¿Vos? Esto tiene que ser una broma (Clare)

El viaje fue demasiado largo, lo suficiente para llegar a destino cansada y abatida. Salí del aeropuerto y comencé mi recorrido entre el tránsito y todos los mundanos de Nueva York, claramente con un glamour. Era un día caluroso y pesado, pero los mundis iban de un lado a otro como si el mismo satán corriera tras ellos con un tridente. No podía evitar el molesto pensamiento "falta mucho" común en todos mis viajes.
Dos cuadras hacia el sur y hualá, cubierto por un glamour de fábrica abandonada se encontraba el instituto. Temporalmente, mi nuevo hogar hasta que decida volver a Idris.

Al cruzar la reja, pude sentir un leve, muy leve, sonido de unas manos ágiles sobre el piano y por unos segundos me sentí en casa, pero este acabó demasiado rápido. Sin dudar un segundo más coloqué mi dedo en el timbre y ejercí presión, obviamente que podría haber entrado sin necesidad de ello ya que aquel gesto era una mera formalidad, pero amaba ser recibida. Una espera de casi 5 minutos no está nada mal, considerando todo el ajetreo que debe haber por el loco suelto de Valentine.

Cuando la puerta se abrió, y una cabellera dorada asomó todo mi cuerpo se tensó, desde el dedo gordo del pie hasta la ultima fibra de mi cabello, ¿Jonathan Wayland? ¿en serio, a caso era una broma?, me alejo de Idris para olvidar la dolorosa perdida de mis padres y que obtengo, al guapo ex-vecino de la infancia.
- Hola - respondí firme y arrogante a su casi balbuceante saludo - Vengo en busca de un hogar temporal - aclaré tomando mis maletas - Puedes hacerte a un lado Jonathan, estas cosas pesan

"Jace", entonces era verdad aquel dicho mundano, sobre que la ciudad de New York te cambia... en este caso, a Jonathan le cambió el nombre. Entré mientras el tomaba mis valijas y se hacía aun lado, mencionó algo sobre que Maryse Lightwood no se encontraba en el instituto, pero no me sorprendió en realidad ya que con todo el revuelo debido a Valentine, la clave debía estar tirandola de las orejas... Jace con mis maletas comenzó a caminar hacia una habitación. Cuando comenzaba a seguirlo, un hermoso, no muy simpático, pero aún así precioso gatito persa se acercó y ronroneó a mis pies, no tenía la más mínima intención de seguir viendo la compungida expresión de Jace, por ello me agaché y comencé a pasar mis dedos por su sedosa cabecita. Entre las orejas, y lo oía ronronear, luego de unos minutos el pequeño se cansó y se fue de mi lado, como si nunca hubiese estado.

Fue en ese momento en el que me percaté de que me encontraba sola en la habitación, Al parecer Jonathan/Jace no se había siquiera molestado en revisar si yo lo seguía... Por ello decidí no dar vueltas y sentarme en alguno de los cómodos sillones de la recepción. Con el paso de diez minutos mi paciencia acabó, por ello, como la mujer independiente que era decidí ir en busca del susodicho hijo de Valentine. Recorrí Amplios pasillos, mis botas de tacón repiqueteaban en el mármol. Cuadros ambientados en la época colonial, sobre cazadores antiguos colgaban en las paredes, en un inmaculado marco dorado como si fuesen preciados tesoros. Luego de tres escaleras y seis pasillos, llegué a la zona de habitaciones del instituto, luego de otro largo pasillo, oí como el ascensor se abría y aparecía Jonathan con mis bolsos. Su cabeza y postura estaba erguida pero su mirada perdida.

No sé si fue la mirada furiosa que lanzó o como se acomodó su cabello, lo que erizó la piel. Tal vez el recuerdo de él de pequeño realizando repetidas veces esa acción mientras entrenábamos y mientras correteábamos de un lado a otro.- Te gané.- Sentencié caminando lentamente hacia él.- ¿Cuál es mi habitación Jace? - probé el nombre en mis labios, sonaba raro, extranjero, pero combinaba de lo más perfecto con su rostro, aquel rostro de ángel.