Kageyama's ID

Kageyama es elegante y sofisticado, algo que se nota tanto es su ropa como en su andar, y particularmente cuando mueve las manos. En apariencia solitario, en realidad es más bien selectivo. Tiene muy bien establecida su jerarquía, con mundanos, nefilims y ángeles en el escalón inferior, con la excepción de algunos arcángeles y por supuesto, los ángeles caídos. Esta es su raza favorita después de la suya, ya que son quienes han visto la realidad de la tiranía de Dios y merecen por lo tanto, su respeto. La forma de demostrarlo es que suele escuchar todo lo que alguien tiene que decirle, y sólo al final, particularmente si es un problema, responderá de un modo sarcástico y burlón, guardándose la explicación y la ayuda para sí mismo, hasta que el otro suplique por ella.

Es perfeccionista y demasiado, raya a veces en la obsesión. Todo debe salir perfecto y de acuerdo a sus planes, aunque sus planes son algo caótico y cambiante. Extremadamente inteligente y astuto, compensa de este modo su escasa fuerza cuando asume su forma humana. En su forma original la fuerza y el instinto son mucho mayores, pero no equiparables a su intelecto.

Cruel y despiadado, pero sólo en ocasiones que lo ameriten. Lo ha sido a lo largo de su larga vida, pero no tiene que serlo todo el tiempo. A veces sólo prefiere disfrutar de una taza de té mientras el mundo se destruye a su alrededor.

Tiene un gusto especial por nadar y por supuesto, por la música, que ha convertido en su profesión.

Mizuchi, "el amo del agua", nació como un guardián demoníaco de ríos, lagos y mares del lejano Oriente. Como dragón, recorría a nado lo que ahora era su territorio, y los primero pobladores lo consideraron como un dios. ¿Cómo no hacerlo? El mar proveía sustento. La primera vez que se dieron cuenta de que su dios no lo era, fue cuando descubrieron que el agua también puede ser peligrosa. Voluntariamente se creó un ritual en el que se llegó incluso a ofrecer sacrificios humanos a Mizuchi, aunque iban disfrazados de retos de astucia, que el dragón siempre ganó y terminó por devorar a su oponente. Cuando los pobladores lograron pedir el favor de un monje, un potente hechizo encerrado en un sello devolvió a Mizuchi al inframundo.

A lo largo del tiempo ha reaparecido en ocasiones, debido a su gran astucia. Logra encandilar a brujos y brujas inocentes con la promesa de otorgarles inteligencia suprema y conocimientos de ocultismo a cambio de que lo liberen de su prisión. Ha funcionado, y Mizuchi ha sido fiel a su palabra, sólo que exige también un pago a cambio de esa inteligencia y no sólo su liberación temporal. De modo que en realidad, cualquiera debe ser precavido al tratar con él.

Ha luchado en varias de las guerras de su país, incluso cambiando de bando si alguien le ofrecía un mejor trato. Su única lealtad incondicional siempre ha sido a sus hermanos demonios, pero al resto puede ayudarlo o perjudicarlo dependiendo de su propia conveniencia y así ha sido desde que se unió a la primera guerra humana. Tras aprendió lo emocionante de tratar con mundanos y con el resto de las razas, y le ha encontrado el gusto. Algunos son ingenuos y otros simplemente divertidos.

Con el tiempo, sus visitas al mundo mortal han sido cada vez más frecuentes, ya sea creándose un cuerpo humano con su poder o invadiendo el de algún humano ingenuo. Pese a considerarlos inferiores, también le son divertidos y útiles, y ha tenido al menos un par de hijos brujos y algunos protegidos de esta raza.

Desde años recientes ha vivido en Kyoto, y ha aprendido el arte de la música occidental. Estudió para violinista y actualmente es un reconocido concertista, cuya pieza favorita es irónicamente el Trino del Diablo de Giuseppe Tartini, considerada como una pieza escrita por el genio del mismo Lucifer. Viaja constante a varias partes del mundo para presentarse como concertista.

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