Nay me hace reír cuando menciona el menú de brujos. Me entero que ordena cosas sencillas.

- No hay nada en el menú de brujos, no hay menú de brujos. Comemos como mundanos, aunque yo a veces pido del de licántropos. La carne casi cruda me gusta. Y bueno, he probado sangre, pero aquí sólo pido un caballito porque como que sí me da repulsión aquí. Directo del recipiente no, pero aquí sabe a heparina, a esa cosa que le ponen para que no coagule, y puaj.

Nay me propone cocinar un banquete japo y me parece la mejor idea del mes.

- Digo que... no en tu instituto. Dudo que me dejen entrar, aquí el que manda es Magnus Bane, no yo. Y francamente, ni conozco bien a los de este instituto de ahora. Sabes que no me negaré, me encanta nuestra comida.

Le digo que debería volverse lesbi pero ella prácticamente me confiesa que es bisexual, pero también que no quiere casarse. Yo sí creo que tarde o temprano la obligarán, pero quizá sea bueno que ya no tenga padres, así no pueden obligarla tan fácil.

- Osea que eres bisexual... Bueno, igual deberíamos ir a la marcha del orgullo el año que viene.

Yo solía venir a Nueva York para esa bobada de la marcha del orgullo gay, simplemente a ligarme todos los osos que podía.

Llega la comida y huelo todo, pero aprovecho para molestarla con que me dé detalles sucios. Por supuesto que yo más bien no debería dar tantos detalles sucios.

- ¿Y? ¿Ya no eres virgen?

Empiezo a comer, pero con el drama de que el amor no es para ella, no sé ni qué decirle.

- Yo creo que el amor y el romance son una pérdida de tiempo y esfuerzo, tal y como dice Muraki Kazutaka en Yami no Matsuei. Creo en el placer y creo que a veces sientes que en verdad estás enamorado, pero a la hora de la verdad, después de tantos años, creo que sólo te obsesionas con la otra persona, te gustan los arrumacos, besos, sexo y demás, pero amor... bah.

-Me siento afortunada- comento juguetona cuando habla de los nefilim, rio por lo bajo -lo se, no se como alguien puede resistirse a tu lindura- asi como a el contados nefilim le caian bien lo mismo me sucedia con los subterraneos, aunque tal vez en mi caso era por que no trataba mucho con ellos

-pues eso es discriminacion, si me lo preguntas- digo fingiendo drama -pero veo que tu puedes arreglarte un buen menu solo- sonrio feliz, es tan facil estar con él, hablar y bromear, de verdad que lo extrañaba

-por supuesto que no en el instituto, dudo que alguno de los artilugios de la cocina funcione de verdad- niego levemente lo cabeza -por eso vengo a comer aqui- le sonrio de nuevo -pero seguro tu tienes una linda mansion en esta ciudad- rio, sin saber si es verdad o no, con el nunca se sabe

Lo miro extrañada, no esperaba que el fuera de las personas que iban a esa marcha, pero me encojo de hombros y sonrio -claro, por que no- no soy muy adepta a rodearme de tantos mundanos pero seguro sera divertido

Bebo un poco de mi jugo y casi lo escupo en la cara de Kyo, me tapo la boca y me atragannto un poco, toso y me sonrojo mas de lo que me gustaria, miro a todos lados y luego fijo la vista en el -¿crees que aun soy virgen?- finjo indignacion aunque tiene razon, comenzamos nuestra comida y le sonrio -creo que fue mi madre la que me enseño a creer en el amor... tal vez por eso no logro sacarme la idea de la cabeza- me encojo de hombro y muerdo mi sandwich de nuevo

- En realidad sí que eres afortunada, sabes muy bien que no los soporto. Y aquí son mucho peores que en Tokyo, allá al menos respetan a los mayores.

Le explico que no hay un menú para brujos y río divertido cuando me dice que eso es discriminación.

- Bah, tampoco hay menú de nefilims, funcionamos bastante bien con el menú mundano. Tampoco creo que vengan muchos brujos, digo, podemos aparecer lo que queramos, pero me sirve de pretexto para salir. ¿Y quién sabe? Podría ser que encuentre al amor de vida por aquí.

Por supuesto que no es que lo piense en verdad, ni que las relaciones me quiten el sueño, no cuando puedo pagar, embrujar o extorsionar alguien cuando se me antoje.

Nay me propone cocinar, así, estilo mundano. Algo que quizá otros de mi raza despreciarían, pero que en realidad a mí me gusta hacer. Al menos cuando no estoy en plan flojo.

- Mansión no, pero sí tengo una casa bastante decente. Dejé la mansión para Tokyo. Cuando quieras, eres más que bienvenida. Tendrás que darme tu número de celular, vamos, DIME que te dejan tener celular. Aunque claro, puedo mandarte un mensaje de fuego sin problema también.

Le propongo ir a la marcha del orgullo el año que entra, aunque es claro que no se esperaba eso de mí.

- La verdad sólo voy por los osos, esos tipos tan varoniles del mundo gay que me hacen salivar de lo lindo. Pero la verdad se pone divertido. Y bueno, también dan descuentos en los clubs BDSM.

Pregunto si sigue siendo virgen y casi escupo yo también por culpa del ataque de risa que me da.

- ¿La verdad, o seguimos siendo amigos? Pues sí, creo que eres virgen, te ves inocente. Aunque francamente, espero que no lo seas.

Así que Nay no mama le enseñó a creer en el amor. Pongo los ojos en blanco, pero lo peor del caso es que no es que mi madre sea muy diferente.

- Mi madre tiene sus etapas raras, de humana hizo todo lo que pudo por amor. Hizo que la convirtieran en vampiro y casi se muere, ¿y para qué? Mi padre no volvió a fijarse en ella. Y ahora lleva unos años loca por una bruja.

Y esto no se lo había contado...